Granada
Las familias de Francisco y Fermín recuperan sus cuerpos, memoria e historia

Este martes, 9 de septiembre, el municipio de Víznar, en la provincia de Granada, se ha convertido una vez más en el epicentro de un acto de memoria histórica, un evento cargado de emotividad y significado. En este lugar, marcado por el dolor de la represión franquista, se ha rendido homenaje a Francisco Ruiz Guiraum y Fermín Roldán García, profesor y funcionario del Ayuntamiento de Granada, ambos granadinos, asesinados en los primeros meses del alzamiento fascista y enterrados en una fosa común en el Barranco de Víznar. La jornada de entrega de sus restos a los familiares no ha sido solo un recordatorio del pasado, sino también una reivindicación del presente: la justicia, la reparación y la dignidad para todas las víctimas y sus familias.

En una sociedad que valora la democracia, es crucial no olvidar los episodios más oscuros de su historia. Este acto ha buscado mantener viva la memoria de las víctimas, asegurando que su legado no sea silenciado, ha sido el fin de una búsqueda y el comienzo del encuentro. La ceremonia, presentada por el periodista Agustín Martínez, ha contado con la interpretación de piezas musicales por el Cuarteto Nazarí, lecturas de poemas como “La fosa” de Lydia Cacho y “Todos los nombres”, e intervenciones del alcalde de Víznar, David Espigares, la vicerrectora de Posgrado y Formación Permanente de la Universidad de Granada, Ana María García, y el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez.
Este último ha descrito el acto como un momento agridulce de reparación, con el reconocimiento y la entrega de los restos de dos personas, “que nunca perdieron la dignidad, que eran inocentes y gentes de bien que luchaban por una sociedad mejor y más moderna”. Fernando Martínez ha insistido en el propósito del Gobierno de lograr hacer desaparecer todas las fosas comunes de este país como un “deber moral de la democracia” y que “nunca más se caven fosas para nadie”.
“Queremos hacer desaparecer todas las fosas comunes de este país como un deber moral de la democracia y que nunca más se caven fosas para nadie”, Fernando Martínez, secretario de Estado de Memoria Democrática.
Francisco Javier San Miguel Guiraum y Fermín Roldán González, llamados como sus abuelos, han recogido sus restos que han sido entregados por el subdelegado del Gobierno en Granada, José Antonio Montilla y la fiscal de Derechos Humanos y Memoria, Montserrat Luque.
No solamente hemos hallado el cuerpo, hemos hallado la memoria y la historia
Marina Roldán es hija del hijo pequeño de Fermín, que nunca llegó a conocer a su padre, porque se lo llevaron cuando él tenía diez meses. Juan Antonio, el padre, siempre quiso saber de su historia, de lo que pasó, pero murió en 2007 con preguntas sin respuesta. “Nosotros nos propusimos seguir con lo que él inició y encontrar y restituir el nombre de su padre”, afirma emocionada Marina, “es por esto que hoy es un día con emociones contradictorias: por una parte, alegría por encontrar por fin al ser querido; y por otra, mucha pena por no haber conocido a nuestro abuelo y que nuestro padre murió sin ver este día”.

Juan Luis Roldán también es hijo de Juan Antonio, el hijo pequeño de Fermín, que explica que hoy su familia, no solo ha hallado el cuerpo de su abuelo, “también hemos hallado la memoria y la historia. Han sido años de silencio, de algo que no se hablaba, desconocido para nosotros. Hemos conocido ahora más datos, más información de él que cuando vivían nuestros padres”. Reflexiona hasta qué punto hicieron bien las cosas cuando asesinaron a su abuelo, “eran unos especialistas y no sólo consiguieron matarlo sino que además borraron su memoria, su historia”.
“Eran unos especialistas y no sólo consiguieron matar a mi abuelo sino que además borraron su memoria, su historia”, Juan Luis Roldán, nieto de Fermín.
Fermín fue el primer nieto de Fermín Roldán García y su padre también llevaba su nombre. Ha sido quien ha subido a recoger los restos de su abuelo al escenario y comenta que siente con emoción que “hoy por fin, se ha hecho justicia con una persona”. Fermín dice no entender que por una ideología política una persona sea capaz de pasar a otra por las armas, “A nosotros nos han criado siempre en la tolerancia; con odio a las armas, a cualquier tipo de violencia”. Fermín advierte sobre el lenguaje violento “que se está utilizando en estos momentos en la política” que le produce “indignación” ya que provocan odio entre las personas cuando “hablando se entiende la gente”.
Fermín puntualiza que cuando alguien dice que la Memoria Histórica abre heridas, no sabe que realmente, las está cerrando, “aquí se está haciendo esa operación quirúrgica que se debería de haber hecho hace mucho. Hoy se devuelve un ser querido a la familia y podrá descansar con su esposa después de pasar casi 100 años para que vuelvan a estar juntos”.
“Hoy se devuelve un ser querido a la familia y podrá descansar con su esposa después de pasar casi 100 años para que vuelvan a estar juntos”, Fermín Roldán.
Francisco Javier San Miguel Ruiz, es nieto de Francisco Ruiz Guirao y nos cuenta que después de un largo proceso, en 2008 tomó la iniciativa de buscar los restos de su abuelo. Durante toda su vida había escuchado los lamentos de su madre que no sabía que había pasado con su padre y lo mencionaba, “qué hicieron contigo, dónde fueron a parar tus huesos”. Ana Ruiz, su madre, que llegó a ser centenaria, no ha vivido para llegar a este momento pero su hijo sí que ha podido sentir “esa emoción, agradecimiento y hasta felicidad de tener la suerte de que los restos de mi abuelo hayan sido encontrados e identificados”.
La investigación para exhumar e identificar los restos de las víctimas del Barranco de Víznar es un esfuerzo conjunto impulsado por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, la Junta de Andalucía y la Universidad de Granada. La exhumación se realizó a solicitud de los familiares de las víctimas, siguiendo una metodología de ciencias forenses y con un equipo multidisciplinar de la UGR coordinado por Francisco Carrión, que en la ceremonia ha afirmado que “en este trabajo hemos dado lo mejor de nosotros y esperamos que el laboratorio siga avanzando en la identificación de víctimas para entregarlas a los familiares”. Identificación que ha sido posible gracias a un cotejo de ADN realizado por un equipo de la Universidad de Granada con experiencia en este campo.
Hasta la fecha, se han exhumado 166 cuerpos y los restos de siete personas han sido identificados y devueltos a sus familias en emotivas ceremonias. Entre ellos se encuentran Juan de Dios Adarve López, Antonio Rosales Ruiz, Eloísa Martín Cantal, Francisco del Águila Rodríguez y Jesús Gámiz Garzón. La labor continúa, y se espera que la quinta campaña, que incluye una fosa de grandes dimensiones, finalice en noviembre de este año. La sexta campaña está prevista para principios de 2026. Además, se está creando una página web para facilitar a los familiares el acceso a la información y el contacto directo con el equipo.

La información que incluimos sobre Francisco y Fermín procede de la magnífica investigación de Silvia González, Agustín Linares y José Peña publicada en El Independiente de Granada.
Maestro comprometido socialmente
Francisco Ruiz Guiraum, nacido en Cádiar, Granada, tenía 58 años cuando fue asesinado, el 26 de julio de 1936. Fue un maestro vocacional y con gran compromiso social en Íllora donde ejercía. En 1911, recibió a las Misiones Pedagógicas y en 1919, con la guerra de Marruecos, organizó actos patrióticos en su escuela para recaudar fondos para los soldados.

Las Misiones Pedagógicas fueron una iniciativa cultural y educativa impulsada por el Gobierno de la Segunda República Española. Su objetivo era llevar la cultura y la educación a las zonas rurales y aisladas del país, con especial énfasis en los pueblos más desfavorecidos. La filosofía detrás de este proyecto era la de “llevar el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza al pueblo”, con la idea de que la cultura no debía ser un lujo de unos pocos, sino un derecho de todos. En Granada, el proyecto tuvo una gran acogida. La provincia, con su rica historia y sus grandes contrastes entre el entorno urbano y las zonas rurales, era un campo perfecto para la labor de las misiones y Francisco compartía y apoyaba este proyecto.

Francisco era director de una escuela unitaria en un edificio municipal antiguo que tenía un telégrafo del que también se hacía cargo. Se dedicaba a la actividad social en la localidad, como la dirección de obras de teatro para recaudar fondos para los jóvenes. En 1932, colaboró en la inauguración de las cantinas escolares en la antigua iglesia de San Pedro de Alcántara. Según la documentación recabada, Francisco Ruiz Guiraum no era un hombre especialmente implicado en política de forma activa y no se le conoce militancia política o sindical conocida.
Su fusilamiento se atribuye a que, al recibir en el telégrafo del que estaba al cargo la orden dirigida al comandante del puesto de la Guardia Civil —que le instaba a tomar el poder en el pueblo, detener a las autoridades municipales y dar publicidad al bando que declaraba el Estado de Guerra—, además de comunicarlo al comandante, también se puso en contacto con las autoridades republicanas, “Se ha significado por su propaganda de carácter comunista, utilizando su cargo de maestro para este fin y el de telegrafista para proporcionar informes al jefe del partido socialista de dicho pueblo Nicolás Jiménez, en la actualidad huido con los rojos, con cuyos elementos actuaba como enlace, con clave telegráfica con los de Montefrío antes de ser ocupado este pueblo por el Ejército Nacional”, figura en su expediente de depuración.
El homenaje y la devolución de sus restos a su familia completa hoy la denuncia del injusto asesinato y el reconocimiento a su legado que tuvo dos hitos previos: En 1984, una calle de Íllora recibe su nombre y una placa conmemorativa en presencia de todos sus hijos y muchos de los que fueran sus alumnos y alumnas; tributo que representaba la figura de las personas represaliadas en el municipio. Y en 2022 otra placa con su nombre fue instalada en el Barranco de Víznar donde sus restos han sido exhumados 89 años después de su asesinato.
Sentenciado y castigado después de muerto
Fermín Roldán García fue fusilado el 25 de agosto de 1936 en Víznar a los 40 años. Trabajaba como inspector de impuestos municipales de Granada y según la investigación de Silvia González, Agustín Linares y José Peña, su nombre saltó a la luz en 2009 con el inicio de los trabajos en la fosa de Federico García Lorca, ya que sus familiares lo reclamaron.

Roldán era un granadino muy conocido en la capital de los años 30, casado con Mercedes Díaz Montijano, cuya familia también fue represaliada, y padre de cuatro hijos. Era comerciante y participaba activamente en la vida pública. Fue uno de los fundadores de la Sociedad de Casas Baratas en 1921 y militante muy activo del Partido Socialista, llegando a ocupar la vicepresidencia de la UGT en 1931. En 1932 fue presidente de la Sociedad de Profesiones y Oficios Varios de Granada. Su compromiso político lo llevó a ser candidato a diputado a Cortes por el Frente Popular en las elecciones de 1936.
Era masón, miembro de la Logia Alhambra con el nombre de “Trabajo”. Fue detenido en su casa el 24 de agosto de 1936, y según noticias que recibió su esposa, “liberado” al día siguiente, aunque no se supo nada más de él. En 1939 fue inscrito en el Registro Civil de Granada como desaparecido. Su desaparición fue confirmada por documentos del Archivo Municipal de Granada que indican que fue suspendido de empleo y sueldo por “falta de asistencia” a partir del 24 de agosto.

Fermín Roldán, ya muerto, fue sentenciado “oficialmente” a 12 años de reclusión por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. La fecha de su asesinato fue confirmada por un compañero masón, Antonio Mendoza de la Fuente, que contaba: “Y allí enterramos a diecisiete, entre ellos, un maestro de Pinos Genil; a dos enfermeros del Hospital de San Juan de Dios, padre e hijo; a don José Raya Hurtado, que vivía en la Calderería y era socialista antiguo, suegro de Pepe Carazo; a éste lo detuvieron el 5 de agosto, pasó a la cárcel y esa mañana lo fusilaron en Víznar; y a Fermín Roldán, que vivía en la calle Navas y tenía un puesto en la Alhóndiga”.
Las familias sufren luto, pobreza y señalamiento
La historia de Fermín Roldán, asesinado tras la guerra civil, es solo la punta del iceberg de una tragedia familiar que ha permanecido en silencio durante décadas. Su muerte dejó a su “numerosa familia” en una situación desesperada, según narra el párroco de San Matías, declaración incluida en la investigación a la que nos referimos. Un informe de la Falange de 1943 revela que la viuda de Fermín, Mercedes Díaz, trabajaba como costurera y alquilaba habitaciones para poder mantener a sus hijos. Durante años, la muerte de Fermín fue un secreto familiar, transmitido solo a uno de sus hijos, lo que “puede explicar el espeso silencio familiar posterior”.
Tras el asesinato de Francisco Ruiz Guiraum, su familia se vio obligada a abandonar su hogar en Íllora y a mudarse a un lugar apartado. La persecución que sufrieron fue tan intensa que uno de los hijos, Fausto, fue amenazado: “Ten cuidado que te va a pasar lo mismo que a tu padre”. La situación les obligó a afiliarse a la Falange.

Una vez terminada la guerra, buscaron refugio en Madrid, donde compartieron una pequeña habitación con otra familia y pasaron por muchas penurias. Su hija Ana, quien vivió hasta los 100 años, fue el motor de la búsqueda de la verdad sobre la muerte de su padre. Con la ayuda de su hijo, Queco San Miguel, que hoy recogió los restos de su abuelo en Víznar, contactó con distintas instancias para indagar sobre lo sucedido y abrir el camino que se ha completado hoy.
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