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Una modesta participación y las protestas en varias regiones, que forzaron el cierre de decenas de colegios electorales, marcaron las elecciones presidenciales celebradas ayer en Argelia, las primeras desde la dimisión del presidente Buteflika el pasado mes de abril. De acuerdo con la Junta Electoral, la participación oficial fue de un 41,14% de los más de 24 millones de argelinos convocados a las urnas unos 10 puntos menos que en 2014. Está previsto que durante el día de hoy las autoridades anuncien los resultados oficiales. En caso de que ninguno de los cinco candidatos supere el 50%, se celebrará una segunda vuelta dentro de 15 días.
Las elecciones representan la última batalla del pulso entre el nuevo hombre fuerte del Estado argelino, el general Gaidar Salah, jefe del Estado Mayor, y el Hirak, el movimiento de protesta que desde el pasado mes de febrero organiza cada semana movilizaciones multitudinarias para exigir una ruptura radical con el pasado. El Hirak ha pedido el boicot de los comicios porque los cinco aspirantes ocuparon cargos políticos durante el antiguo régimen. Además, consideran que, independientemente del vencedor, el verdadero poder continuará residiendo en manos del Ejército, que ha tutelado el país magrebí desde la consecución de la independencia en 1962.
El Hirak considera que, independientemente del vencedor de las elecciones, el verdadero poder continuará residiendo en manos del Ejército
La cifra de participación, que en las elecciones de ayer era casi más importante que el nombre del vencedor, fue recibido con incredulidad por los activistas del movimiento de protesta. “No me creo ese resultado. Los colegios estaban vacíos. La Junta Electoral no era realmente independiente”, afirmaba el jueves por la noche en un bar de la capital Rafik, un joven que ha participado en el Hirak “desde la primera manifestación”. Esta es la primera vez que una Comisión Electoral independiente, la ANIE por sus siglas en francés, organizaba las elecciones. Anterioremente, corrían a cargo del Ministerio del Interior.
De ser cierta, la participación no sería un resultado bueno para el Hirak, algunos de cuyos activistas habían apostado por una afluencia a las urnas de alrededor del 15%. El movimiento ha sido capaz de sostener admirablemente las movilizaciones pacíficas en las calles durante casi diez meses. En concreto, 42 semanas seguidas. Sin embargo, algunos analistas apuntan que su apoyo es desigual: mientras es mayoritario en la capital y en la región amazig de la Cabilia, en algunas zonas rurales del sur y del oeste del país sería bastante menor. En estas zonas es donde se registró una mayor participación.
De ser cierta, la participación no sería un resultado bueno para el Hirak, algunos de cuyos activistas habían apostado por una afluencia a las urnas de alrededor del 15%
A media mañana del jueves, en el instituto Pasteur, en una zona de clase media de la capital, apenas se veían electores, la mayoría de edad avanzada. Para todo el colegio, de cuatro mesas y con una docena de mesas, sólo está el representante de dos candidatos: el ex primer ministro Ali Benflis, y Ezzedin Mihoubi, el candidato favorito de los generales, según los rumores que circulan entre los círculos periodísticos de Argel. Sin embargo, dos horas después del cierre de las urnas fue el también veterano ex primer ministro Abdelmajid Tebboune, de perfil tecnócrata, el que reclamó una abultada victoria del 64%. Bastante por encima del 58% que el jefe de la Autoridad Nacional Electoral Independiente, Mohamed Charfi, ha anunciado este viernes en rueda de prensa. Una cifra que sin embargo es suficiente para evitar una segunda vuelta.
“He venido a votar porque el país necesita estabilidad. Las manifestaciones son malas para la economía. Además, nosotros ya tenemos nuestros derechos políticos y sociales, no nos hacen falta más”, sostiene en Jefal, un jubilado de 75 años que se ha decantado por Abdeljamid Tebboune. “Es un político veterano, un tecnócrata. No quiero nadie con pertenencia a un partido”, añade este elector, que ha ejercido su derecho a voto en todos los comicios anteriores.
Durante toda la mañana, cientos de manifestantes y policías antidisturbios estuvieron jugando al gato y al ratón en el centro de Argel, donde se han arrestado a varias personas que proferían consignas contrarias a las elecciones. Sin embargo, a medida que avanzaba el día, fueron convergiendo en el centro de la capital marchas salidas de las barriadas hasta congregar decenas de miles de personas. La policía, desbordada, tuvo que optar por permitir las protestas, que adoptaron un carácter festivo. Por la noche, otra vez alterado el equilibrio de fuerzas, volvieron las cargas y los arrestos. Probablemente, la mayoría de los detenidos serán puestos en libertad horas después, la práctica habitual de las últimas semanas. Según el Comité para la Liberación de los Presos, más de 300 personas se hallan encarceladas por su participación en las protestas.
Durante toda la mañana, cientos de manifestantes y policías antidisturbios estuvieron jugando al gato y al ratón en el centro de Argel
Yazid, un joven contable, asistió a la concentración con cinco amigos de infancia, todos optaron por boicotear los comicios. "Hoy sólo votarán sólo los corruptos, o los funcionarios que se vieron obligados. En el trabajo de mi mujer, una empresa pública, el jefe intentó obligar a los empleados a cederle su voto por procuración. Dijo que recibía órdenes de altos funcionarios. Ella rechazó, así que ya sabemos que nunca la ascenderán ", comenta resignado. "Nosotros sí queremos votar, pero en un ambiente adecuado, cuando se respeten realmente los derechos de expresión y reunión", interviene un amigo suyo, en Boudru, un ingeniero que ronda la treintena.
La región de la Cabilia, con una larga tradición de revueltas, fue la zona donde el proceso electoral se enfrentó a unos obstáculos más serios. A Bouira, un grupo de activistas asaltó y prendió fuego a la sede de la Anie, la Junta Electoral, que decidió suspender la votación en todas las escuelas Tizi Ouzou, una capital de provicia. En otros pueblos de la zona, los activistas tapiaron las puertas de los colegios para impedir la entrada a los electores. En un vídeo que circulaba en las redes sociales, se podía ver a varios ciudadanos lanzando las urnas en el patio de una escuela de la provincia de Bejaia.
Dada la baja participación y la intensidad de las protestas, el nuevo presidente contará con una débil legitimidad. Por lo tanto, difícilmente estas elecciones servirán para devolver la estabilidad al país, tal como pretendía el Gobierno.