Internet
Tarjeta amarilla al fundador de Telegram, el último ‘criptobro’ de la libertad de expresión

Pavel Durov, creador y propietario de Telegram, la tercera red de mensajería más importante del mundo, detrás de Whatsapp y Facebook Messenger (ambas de Meta) tendrá que depositar una fianza de cinco millones de euros, presentarse en comisaría dos veces por semana y tiene prohibido salir del territorio francés. Con las medidas cautelares tomadas ayer, miércoles 28 de agosto, concluye temporalmente un episodio que comenzó el pasado sábado.

Su caso es inédito hasta ahora, ya que es el primer magnate de la economía de la atención que afronta un juicio penal por la actividad que se lleva a cabo en la plataforma que dirige. Las autoridades francesas emitieron la orden de detención el pasado mes de marzo, aunque no ha sido hasta su llegada a París cuando se detuvo a Durov y se han conocido los motivos concretos de la denuncia. Según la web Politico, además de la orden detención contra Pavel Durov, la cara visible de Telegram, también se emitió una orden contra su hermano Nikolái, considerado el cerebro tecnológico de la compañía.

Durov, que fue detenido el sábado 24 de agosto en el aeropuerto parisino de Le Bourget cuando su avión privado aterrizó procedente de Azerbaiyán, nació en Rusia hace 39 años. El magnate reside desde 2013 en Emiratos Árabes Unidos, país del que tiene pasaporte y también tiene la nacionalidad del paraíso fiscal Saint Kitts y Nevis, al igual que su hermano Nikolai​. Pavel Durov también tiene pasaporte francés, según ha publicado Le Monde, fruto de un proceso de nacionalización exprés llevado a cabo en 2021 mediante un “procedimiento excepcional y altamente político” destinado a los VIP.

Se acusa a Telegram de llevar una política de dejar hacer, dejar pasar sin moderación de contenidos ni cooperación con las autoridades en un caso de abuso sexual a menores

A medida que han pasado los días desde su detención, la información sobre las causas de la misma se han ido afinando. La acción judicial obedece a la falta de cooperación de Telegram en la identificación de un usuario concreto, de quien se sospecha que ha cometido delitos de abusos sexuales contra menores de edad. Los cargos concretos se han acotado a la “complicidad en el delito de poner a disposición sin motivo legítimo un programa o datos destinados a la distribución organizada de imágenes de menores que presentan pornografía infantil y tráfico de drogas”.

No hay indicio alguno, señala la pieza, de que los Durov estén involucrados en las actividades delictivas, pero se acusa a Telegram de haberse negado a entregar datos sobre “archivos sucios” y de llevar una política de dejar hacer, dejar pasar sin moderación de contenidos ni cooperación con las autoridades. La fiscalía de París ha detallado los doce cargos por los que se ha interrogado a Durov, que podría afrontar una pena de diez años de cárcel y una multa de 750.000 euros.

Pero, en el contexto internacional actual, la detención de Durov ha sido un episodio más de desestabilización política y, como tal, ha generado un problema diplomático a Francia. Sólo cabe comparar la detención de Durov con el arresto de Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei, que estuvo retenida durante tres años bajo acusaciones de fraude y en el contexto de la batalla por la expansión de la tecnología 5G. 

La operación se incardina en una dinámica de bloques y lo que en el pasado solo había conllevado algunas amonestaciones verbales, hoy ha adquirido mayor trascendencia

En este caso no son las infraestructuras las que están en disputa, sino las aplicaciones de mensajería, un terreno en el que Telegram se ha expandido geométricamente desde su fundación en 2013. Hoy en día supera los 900 millones de usuarios en todo el mundo y se encamina hacia los mil. Como han señalado las autoridades francesas, gigantes como Meta o X tienen establecidos cauces regulares de información con agencias gubernamentales —el caso de las aplicaciones de China es similar— y el mensaje que se manda con esta detención es que Telegram no puede seguir funcionando como hasta ahora. Específicamente, se rechaza la negativa de la compañía “a comunicar, a petición de las autoridades autorizadas, la información o los documentos necesarios para la realización y explotación de las interceptaciones autorizadas por la ley”.

La operación se incardina en una dinámica de bloques y lo que en el pasado solo había conllevado algunas amonestaciones verbales, hoy ha adquirido mayor trascendencia. El origen ruso de Durov, el hecho de que Telegram sea una red clave en la guerra de Ucrania, usada tanto por el ejército ruso como por el ucraniano, y la revelación de que este mismo año se usara esta red para desvelar datos de algunos de los militares israelíes responsables de la campaña de exterminio en Gaza, influyen en un caso que trasciende fronteras y que anticipa una fase diferente en la cuestión de la moderación de contenidos, comentarios y cuentas en internet. 

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Los medios del establishment occidental han reflejado la aparente mejora de relaciones del creador de Telegram con el Kremlin y desde Rusia se critica la doble moral de occidente respecto a la libertad de expresión sin mostrar una preocupación trascendental por Durov, a los efectos ciudadano francés. El expresidente ruso, Dmitry Medvedev, ha criticado al magnate al que considera ingenuo por no haberse asociado en el pasado con el Gobierno de Putin, y ha aprovechado el caso para usar la carta de la rusofobia: “[Durov] se equivocó de cálculo. Para nuestros enemigos comunes, sigue siendo ruso, impredecible y peligroso, de sangre diferente”. 

Aun así, Rusia ha pedido que se facilite la asistencia consular al detenido, tal y como ha hecho también el gobierno de Emiratos Árabes Unidos, país en el que está radicada Telegram y en el que vive el propio magnate. El presidente de la república francesa se apresuró el lunes a distanciarse de la decisión judicial y aseguró que no se trata de una operación política.

La acción de la justicia francesa entronca en cualquier caso con la narrativa fomentada por Estados Unidos desde hace años, de que la aplicación Telegram es la “preferida de los terroristas”. Se trata de un debate entre privacidad y “seguridad”, sobre el que el propio Durov ha tenido que recular en el pasado, transformándose de alguien que aseguraba que “la privacidad, en última instancia, y nuestro derecho a la privacidad es más importante que nuestro miedo a que sucedan cosas malas, como el terrorismo” a adaptarse, como reclaman los estándares europeos a ciertos niveles de regulación. 

La compañía de Durov no se ha movido de su posición oficial por la que sostiene que Telegram cumple los estándares internacionales, también el Reglamento de Servicios Digitales (DSA) implementado por la Comisión Europea. En Telegram se trata de amplificar el debate sobre la libertad de expresión y, para ello, Durov ha recibido el apoyo online del propietario de X, Elon Musk. En ese sentido se han movilizado partidarios de Durov bajo el símbolo de un perro con capucha, adoptada por el millonario desde sus tiempos en Rusia. Desde Liberation se ha informado de una serie de ataques realizados por hackers a distintos portales de las instituciones francesas, aparentemente coordinados bajo las rúbricas #freedurov y #opDurov

El interés por parte de la justicia francesa es que Telegram permita abrir las famosas “puertas traseras” de las comunicaciones para la investigación de crímenes. Los especialistas en derechos digitales matizan que, bajo el manto de la persecución de esos crímenes, la apertura de esas informaciones puede redundar en las técnicas de control social e individual. “Un derecho humano es la privacidad. Si un gobierno cualquiera abre una puerta trasera, ¿qué pasaría si dicho gobierno fuera un gobierno autoritario? ¿Esta puerta trasera no afectaría también a la ciudadanía?”, apuntaba Eric Iriarte, abogado especialista en derecho digital, a la emisora francesa RFI.

La herramienta más usada de Telegram no es completamente “segura” en la medida en que los chats no son encriptados end to end, o de extremo a extremo (E2EE, por sus siglas en inglés), sí lo son los chats secretos, aunque no es un tipo de mensajería demasiado conocida por sus usuarios. De tal forma, la gran mayoría de chats de la aplicación no son E2EE y son, de este modo, accesibles en los servidores. Según explica la propia aplicación, sin embargo, cuando se trata de los chats en la nube, todos los datos se almacenan fuertemente cifrados y las claves de cifrado en cada caso se almacenan en varios otros centros de datos en diferentes jurisdicciones. De esta manera, los ingenieros locales o los intrusos físicos no pueden acceder a los datos del usuario. Esto convierte a la herramienta en una red no particularmente segura —pese a que Durov promociona que sí lo es—. Respecto a los cargos sobre difusión en chats de contenidos delictivos, los expertos rebaten que la herramienta no tiene un algoritmo de difusión de contenido, ni el contenido está indexado, lo que conlleva que la plataforma no debería estar obligada a la moderación.

Como Musk o Andrew Tate, otros “criptobros” que defienden la libertad de expresión sin límites aparentes, Durov ha quedado señalado por un caso que amenaza a su libertad personal o, al menos, a lo que tenía en la cabeza cuando fundó Telegram. Hasta ahora, 31 países habían baneado totalmente la aplicación y otros como Noruega han establecido medidas de restricción —no la pueden usar los ministros—, pero no se habían tomado directamente contra Durov, otro ‘bro’ que viste de negro, hace dietas y burpees, basa su sentido del humor en reírse de la gente menos rica que él, ha promovido una critpomoneda (toncoin) y se queja de la migración y los subsidios sociales que reciben los parisinos.

El ascendente de Telegram en medio mundo

Fundada en 2013 por Durov y su hermano Nikolái, también programador y matemático, Telegram se ha establecido como la red más usada en diez países —entre ellos Ucrania, pero no Rusia, donde Whatsapp sigue siendo la mensajería más usada. La herramienta fue creada en el contexto de las revelaciones de Edward Snowden sobre el papel de Silicon Valley de traslado de información a la Agencia Nacional de Seguridad (NSA). El modelo de funcionamiento seguía la filosofía de su dueño: apenas cincuenta personas empleadas, en un sistema de nomadismo digital que les llevaba a distintas ciudades del mundo y sin apenas equipo destinado a la moderación de canales.

El prestigio de Telegram, no obstante, ha ido creciendo como herramienta de uso común entre líderes globales y por la capacidad de alcance de sus canales, que han cobrado especial protagonismo tanto desde la invasión rusa de Ucrania que abrió la segunda fase de la guerra en el este en febrero de 2024 como desde los ataques del 7 de octubre en Israel y el comienzo de la campaña de exterminio ordenada por el régimen de Benjamin Netanyahu.

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En Alemania, el Gobierno federal habló públicamente de emitir sanciones, incluso de plantearse el cierre de Telegram, por ser un vehículo para la difusión de teorías de la conspiración y de crecimiento de los movimientos negacionistas del covid-19. En España, el juez de la Audiencia Nacional, tuvo que recular este mismo año de su primera intención de bloquear Telegram por un delito de vulneración reiterada de derechos de propiedad intelectual de los titulares de algunos canales. Pedraz finalmente consideró la medida “excesiva”.

A pesar de la fama de Telegram de ser un canal más seguro para las comunicaciones que los de su competencia estadounidense, la compañía de Durov ha protagonizado varios episodios de cierre de canales acorde con los intereses de las principales potencias. En 2015, a raíz de los ataques de la Sala Bataclan y sus alrededores en París, la dirección de Telegram anunció que había cerrado 78 canales públicos utilizados por el Estado Islámico (Daesh). En 2021 y después del asalto al Congreso del 6 de enero, la compañía con sede en Dubai decidió cerrar quince canales de grupos de supremacistas blancos.

Más tarde, Telegram cooperó con las autoridades rusas para retirar de sus servicios el sistema de votación “antiPutin” desarrollado por el entorno del opositor Alexei Navalny de cara a las elecciones legislativas en Rusia en 2021. En aquella ocasión, no obstante, gigantes de Silicon Valley como Google y Apple también retiraron esa aplicación, que se basaba en recomendar a los candidatos con más posibilidades de derrotar al oficialismo de Rusia Unida en cada distrito. Desde Telegram apuntan que “no es cierto que Telegram haya ”cooperado“ con autoridades rusas al momento de quitar temporalmente el acceso al bot vinculado a Navalny. Telegram tuvo que tomar esta decisión por exigencia de Apple y Google, con el fin de evitar ser removidos de sus respectivas tiendas. El bot volvió funcionar a los pocos días y sigue siendo accesible hasta el día de hoy”.

Historias de rusos y americanos

Telegram no ha dejado de ser noticia por su papel ambiguo a lo largo de sus once años de vida. En occidente se celebró su papel en la organización de opositores durante las protestas de Bielorrusia de comienzos de esta década. En el caso de Ucrania, Durov fue celebrado como un valiente por negarse a suministrar datos de ciudadanos ucranianos procedentes de VKontakte a las autoridades rusas del FSB. VKontakte, el equivalente ruso de Facebook, fue la primera plataforma creada por los Durov, que en 2014 se deshicieron de ellas debido a ese episodio, que tuvo lugar durante las protestas de la plaza de Maidan que provocaron el cambio de tendencia política en Ucrania. 

En la actualidad, VKontakte sigue existiendo, controlada por agentes próximos al Gobierno. Fue después de ese episodio que Durov decidió autoexiliarse y lanzar Telegram con el dinero de la venta de la plataforma y a su fortuna personal —estimada en 15.500 millones de dólares por Forbes— obtenida en gran medida gracias a su criptomoneda.

En 2018, Rusia bloqueó el acceso a Telegram por orden de un tribunal de Moscú, en un caso relacionado con el atentado del 3 de abril del año anterior en el metro de San Petersburgo, atribuido al Estado Islámico. El bloqueo, que fue parcialmente bypaseado por los usuarios de la aplicación, duró hasta 2020, año en el que las autoridades rusas usaron la herramienta en medidas de salud pública relacionadas con la pandemia. Desde 2020, y desde el baneo a la aplicación de Navalny se considera que la relación de Durov con el Kremlin ha mejorado. Esta semana, a raíz de su detención, se ha especulado con que el CEO de Telegram se habría reunido con agentes gubernamentales rusos en Azerbaiyán y habría intentado hacerlo, sin éxito, con Putin. Una información de un portal antiPutin reflejaba que, salvo en el periodo de 2018 a 2020, Durov ha seguido viajando a Rusia desde su exilio.

Y, desde el estallido de la segunda fase de la guerra de Ucrania, en febrero de 2022, Telegram se ha convertido en una fuente indispensable a ambos lados de la frontera. En Ucrania, el canal DeepState, con más de 785 mil seguidores ha sido una fuente de información fundamental sobre el avance de la guerra. En Rusia, el canal Rybar (1.3 millones de seguidores) juega un papel similar. Además, los medios occidentales reconocen el papel que ha jugado Telegram en la organización de los opositores al régimen de Putin y a la guerra de Ucrania. El hecho es que, según el centro independiente Levada, considerada hostil al Gobierno, una de cada dos personas en Rusia utiliza Telegram. Tal vez por eso, la aplicación alcanzó su cénit en términos de difusión cuando fue utilizada por el  jefe del grupo de mercenarios Wagner, Yevgeny V. Prigozhin, para llevar a cabo su marcha sobre Moscú en junio de 2023. 

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Para Durov, sus vínculos con Rusia obedecen a teorías de la conspiración, aunque hay que reseñar que el fundador de Telegram se ha mostrado laxo en su juicio sobre la conspiranoia como argumento para defender la política de dejar hacer de su plataforma: “Lo que ayer se consideraba una teoría de la conspiración puede convertirse en el punto de vista oficial hoy. Y como plataforma, no siempre podrás mantenerte al día con los cambios”. El hecho es que su detención ha dado lugar a nuevas teorías, que apuntan a que Durov ha querido ser detenido para protegerse de las represalias rusas. Se apunta que el fallido intento de ver a Putin en Azerbaiyán es el motivo oculto tras el aterrizaje en París, donde pesaba sobre él una orden de detención..

El debate entre el Gobierno de Putin gira en torno a si es seguro seguir utilizando Telegram una vez que el propietario de la empresa permanece vigilado en Francia bajo amenaza de cárcel si no coopera. El canal Rybar explicaba que la detención de Durov, debía acarrear cambios en los sistemas de comunicación del funcionariado y el ejército ruso y avanzaba en uno de sus post quienes salían ganando de la detención del magnate, a quien se le recordaba, en términos similares a los usados por Dmitry Medvedev, que no se puede ser equidistante en la pugna entre EE UU y Rusia.