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Opinión
Gibraltar más allá del 24 de julio
Lo de legal es por aquello del tratado de Utrech que, aunque una de las partes no le guste, firmado quedó para la posteridad. No obstante un tratado más, de los miles que firmó Inglaterra es poco más que papel mojado. La fuerza de los “cañones” impone la razón de los “tratados” y a España posiblemente siempre le faltaron cañones, como a Almería cuando pretendió ser cantón independiente en la Primera República española. Una cancioncilla que me cantaba mi padre cuya familia fue originaria de esa tierra antaño del “esparto”, decía así: “Almería no te envalentones, ni le pongas sitio a España, que tú no tienes cañones, que lo que tienes son lagañas” (por aquello de trabajar el esparto).
Volviendo a Gibraltar. En la campaña electoral, aunque sea de soslayo, algún candidato, ministro de Interior, va insistiendo en que de ganar “los otros” las relaciones con la vecina “Roca” se harán muy difíciles. Desde dentro de la verja hay muchas personas que piensan que eso será así de hecho y “rezan”, o algo más, para que el signo del gobierno de España no se altere el día 23 de julio. La posición del gobierno de España con respecto a Gibraltar se encuentra en este enlace https://www.exteriores.gob.es/es/PoliticaExterior/Paginas/Gibraltar.aspx. Y parte, como no puede ser de otra manera, de lo firmado, por Francia en representación de España, en la ciudad holandesa de Utrecht, un 13 de julio de 1713. Se cumplieron hace días, 310 años de aquel “hito” histórico que ha marcado el devenir desde entonces de este territorio que se denomina Campo de Gibraltar. No es que les vaya bien de momento, al menos eso dicen, a quienes se denomina “yanitos”, pero un cambio político se les antoja perjudicial para sus intereses. No obstante invocado el tratado conviene advertir que Reino Unido controla ilegalmente una buena parte del territorio al que afectará el próximo tratado con la Unión Europea. Porque la legalidad de la posesión se concreta precisamente en el artículo X del Tratado de Utrecht, por el que la Corona española cedió a Gran Bretaña “la ciudad y castillo de Gibraltar juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen”. Ni aguas adyacentes, ni el espacio aéreo, ni siquiera el istmo porque expresamente el tratado prohíbe enlace terrestre. Más aún porque ese itsmo, algo más de 1 km cuadrado, 1 millón de metros cuadrados, pertenece al territorio que conforma la Línea de la Concepción desde su creación en 1870, mucho años antes de que fuese usurpado por los británicos, con el levantamiento de la verja en 1909. Buen momento para pasar el alquiler del usufructo de suelo municipal linense al Gobierno de Gibraltar: 115 años a x euros metro rústico ocupado, por más de 1 millón de metros, igual a centenares de millones de euros. Y si se construyó en suelo rustico sin licencia el ajuste es al alza. Un buen montón de euros para esa Línea de la Concepción tan necesitada.
Las personas que viven en el Peñón desean lo que cualquiera desearía: “lo mejor” para ellas. Y posiblemente aún no hayan advertido desde la “Roca” que su futuro inmediato pasa por conformar un “nosotros” junto a los habitantes de la Bahía de Algeciras.
Pero estamos en 2023 y hay que encontrar soluciones a tantos siglos de desencuentros. Y ya metidos en campaña electoral hay quienes pueden mirar el presente orientando el futuro y quienes lo perciben desde el pasado. En este segundo caso la confrontación está servida, porque las personas que viven en el Peñón desean lo que cualquiera desearía: “lo mejor” para ellas. Y posiblemente aún no hayan advertido desde la “Roca” que su futuro inmediato pasa por conformar un “nosotros” junto a los habitantes de la Bahía de Algeciras, que no pueden seguir “maltratados” porque reciben muy poco y padecen mucho, precisamente por la colindancia con Gibraltar. El enorme desequilibrio de la renta per cápita es la evidencia de que existe más que un problema. Conviene que los pueblos, que disfrutan de esta bella bahía, concierten un modelo de convivencia que genere beneficios para todas las personas que en ella habitan. El tratado se firmará, pero si no resuelve el contencioso será el preámbulo de otros por venir, con malestares, achaques y enojos. España, cuando ingresó en la UE tuvo que “tragarse” los acuerdos previamente tomados en su seno y en concreto el estatus de Gibraltar, apadrinada por el Reino Unido, que por entonces era parte de la UE. Ahora el Reino Unido no forma parte de la UE y en este momento España hace valer todas sus legítimas aspiraciones. Y como legítimas son todas las aspiraciones de los de un lado y otro de la verja ¿por qué no compatibilizarlas? En campaña, y aunque las negociaciones están en suspenso, volvió a salir el tema de la “armonización fiscal” y es evidente que es un tema de fondo en las negociaciones, junto al control de fronteras, que parece más “simbólico que real”, ya que todos los gobiernos conocen de la necesidad de los controles fronterizos. El tema fiscal requiere imaginación, porque la población gibraltareña no va a asumir de grado un incremento en las Tasas impositivas, pero sí la población española colindante asumiría de grado una reducción de IVA. Y si como el ministro del Interior (que no de Exteriores por mucho que hable de Gibraltar) aventura en afirmar que el Campo de Gibraltar es una zona de hecho de “especial singularidad”, pues que bien vendría que se extendiera la singularidad a un IVA reducido, como por ejemplo gozan en Canarias, en Ceuta y Melilla. Amén de otros países europeos comunitarios como Croacia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Lituania, Luxemburgo, Polonia y Rumanía. Posiblemente contemplar el contencioso de Gibraltar, o el de Ceuta y Melilla, con Marruecos, en un territorio tan, tan, tan extraordinariamente singular como es el que se conforma en torno al Estrecho de Gibraltar, permitiría a todos los países afectados dar respuesta a todos estos retos mediante la creación de un TERRITORIO AUTÓNOMO DE LA UNIÓN EUROPEA. Donde fuese posible armonizar las políticas monetarias, fiscales, jurisdiccionales, internacionales… y todas las personas que en el habitaran mejorarían sin duda su nivel de vida. Pero esta visión en esta campaña electoral tan, tan torticeramente polarizada, es imposible que sea ni siquiera considerada.