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Constitución
Derechos, subir para no alcanzarlos
Y es que por eso, el 10 diciembre está dedicado a los derechos humanos incumplidos, no respetados, alienados. Cuando el pueblo se siente, como sujeto de derechos que no son reconocidos, las ganas de hacerlos posibles aumentan con las dificultades. Pero ¡ay!, cuando los poderosos transigen y plasman estos derechos en un papel. Porque ahí se acaba el empuje transformador de las gentes, que confían, una y otra vez, en que el papel escrito sirva de algo.
Un timo, que se le viene haciendo a los pueblos desde que las burguesías entendieron que manejar a los pueblos era su única opción para arrebatar el poder a las monarquías y aristocracias. Les llamaban “antiguo régimen”. Y nació la Constitución del Pueblo Americano en 1777 y después la de la República Francesa en 1789 y después la Pepa en ese Cádiz asediado por Napoleón Bonaparte en 1812. Y después todas las de las Américas independientes y de los Estados europeos, donde sus burguesías experimentaron gracias a la etapa más dura del colonialismo el mayor de los enriquecimientos.
¿Que me pregunta por los pueblos? Pues estos siempre pobres, además de poner la sangre de sus jóvenes, y no tanto, en los campos de batalla de las guerras coloniales a cientos que perpetraron los padres de todas las Constituciones.
Ninguna Constitución en los siglos XIX y XX ha sido garantía de ninguno de los derechos que recoge, eso sí de forma grandilocuente, pero que al ser genéricos, impersonales, jurídicamente nadie puede invocarlos.
En el día de hoy hasta los de antaño, miembros del antiguo régimen viven a costa del nuevo régimen democrático. Porque al pueblo ninguna Constitución le da derecho a nada.
“¡Hombre, no será para tanto!” Pues sí, mire Vd., repase todos los derechos que están escritos en la Constitución de 1978. Indíqueme uno sólo, que no sea el de ir a votar, que Vd. pueda exigir que el Estado se lo reconozca realmente. ¿Está en paro? ¡Exija un puesto de trabajo! ¿No tiene una vivienda donde vivir? ¡Exíjala! O peor aún, la tiene pero le van a desahuciar. ¡Exija su derecho a una vivienda! ¿Está jubilado y la paga es una miseria? ¡Exija, Exija!...
Dígale al político de turno, o al juez ante quien le llevan: ¡Eh, oiga! Que la Constitución me da derecho a un trabajo, a una vivienda, a… Verá qué cara le ponen. Algunos, por educación no llegan a reírse en la tuya.
En fin, Constitución de quién y para qué. Porque de deberes sí que está llena, y esos sí son personalísimos y de obligado cumplimiento por Vd. Los primeros deberes son los fiscales, los de la debida obediencia a la autoridad. Autoridad que darle derechos no puede, pero sí requerirle en obligaciones. En definitiva, que le dicen a Vd.: “que gracias a la Constitución podemos convivir en paz y seguridad”. Y es verdad. Porque como nadie se subleva, y se acepta todo, pues haya paz. Y la seguridad Vd. tiene toda, porque Vd. está seguro, seguro, que si no cumple con los deberes constitucionales lo lleva crudo.
Hasta los alumnos de algún instituto parecen que lo ven algo más claro y ya representan partes de la Constitución como una empinada escalera por la que “ascender” en derechos. La pregunta hoy es ¿para cuándo serán realidad los derechos humanos?