Economía social y solidaria
Una productividad alternativa también es posible: poniendo las personas en el centro

Cada vez hay más empresas que se están dando cuenta, ya sea por egoísmo o por visión empresarial, que si no hay una política de cuidados, no hay futuro. Analizamos algunas sencillas y buenas prácticas para una buena gestión del trabajo que ponen los cuidados en el centro.
Autoría: Erre de Hierro
Autoría: Erre de Hierro
Labox Marketing y Comunicación
6 nov 2024 09:07

La teoría económica tradicional (capitalista y heteropatriarcal) nos dice que mejorar la productividad es una necesidad. Que siempre debemos optimizar nuestros recursos para lograr más con menos. Desde esa perspectiva las personas no son más que meros medios que usa la empresa para mejorar sus resultados, sin importar su bienestar.

Lo bueno de todo esto, es que cada vez hay más empresas que se están dando cuenta, ya sea por egoísmo o por visión empresarial, que si no hay una política de cuidados, no hay futuro; la rotación de personal aumenta, la motivación (engagement para las más modernas) disminuye y eso se nota en las cuentas.

De reflexiones mucho más profundas, incluso trabajos más transversales, han salido muchas políticas que hemos implantado en nuestra entidad (Labox somos una agencia de comunicación dentro de REAS, formada por 9 personas), como crear una bolsa extra de horas para autocuidados dentro de nuestro calendario de trabajo o la posibilidad de reducir nuestras jornadas siempre que lo necesitemos, con complemento salarial y sin una justificación.

Todo esto ayuda y va en la dirección de visibilizar el trabajo reproductivo y darle el espacio que ha perdido, o tal vez nunca tuvo. Pero, entonces, ¿el productivo debe ser como es o hay también otra manera de hacer las cosas?

Pequeños cambios, grandes resultados a largo plazo

Fenómenos como “La Gran Renuncia” sirven como ejemplo de que no todo es el sueldo a final de mes y como hay muchos otros factores que hacen que las personas seamos más felices en una empresa, y como esto, además, repercute en la productividad.

A veces para cambiar algo, no es necesario dar un giro de 180 grados. La clave está en modificar pequeñas dinámicas arraigadas en nuestro día a día, que damos por normales, por el simple hecho de que los hemos convertido en rutina. Y ahí es donde, si nos enfocamos en el ámbito laboral, además de perder productividad, hacemos daño a nuestra salud.

Como nos explica James Clear en su aclamado ensayo Hábitos atómicos “Los pequeños hábitos se acumulan en resultados notables… Si puedes mejorar un 1% cada día durante un año, terminarás siendo treinta y siete veces mejor al final.”

Por eso es interesante empezar a plantearnos pequeñas acciones que podemos y debemos cambiar en nuestro día a día laboral, para lograr estar menos estresadas y más felices. Y esto conducirá indirectamente a una productividad mayor, basada en patrones saludables que de nuevo, aumentarán nuestros niveles de bienestar.

Menos es más

Uno de los cambios más sencillos de explicar y a la vez más difíciles de aplicar es priorizar y elegir. Si estamos en la era de la infoxicación, también lo estamos en la del estrés y la del “no me da la vida”. Algo tan sencillo como alargar la periodicidad de ciertas tareas triviales podría darnos esos minutos extra que siempre nos faltan para llegar al final de la jornada. ¿Es realmente necesario ese informe o reunión que hacemos semanalmente? Piénsalo detenidamente, seguro que encuentras algo que sobra.

En esa misma línea es importante que reflexionemos sobre nuestras comunicaciones. En una oficina habitual, a veces pasamos más tiempo haciendo de routers humanos que resolviendo realmente problemas. Si no aportas en una cadena de mails, no respondas y evita poner en copia a todas aquellas personas a las que el mail no les aporta valor. Evitemos el bombardeo desproporcionado de notificaciones que generamos al resto, haciendo que vivamos constantemente en alerta, esperando a que llegue el siguiente mensaje que leer o contestar.

Hablemos de la monotarea y la concentración

El ser humano no está hecho para realizar varias tareas a la vez de manera continuada. Este hecho, contrastado en varios estudios científicos, no parece detener la cada vez más habitual frenética vida a la que sometemos nuestros cuerpos. No respetamos el espacio de las demás personas. Además, las oficinas de hoy en día, pensadas en ocasiones más para el diseño (bonito) que para el éxito, actúan en contra: Espacios abiertos donde fluyen las ideas, sin lugares donde poder encontrar ese estado de concentración que necesitamos para los trabajos de más valor.

En empresas de servicios, donde cada proyecto o cliente que atendemos supone solo una pequeña parte de nuestra jornada, tenemos que ser capaces de encontrar momentos de desconexión del entorno que nos rodea. Para ello, es vital una cultura corporativa acorde y no penalizar a la persona que decide pedir que no la molesten durante 90 minutos seguidos. Tener un espacio de tiempo donde la gente respete esto es esencial. Si funcionáis con chats (Ej: Slack o Teams), cread un estado que se pueda activar varias veces a lo largo de la semana, para esas tareas que necesitan toda tu atención. Si tenéis cuentas de correo compartidas, poned horarios de acceso, para que haya momentos del día en los que no preocuparte por ellas.

Motivación y respeto

Hay que tener en cuenta si un trabajo genera rechazo. La motivación es clave en un puesto de trabajo. Si algo no nos gusta, lo hacemos normalmente peor, nos quema y a la larga puede ser un detonante para huir de ello. Por eso, como nos dice la economía alternativa, las personas deben estar en el centro de nuestra estrategia y debemos tener en cuenta los sentimientos que provocan las tareas a las que nos sometemos diariamente.

Por último, me gustaría destacar la importancia de desconectar del trabajo cuando salimos de este. Hasta empresaurios como Bill Gates acabaron dándose cuenta que sobreoptimizar la eficiencia acaba generando productividad tóxica.

Pensemos muy bien cuando vamos a molestar a alguien fuera de su horario, pero también vigilemos el cerrar bien nuestra jornada. Una buena rutina, como dar un paseo, tomar un té o simplemente, para personas que teletrabajan, cambiar de espacio en la casa, son claves para avisar a tu cerebro de que puede relajarse.

No todo es productividad en la vida y si trabajamos por un mayor bienestar en nuestro trabajo, lograremos un equilibrio sano y rentable a largo plazo tanto para las personas, como para las empresas.

** Este artículo está inspirado en la píldora formativa del encuentro de #ComunESS


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