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Brasil
Carlos Minc, exministro de Lula: “Bolsonaro se lava las manos con las cenizas amazónicas”
Carlos Minc fue ministro de Medio Ambiente de Brasil entre 2008 y 2010, durante el segundo mandato de Lula. El actual diputado por Río de Janeiro denuncia la responsabilidad del presidente Jair Bolsonaro en la destrucción del Amazonía, en la proliferación de los agrotóxicos y una política “entreguista” con los Estados Unidos de Donald Trump.
Carlos Minc es un político de larga trayectoria institucional y pionero en los ámbitos de la ecología y el medioambiente en Brasil. A la luz de los actuales incendios y la polémica por la creciente deforestación de la Amazonia, entrevistamos a quien fuera ministro de Medioambiente en el Gobierno de Lula.
En 1986, Minc fundó el Partido Verde, junto a Fernando Gabeira y Alfredo Sirkis. Ese mismo año fue elegido diputado por una coligación entre el Partido Verde y el Partido de los Trabajadores, en el que se integró y bajo cuya sigla fue reelecto en 1994, 1998 y 2002.
En 2006, Sérgio Cabral Filho —gobernador del Estado de Río de Janeiro— lo designó secretario de Medio Ambiente y en 2008 se convirtió en ministro de Medio Ambiente durante el segundo mandato de Lula en sustitución de la renunciante Marina Silva. Durante su gestión se registró una notable reducción en la deforestación de la Amazonía y el Estado nacional empezó a destinar recursos para la reducción de las emisiones de efecto invernadero.
De 2011 a 2014 volvió a ocupar el cargo de secretario de Medio Ambiente del Estado de Río de Janeiro. En esa función, consiguió la aprobación de la ley que crea el Instituto Estatal de Medio Ambiente y la que establece el cobro de un “impuesto verde” para obtener más recursos para los ayuntamientos que promuevan políticas de preservación y tratamiento de residuos urbanos.
Actualmente cumple su noveno mandato como diputado por Río de Janeiro y es líder de la bancada del Partido Socialista Brasileño al cual se integró después de abandonar el PT en 2016, por discrepancias con la conducción nacional. Carlos Minc ostenta el récord en la aprobación de leyes en la Asamblea Legislativa de ese Estado: 172 hasta el momento.
Bolsonaro no cree en el cambio climático, puso al frente del ministerio de Medio Ambiente a una persona que odia el medioambiente¿Tiene el Gobierno de Bolsonaro una estrategia definida con relación a la Amazonia y el medioambiente?
Bolsonaro no cree en el cambio climático. Quiso acabar con el Ministerio de Medio Ambiente. No lo consiguió, pero puso al frente a Ricardo Salles, una persona que está contra el medioambiente, que odia el medioambiente, que no condena la deforestación y afirma que el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables exagera y que esa entidad es una “industria de multas”. Yo no podría afirmar que Bolsonaro tiene una estrategia, pero las consecuencias de la política que está implementando llevan a un incremento de la deforestación como de los incendios y a una disminución de la protección de la Amazonía.
En relación a esto, ¿es cierto que el Gobierno de Bolsonaro está desmontando el sistema de fiscalización y control de la deforestación en la Amazonía?
Sí. Porque está descalificando al Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) y despidió a su director. Afirma que va a hacer acuerdos con otros países y, sin embargo, no hay institución más cualificada que el INPE para llevarlos a cabo. Y lo digo con conocimiento de causa: fui ministro durante dos años, entre abril de 2008 y de 2010 y esa institución fue fundamental para que, en ese período, pudiésemos reducir en un 50% la deforestación en la Amazonía. Y también fue decisivo para la fiscalización de los acuerdos que hicimos desde el Ministerio de Medio Ambiente con el sector privado como, por ejemplo, la moratoria de la soja, para que este cultivo dejase de ser un factor de deforestación, el pacto de la madera legal, la zonificación económico-ecológica que hicimos junto a ocho universidades federales. Todo eso está siendo desmontado. También el Fondo Amazonía, que nosotros creamos en 2008 con abundantes recursos y control absoluto de nuestra parte, sin interferencias de los donantes. Como también, el Comité Orientador del Fondo Amazonia (COFA). En ese período de diez años fueron ejecutados 190 proyectos y creados 80.000 empleos sustentables, sin ninguna denuncia de desvíos de fondos. Todo esto está siendo desmontado. El caso del COFA es trágico, porque Ricardo Salles [el director del INPE nombrado por Bolsonaro] tenía pautados los diez puntos en que podrían ser utilizados los recursos de los que disponía la entidad: repoblación forestal, fiscalización, planes operativos, apoyo al ecoturismo, apoyo al extractivismo sustentable, etc. Sin embargo, él dijo “no quiero que el dinero sea usado para eso, sino para indemnizar a propietarios, hacendados que tenían propiedades en parques nacionales”. Y claro, dado que eso no reduce el cambio climático, los donantes retiran su apoyo económico, como es lógico.
“Yo no sé si [los incendios provocados] son parte, pero sí que son consecuencia de sus políticas”
¿Los incendios provocados —que aumentaron exponencialmente en este último año— podrían formar parte del proyecto de Bolsonaro de incorporar vastas tierras amazónicas a la esfera del agronegocio?
Yo no sé si son parte, pero sí que son consecuencia de sus políticas. Los aliados de Bolsonaro, como por ejemplo el gobernador de Tocantins, autorizó durante este año 570 proyectos de deforestación para hacer desarrollos agroflorestales, pecuarios, etc. Entonces, para implementar cualquiera de estos proyectos, ellos necesitan ampliar y limpiar el área y para ello le prenden fuego. Entonces, no digo que él quiera que se produzcan los incendios, pero si él ata las manos de quienes fiscalizan, afirma que quemar la selva no trae consecuencias climáticas, que la selva no tiene ninguna función y que el “desarrollo” es bueno, entonces eso acaba estimulando voluntades para poner a andar las motosierras, para encender la llama de “los molotov” y mientras tanto él se lava las manos con las cenizas amazónicas.
En un período de 150 días, este Gobierno autorizó el uso de 199 pesticidas. ¿Cómo se explica esta medida?
El tema de los agrotóxicos es terrible. El número de pesticidas que fueron liberados ya es mucho mayor que ese: en ocho meses han sido ‘liberados’ 260 pesticidas, muchos de los cuales están prohibidos en Europa por causar cáncer y mutaciones genéticas. Obviamente, esto ya está generando boicot en Suecia y Dinamarca y, sin duda, va a tener rechazos también en otros países porque estos agrotóxicos están prohibidos allá. Es una locura, máxime teniendo en cuenta que la Empresa Brasileña de Pesquisas tiene el know how para llevar adelante un control biológico para varias de las plagas existentes como, por ejemplo, la avispa que come las plagas de la soja y unas cuantas más. La liberación de agrotóxicos es un completo sinsentido.
En ocho meses han sido ‘liberados’ 260 pesticidas, muchos de los cuales están prohibidos en Europa por causar cáncer y mutaciones genéticas
¿No considera que hay ambivalencia o cierta hipocresía en las políticas europeas al exigir a Brasil y países periféricos medidas conservacionistas y, al mismo tiempo, comprarles “derechos de emisiones contaminantes”?
No, no me parece que haya hipocresía, porque los países que emiten y son pobres —y esto está en los Acuerdos de París— es natural que reciban incentivos para mejorar. El Fondo Amazonía es un incentivo para poder mantener la selva en pie. Holanda y otros países financian aterros [vertederos o rellenos] sanitarios que captan metano —que es un gas que proviene de la basura— y que produce efecto estufa, hay aterros sanitarios como el de Nova Iguaçu y Adrianóplis, que reciben recursos de Holanda para captar el metano. Y eso está bien porque, por ejemplo, Holanda va a ser uno de los primeros países que va a quedar sumergido cuando suba el nivel del mar. Que Holanda apoye a países para inhibir la emisión y, en consecuencia, neutralizar la elevación del nivel del mar yo creo que es razonable. Y, a diferencia de lo que afirma Bolsonaro, varios de esos países —por ejemplo, Alemania— han tomado medidas para reducir las emisiones, promoviendo, por ejemplo, energías alternativas.
A Bolsonaro, por supuesto, le interesa siempre blandir la bandera del nacionalismo. ¡Gran nacionalista es este que quiere entregar el oro de las naciones indígenas a empresas norteamericanas!
¿Cuáles son las estrategias e intereses en juego en los debates sobre la gobernanza multilateral y la internacionalización de la Amazonía?
A Bolsonaro, por supuesto, le interesa siempre blandir la bandera del nacionalismo —en plan “quieren ocupar la Amazonía”— y erigirse él como alguien decidido a defenderla. Eso es una falacia. Acaba de decir que quiere nombrar a su hijo embajador en los EE UU para que traiga empresas estadounidenses para extraer oro en las naciones indígenas. ¡Gran nacionalista es este que quiere entregar el oro de las naciones indígenas a empresas norteamericanas! Además, pensando en los colores de la bandera brasileña, fijémonos: el verde él lo está eliminando al promover la deforestación de la Amazonia; el azul —del cielo— también lo está retirando al liberar los agrotóxicos que contaminan el aire; el amarillo que —entre otras cosas— es nuestro oro, él pretende entregárselo a los norteamericanos… ¿Qué clase de nacionalismo es ese? Lo que hace es desfigurar y desnaturalizar los sentidos de esa bandera.
Durante los gobiernos del PT hubo una fuerte resistencia a la firma del acuerdo de libre comercio con los EE UU. Ahora, como integrante del Mercosur, Brasil acaba de firmar un acuerdo con la UE. Algunas voces críticas sostienen que, en el fondo, esto condena a Brasil y a los países periféricos a resignarse a un modelo extractivista, exportadores de productos de escaso valor agregado. ¿No constituye esto una prolongación de la división internacional del trabajo instaurada por el modelo colonial?
No lo veo de ese modo. Primero, esos acuerdos con la UE fueron discutidos y programados a lo largo de varios gobiernos. Bolsonaro siempre estuvo en contra, impulsando una línea aislacionista, él solo quiere mantener relaciones con los EE UU de Trump, a quien él se somete.
Este acuerdo con la UE en sí mismo no es dañino, pero no va a salir adelante porque contiene cláusulas ambientales que está visto que Brasil no va a cumplir. Y Bolsonaro, que durante la campaña afirmó que iría a aproximar al Brasil con Occidente, consiguió enemistarse con Francia, Alemania, Dinamarca... ahora Austria está afirmando que no permitirá que Brasil entre en el acuerdo, y el problema es que todos estos países tienen que estar de acuerdo. Si se consumara ese acuerdo sería bueno para Brasil, para poder exportar nuestros productos. Salvo en algunos ítems, las exportaciones son pequeñas comparadas con el potencial productivo de la economía brasileña. Lo que hay es una reacción en contra de los agricultores agrícolas franceses porque los productos brasileños llegarían allá a un precio más bajo. Entonces Macron, que simpatiza con la ecología pero también con los agricultores, que son su base social, navega entre ambas variables. Con razón, él levanta la bandera ecológica, pero también acaba haciendo un guiño a los agricultores que temen la competencia de los productos brasileños, que son más baratos. Entonces, yo no veo que este acuerdo sea perjudicial. Simplemente creo que no va a prosperar porque tiene cláusulas ambientales que Brasil está transgrediendo en su totalidad.
Bolsonaro se somete a todas las directrices de Trump. Él tiene un discurso supuestamente nacionalista, pero una práctica completamente entreguista
Llegados a este punto, podría deducirse que el Gobierno de Bolsonaro tiene un proyecto a medio y largo plazo que implica subordinar Brasil a un redimensionamiento impuesto por el llamado “primer mundo”?
Pienso que con relación a los EE UU esto, efectivamente, es así porque Bolsonaro se somete a todas las directrices de Trump. Él tiene un discurso supuestamente nacionalista, pero una práctica completamente entreguista. En lo referente al petróleo es entreguista, lo mismo referido a los agrotóxicos y las multinacionales; al querer vender Electrobrás [la mayor compañía eléctrica del país] también lo es. Estamos ante un Gobierno totalmente entreguista. En el caso de los EE UU eso es explícito. Pero cuando Bolsonaro levanta su discurso supuestamente nacionalista es cuando Europa acentúa el aspecto ambiental. Entonces, para descalificar las exigencias ambientales él acentúa el discurso nacionalista que él no sustente frente a Trump y deja claro que va a hacer todo lo que éste diga.
¿Cree que el llamado Green New Deal o el capitalismo verde podría ofrecer una salida a la crisis ecológica y social que padecen la humanidad y el planeta?
Desde el punto de vista estrictamente capitalista, el llamado capitalismo verde constituye un avance relativo. Intenta introducir algo de sostenibilidad; hoy en día diversas empresas intentan mostrar a sus accionistas que son sustentables. Eso agrada a muchos, sobre todo en Europa. ¿Eso ofrece una salida a la humanidad? No, eso es solo un aspecto. Hay que cambiar los padrones de consumo y de producción. Se trataría de un cambio mucho más profundo. Ahora, el hecho de que algunas economías y empresas capitalistas importantes estén adoptando algunos parámetros ambientales no está mal, eso es bueno, significa que utilizarán menos agrotóxicos, consumirán menos energía, emitir menos contaminantes y hará un mayor reaprovechamiento de recursos, utilizarán más productos de origen vegetal, de origen renovable… Esto no está mal, pero ¿resuelve los problemas ambientales del planeta? No. De ninguna manera. Pero no sería de recibo batirnos de frente contra el capitalismo verde, debemos superarlo de otros diversos modos. El capitalismo verde no incorpora a los excluidos, no garantiza la educación de los pobres, tampoco resuelve los problemas de las migraciones. Es positivo que algunas empresas adopten esa sustentabilidad, pero eso ni de lejos resuelve todos los problemas del planeta.