Juventud
La hucha vacía de la juventud extremeña: desempleo, precariedad y pobreza

Las cifras de la relación entre jóvenes y empleo en Extremadura hablan de fracaso estructural, de precariedad y de umbrales de exclusión. Los escasos puestos de trabajo existentes ya no garantizan salir de la pobreza, una emancipación digna o el acceso a derechos básicos como el de la vivienda. Ni siquiera la vía de la formación parece conducir a otro lugar que no sea el exilio económico.


9 oct 2020 09:35

El desempleo juvenil, disparado

La situación de la juventud extremeña bate récords en todos los indicadores económicos y lo hace, en sintonía con los referidos a la situación global de la comunidad autónoma, en negativo. La Encuesta de Población Activa de enero de 2020 (por tanto, antes del impacto del COVID-19), situaba en el 46,31% el paro juvenil en la región, mientras que a nivel estatal su tasa se establecía en un 30,5% (en el caso de las mujeres, en ambos casos, varios puntos por encima de los hombres, siendo en Extremadura del 49%). Por centrar mejor los números, y siempre tomando como referencia a la citada EPA, publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), entre 16 y 19 años había en ese momento 114.700 desempleados, mientras que entre los 20 y 24 sumaban 348.100. Todo ello en una comunidad autónoma de 1.o65.000 habitantes (con la misma población que hace un siglo, mientras que en el total del Estado se ha duplicado, dato más que relevante para detectar las corrientes de fondo histórico que fluyen bajo cualquier fenómeno sociolaboral). Teniendo en cuenta, además, que en el conjunto de la Unión Europea (datos de Eurostat), el paro juvenil es del 17%, Extremadura se hallaría, pues, prácticamente triplicando los indicadores europeos de su espacio político y económico continental. Como agravante, el 41, 3% de estos desempleados y desempleadas lo son, a pesar de su edad, de larga duración (con un año o más en situación de desempleo), siendo del 28,1% en el conjunto del país.

La Encuesta de Población Activa de enero de 2020 (por tanto, antes del impacto del COVID-19), situaba en el 46,31% el paro juvenil en la región
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Trabajar no garantiza salir de la pobreza

Si bien los números relativos al desempleo colocan a la región frente al espejo de una fractura social evidente, vienen complementados con otros, no menos preocupantes, que hacen referencia a esa parte de jóvenes que sí acceden al mercado laboral. Entre quienes finalmente encuentran un puesto de trabajo, el denominador común se podría resumir en eventualidad, precariedad, inestabilidad y, como resumen global, pobreza. Esa fue la reflexión del Consejo de la Juventud de Extremadura en la presentación de las conclusiones del informe del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España en rueda de prensa el día 5 de octubre.

Extremadura, de acuerdo con los datos aportados por ese organismo, añadiría a la dificultad de encontrar empleo entre los jóvenes el hecho de que, ya insertados en una realidad laboral, no exista ninguna garantía de no caer en la exclusión. El  44,4% de la juventud extremeña con un puesto de trabajo sigue siendo, a pesar de acceder con un contrato al mercado laboral, supuesta garantía de estabilidad, pobre. Hablar en este aspecto del trabajo irregular, lo que se da en llamar economía informal, probablemente mostraría expresiones de explotación aún más severas, y quedaría para otro análisis, a pesar de la indudable incidencia que sin duda tiene en las economías de subsistencia del entorno juvenil.

Ese riesgo de exclusión al que hacen referencia todos los indicadores encuentra concreción en los números relativos a la emancipación, acceso a la vivienda, temporalidad o naturaleza de las contrataciones, aspectos todos ellos de fácil contraste.

Entre quienes finalmente encuentran un puesto de trabajo, el denominador común se podría resumir en eventualidad, precariedad, inestabilidad y, como resumen global, pobreza

Así, la media salarial juvenil en Extremadura es de 697 euros mensuales repartidos en catorce pagas. En el ámbito estatal, en cualquier caso, la situación es mejor pero tampoco para tirar cohetes: la Encuesta Anual de Estructura Salarial publicada por el INE señala cómo los menores de 25 años tienen los peores salarios, con una media de 11.046 euros anuales (920 euros mensuales), menos de la mitad que el salario medio en el mercado. La condición de mileurista ha pasado a ser, pues, un privilegio.

En referencia al tipo de contratación, únicamente el 3% de los empleados y empleadas menores de 25 años tienen un tipo de contrato indefinido (y sería objeto de estudio hasta qué punto la administración regional, la mayor empresa de la comunidad autónoma, capitalizaría ese exiguo número). Si se traslada al total de población en ese rango de edad, nos encontraríamos con que únicamente el 1% dispone de un empleo de carácter indefinido. Como colofón, sólo el 3,5% de los contratos a personas jóvenes son a tiempo completo. Dentro de ese minúsculo porcentaje, a su vez, la desproporción entre hombres y mujeres a favor de los primeros, es de 15 puntos. Como se afirmó en la citada rueda de prensa, “el perfil de mujer joven y extremeña es el perfil que más difícil lo tiene para encontrar un empleo de calidad”. Otro aspecto, que tendría diferentes interpretaciones y vertientes de abordaje sería el de la sobrecualificación: el 53,2% de la juventud empleada está cobrando un salario menor del que les correspondería de acuerdo a su formación.

El derecho constitucional a la vivienda no ofrece parámetros mejores: la juventud, en base a su salario, debe dedicar en la región más del 50% del mismo para cubrir el alquiler o hipoteca correspondientes (todos los estudios sitúan el umbral razonable en el 30% del salario dedicado a vivienda, medida porcentual por encima de la cual se introducen desequilibrios que condicionan definitivamente las economías domésticas). En cualquier caso, sólo el 19% de los y las jóvenes de Extremadura está emancipado y dispone de su propia residencia, sea en régimen de propiedad o de arriendo. Abundando en este aspecto, el 29% permanecen residiendo en su hogar de origen.

El 44,4% de la juventud extremeña con un puesto de trabajo sigue siendo, a pesar de acceder con un contrato al mercado laboral, supuesta garantía de estabilidad, pobre

Sin soluciones, sin planes, sin política

Con estas cifras, las alternativas a plantear debieran atender a varios frentes, todos de modo profundo y estructural, que frenaran la sistemática pérdida de población joven en busca de futuro fuera de su región (el segundo semestre de 2019 ya presenta un saldo migratorio negativo: salieron 1903 más que los que entraron). El CJEx plantea caminos posibles para revertir la situación, que pasarían por la necesidad de incentivar el empleo rural, seguir trabajando en la Agenda 2030 (especialmente sobre el objetivo ODS 8, relativo al empleo decente) y el “fomento del retorno de personas jóvenes”.

En cualquier caso, las soluciones tendrán que atender al núcleo mismo de dinámicas globales que, en el caso extremeño son, además, históricas (la cuestión irresuelta de la propiedad de la tierra, el carácter subalterno y periférico de la economía extremeña, la ausencia de un tejido productivo digno de tal nombre...). Decisiones políticas, como políticamente dirigidas fueron todas las que, en su día, llevaron al éxodo rural (uno de los ejes del subdesarrollo extremeño), que en el franquismo incluyeron agrupación productiva en áreas estratégicas (los Polos de Desarrollo), devaluación de la moneda, austeridad y entrada masiva de capital extranjero; la tormenta perfecta, la fórmula ideal para el desplazamiento masivo de la población rural depauperada a determinadas áreas industriales de España y del centro de Europa.

No fue el vaciamiento del campo una tormenta imprevisible, fruto de inercias implacables de un progreso que trascendiera el marco jurídico o la responsabilidad política o institucional. Hubo planes concretos, decisiones explícitas y legislación habilitada en una dirección económica determinada, obedeciendo a parámetros ideológicos y de acumulación de beneficios en sectores muy definidos y con consecuencias sociales evidentes. Del mismo modo, debiera darse un proceso similar, ahora, para salir de un círculo vicioso que amenaza la propia viabilidad del proyecto de comunidad autónoma por agotamiento generacional. No parece haberlo.

La media salarial juvenil en Extremadura es de 697 euros mensuales repartidos en catorce pagas. En el ámbito estatal  la situación es mejor (...) el INE señala cómo los menores de 25 años tienen los peores salarios, con una media de 11.046 euros anuales (920 euros mensuales)

Una duda razonable es, también, si la ejecución de los pasos necesarios para atajar el problema puede pasar por una clase política dedicada a la autojustificación, la perpetuación en el poder y a administrar/dilapidar los ingentes fondos comunitarios con los que ha contado durante décadas para hacer de Extremadura algo diferente a lo que es hoy en día. El fracaso en ese sentido es, más que obvio, clamoroso.

En cualquier caso, en un contexto de crisis y de políticas austericidas y neoliberales parece complejo que puedan encontrar acomodo alternativas eficaces en lo inmediato. En el campo de la formación como salida del problema migratorio juvenil, de la sobrecualificación, o simplemente de la cualificación, también aparecen algunas voces que cuestionan el marco discursivo habitual, entre ellas las que señalan cómo “en la situación actual, la cualificación, lejos de ayudar a revertir los procesos de despoblación y envejecimiento los acentúa. La Universidad de Extremadura, aunque suene duro, hoy es parte del problema (…) Es urgente corregir el círculo vicioso en que está inmersa Extremadura. Los jóvenes rurales se marchan a los núcleos urbanos para cursar sus estudios universitarios y una vez finalizados, éstos no solo no regresan a su localidad de origen sino que, en muchos casos (demasiados), abandonan la región”. Son éstas algunas de las conclusiones avanzadas por un estudio realizado por Innode, que introduce variables de reflexión dignas de atención. En cualquier caso, el marco de reformas debiera ser, de acuerdo con no pocas opiniones, audaz y a la altura de una situación de virtual desmantelamiento generacional.

La pregunta final —y ésta ya valdría para todos los agentes sociales— sería hasta qué punto Extremadura puede permitirse prescindir, de un modo tan incontestable como ahora parece hacerlo, de la aportación de una generación que está llamada a constituirla como comunidad perdurable en su futuro inmediato

Pedían futuro, los representantes del Consejo de la Juventud de Extremadura, en la citada rueda de prensa donde se presentaron los datos de emancipación (o ausencia de posibilidades de la misma). Futuro, sí, pero también, y sobre todo, presente. Un presente digno y un presente de compromiso institucional, social, que resuelva urgencias materiales inmediatas. A la luz de todo lo expresado, parece que a la juventud extremeña, rodeada por unos números que la acribillan, le quedaría optar por tres caminos por completo divergentes: el de la conciencia y la presión (que implicaría la organización, habida cuenta de que las secciones juveniles de las fuerzas políticas hegemónicas en la región se han convertido en una mezcla de vivero de cuadros y oficina de empleo diferido), el de la pobreza y/o dependencia resignadas o el del exilio económico (y este último, sin garantías de éxito, observada la globalidad y extensión de las dinámicas excluyentes y precarizantes).

En resumen, hay escasísimo empleo juvenil, la formación por sí sola no asegura estabilidad de ningún tipo, el trabajo al que accede la juventud es de baja calidad, precario y a todas luces insuficiente; la sombra de la pobreza es cada vez más evidente. Paralelamente, no existe reemplazo generacional, la región está envejecida y el crecimiento vegetativo es negativo. Todas las líneas rojas parecen traspasadas. La pregunta final —y ésta ya valdría para todos los agentes sociales— sería hasta qué punto Extremadura puede permitirse prescindir, de un modo tan incontestable como ahora parece hacerlo, de la aportación de una generación que está llamada a constituirla como comunidad perdurable en su futuro inmediato.

Pobreza
Extremadura y los números de la pobreza

El 8º Informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN) deja unas cifras alarmantes para Extremadura. Pero, efectivamente, detrás de éstas hay personas, seres de carne y hueso que, al contrario que lo números, no pueden aguantarlo todo. 

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Illes Balears, Andalucía, la Región de Murcia, Islas Canarias, Castilla La Mancha y Extremadura son algunas de las regiones europeas con mayor número de jóvenes que dejan de formarse entre los 18 y los 24 años, según datos recientes de la Unión Europea.
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#71732
11/10/2020 11:26

Sin embargo, pese a los datos espeluznantes de este artículo, Extremadura sigue votando pp ó psoe desde la "sacrosanta" transición. Todo en minúsculas.

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