Consumo
Cáscaras de plástico en tu supermercado

El 40% de la demanda de plástico en Europa tiene como objetivo el envasado de alimentos, pero las incipientes normativas en marcha para reducir el consumo de este material se han olvidado de una parte importante: los utilizados para empaquetar productos a granel.

Fruta envasada en bandejas de plástico
Fruta envasada en bandejas de plástico Kike Castro

Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @pablorcebo.bsky.social, pablo.rivas@elsaltodiario.com

6 oct 2018 07:01

Cuatro manzanas en una bandeja de poliespán, cubiertas por papel film plástico, con una pegatina en la que se encuentra el código de barras que permite que ese paquete entre al carrito y pase directamente por caja. Parece normal, pero hace solo unos años no era así. Cuñas de queso ya cortado, paquetes de embutido en lonchas cerrados y plastificados a los que el supermercado añade una bandeja de poliespán —todo envuelto de nuevo en film— para que, ante la posibilidad de no acabar el paquete, el consumidor guarde el embutido en dicha bandeja… El culmen de todo esto llega con naranjas peladas y envueltas para su degustación sin necesidad de pelarlas. Como si las naranjas no tuviesen ya su propio envoltorio natural que las protege. 

El estudio Unwrapped, de la organización Zero Waste Europe, señala que “los niveles de generación de residuos alimentarios y de plásticos per cápita en Europa son los más altos a escala mundial”. En concreto, mientras que los primeros se han duplicado entre 2004 y 2014, hasta alcanzar los 30 millones de toneladas en la Unión Europea —fruto de los estándares de envasado, la cultura del consumo y la exigencia de calidades, entre otros factores—, los segundos llegaban a 15 millones de envases plásticos. 

En el continente, el 40% de la demanda de plástico es para el embalaje de alimentos, aproximadamente 20 millones de toneladas al año se utilizan para este fin. En total, 140 kg de material plástico por habitante y año en Estados Unidos y Europa, según Amigos de la Tierra. 

“Actualmente, en España solo regulamos las bolsas, nos hemos olvidado de los demás plásticos”, se lamenta Alodia Pérez

El plástico está en la mira de los grupos ecologistas y el debate sobre su limitación está llegando poco a poco a las instituciones. De hecho, ya se ha introducido en algunas normativas europeas, estatales y autonómicas. Sin embargo, no todos los tipos de plástico están en el centro del diálogo. Esa bandeja que te has llevado a casa con fruta o verdura es uno de esos materiales olvidados, o casi. 

Primer intento

Esta semana Unidos Podemos, a instancia de Equo, presentaba una proposición no de ley (PNL) en el Congreso “relativa a la eliminación de los envases de plástico en los alimentos con venta a granel”. El objetivo es conseguir un marco normativo para sacar estos envoltorios de tiendas y supermercados antes de 2020 y “exigir a los supermercados y grandes superficies que proporcionen alternativas sostenibles para comprar sus productos de alimentación y que fomenten la venta a granel”.

La PNL también plantea implementar un sistema de Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) para que esas grandes superficies “asuman su responsabilidad social y medioambiental respecto al ciclo de vida completo de sus productos y envases, y exigir lo mismo a los proveedores”.

Es el primer intento estatal de rebajar este tipo de materiales mediante su reglamentación. “Actualmente, en España solo regulamos las bolsas, nos hemos olvidado de los demás plásticos”, lamenta Alodia Pérez, responsable del área de Recursos Naturales y Residuos de Amigos de la Tierra. Desde el 1 de julio está prohibida la entrega gratuita de bolsas de plástico ligeras (con un espesor entre 15 y 50 micras), las habituales en la línea de caja.

La ley establece, además, que a partir de 2020 estas deberán ser compostables, mientras que las gruesas deberán contener al menos un 50% de plástico reciclado. No será hasta 2021 cuando le llegue el turno a las muy ligeras (con un espesor entre 15 y 50 micras), esas en las que se introducen frutas y verduras en los autoservicios de los supermercados o en las que se entregan carnes y pescados: quedarán prohibidas salvo que sean de plástico compostable.

Greenpeace señala que la producción de plásticos podría alcanzar en 2020 los 500 millones de toneladas, un 900% más que en 1980

Desde las organizaciones ecologistas, sin embargo, critican el modelo adoptado. “Nuestra propuesta es que no se diera la opción de sustituir un material por otro porque entonces no cambia el modelo de consumo, vamos a seguir con el problema que tenemos ahora y van a seguir apareciendo bolsas en los océanos”, sostiene Pérez. Océanos que, según datos de Greenpeace, reciben cada año hasta 12 millones de toneladas de basura plástica, una cantidad que podría aumentar si, como señala la ONG, la producción alcanza en 2020 a los 500 millones de toneladas, un 900% más que en 1980.

Además, la responsable recuerda que “las bolsas biodegradables que existen hoy tienen plástico, orgánico y también proveniente de petróleo, porque no son lo suficientemente resistentes”. Así, en su opinión, “los bioplásticos no solucionan el problema porque, además de contener plástico, si no están en las condiciones adecuadas tampoco se compostan y a menudo esas condiciones de humedad relativa y temperatura son difíciles de alcanzar”, añade. La necesidad de destinar cultivos dedicados a la alimentación como la patata, el maíz o la caña de azúcar a la fabricación de este tipo de materiales es otra de las consecuencias negativas que señalan las organizaciones en defensa del medio ambiente.

propuesta insuficiente

En Europa, la norma que supondrá un antes y un después es la directiva europea sobre plásticos que será debatida este mes en la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo y pretende ser aprobada antes de las próximas elecciones de mayo. La Comisión presentó a finales del pasado mayo su propuesta, que se centraba en “los diez productos de plástico de un solo uso y de las artes de pesca —bastoncillos, cubertería, vajilla, pajitas, agitadores de bebidas y palitos de globos, entre otros— que, juntos, representan el 70% de la basura marina en Europa”, según señalaba el propio organismo.

Vista como un paso adelante por las organizaciones ambientalistas, estas remarcaban, sin embargo, la falta de ambición de la propuesta por su vaguedad, falta de concreción y por la posibilidad de dejar a los Estados las competencias sobre los objetivos finales, además de por dejar fuera gran parte de los objetos y materiales que no se encuentren entre esos diez productos. Los envoltorios de los productos a granel, por supuesto, no se tocan.

El Congreso aprobaba en septiembre una moción de Unidos Podemos en la que pedía que el Ejecutivo una “estrategia nacional” para reducir los plásticos de un solo uso

Tampoco hablan de estas bandejas y envoltorios dos leyes autonómicas pioneras en España: la Ley de Residuos de Navarra aprobada en junio, que pone especial énfasis en los plásticos de un solo uso, y la que se está debatiendo en el Parlament balear. Pérez señala que la Estrategia Europea sobre Plásticos “sí está planteando opciones que se pueden hacer para reducir todo tipo de plásticos”, así como los problemas de sustituir plástico normal por biodegradable, “pero es una estrategia no vinculante”.

Reciclaje
Ecoembes, un negocio poco eco
VV.AA.
Ecoembes, la empresa que monopoliza el reciclaje de envases, se beneficia de un modelo de gestión poco ecológico y eficiente pero muy lucrativo.

Por otro lado, el Congreso aprobaba el pasado 25 de septiembre una moción de Unidos Podemos en la que pedía al Ejecutivo una “estrategia nacional” para reducir los plásticos de un solo uso y conseguir un 100% de envases reutilizables para 2030. La moción ponía también el foco en Ecoembes, el monopolio a cargo del sistema integrado de gestión (SIG) de envases actual —que solo consigue tasas de reciclado del 30%— y pedía que la gestión de estos materiales se abriese a otras fórmulas, como los Sistemas de Depósito Devolución y Retorno (SDDR) que funcionan en países como Alemania, Dinamarca, Finlandia o Noruega.

plastic attacks 

Mientras los debates parlamentarios arrancan, en las puertas de algunas grandes superficies de Galiza, La Rioja y la Comunidad de Madrid se han registrado acciones reivindicativas para acabar con los plásticos que salen de los supermercados. Amigos de la Tierra está llevando a cabo estas semanas una serie de Plastic Attacks, que consisten en devolver a una gran superficie los envases que ha vendido. “Porque solo queremos el producto, no el envase”, señala Pérez.

La responsable de Amigos de la Tierra explica que estas acciones, enmarcadas en la campaña internacional Plastics Off, son “una llamada de atención a los responsables; empresas, sector político y ciudadanía, poniendo el foco en los responsables iniciales: fabricantes y supermercados, que van muy ligados”.

La proposición no de ley de Unidos Podemos hace hincapié en esto último al buscar implementar un sistema de Responsabilidad Ampliada del Productor para supermercados y grandes superficies, algo que apoyan los ecologistas. “Muchos supermercados son fabricantes también, porque sus marcas blancas son de ellos”, señala Pérez. Además, añade, “es el modelo del supermercado el que decide muchas veces cómo se envasa un producto, ya que el envasador envasa en función de cómo se vaya a vender, y es el súper el que dicta esto”.

De hecho, los supermercados y las grandes superficies se encuentran entre los principales opositores a que haya cambios en la normativa. Es lo que ha pasado en Balears, donde la Confederación de Asociaciones Empresariales de las Baleares, la Federación Hotelera y la Asociación Nacional Grandes de Empresas de Distribución rechazan gran parte de la nueva ley de Residuos.

Alodia Pérez: “Los bioplásticos no solucionan el problema porque, además de contener plástico, si no están en las condiciones adecuadas tampoco se compostan”

“Una de las propuestas que defendemos desde hace tiempo, los SDDR, tendría una buena respuesta para muchos residuos, no solo envases, al ponerle un valor económico al residuo al ser devuelto. Se evitaría su abandono y se incrementarían las tasas de recogidas, pero los supermercados son algunos de los principales opositores porque ellos tendrían que ser un elemento muy importante del sistema”, expone Pérez. La responsable apunta, sin embargo, que en países como Alemania o Noruega, conocidas cadenas de supermercados consiguen “un porcentaje significativo” al vender los envases que reciben mediante SDDR.

La campaña no busca solo incidir en las productoras, envasadoras y grandes superficies. “La idea es exigir también a los sectores políticos que cambien la legislación para forzar un cambio de conducta y de modelo de consumo”, expone la responsable. También buscan que la ciudadanía aporte su grano de arena: “Que tengan en cuenta en sus decisiones los efectos de comprar mucho producto envasado y comer en cubiertos y vasos de plástico, así como que se organicen para pedir tanto a empresas como a los políticos un cambio”. Sin embargo, matiza que no se puede poner el foco de responsabilidad en los consumidores, “porque si el consumo en general y la manera de vender no cambian, no va a cambiar nada”.

De forma paralela a los Plastic Attacks, organizaciones ecologistas de todo el globo van a realizando recogidas de residuos para realizar una auditoría de marcas. “Queremos saber cuáles a nivel global son responsables de esta contaminación”, indica Pérez. En total, se han hecho 232 recogidas en 42 países, cuyos resultados se publicarán el 9 de octubre. 

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