El ecologismo apunta a la caza y las macrogranjas ante el brote de peste porcina y los ataques ultras

Los colectivos sociales denuncian que el ecosistema mediático más conservador está instrumentalizando la crisis sanitaria para defender los intereses de los sectores cárnico y cinegético, obviando que precisamente estos están relacionados con la aparición de brotes como el que afecta a Cerdanyola.
Aitor Garmendia: Imagen galardonada con el premio Award of Excellence en Picture Of The Year International
Aitor Garmendia (Tras los Muros) Interior de una macrogranja de cerdos en Aragón.

Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @pablorcebo.bsky.social, pablo.rivas@elsaltodiario.com

4 dic 2025 06:00

El brote de peste porcina que ha surgido en Cerdanyola del Vallés (Barcelona) se ha convertido en un filón para el ecosistema mediático más arrimado a la ola de ultraderecha. Defensores de la caza y con el ecologismo como blanco habitual de sus titulares –sean reales o no–, en sus páginas proliferan editoriales definiendo el brote como “otro fracaso del ecologismo animalista” o múltiples noticias culpando a las políticas defensoras del medio ambiente y el bienestar animal como causantes del mismo se reproducen estos días. La realidad, sin embargo, podría ir por otros derroteros.

La causa de la crisis apunta a un producto de la industria cárnica en una primera hipótesis: “La posibilidad de que el virus provenga del abandono de embutido contaminado en un bocadillo es muy alta”, señalaba el conseller de Agricultura, Ganadería y Alimentación catalán, Òscar Ordeig, este lunes. Si bien el mandatario indicó que es pronto para sacar conclusiones definitivas, apuntó en rueda de prensa que “el brote se ha detectado en una zona donde circulan muchos camiones y hay áreas de servicio”, con lo que “la posibilidad de que un jabalí haya ingerido comida infectada es elevada”.

Jaume Grau: “Hay que desmontar todos esos bulos, medias verdades y manipulaciones”

Desde los grupos atacados defienden que son precisamente los sectores con los que se posiciona el elenco de medio ultras –la caza y la ganadería intensiva de las macrogranjas– los que “facilitan” la expansión de un virus como el de la peste porcina. Esta enfermedad, si bien no afecta a humanos y ataca exclusivamente a cerdos y jabalíes, ya ha aparecido en nueve animales silvestres encontrados muertos en el municipio barcelonés, como ha confirmado el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Se trata de una crisis mantiene en vilo a un sector porcino dependiente de las compras desde el exterior y que se ha expandido rápidamente en los últimos años, dopado de exportaciones millonarias, con la UE y China como principales mercados de recepción. Hay que recordar que España es el tercer productor global de esta carne, con cinco millones de toneladas anuales –un 40,47% proveniente de Catalunya, según el Anuari del Porcí 2023 de la Generalitat catalana–, solo por detrás de dos países con muchísima mayor población superficie: China y Estados Unidos. Una expansión que ha traído no pocos problemas sociales y medioambientales, con la consiguiente contestación social.

Criminalizar al jabalí en defensa de las cárnicas

La confederación Ecologistas en Acción, que aglutina a decenas de grupos ecologistas locales y regionales de todo el Estado, ha mostrado el rechazo a lo que considera una “criminalización de una especie silvestre como el jabalí” y declara que “no acepta los argumentos condicionados por los intereses económicos de un sector productivo, como es el de la ganadería industrial, que debería ser fuertemente cuestionado por la sociedad y las administraciones por sus inmensos y graves impactos ambientales y sobre la salud, en lugar de defenderlo a ultranza como están haciendo”. 

“Como siempre, son oportunistas que intentan aprovechar cualquier polémica para arrimar el ascua a su sardina y aprovechar el malestar para fomentar toda esta agenda antiambiental y ultraliberal”, señala a El Salto Jaume Grau, portavoz de esta confederación en Catalunya, quien añade: “Hay que desmontar todos esos bulos, medias verdades y manipulaciones”.

Si bien la proliferación de animales –en este caso jabalíes– es un factor que no se pone en duda en la posible expansión de un brote, Grau incide en que “con ese argumento podrían defender que habría que cargarse todas las aves silvestres porque son potenciales vectores de contagio de la gripe aviar, o con el mismo argumento todos los ungulados que pueden transmitir la tuberculosis”. Para el portavoz, “es bastante absurdo pretender criminalizar a una especie o un grupo de fauna por una cuestión que es bastante más compleja: las enfermedades siempre han existido y llevamos conviviendo miles de años con ellas”.

PACMA apunta a “la manipulación de restos de caza, el movimiento de animales entre fincas y la interacción contante entre fauna silvestre y espacios humanizados” como factores de incremento del riesgo sanitario

Desde esta confederación defienden que puede estar justificado el aplicar medidas de control de jabalíes en el área donde ha parecido el foco para evitar que se expanda entre las poblaciones de animales silvestres y llegue las granjas, pero bajo ningún concepto “como una estrategia generalizada”, incide Grau.

Desde el Partido Animalista con el Medio Ambiente (PACMA), formación con 170.000 votos en las últimas elecciones generales (más que alguna con escaño en el Congreso), denuncian que la reaparición del virus tras más de tres décadas del último brote “debe servir como advertencia ante un modelo de gestión ganadera y cinegética que facilita la propagación de enfermedades de alto riesgo”. Según esta formación, prácticas habituales en el sector cinegético pueden contribuir a la difusión del virus. En concreto, apuntan a “la manipulación de restos de caza, el movimiento de animales entre fincas y la interacción contante entre fauna silvestre y espacios humanizados” como factores de incremento del riesgo sanitario.

Desde PACMA remarcan que las prácticas usadas por cazadores y gestores cinegéticos, como la alimentación suplementaria, provocan “una proliferación artificial de jabalíes, aumentando la densidad poblacional cazable y generando un escenario propicio para la transmisión de virus”. De hecho, recuerdan que la proliferación de estos animales no es un fenómeno natural, sino que es “en gran parte una consecuencia directa del propio modelo cinegético”. 

Al respecto, Grau recuerda que, tal como investigó la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal (ADDA), “está bastante documentado que en los años 80, cuando había muy pocos jabalíes, asociaciones de cazadores se dedicaron a la hibridación de cerdo y jabalí para que hubiese más abundancia, algo que continuó en los 90”. “Si ahora hay una queja por 'sobreabundancia', en parte es por causa de sus fomento desde el sector cinegético”, añade.

En cualquier caso, desde Ecologistas en Acción inciden en que “no existe la supuesta sobrepoblación de jabalí. “En todo caso, las poblaciones se han recuperado de unos niveles anormalmente bajos de hace un siglo”, señalan.

Las condiciones de las macrogranjas, en el punto de mira

El modelo de ganadería industrial basado en macrograjas industriales con cientos de animales hacinados sí es, para estos grupos, un problema directamente relacionado con la aparición de brotes como el de Cerdanyola. “Las macrogranjas, en su afán de maximizar producción, concentran miles de animales en condiciones de hacinamiento, lo que no solo acelera la propagación de enfermedades, sino que convierte cada granja en una bomba biológica”, denuncian desde Ecologistas.

Desde Stop Ganadería Industrial, Inma Lozano señala que desde esta plataforma están “especialmente preocupados por los residuos infectados, con esos purines”

Al respecto, desde PACMA destacan la “enorme vulnerabilidad del sistema de ganadería intensiva, donde la concentración de miles de animales en espacios reducidos, junto con los continuos movimientos de cerdos entre explotaciones, genera una situación ideal para la expansión de enfermedades”. En concreto, la formación apunta al transporte, junto con “la falta de controles eficaces, la gestión inadecuada de residuos y el posible contacto con fauna silvestre convierten a la industria porcina en un punto crítico que requiere cambios urgentes en bioseguridad”.

Al respecto, desde Stop Ganadería Industrial, Inma Lozano señala que desde esta plataforma estatal están “especialmente preocupados por los residuos infectados, con esos purines”. Aunque de momento desde Generalitat y Ministerio inciden en que el brote no ha pasado a las macrogranjas, esta portavoz se pregunta: “¿Nos vamos a seguir zampando esos purines aunque estén contaminados?”.

Lejos de actuar frente a estos problemas, los últimos anuncios de la Generalitat van principalmente en defensa del sector porcino: el Departament d'Economia del Govern ha anunciado un grupo de coordinación de medidas de apoyo al sector mientras ya está operativa una línea de crédito del Instituto Catalán de Finanzas. 

Paralelamente, el Departament d'Agricultura ha anunciado que activará planes de control de la población de jabalíes por toda Catalunya mientras que los servicios territoriales del Departament convocarán  a alcaldes y colectivos para explicar el dispositivo desplegado, al que se ha sumado un contingente de la Unidad Militar de Emergencias.

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