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Temporeros
Decenas de trabajadores migrantes duermen al raso en Lepe
“Todas las noches viene un amigo marroquí a recogernos, nos lleva hasta la puerta de su casa en Cartaya, dormimos en su coche y, por la mañana, bien temprano, nos vuelve a llevar a Lepe”. Quien habla es Nacer Oubbih, un muchacho saharaui que, junto a un compañero marroquí, ha venido desde Granada a trabajar en la campaña de la fresa. Después de pasar cinco noches en estas condiciones, ha decidido comprar una tienda de campaña. Nacer, que vivió tres años en Lepe en una chabola, pensó que podría alojarse en el patio del albergue municipal como el año pasado, pero dos guardias jurados que custodian la entrada se lo impidieron. Tampoco encuentra una habitación para alquilar. Todas sus esperanzas se centran en poder encontrar un alojamiento en la finca donde trabajó el año pasado, “pero el jefe me ha dicho que tengo que esperar unos 25 días para empezar a trabajar”. Nacer se resigna: “Si tengo que esperar no pasa nada, yo he venido a trabajar y a buscarme la vida”.
Como Nacer, todas las personas temporeras que están llegando a Lepe para trabajar en la campaña fresera encuentran la calle como única alternativa habitacional. Según ASNUCI (Asociación de Nuevos Ciudadanos por la Inteculturalidad), una asociación local, podrían estar durmiendo al raso entre 50 y 70 personas temporeras. “Pero todos los días llegan más chicos, como todos los años”, comenta Mame Mor, un trabajador de la asociación.
La estación de autobuses de la localidad se ha convertido en un dormitorio colectivo. El equipaje y las mantas se amontonan en la sala de espera y, en la noche, los trabajadores despliegan cartones en el suelo, para dormir al raso. Es fácil encontrar unas treinta personas en estas condiciones. Como explica Mame Mor, “los chicos duermen donde pueden”. Cualquier recoveco oscuro y tranquilo es bueno para pasar la noche: junto al cementerio, en el polígono comercial situado junto a la estación o debajo de frágiles techumbres de aparcamientos.
Sin alternativa habitacional
La causa de esta situación es el desequilibrio que existe entre la demanda de mano de obra en Lepe y la oferta de soluciones habitacionales. El municipio no puede cubrir, por sí solo, la necesidad de alojamientos y esta situación se da en todas las zonas de cultivos rojos en la provincia de Huelva, como explica Seydou Diop, portavoz de ASNUCI: “Es verdad que hay casos aislados de arrendadores que no quieren alquilar a las personas migrantes, pero esa situación no explica la falta de viviendas”.
Lamine Diakite (Asoc. de Malienses de Lepe): “No se puede parar la construcción de chabolas si no hay alternativa”
Para Lamine Diakite, presidente de la Asociación de Malienses de Lepe, los continuos incendios en los asentamientos y la prohibición por parte del Ayuntamiento de reconstruir las chabolas destruidas ha agravado la situación. “No se puede parar la construcción de chabolas si no hay alternativa”, añade.
En octubre de 2019, un gran incendio acabó con el asentamiento ubicado junto al cementerio de Lepe, donde había más de 200 chabolas. Su población se doblaba en la época de la campaña. El último gran incendio se produjo el 2 de octubre del año pasado, con 60 chabolas destruidas.
El albergue municipal, inacabado hasta la fecha, está ocupado por 130 personas, según fuentes del Ayuntamiento de Lepe. Los temporeros que iban llegando el año pasado se alojaban en un patio techado pero, este año, la puerta está custodiada por dos guardas jurados del consistorio lepero para evitar la entrada de más personas.
Seydou Diop (ASNUCI): “El Ayuntamiento tiene un plan de erradicación del chabolismo, pero no tiene alternativa habitacional”
“Lo que está pasando es que el Ayuntamiento tiene un plan de erradicación del chabolismo, pero no tiene alternativa habitacional”, afirma Diop. Para el portavoz de ASNUCI, esta situación se agravará con el paso de los días y la llegada masiva de trabajadores sin lugar donde vivir: “Son personas, y tienen que dejar de mirar para otro lado e intentar enfrentarse a la realidad”.
Hasta la fecha ninguna administración ha dado la cara en este asunto. Para Jesús Toronjo, teniente alcalde de personal y portavoz del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Lepe, en declaraciones a El Salto Andalucía, argumenta que la institución municipal no tiene ni competencia ni medios para el alojamiento de las personas que están viniendo. “El Gobierno de España ni ha aparecido a día de hoy”, afirma. Toronjo asegura que esta situación se produce porque se está mirando para otro lado y esa actitud no supone ninguna solución, sosteniendo que “nos parece muy injusto que todas las miradas se vayan a la Administración mas pequeña, la que no tiene competencias y la que menos puede hacer”. Este medio se ha puesto en contacto con la Subdelegación del Gobierno en Huelva pero, hasta el momento, no ha obtenido ninguna respuesta.
Jesús Toronjo (Ayuntamiento de Lepe): “Nos parece muy injusto que todas las miradas se vayan a la Administración mas pequeña, la que no tiene competencias y la que menos puede hacer”
Sin embargo, en la partida de presupuestos para “Infraestructuras para atención a personas migrantes” dirigidos a las corporaciones locales, se especifica la cantidad de un millón de euros presupuestados para 2022. En 2021 había otro millón de euros. La partida de 2020 fue algo menor. Estas partidas se libran desde la Consejería de la Presidencia de la Junta de Andalucía. Maribel Mora, parlamentaria autonómica de Adelante Andalucía, manifiesta que no sabe de qué manera se está ejecutando ese presupuesto en la provincia de Huelva. Por ello, tiene la intención de registrar una batería de preguntas en referencia a la distribución de ese dinero a cada ayuntamiento y el seguimiento de la ejecución del mismo.
Una situación tecermundista
Maribel Mora, en una visita a Lepe el fin de semana pasado, calificó de tercermundista esta situación. Y añade: “Es una absoluta vergüenza que nos debe hacer sentir muy mal como andaluces y andaluzas porque no es un problema nuevo”. Mora se queja de que se tramite en el Parlamento la ampliación de terrenos para el cultivo de fresas, de manera legal, utilizando el agua y que, sin embargo, nadie hable de la situación en la que viven las personas que recogen esas fresas. Tacha de racismo institucional la falta de respuesta de las Administraciones de un problema que tiene solución si se tiene voluntad: “¿dónde pretenden que vaya a dormir la gente que coge la fresa?”
Maribel Mora (parlamentaria autonómica, de Adelante Andalucía): “Es una absoluta vergüenza que nos debe hacer sentir muy mal como andaluces y andaluzas porque no es un problema nuevo”
Esa misma pregunta la hace Idrissa Ndiaye, un muchacho senegalés que lleva una semana durmiendo en la estación de autobuses. Ha recorrido el pueblo buscado una casa para alquilar con otros compañeros, ha pedido ayuda en los servicios sociales del Ayuntamiento pero no le han dado ninguna solución. Todas las puertas están cerradas para él. “Ahora es peor porque han cerrado también los servicios de la estación de autobuses”, nos cuenta. Y protesta: “Aquí no venimos a robar ni a vender droga, venimos a trabajar. Esto es una falta de respeto. Todos somos iguales, solo nos diferenciamos en el color de la piel”.
Ayuda humanitaria
Hasta la fecha, los recursos para asistir a las personas temporeras han sido escasos. ASNUCI ha puesto a disposición de los temporeros su Centro de Día, ubicado en el municipio lepero, donde pueden ducharse, lavar la ropa, utilizar internet para hablar con sus familias y guardar sus documentos para que no se les extravíen. Por este centro pasan cada día entre 40 y 50 personas, según Mame Mor, trabajador de la asociación. “Es muy importante para ellos estar aquí un rato, poder descansar y sentirse arropados”, explica. Esta asociación dispone de un albergue con capacidad para 40 personas que, en estos momentos, está totalmente ocupado.
Temporeros
Huelva Un albergue colectivo como ejemplo de acogida a temporeros
ASNUCI se acerca a la estación de autobuses cada dos o tres días, para repartir mantas, ropa de abrigo, bocadillos, agua y comida caliente. Según Laura Seda, trabajadora social de ASNUCI, le consta que vecinos y vecinas leperas y de Huelva capital han hecho recolectas para ayudar a las personas temporeras. Igualmente, la Asociación La Carpa de Sevilla proporciona mantas, bebidas calientes y, sobre todo, compartir un rato con ellos para salvar, por un momento, la soledad en la que se encuentran. “Aunque esto no es ninguna solución, al menos se sienten arropados y queremos que entiendan que no todos estamos de acuerdo con esta vulneración de los derechos humanos”, señala Seda.
El comedor social gestionado por FECONS (Fundación Europea para la Cooperación Norte-Sur) ya ha detectado el aumento de usuarios. En condiciones normales, atienden a unas 150 personas diarias pero, desde hace dos semanas, la demanda ha aumentado. Según Marius Assoua, presidente de la fundación, en estos momentos están dando de comer a un número de personas que oscila entre 190 y 215 y este número aumentará a 250 en marzo, a medida que avance la campaña fresera. El comedor ofrece servicios de desayuno, almuerzos y paquetes de cena. También gestionan el programa HABITAT con el objetivo de facilitar el alquiler de viviendas en el municipio para personas migrantes. Hasta la fecha, han conseguido alquilar ocho viviendas con mediación y seguimiento por parte de la fundación, pero Assoua reconoce que, en estos momentos, no existe oferta de alquileres para ser gestionados con esta finalidad.
Ayudas para la reconstrucción del albergue municipal
Con el objetivo de erradicar el chabolismo, la Junta de Andalucía anunció el pasado enero una ayuda de 600.000 euros destinados a la construcción de dos albergues para migrantes, uno en Lucena del Puerto y otro en Lepe. En esta última localidad, la ayuda se destinará, indica el Ayuntamiento, a la rehabilitación del albergue municipal. Según Toronjo, las obras podrían comenzar en un plazo de uno a dos meses y ha asegurado a este medio que se buscará, mientras tanto, una solución habitacional digna para las ochenta personas que habitan el albergue de forma estable, cuando llegue el momento del desalojo.
Según un estudio municipal, actualmente hay 12 asentamientos en Lepe y cada asentamiento tiene un número de chabolas que fluctúa entre 6 y 84
La población migrante que vive en los asentamientos de chabolas de Lepe varía dependiendo de la época del año. Según un estudio realizado por un equipo de los Servicios Sociales del Ayuntamiento, en diciembre de 2020 había 577 personas. Estas son las personas que, según Jesús Toronjo, viven de forma permanente en los asentamientos del municipio. En abril de 2021 había 886 personas migrantes y en julio del mismo año, 1093. “Esta diferencia se debe a las personas que vienen a la campaña agrícola pero que, una vez terminada, se van a otras campañas”, explica el portavoz municipal. Según este mismo estudio, actualmente hay 12 asentamientos. Cada asentamiento tiene un número de chabolas que fluctúa entre 6 y 84.
Temporeros
“Queremos un campamento, no un gueto aislado”
El 8 de marzo del año pasado, el Ayuntamiento de Lepe aprobó una propuesta para erradicar el chabolismo, con el consenso de todos los partidos integrantes del Pleno. Consiste, entre otras medidas, en la construcción de una residencia para migrantes con una inversión inicial entre 600.000 y 1.000.000 de euros. El complejo, que estaría ubicado en un terreno situado a dos kilómetros del centro urbano de Lepe, tendría capacidad para unas setecientas personas. Pero hasta la fecha no hay fondos de ninguna Administración para llevar a cabo la obra. Según el portavoz del Gobierno municipal, ellos están trabajando para dar solución a esas personas que viven estables en las chabolas y en el albergue.
Recorrer las campañas agrícolas
La llegada de personas temporeras a la provincia de Huelva responde a la demanda de puesto de trabajo en la campaña fresera que va de marzo a julio. El año pasado, las organizaciones agrícolas onubenses cifraron esta demanda en un total de 109.000 puestos de trabajo.
La mayoría de estos temporeros vienen de trabajar en otras campañas de la geografía española. Es el caso de Baba y Elhadii, dos amigos de Senegal que llevan en España un año y tres meses y han trabajado en las campañas agrícolas de Almería, Jaén, Lleida y Albacete. Llevan dos semanas durmiendo en la estación de autobuses y su idea era trabajar en una finca donde les pudieran proporcionar una habitación. No tienen permiso de trabajo y esa situación les dificulta encontrarlo. Disponer de permiso de trabajo le ha facilitado a Sheikh [nombre ficticio] firmar un contrato de trabajo para recoger naranjas, dos días después de llegar a Lepe. Lleva 16 años viviendo en España y viene de Cataluña, donde ha trabajado en el campo recogiendo verduras. Como Baba y Elhadii, duerme también en la estación de autobuses. Se levanta a las seis de la mañana cuando comienza el trajín en la estación, a las nueve comienza a trabajar hasta las cuatro o las cinco de la tarde. Cuando termina su jornada laboral, va al Centro de Dia de ASNUCI a ducharse y a lavar su ropa y vuelve a la estación a dormir encima de un cartón.
Anochece y la humedad arrecia. Tres muchachos están sentados sobre unos cartones en el suelo en la estación comiendo naranjas. De pronto se escucha música africana desde algún dispositivo, los muchachos se acercan atraídos por el ritmo de percusión, bailan, se ríen, contorsionan sus cuerpos, parecen felices. Poco después vuelven a la realidad. Les espera otra dura noche de frio. Y otro día de incertidumbre.