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Estamos en una campaña donde la mayoría de la sociedad, que siempre se juega en el devenir político su propia reproducción material, está condenada a que todo siga igual una vez baje el telón electoral. Una repetición de la fórmula de gobierno entre PNV y PSE está asegurada y todos los aspectos novedosos de estos comicios estriban en la feliz falsedad, que diría S.A., de los argumentos desplegados por las formaciones en liza. Los políticos profesionales, duchos en el aspaviento de la comunicación política y la sobreactuación, presumen con descaro e insistencia de todo aquello de lo que más evidentemente carecen.
Pero no es eso lo más importante, lo esencial es que adolecen de una nula capacidad de poner en jaque las estructuras de la gobernabilidad capitalista, a pesar de su profunda crisis. La sociedad, por su parte, está ya acostumbrada a que las elecciones no sirvan para disputar el poder, mientras tolera que la oposición parlamentaria tenga la principal aspiración de engrosar las filas de su tecnocracia. Por último, toda una corte de personas notables siguen encantadas de saber que mantendrán su posición, al menos durante cuatro años más.
El PNV y el PSE han gobernado en coalición en diferentes momentos de la historia vasca. Su pacto de conveniencia, retomado en 2013 y consolidado con su mayoría absoluta desde hace cuatro años, se presenta hoy como duradero, más aún cuando no se dan las condiciones en España para que se pueda buscar otra fórmula de gobierno en Euskalerria. Con la excepción de Iruñea, en el resto de capitales y los cinco ámbitos del ineficiente y fraccionado autogobierno vasconavarro prima la misma opción de reparto en los principales cargos. A pesar de algunas diferencias en el juego de mayorías, socialistas y nacionalistas detentan todo lo que el limitado poder político permite repartir a este lado del Ebro.
El PNV seguirá buscando acuerdos puntuales con EHB para las cuestiones nacionales y con el PP para las de órden social, dándoles logros concretos en el avance de sus posiciones dentro de un statu quo segregador y clasista
Poca novedad en el frente, en consecuencia, ya que esta fórmula volverá a investir al nuevo lehendakari, que será sin duda Imanol Pradales. Todo lo que estas dos semanas se pueda decir sobre otras posibilidades es parte del teatro de la representación, de la necesaria diferenciación y diseño de futuribles para ocupar cada cual su parcela en el tablero de juego. Con una línea de gobierno bien engrasada, el PNV seguirá buscando acuerdos puntuales con sus dos alter egos, EHB para las cuestiones nacionales y el PP para las de órden social, demostrando que los de Sabin Etxea saben pilotar la nave sin rumbo, dando a cada cual lo que les exigen sus bases: logros concretos en el avance de sus posiciones dentro de un statu quo segregador y clasista que ninguno impugna en su totalidad.
Pacto entre abertzales
Pero existe otra posibilidad, aunque tal vez no se desarrolle en toda su potencialidad en el futuro inmediato. Nos referimos a una corriente de fondo, una poderosa inercia que delimita claramente un adentro y un afuera en la compleja sociedad industrial vasconavarra. El adentro lo conforman el PNV y EHB, sus cuadros, adalides culturales, intelectuales orgánicos, referentes sociales, periodistas, artistas, funcionarios, sindicalistas, empresarios y todo el magma de una poderosa minoría social privilegiada, reproducida a costa de marginar consistentemente a todo un afuera, los considerados no vascos, españolistas, abstencionistas, los parias del campo y de la ciudad, las muchas personas que no participan de ese consenso “progresista” y, sobre todo, abertzale que reivindica Pello Otxandiano.
Un consenso en ciernes, conformado por quienes no pondrán en riesgo su acomodada posición si no se ven forzados a ello, a sabiendas de que en el declive capitalista no da para repartir la riqueza al conjunto de la masa social y que hay que elegir. Elegir a un “pueblo abertzale”, que decía Telesforo Monzón, cuya constitución se basa en copar los principales ámbitos del poder, en disputarse cada palmo social e institucional sin dejar lugar a que se abra camino la mayoría social subalterna; la de la gran metropoli dislocada, la de la ruralidad abandonada, la de los sectores críticos y antagonistas, la de una juventud rebelde y dispuesta a dejarse la piel para cambiar el estado actual de la cosas.
PNV y EHB se van poniendo de acuerdo en lo fundamental, el gobierno compartido de la universidad y la radiotelevisión pública, el blindaje de sus ikastolas bunker para blancos y la exclusión de la administración a quien no demuestre un perfil de euskera elevado
El PNV y EHB saben del riesgo de perder su hegemonía, puesto en evidencia en las anteriores elecciones autonómicas donde más del 50% del censo electoral se abstuvo, votó en blanco o nulo. Es decir, de cada 100 personas con derecho al sufragio menos de 20 votaron al PNV y menos de 14 votaron a EHB, apenas un tercio de la población para quienes copan gran parte del peso social e institucional. Con una fuerte capacidad de atracción, de cooptación de cuadros e influencers de poca monta, cada vez más se proyectan esas dos opciones como las únicas alternativas, mientras en realidad se van poniendo de acuerdo en lo fundamental, el gobierno compartido de la universidad y la radiotelevisión pública, el blindaje de sus ikastolas bunker para blancos y el cerrojazo para quien no demuestre un perfil de euskera elevado, tanto escrito como hablado, como condición excluyente para ser contratado en la administración. En esa línea, EHB no oculta su voluntad de ahondar en esos acuerdos con el PNV.
Gobierno de izquierdas
Hay una tercera opción, línea de fuga por ahora poco explorada más allá de algunos ayuntamientos donde se ha logrado sacar al PNV de las responsabilidades municipales. Las más de las veces gracias a acuerdos desde la izquierda, como en casi toda la costa vasca, pero esa fórmula está aún lejos de poder generalizarse para darle la vuelta al poder institucional del conjunto del país.
En estas elecciones se acabará de cerrar la ventana de oportunidad que abrió la vuelta de la izquierda abertzale a la legalidad y, sobre todo, la irrupción de Podemos y su espacio de confluencia como principal elemento disruptivo de la política partidista durante la última década. De la mano del partido morado se logró en 2018 una moción de censura que desbancó a la derecha del poder en España y un gobierno de coalición que desde 2020 ha logrado revertir gran parte de los recortes previos y la tendencia regresiva en el reparto de la renta, lo que se podría haber declinado en un cambio de gobierno en Euskadi, para el que ninguna de las formaciones convocadas ha estado a la altura.
EHB no quiso aspirar al gobierno cuando tuvo la oportunidad. Podemos irrumpió en Euskadi por encima de los 310.000 votos en 2015 y mejoró en la repetición de las elecciones españolas de 2016, lo que hacía del PNV un apoyo prescindible y, como en la actualidad, puro lastre en el vagón de cola de la mayoría de izquierdas en el Congreso. Un momento muy convulso que precipitó un cambio de gobierno en el que, ante la falta de voluntad de EHB y ERC para asentar una mayoría estable, los de Aitor Esteban arrancaban en cada negociación retrocesos en los avances sociales, ecologistas o feministas propuestos, suponiendo una renuncia tras otra en el programa de la coalición y debilitando un bloque de poder que aún resiste.
En ese contexto, la izquierda abertzale decidió ser parte del problema, sirviéndose de su periódico Gara y sus voceros en redes para erosionar la incidencia social del espacio plurinacional en la política vasconavarra. Haciéndose eco muchas veces de los argumentos de la prensa de derechas en Madrid, los arietes mediáticos abertzales se esmeraban contra las posiciones del partido morado y sus referentes, sin considerar su pluralidad y diferencias territoriales, alineándose así con la corriente mayoritaria del régimen para empequeñecer, silenciar, difamar y al final lapidar lo que esa tentativa impugnatoria expresaba, la necesidad de un cambio sustancial en el régimen político.
Elecciones autonómicas
Fragmentación de la izquierda Así fracasó la negociación entre Sumar y Podemos Euskadi
Un espacio plurinacional que, debe reconocerse, ha acabado disparándose en el pie debido a la incapacidad de sus dirigentes de oponerse a la adversidad, negociando un refuerzo de su unidad en Euskalerria como única manera de cortar la hemorragia provocada por las cuitas de sus formaciones en Madrid. La ruptura, finalmente consumada, es de responsabilidad compartida, aunque bien diferenciada y con un culpable principal que pasará a la historia como quién sepultó todo un espacio político unitario, acabando con la única opción de cambio real que existe en la actual política institucional vasca.
Continuismo neoliberal
Mientras tanto, más de lo mismo, gobierno duro del PNV para rato, en este caso renovado con la nueva criatura del partido, el delfín de Andoni Ortuzar, por fin desacomplejado del perfil dialogante y la impronta de contención de Iñigo Urkullu. El nuevo tiempo lo surfeará Imanol Pradales, hasta ahora diputado foral de infraestructuras, que será recordado como el lehendakari del cemento, el maquinista del tren de la huída hacía adelante, conducido con paso firme hacia el colapso, el business as usual del “Neoliberalismo Basque Country”, aquel que seguirá con la faraónica obra de la Y vasca, el aislado tren chu-chú entre capitales, con la construcción del subfluvial bajo la ría de Bilbao, con el Guggenheim en Urdaibai que ha sido para el nuevo aspirante un empeño casi personal, desde que hace ya más de diez años fracasara el anterior proyecto de asentamiento de la marca neoyorkina en la reserva de la biosfera.
En esta campaña todo es mentira, empezando por el lema “Orain da aldaketa” de EHB, justo ahora que el cambio ya no será posible y a sabiendas de que no habrá por ahora nuevas oportunidades
En esta campaña todo es mentira, no hay voluntad de cambio real. “Orain da aldaketa” ha sido elegido como lema de campaña junto a la renovada foto del candidato de EHB, justo ahora que el cambio ya no será posible y a sabiendas de que no habrá por ahora nuevas oportunidades. Tal vez los de Otegi no reconozcan que han dejado por el camino a 8000 militantes hoy retirados o en su minoría estructurados en la disidencia de la izquierda abertzale, aquellos que sobraban para los nuevos tiempos de integración, más todos esos que ya antes quedaron atrás, purga tras purga, además de las docenas o el ciento que seguirá en la cárcel por mucho tiempo, por no hablar de los ríos de dolor injusto al que su largo viaje a ninguna parte condenó durante décadas a las gentes de nuestro pueblo. Como bien dice Irati Goikoetxea, en su novela ahora traducida al castellano, “herriak ez du barkatuko”.
Besterik ez
Besterik ez es la canción que cierra el disco Hasiera bat con el que Gorka Urbizu y su nueva banda vuelven a llenar las grandes salas y plazas del país, en un ejemplo de simplicidad y modesta genialidad que logra aunar en cada uno de sus conciertos a gentes que desde su diversidad disfrutan de la poesía del navarro. Poesía como aquella de Gabriel Celaya, “arma cargada de futuro” que maldice la poesía – y la política– “concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden”. Poesía – y política – que maldice “a quien no toma partido, partido hasta mancharse”.
Porque necesitamos una poesía – y una política– que se concentre en provocar cambios reales, porque como dice el propio Urbizu en la canción Teoria bat, “las cosas no son así, las cosas están así, que no es lo mismo”. Besterik ez, ni más ni menos, la actual correlación de fuerzas no es capaz de precipitar un cambio que se presenta urgente, por las limitaciones políticas y por la ausencia de una cultura organizativa y una intelectualidad comprometida con los tiempos, ya que se ha perdido, salvando honrosas excepciones, casi toda capacidad subversiva y de transformar la realidad.
Muestra de ello es una euskal kultura que, como decía Beñat Sarasola, adolece de ausencia de crítica, más bien de beneplacencia con el actual estado de las cosas. La injusticia estructural es así asumida por casi todos los referentes sociales y culturales como irresoluble, a riesgo de perder cada cual su propia parcela de notoriedad, su posición acomodada que vistas las respuestas a Nerea Fillat tampoco parece ser criticable. Porque como cantaba Habeas Corpus, “el que se mueve no sale en la foto” y, en Euskalerria, casi todos y todas están encantadas de salir en la foto con quienes actualmente detentan el poder. Besterik ez, “con un iceberg dentro del pecho, en aquella orquesta del Titanic, necesitaba parar para protegerlo, nada más”, porque “hay puertas que solo se pueden abrir desde dentro, nada más” y seguiremos galopando, como decía Alberti, “hasta enterrarlos en el mar”.
Literatura
Nerea Fillat “Es muy difícil provocar debates en la política vasca”
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dana La riada de cinismo y fango en el relato de Mazón
Ahora el "moderador" NO pone el comentario y a la hora escasa desaparecen todos, junto con sus barbaridades, ¡Muy profesional!
Nos dice el cronista. . .¡Que todo el pescado está vendido! Que las "urnas" ya dicen que PNV y P$E van a ganar, que nada se mueve y que los de Osakidetza, las filtraciones de exámenes a los hijos de los políticos, es ¡Normal!
Pero lo más "racista" que escribe este tal Jon: "El blindaje de sus ikastolas bunker para blancos y el "cerrojazo" para quien NO demuestre un "perfil de euskera elevado".
Esto es como pedir que la lengua se pierda para siempre, vamos que una discriminación en "positivo", para una lengua "minorizada", que el observatorio de Europa está reclamando.
Un análisis sesgado, que "invita" a los lectores a ¡Darnos por jodidos!
Vete tú ha entrar en cualquier punto del Estado como funcionario, sin ¡Saber Castellano! Es lógico tener el conocimiento, y hablar para poder comunicarte ¡En cualquier idioma!
El cronista nos deja su "preocupación" y advierte del peligro de ¡Que viene Euskal Herria Bildu!
Me parece que esto llevamos muchos (demasiados) años escuchando, y dicho por las ultras y derechas ultras. Y muy preocupado por los militantes que se dejó la "coalición" en EH Bildu.
Con cronistas así el Salto NO llega a los 10.000. NO incluye nada positivo, ni real de esa sociedad vasca, con el idioma más antiguo de Europa, que: ¡NO debe de conocerse! Vaya comentario tan profesional. Alucino.
Lamentablemente, ni Podemos ni Sumar ha sabido hacer Política. La traición de Diaz y el dirigismo de Podemos tiene su fin.
Tremenda lectura deprimente de lunes. No lo digo como crítica, lo digo porque es una reflexión que creo es acertada y realista. Ojalá sea la primera campanada del momento en el que más gente se haga consciente de que los cambios necesarios no van a venir de estas instituciones y la necesidad de construir cosas nuevas fuera de ellas.
Si la gente, está bien donde está, hay que ver lo de la copa" y la gabarra y las movilizaciones y la ertzantza y los y las que intentan todos los días por una igualdad efectiva, IGUALES, seguiremos nuestro camino hacia la IGUALDAD REAL, pero los VOCEROS de la OLIGARQUÍA también están ahí Y con mucho poder. Y se escribe ehbildu 💪🏾
"Nuestra palabras y nuestros gestos por mínimo que parezcan, provocan alteraciones irrevocables en el curso de lo existente" Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya.