Temporeros
Las mujeres eran manos

El régimen de inmigración temporal, por el cual las jornaleras marroquíes vienen ocupándose desde 2005 de la recogida de la fresa en Huelva, permite que estas mujeres, para ser contratadas, deban dejar su humanidad en la frontera, desligadas de su red y de su entorno.

Trabajadoras temporales en los campos de fresas de Huelva
Sarah Babiker
1 jul 2018 07:35

La violencia sexual se ha convertido en un dispositivo fundamental de activación feminista en los últimos tiempos. El caso de la Manada, la amplitud y replicabilidad del fenómeno #MeeToo o las movilizaciones como respuesta a la violaciones sufridas por las temporeras marroquíes en Huelva son muestra de ello.

Cada vez entendemos mejor la dimensión patriarcal de estas violencias, siendo el acceso al cuerpo de las mujeres una expresión de poder y dominación, pero también un mecanismo de disciplinamiento ante aquellas que se adentran en espacios públicos que otros varones consideran suyos. Pensar a las mujeres como “gordas” a las que follarse, cosificar a actrices o compañeras de trabajo como cuerpos deseables cuyo consumo confiere poder, o en las jornaleras como “moras” pobres y sumisas, y por lo tanto disponibles, supone una base de deshumanización, de objetualización y de instrumentalización de las mujeres que debe de ser enérgicamente contestada. Porque la deshumanización no es una falla en el pensamiento de los machos que violan, sea en oscuros portales, en hoteles de cinco estrellas o en viviendas prefabricadas; la deshumanización es una parte consustancial del capitalismo, por eso se basa en sistemas tan arraigados como el machismo y el racismo. Por eso, el Estado reproduce sus lógicas.

El régimen de inmigración temporal, por el cual las jornaleras marroquíes vienen ocupándose desde 2005 de la recogida de la fresa en Huelva, permite que estas mujeres, para ser contratadas, deban dejar su humanidad en la frontera, desligadas de su red y de su entorno, atada su supervivencia a quienes las contratan, pasan a tener valor solo por su instrumentalidad, su capacidad de producir. En los años en los que empezaron a aplicarse estas políticas entre España y Marruecos, en plena paranoia inmigratoria, los llamamientos a la regulación de los flujos migratorios era una constante en los discursos.

Para ordenar la entrada al país de extranjeros, los contratos en origen se vendían como lo más apropiado y racional. En el caso onubense, antes del convenio, varones marroquíes y subsaharianos se ocuparon de la recogida de la fresa, considerados demasiado rebeldes y problemáticos, fueron sustituidos primero por europeas del Este, que al devenir comunitarias, fueron relevadas por contingentes de mujeres marroquíes. Los empresarios necesitaban mano de obra que se ajustase a sus necesidades y el Gobierno se la concedió. El servicio de empleo marroquí empezó a buscar mujeres del ámbito rural, con hijos menores, sin trayectoria sindical, pobres y analfabetas. En definitiva con un poder de negociación nulo: los resultados fueron buenos, la industria de la fresa prosperaba y la gran mayoría de las mujeres volvía a Marruecos tras concluir sus contratos. Respecto a los derechos de las mujeres, esto no debía computar en los resultados, siendo justamente la renuncia a los mismos una parte fundamental de la ecuación.

Las mujeres eran manos. Manos delicadas más idóneas para las tareas de recolección de la fresa, se argumentaba para requerirarlas a ellas en los campos. Por lo que contaron a la prensa esas mujeres, no solo sus manos fueron tomadas para su instrumentalización, también sus vaginas y sus bocas debían ser puestas al servicio de sus empleadores. Era eso o la nada. Para ellas, seres humanos parciales por convenio, difícilmente habrá sentencias injustas, pues ya se han asegurado de que no haya juicios. Nuestro desconocimiento de sus condiciones de trabajo está relacionado con nuestro profundo desconocimiento y desinterés por Marruecos, y nuestro también importante desconocimiento de lo que sucede en las realidades agrícolas del Estado español.

“Como trabajadoras del campo, que vivimos la violencia patronal en los campos franceses, navarros o manchegos, que hemos sufrido el desamparo de tener que abandonar nuestro pueblo en busca de trabajo, hacemos nuestra la situación de las temporeras de la fresa, y no podemos consentir que en pleno siglo XXI sigamos viendo como la esclavitud laboral se apodera de nuestros campos”,  afirmaban desde el SAT, el único sindicato que ha acompañado a estas mujeres que todo lo han arriesgado —y que bastante han perdido— por denunciar. Alianza desde las periferias que se niegan a ser deshumanizadas, agencia de quienes se esperaba que fueran obedientes y sumisas. El capitalismo patriarcal y racista se agrieta. Pero los costes son altos, sobre todo para las mujeres que denunciaron, pero también para las sindicalistas del SAT que las acompañaron. Siento que va siendo necesario pensar en cómo redistribuir los costos de la resistencia.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Huelva
Derechos Humanos Un nuevo incendio, el quinto en 2025, arrasa decenas de chabolas en un asentamiento de Huelva
Desde 2019, cinco trabajadores migrantes han muerto calcinados a causa de los incendios en los asentamientos onubenses donde viven más de 5.000 personas.
Huelva
Derechos Humanos APDHA exige a la Unión Europea que se acabe con la explotación en los asentamientos de Huelva y Almería
La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía ha mandado una carta a todos los grupos políticos del Parlamento Europeo para que pongan fina a más de dos décadas de explotación a las y los trabajadores migrantes del territorio
Huelva
Huelva Jornaleras de Huelva en Lucha interpone la primera denuncia por el despido de una temporera marroquí
La sección sindical, recién constituida, asegura que “abren la veda” para denunciar otros atropellos laborales similares en contratos fijo-discontinuos de trabajadoras contratadas en origen.
Altri
Altri Galiza elixe o rumbo da loita contra Altri nas eleccións á directiva da plataforma Ulloa Viva
A veciñanza da comarca máis afectada presenta dúas listas separadas logo de non chegar a unha proposta de consenso. Por unha banda, concorre unha candidatura continuísta e, pola outra, unha alternativa que se achega máis o nacionalismo institucional.
Medio rural
Medio rural A esperanza da xestión colectiva fronte ao espolio: os comuneiros de Tameiga contra o Celta
Mentres varios proxectos industriais tentan privatizar e destruír os ecosistemas galegos, algúns grupos de veciños e veciñas organizadas fan oposición social construíndo alternativas comunitarias. Ás veces, tamén gañan ao xigante.
O Salto medra contigo
Crowdfunding O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar Altri
Queremos investigar os responsables políticos e empresarias do que podería ser o maior atentado ambiental da historia recente de Galiza.
Ourense
Ourense Ourense organízase para loitar contra patrullas de extrema dereita nos barrios máis empobrecidos da cidade
A veciñanza e os movementos sociais responden ao discurso do medo promovido por Frente Obrero e sinalan a súa estratexia de criminalizar a pobreza e sementar odio en contextos de exclusión e abandono institucional.

Últimas

O Teleclube
O Teleclube 'O Teleclube' alucina no deserto con Óliver Laxe e 'Sirat'
Laxe leva o seu cuarto premio de Cannes, esta vez en competitición, polo seu novo filme que explosiona na gran pantalla.
Medio ambiente
Medio ambiente A loita polo monte galego: lumes, eucalipto e ameazas á propiedade común
Galiza concentra un terzo dos incendios forestais rexistrados no Estado. Mentres a Xunta apunta aos montes veciñais, comuneiros e ecoloxistas denuncian unha estratexia política para favorecer a privatización e a expansión da industria madereira.

Recomendadas

Feminismos
Feminismo Dous anos sen reparación tras sufrir lesbofobia nun Rexistro Civil de Pontevedra cando ían inscribir a seu fillo
Un funcionario negouse a inscribir ao fillo de Antía e a súa parella. Un erro de redacción na lei trans está detrás dos argumentos que o funcionario esgrime para defender a súa actuación.
Culturas
Erika Lust y Sara Torres “El deseo tiene una potencia inagotable para transformar la realidad si lo liberamos de las normas”
Sexo, deseo o ética del placer son algunos de los temas que hilan la escritora Sara Torres y la productora de cine porno Erika Lust en ‘La abundancia del deseo’.