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Culturas
Otra realidad
Un año más, Economistas sin Fronteras celebra su edición del Ciclo Cine Foro, su vigésimo segunda ya, y de nuevo en formato presencial. Los cines Golem de Madrid, del 28 de octubre al 25 de noviembre, vuelven a acoger y a apoyar una iniciativa que, conjugando el visionado de películas y el debate, pretende mostrar otras realidades que generalmente quedan relegadas en el imaginario de las películas que se muestran en las salas de cine más comerciales.
El hilo argumental, de hecho, es esa otra realidad que, a menudo, se ve obviada en los periódicos y telediarios, en los centros educativos y en el discurso económico dominante. Un discurso que define quiénes son los actores relevantes, cuáles son las actividades que han de ser contabilizadas, que delimita cuál es el marco de acción en el que operamos las personas y que se atreve, incluso, a identificar cuál es la fuerza motora que rige nuestras acciones diarias.
En esta edición del ciclo de cine se han elegido cinco películas: Nación (Margarita Ledo, 2020), The rider (Chloé Zhao, 2017), Los lobos (Samuel Kishi, 2019), Nomadland (Chloé Zhao, 2020) y Taming the Garden (Salomé Jashi, 2021). Sus protagonistas, mujeres, niños, hombres que no quieren, o no pueden, ejercer el rol que la sociedad les ha otorgado, se ven abocados a vivir al margen y se sienten desprovistos de armas para enfrentarse a la realidad que les rodea. Personajes cuya vida no merece la pena ser descrita pues únicamente tiene validez si es contabilizada y monetizada, como esa naturaleza asimilada, exclusivamente, a soporte de la actividad humana. La privación, en todo caso, es relativa pues los protagonistas buscan y, en muchos casos, encuentran alternativas, redes en las que apoyarse.
Alternativas como las que muestran los participantes en el foro-debate: representes de organizaciones como Pan y Rosas, Masculinidades beta, El Salto, Otro tiempo, Movimiento por el Desarme, la Paz y la Libertad, Red Interlavapies, Plataforma Justicia Fiscal, Mercado social de Madrid y Entrepatios, así como expertos en el papel de la mujer en la reconversión industrial y los cambio en los modelos sindicales. Sus perspectivas, junto con la participación de los asistentes al ciclo, complementará el visionado de las películas y, esperemos, pueda ofrecer opciones, alternativas, que nos permitan superar esa miopía que tanto favorece el modelo económico actual.
Los protagonistas de estas películas son mujeres, niños y hombres que no quieren, o no pueden, ejercer el rol que la sociedad les ha otorgado, y se ven abocados a vivir al margen
En Nación, las mujeres, invisibilizadas en el discurso económico dominante, reclaman roles que tradicionalmente han sido ocupados por los varones, reivindican el trabajo remunerado como fuerza emancipadora y definen sus propias estrategias de lucha contra la precariedad. Una sororidad que define unas reglas de juego basadas en la cooperación y el apoyo mutuo, y se enfrenta a una realidad manejada por fuerzas cada vez más despersonalizadas e intangibles. Esa mano invisible que, según los manuales de los textos económicos ortodoxos, iba a conducir a una mayor eficiencia y equidad. La película reivindica asimismo el trabajo que hay detrás de nuestros alimentos, de los bienes y servicios que se muestran en nuestros brillantes escaparates. Como reza la canción que cantan en la película: “si el pan de maíz vas a merendar, mira el trabajo que hay detrás”.
En The Rider, el protagonista, incapacitado para ejercer el rol que la sociedad le ha obligado a desempeñar, al que parecía estar abocado desde que era un niño, se ve obligado a definir un nuevo rol, una nueva masculinidad, en la que competir ya no puede ser la fuerza motora. Planteamiento que lejos de ser una experiencia vivencial exclusiva del protagonista nos permite observarnos a nosotros mismos con un prisma distinto, prisma que, lejos de ser simplificador, abre un abanico de posibilidades amplio, diverso y rico.
En Los lobos se afronta la cuestión de la emigración y de las cadenas de cuidados. Los personajes se ven atraídos por la promesa de la globalización, por un mundo brillante -One ticket to Disney- en que pueden moverse de forma inocua, con plena libertad. Se ven abocados, sin embargo, a ser un mero engranaje de ese gran proceso. Cuando parece que no queda esperanza, cuando parece que el aforo del parque de atracciones se ha completado, dejándonos en la puerta de entrada, es cuando miramos a nuestro alrededor y vemos otras muchas personas, que también se han quedado fuera, y que, sin embargo, tienen el poder emancipador de sustentarnos.
En Nomadland, de nuevo, se observan las consecuencias de un proceso globalizador supuestamente imparable, despersonalizado e invisible. Territorios definidos, transformados y posteriormente despojados de vida, en los que apenas quedan residuos de la actividad humana. Personas que habitaban en esos espacios que se ven abocadas a vivir al margen y deambular. De nuevo, y con cierta esperanza, aunque sin ofrecer una visión idealizada, una naturaleza humana, más cooperativa que la que definen los manuales de economía, que permite sustentar los afectos y la propia vida.
Por último, el documental Taming the Garden plantea el debate de la naturaleza como soporte de actividad humana o como sujeto de derecho. Quienes creyeron que la definición de los derechos de propiedad, que alentaba el premio Nobel (1993) Douglas North, iba a reducir las externalidades negativas de la actividad humana y a ser la solución de todos los problemas medioambientales, observan una naturaleza cada vez más mercantilizada en la que árboles de varios siglos son desplazados, como si de piezas de atrezo se tratasen. Emigrantes forzosos que definen espacios artificiales diseñados a capricho por el hombre. Asistimos a una sucesión de imágenes muy sugerente de árboles que caminan, perdiendo en muchos casos sus ramas. Escuchamos a personas que se erigieron como dueñas de esos árboles y que consideraron que la sombra, el cobijo y el ruido del viento entre las hojas no tenía valor. Mientras tanto, los árboles centenarios los observan impasibles, caminando sobre ruedas como si la procesión de un ser vivo se tratase.
Este ciclo de cine-foro pretende mostrar distintos personajes, distintos prismas, distintas miradas. Miradas que en algún caso complementan, en otras modifican y transforman la percepción de la realidad que nos rodea. Miradas que son capaces, incluso, de cambiar la percepción que tenemos de nosotros mismos, replantear cuáles son nuestras motivaciones y ofrecernos un mundo más amplio y, esperamos, más enriquecedor. La oportunidad de encontrarnos, de nuevo de forma presencial, ver y debatir las películas juntos y juntas, constituye, ya de por sí, una nueva forma de mirar y de visibilizar redes. Confiamos que el retorno a esta “nueva normalidad” no nos haga olvidarnos que la antigua normalidad era en muchos casos demasiado simplista y, en otros, ajena y violenta.