Laia Forné: “Es urgente colectivizar y politizar la reproducción asistida”

La forma en la que nos reproducimos está cambiando a una velocidad vertiginosa y sin ser objeto de una reflexión crítica. El libro coral ‘El precio de la reproducción’ abre un debate que debe ser, mantienen, colectivo, social y feminista.
Laia Forné
Laia Forné. Socióloga del Instituto IDRA.

La forma en la que nos reproducimos está cambiando a una velocidad vertiginosa y sin ser objeto de una reflexión crítica y, mucho menos, feminista. Es ese vacío, el de la reflexión crítica y feminista, por muy incómoda que sea, el que propone empezar a llenar El precio de la reproducción, más allá de las tecnologías de reproducción asistida (Bellaterra, 2025), una obra coral coordinada por Laia Forné, Estefanía Izrael y Miquel Missé.

Laia Forné es socióloga y codirectora del Área de Economía y Bienes Comunes al IDRA, el Institut de Recerca Urbana de Barcelona. Con ella hablamos de debates actuales en la reproducción asistida, como es el anonimato de las personas donantes de gametos, y de la ausencia en el libro de otro gran debate, el que surge en torno a la gestación por sustitución. Pero, sobre todo, de la dimensión colectiva y social de un tema que se trata de puertas para adentro pese a tener fuertes implicaciones en la sociedad que estamos construyendo y en la que queremos proyectar.

Partís en el libro de que nos encontramos ante una “crisis reproductiva”. ¿En qué sentido está en crisis la reproducción?
Cuando hablamos de “crisis reproductiva” no entendemos que el problema sea que baje la natalidad en sí, como fenómeno, sino que hemos intentado entender cuáles son las causas que hay detrás de esta bajada de la natalidad. El libro salió como consecuencia de un largo proceso en el que también estuvimos formándonos: hicimos un proceso de autoformación en el que invitamos a muchas compañeras que ya habían pensado e investigado sobre esta cuestión para entender un poco más del fenómeno de la reproducción asistida. Porque lo que vimos es que, cuando mirábamos este fenómeno en sí, en realidad nos estaba hablando de muchas cuestiones, de muchos debates que están abiertos socialmente y que nos parece que no siempre estamos abordando. 

A la vez, veíamos que sí que generaban mucho malestar a nuestro alrededor. Es decir, vivíamos tanto personalmente como en el contexto, que era una cuestión que cada vez está más presente, de la que no se hablaba y que causaba muchos malestares. Entonces  también intentábamos entender qué hay detrás de una cuestión que se habla o que se piensa de manera muy individual, a partir de una experiencia personal en la que tú te encuentras que en un momento dado tienes que acudir a esta reproducción asistida. Lo haces sin mucha información previa, sin entender cómo has llegado allí. Y nosotras entendíamos que era un fenómeno social y que hacía falta ver cuál es la explicación estructural socioeconómica que hay detrás de eso y entender que las decisiones no se construyen únicamente personalmente, sino que están condicionadas por su contexto. 

Hablamos también mucho de “infertilidad estructural”. Esto es un concepto de Diana Marre para referirse a las condiciones sociales, económicas y políticas que dificultan o impiden tener hijos. Entonces en el libro tenemos, por ejemplo, los capítulos de Bruna Álvarez, o Eva Alfama o Sara Lafuente, que intentan desgranar cuáles son estas estos factores que explicarían esta infertilidad estructural en el caso español, que básicamente en España tiene que ver, aunque esto es una dinámica global, con que se llega más tarde al al a la edad materna. Ellas hablan por un lado de desigualdad y precariedad laboral, que lleva también a una dificultad de acceso a los bienes básicos como son la vivienda o la alimentación o la energía. Es decir, unas condiciones materiales que van a menos o que no facilitan poder desarrollar un proyecto de familia entendido en el sentido amplio. También sitúan una falta de corresponsabilidad, sobre todo en las parejas heterosexuales. Aunque esto en España también vemos que está cambiando y que cada vez más los hombres se implican más en la crianza, también vemos a la vez cómo en estas horas no aumentan, por ejemplo, en las tareas domésticas. Los hombres han entrado en la crianza, pero no en lo que sostiene la vida diaria doméstica, a la vez que siguen siendo las mujeres quienes, en muchos casos reducen su jornada laboral para atender las pautas de crianza. Porque estamos en un estado de bienestar en el que no hay unas políticas públicas activas que ayuden a colectivizar estos cuidados y por lo tanto se sigue cargando encima de las mujeres. Y eso es lo que también explica mucha parte de la brecha salarial que tiene que ver con que las mujeres bajan sus horas cuando son madres, a la vez que los hombres. paradójicamente, dedican más tiempo al trabajo laboral. En España hay algunas estadísticas que muestran cómo una mujer que es madre durante los diez primeros años de crianza, su capacidad adquisitiva se reduce casi un 30% en comparación con la de su compañero. Un hecho que, por ejemplo, vemos que cambia mucho en las parejas no heterosexuales, por ejemplo, con dos madres en la unidad familiar. 

Bueno, pues estos factores —precariedad laboral, la corresponsabilidad, la falta de políticas públicas para el sostenimiento de los cuidados— acompañados de un cambio cultural que tiene que ver también con que el feminismo ha disputado mucho el mandato de género en el cual la realización de la mujer pasaba por la maternidad o por la creación de una familia en su sentido más conservador, y también esta narrativa individual en que parece ser que tenemos que sostener solas todo eso... Todo ello explica esta crisis reproductiva.

Esta crisis, que es global, aterriza de una forma particular en el Estado español. ¿Cuáles son las características que hacen que el caso español sea un caso diferenciado? 
Esta tendencia es mundial, pero en España se ha creado de manera muy intensa y muy rápida. En una generación hemos pasado de tener de 3 a 1 hijo de media. Y España, aunque ahora ha repuntado un poco, lidera el ranking de tasa de natalidad más baja a nivel mundial y también es el país europeo con más madres mayores de 40. Al mismo tiempo, esto ha ido acompañado en España de un crecimiento muy importante de la industria de lo que entendemos como reproducción asistida. Eso también es diferente respecto a los otros países del entorno y se explica porque España tiene una ley más permisiva que que el resto, por ejemplo porque permite la ovodonación con una recompensa —aunque se dice que es altruista— y porque se mantiene el anonimato. También porque es más permisiva o tiene un concepto más amplio de familia. Aquí, desde la ley del 88, se permiten estas técnicas también en familias no heterosexuales o en familias monoparentales, cosa que, por ejemplo en Francia hasta hasta hace tres años no ocurría —una madre soltera o dos madres no podían acudir al sistema público a tener este tipos de tratamientos—. Todo eso ha hecho que aquí crezca una industria económica muy fuerte y que ahora mismo la reproducción asistida sea un negocio. En España se encuentra la reserva de óvulos más grande de Europa y el 45% de los tratamientos de fertilidad con óvulos donados en la Unión Europea tienen lugar en España. 

El fondo proisraelí KKR ahora mismo es una de estas empresas que ha comprado IVI, que tiene también otros paquetes a nivel mundial, y es la misma empresa que ha comprado el Sonar o que tiene un negocio inmobiliario en Barcelona

Hablamos de una industria pero no es solo que se trate de un negocio de empresas privadas sino que, como explicáis, las clínicas están en manos de fondos de inversión. ¿Cuándo se ha dado este cambio y qué ha supuesto?
Esta es una tendencia que estamos empezando a ver recientemente. En España ahora mismo el sistema público de reproducción es insuficiente y ha ido siempre a remolque de los intereses del mercado privado. Y que estamos hablando de que el 76% de las clínicas que hay en España son privadas. En mi capítulo explico el caso del IVI [Instituto Valenciano de Fertilidad], que es una de las clínicas pioneras en reproducción asistida en el Estado español, que empezó en Valencia como una pequeña empresa que fundaron dos señores. Ahora mismo, IVI tiene más de 30 clínicas en España y 80 a nivel mundial. Claro, esta expansión al final ha hecho que los fondos de inversión hayan visto que aquí hay un crecimiento de negocio muy rápido, que sobre todo se está acelerando en los últimos años a consecuencia de los avances tecnológicos. Ahora mismo el nivel de éxito es mucho mayor que cuando se empezó. Entonces todo eso ha hecho que sea ahora mucho más exitoso y que el negocio sea muy mayor. En España el volumen de negocio anual es de unos 640 millones de euros.

En los últimos años hemos visto cómo estas pequeñas empresas que se habían multiplicado han pasado a ser compradas por fondos de inversión y ahora mismo en España cinco clínicas acaparan la mitad del volumen de negocio total. Una cosa que analizamos también en Indra, el instituto de investigación del que formo parte, es cómo estos fondos de inversión son los mismos que están invirtiendo en vivienda o invirtiendo en alimentación. Al final tiene que ver en asegurarse un negocio que no tiene pérdida, porque estamos hablando de bienes esenciales. En el caso de la vivienda y la alimentación, claramente. En el caso de la reproducción, evidentemente no tanto, pero sí que tiene un una base muy arraigada en nuestra cultura y vemos cómo gente que no tiene recursos o que se ha gastado ya mucho dinero es capaz de seguir intentando formar esta familia y está dispuesta también a invertir mucho dinero. Es un es un negocio que va a más. El fondo proisraelí KKR ahora mismo es una de estas empresas que ha comprado IVI, que tiene también otros paquetes a nivel mundial, y es la misma empresa que ha comprado el Sonar o que tiene un negocio inmobiliario en Barcelona y contra el que el Sindicato de Llogateres ha tenido ya varias batallas.

Una se imagina un sistema dicotómico: se puede ir por lo público o por privado. Pero lo público y lo privado están mucho más entrelazados de lo que de lo que nos imaginamos. ¿De qué forma?
Eso en realidad no es nuevo en el sentido de que forma parte de esta alianza público-privada, en la que muchas veces lo público lo que hace es facilitar que el privado pueda extenderse y hacer negocio. Y también forma parte de nuestro sistema sanitario. En mi capítulo analizo cómo esta alianza público-privada se da en el caso de la reproducción asistida. Por un lado, como decíamos, este negocio existe gracias a una ley más permisiva que es estatal. Y es una ley que no solo es más permisiva, sino que aparte ha ido regulando en función de cómo se desarrollaba el mercado, incluso en la última reforma ya lo que se dice es que toda aquella técnica nueva que salga será bienvenida, ya no hace falta volver a legislar para que esté regulada, sino que, digamos, con un real decreto es suficiente. Con lo cual tenemos una ley que fue más permisiva y que se ha ido regulando en función de los avances del mercado. Por otro lado, la concertación en el sistema sanitario, eso no es nuevo. Sobre todo analizo el caso catalán porque seguramente también es paradigmático a nivel estatal. En el que la concertación se da en el sistema sanitario, es decir, aquí no tenemos hospitales o pocos hospitales, son 100% públicos, normalmente son consorcios público-privados, como por ejemplo en el caso del Sant Pau y  Puigvert. O sea, cuando tú acudes al sistema público para acceder a un tratamiento de reproducción asistida, si a ti te derivan en Sant Pau, que es en el hospital donde más tratamientos se hacen, sobre todo de FIV [Fecundación In Vitro], la práctica en sí es en la Fundación Puigvert, una fundación privada que en todo caso lo que tiene es concertado con Sant Pau los tratamientos de fertilidad. 

El problema de eso es que tú, como usuaria, realmente no tienes la información de quién te está atendiendo. Cuando te atiende la ginecóloga vas a las oficinas de Sant Pau, aunque esta es una persona que no está contratada por el Instituto Catalán de Salud, sino por la Fundación Puigvert. Y luego, cuando te hacen el tratamiento, entras por las oficinas de la Fundación Puigvert. Ahí hay un traspaso de dinero que cuesta mucho realmente saber cómo se da o cómo se contabiliza. Y, al mismo tiempo, también hay mucho compartimiento de los propios profesionales. Como la reproducción asistida está muy bien pagada, hay muchos profesionales que trabajan en la salud pública y que al mismo tiempo tienen unas horas en las clínicas privadas. Para nosotras el conflicto de eso es cómo se piensa el sistema público, si está libre de pensar más allá de los intereses privados o de lucro, y cómo se establecen estos criterios de acceso a los tratamientos de reproducción asistida. Esto es una amalgama que realmente sería importante poder seguir desgranando, a la vez que, como decíamos, cómo interfieren ahora estos fondos de inversión que se están haciendo con las clínicas. Lo estamos viendo también en Madrid: Ayuso realmente está poniendo mucho dinero en la reproducción asistida, está, de hecho, ampliando los criterios mínimos que se establecen entre comunidades autónomas. Pero se está haciendo también a costa de esta concertación público privada. Al final no es la sanidad pública quien asume estos tratamientos, sino que los paga a un tercero. Aquí planteamos que esta gobernanza tendría que ser 100% pública, que los criterios de acceso deberían estar libres de lucro y que faltaría revisar estos circuitos y el papel y rol del Estado y la sanidad en la regulación de acceso a la reproducción asistida. 

Lo que planteas en tu capítulo acabas de llamarlo modelo de “gobernanza pública”, pero creo que tú vas un poco más allá porque además hablas como de establecer lógicas comunitarias. ¿Cómo sería ese horizonte? 
Es un primer intento de pensar cómo podría ser un modelo público de reproducción asistida, teniendo en cuenta y aprendiendo también, del legado del movimiento feminista en torno a a a los derechos sexuales y reproductivos. Lo que hago es dibujar cinco principios que deberían guiar este modelo público. Por un lado, la desmercantilización de todo lo que conlleva la reproducción asistida, poniendo límites al lucro privado, a la vez que aumentando el control público. También falta mucha regulación y transparencia en este ámbito: desde el mismo registro que hasta ahora no se ha puesto orden a ello hasta un control público sobre las clínicas privadas. Por otro lado, una gobernanza más democrática del propio sistema público, que tiene que ver con qué es lo que prevalece a la hora de establecer los criterios de acceso a esta reproducción asistida, si es un criterio médico, si es un criterio bioético, si es un criterio de presupuesto. Tener claro cómo se marcan estos criterios y quién participa de ellos. Y aquí pues lo que hacemos es una propuesta de que estén implicados también, no solo el sector profesional, sino también el sector social y político y que se abra un un debate público en torno a ello. 

También, aprendiendo de las experiencias feministas, que el que el proceso sanitario cuando una mujer empieza un tratamiento así pueda tener también una atención más personalizada y que pueda la sanidad primaria, que es la más próxima al ciudadano, tener también un papel más relevante para que haya un acompañamiento más próximo. Y aquí también es muy interesante toda la visión de doctoras como Carme Valls, que cuestionan la manera en cómo las clínicas de reproducción miran el cuerpo de la mujer y ellas pues proponen no hacer recetas estándares y únicas para todas, sino tener en cuenta el cuerpo de la mujer en particular que hay enfrente, para poder también hacer tratamientos más personalizados que tengan menos impacto en el cuerpo de las mujeres. Pero por otro lado, poder mancomunar las infraestructuras que son necesarias para la reproducción: pensar en bancos de óvulos que sean públicos, poder marcar cuáles son las prioridades en torno a la investigación. Porque como decíamos, la tecnología avanza muy rápido, pero no sabemos a qué intereses responde,  y es muy difícil hacer una prioridad si no tienes antes un diagnóstico social hecho sobre cuáles son las causas o cuál es el problema que quieres resolver. 

Y por último, incorporar también la mirada de las personas que pasan por estos procesos, esta mirada más comunitaria sobre todo en los tratamientos en la sanidad pública. Aquí aprendiendo también nuevamente del legado feminista en las experiencias de los primeros centros de planeamiento familiar, que aquí en Catalunya fueron predecesores de los de lo que ahora son los ASSIR [centros de Atenció a la Salut Sexual i Reproductiva], en los que pues había una mezcla entre profesionales, y mujeres de los barrios del movimiento feminista que acompañaban esta mirada de la sexualidad, en un momento en el que en España ni el aborto de la sexualidad femenina estaban en la agenda pública. 

Hablas de economía social y solidaria en relación a la reproducción asistida. ¿Es posible imaginar una cooperativa que se dedique a la reproducción asistida? 
El nivel de tecnología que necesitas para hacer eso hace muy difícil de imaginar que una cooperativa lo pueda desarrollar. Lo que propongo tiene que ver ya no sólo con crear cooperativas, sino con exigir a las clínicas que realizan estos tratamientos y que al final se están enriqueciendo con ello, aunque sean privadas, un balance social o ecosocial de las infraestructuras, como se hace en la economía social. Este balance tiene que ver con qué retorno aportas tú a tu entorno más inmediato. Eso pasaría por poner límite al lucro, ver cómo estas clínicas que por ejemplo en Barcelona, Madrid, o Valencia, que es donde más se están proliferando, están también extrayendo ese capital cultural y social de la ciudad a la hora de atraer personas que vienen hacia estos procesos. Tiene más que ver con esta mirada y quienes las gobiernan, con cómo es la gobernanza de estos centros privados que ahora ya estamos viendo que que ahora mismo son fondos.

la derecha y, sobre todo, la extrema derecha están viendo en las políticas de natalidad una oportunidad para, por un lado, refundar la familia en su vertiente más conservadora y, por otro, tener discursos que están muy vinculados al racismo

Es un libro coral y ahí hay muchas autoras. Entiendo que todas partís de una perspectiva feminista. ¿Por qué la reproducción asistida tiene que ser un tema del feminismo? 
Creemos que la reproducción asistida necesita de una mirada feminista, pero también a la vez que no tiene que ser solo un tema del feminismo. Nosotras pensamos que es un tema de la sociedad, que es una cuestión que nos interpela a todas. Quieras o no quieras tener hijos, porque al final estamos hablando de qué sociedad queremos en el futuro. Y tenemos que tener una conversación sobre qué papel queremos que tenga la reproducción en nuestra sociedad. Y eso quiere decir hablar de familia, hablar de natalidad, de derechos, de Estado del bienestar, de qué sociedad queremos construir. Porque al final, como dice también Bruna en su capítulo, todas las políticas públicas son políticas reproductivas. Porque a nosotras nos gusta mirar más desde una cuestión de la garantía del derecho: una sociedad donde tú tienes garantizada la educación, la salud... Eso beneficia a todas, tengas uno, cero o 24 hijos. Por eso creemos que es un debate que no estamos abordando, sobre todo desde las izquierdas. Y vemos como justamente por este descenso de la natalidad, la derecha y, sobre todo, la extrema derecha están viendo en estas políticas de natalidad una oportunidad para, por un lado, refundar la familia en su vertiente más conservadora y, por otro, tener discursos que están muy vinculados al racismo. Y este aspecto del eugenismo, de cómo reproducirnos los de aquí frente a una teoría de un posible reemplazo racial o étnico, es una estrategia que aquí en España la derecha la está abordando, pero no sólo la extrema derecha: el PP está en ello también. Y es una cuestión que tiene vínculos a nivel mundial: en Hungría o el propio Trump también en su última campaña decía que iba a invertir mucho dinero en la reproducción para que los estadounidenses pudiesen a reproducirse. 

Creemos que es una cuestión que por eso es urgente colectivizar y politizar y que es un debate que tenemos que tener abierto y con una mirada feminista, evidentemente, pero que nos interpela a toda la sociedad, paralelamente a poder respetar los procesos personales que cada persona pues escoja y sin juicios de valor. No se trata de señalar a nadie, sino de poder acompañar y entender que esto no es un problema de que las mujeres lleguemos tarde a la maternidad, de que seamos viejas y nuevamente se nos siga nombrando a nosotras como parte del problema, sino que forma parte de una tendencia social, política, un contexto no que nos está hablando de muchas cosas y que es urgente abordarlas. 

El capítulo de Ona Bros empieza hablando de la primera fecundación in vitro en Estados Unidos en el año 1978. En aquella época, una de las principales preocupaciones era cómo la FIV desestabilizaría el orden social en relación con los roles de género, recoge. Sin embargo, no ocurrió eso para nada. La crisis reproductiva actual, ¿puede servir para cambiar, ahora sí, la forma de criar, de vincularnos? ¿Puede producir nuevos imaginarios familiares?
Esto es muy interesante y la verdad es que nos gustaría  estudiar más a fondo qué se está transformando en el modelo familiar con la reproducción asistida. Eso Sara Fuentes también lo trata bastante. Tenemos dos cosas. Por un lado que sí, que evidentemente la reproducción asistida da lugar o puede abrir nuevas formas de familia: dos mujeres que pueden tener un hijo, familias monoparentales e incluso otras fórmulas diversas. Pero a la vez, vemos cómo en el acceso a la reproducción asistida también puede haber el peligro de poder seguir reproduciendo la familia nuclear tradicional. Por ejemplo, muchas parejas de mujeres están optando por el método ROPA, que es aquel donde una pone los óvulos y la otra los gesta: eso al final sería lo más cercano al modelo heterosexual porque cada persona ha aportado su parte no genética, pero sí biológica. Ahí está la idea de la simbiosis entre dos personas. En la reproducción asistida, una de las cuestiones que está en debate es el tema del anonimato y también el tema de la carga genética, que incluso tiene un nombre que se llama “duelo genético”, que es cuando tú no puedes traspasar tu carga genética a tu hijo. Eso sigue expresando una manera de entender los vínculos parentales que pasa a través de la biología, de la genética. En el feminismo, si tú hablas con las feministas de los años 70, muchas no querían tener hijos, pero para las otras lo de la genética era lo de menos. Es decir, el semen lo cogían de Ámsterdam o de un colega o de quien fuese, la carga genética no era una cuestión que preocupara a la hora de poder tener descendencia. O, por ejemplo, España fue una de las líderes en los 90 de adopción, y ahí también el discurso en torno a la genética también cogió una nueva manera: el padre y la madre no es aquella persona que tiene la carga genética, sino aquella persona que cría, acompaña en el proceso de aprendizaje de una persona. 

Entonces vemos cómo la reproducción asistida en realidad nos da la sensación que está enfatizando más sobre la genética y la biología. Y pensamos que, por ejemplo, cuestiones como el anonimato son interesantes, pero dentro de un debate más amplio que tenga que ver también con qué peso le damos a la a la genética, la biología en nuestra sociedad. Y entonces, bueno, eh, Miquel Missé y Ona Bros plantean un poco eso: como cuando tú de repente tienes acceso a cosas que antes no tenías, te preguntas si tú habías renunciado al modelo tradicional familiar porque no tenías acceso, o bien porque no querías. 

Entre los debates que abre la reproducción asistida, hay dos ahora mismo que están de actualidad. Uno es el del anonimato y otro es la gestación subrogada. El anonimato se aborda en varios capítulos. ¿Crees que el libro cierra el debate, que propone una salida concreta en cuanto al anonimato o no de las donaciones de gametos? 
Noelia Igareda desde el derecho y Begoña Román desde la bioética plantean que ahora mismo se está vulnerando un derecho de las criaturas y que España justamente no aplica el mismo criterio según si es de adopción o de reproducción asistida. Por lo tanto, ahí sitúan que realmente hay un hándicap y de hecho el Comité de Bioética sí que tiene una resolución diciendo que esto se está saltando el derecho del menor según una directiva europea. Pero nosotras no lo hemos querido abordar directamente porque creemos que forma parte de un debate más amplio de lo que hemos querido abordar. Pues sí, es una tendencia que yo también creo que acabará pasando. Pero nuevamente aquí hay una industria muy fuerte en la que apuesta mucho por el anonimato, porque cree que bajarían mucho las donaciones, aunque no siempre eso tendría por qué ser así. Por ejemplo, el caso portugués demuestra que no siempre. Aquí hay una pulsión importante. Yo también personalmente creo que también hemos ido haciendo un recorrido con todo este tiempo sobre el anonimato solamente, no pensamos lo mismo al principio que ahora. 

No queríamos abordar todos estos debates que generan reproducción asistida a través del caso extremo de la gestación subrogada: queríamos dejarlo aparte para no contaminar el resto de debates

Por otra parte, apenas aparece en el libro la gestación subrogada. ¿Por qué esta ausencia?
Esto ha sido una apuesta: no queríamos abordar todos estos debates que genera la reproducción asistida a través del caso más extremo que además en España no está considerada una técnica de reproducción asistida y que no es legal, como es la subrogación. Creemos que entrar por allí al final es tapar todos los debates que existen y que en nuestra sociedad son predominantes. Si te fijas, en España, los pocos debates que hay en torno a esto ha sido sobre la subrogación y creo que con posiciones también muy establecidas, en las que cuesta mucho hacer un diálogo. Pasa un poco como con la prostitución. Y no es un tema que nosotras hayamos investigado propiamente, con lo cual, pues sí, queríamos dejarlo aparte para no contaminar el resto de debates que nos parece que son más emergentes, urgentes y más de nuestra realidad. Y que aparte, como te digo en España, pues no es una técnica que esté legalizada. 

El libro hace dos apuestas: pensar la reproducción en colectivo y no desde los individual y, por otra parte, pensarla más allá de lo médico-tecnológico. ¿Qué esperáis que aporte?
Nosotras veíamos eso que que era un tema muy presente en nuestra sociedad, pero del que se habla poco y que cuando se ha abordado se ha abordado siempre desde una experiencia personal. Entonces nos dimos cuenta de que el fenómeno nos hablaba de muchas cosas y queríamos poder analizar de manera más global, estructural, cuáles son las causas que hay detrás de todo eso. Porque pensamos que una de las cuestiones que genera más malestar es pensar que que la culpa es tuya por llegar tarde, cuando este llegar tarde está condicionado por muchos factores. Pnsamos que salirse de lo individual puede también aportar bienestar o eso es lo que intentamos. 

Pero, sobre todo, lo que buscábamos era abrir un debate público que interpelara no solo las personas que han pasado por estos procesos o que tienen o quieren tener hijos, sino que es un debate social que tiene que ver con nuestra época, porque la reproducción está cambiando de una manera muy rápida, y estos cambios no van de la mano de un diagnóstico social sino de la mano de una industria que ve allí un filón de negocio mientras que también se está capitalizando por parte de la derecha. Vemos urgente abrir este debate social para que el futuro de la reproducción no esté en manos de no esté en manos del mercado y de la extrema derecha. Y lo que buscamos con el libro es aportar un pequeño grano de arena que pudiera contribuir a abrir este debate público.

Análisis
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Opinión
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El atajo que se toma por la izquierda para superar el conflicto ideológico con la familia pasa por vaciarla de contenido y diluirla.
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