Ecologismo
Patatas

“Patatas” es uno de los relatos finalistas del I Certamen de relatos ecotópicos de Ecologistas en Acción.
Patatas
Patatas Wikipedia
23 feb 2024 06:00

Algún lugar del Cantábrico, 2045

Zomia[1] observaba las matas de patatas. En toda la maraña de vegetación que llamaban huerto, sólo un ojo experto era capaz de distinguir las distintas plantas que cultivaban. Rábanos, acelgas y cebollas se camuflaban entre ortigas, dientes de león y malvas. Todo junto sin orden y concierto. O mejor dicho, con un orden y concierto superior[2].

Pero incluso un ojo inexperto habría localizado las plantas de patatas, tan altivas a comienzo del verano. O lo que hubiera sido verano, porque ahora las estaciones habían desaparecido. Pero las patatas permanecían fieles, creciendo todo el año si el suelo y el entorno era favorable. No tenían una producción de toneladas, muchas se las comían los bichos, pero la maraña vegetal, que incluía una maraña microbiana, evitaba que las plagas devoraran todo. Las heladas eran también cosa del pasado.

Al permanecer bajo tierra, se evitaban los saqueos y pillajes. Nadie iba a ir hasta ese pueblo perdido en las montañas a doblar el lomo para robarles las patatas. Si se hubiera tratado de un silo con grano, tal vez. “No hay nada mejor que algo que está bajo tierra y se pudre pronto, la pesadilla del recaudador de impuestos”. Algo así decía su padre.

Su padre fue un trabajador de oficina toda su vida. Ahora le tocaría jubilarse, si tal cosa existiera. Pero tenía en sus huesos la pasión por las plantas, tal vez heredada de sus abuelos agricultores, o de los mapaches fluorescentes, quién sabe. Había sido uno de esos ‘locos’ alarmando sobre el cambio climático, la crisis fósil, la necesidad de adaptarse. Pero también tenía que ganarse las patatas, así que seguía con su trabajo de oficina, haciendo lo que podía por el cambio climático. Que era poco, porque por cualquier cosa te detenían o te despedían.

Cuando todo el mundo buscaba hipoteca para un piso en la ciudad, su padre compró una vieja cuadra en el Norte, muy barata, y la fue preparando como hogar. La excusa familiar era la de tener un sitio de veraneo, pero para su padre era un plan B. Allí iba plantando árboles, preparando el terreno. Un año plantó robles y nogales. En el pueblo le dijeron que para qué plantaba eso, si era de crecimiento muy lento. Él respondió: “por eso, mejor empezar cuanto antes”.

Entonces todo hizo crac. No es que no llevara crujiendo todo desde hacía décadas, pero ahora hizo crac de verdad en la cara de los españoles. La sequía había eliminado a la mitad de las cabezas de ganado, una guerra remota había puesto el pan por las nubes, y ya todo el mundo había experimentado el terror de una riada dentro su coche, o de salir de casa corriendo por el fuego que se acerca. Igual todo eso no habría sido suficiente, pero el punto final fue cuando la gasolina se puso a 10 euros el litro. Game over.

Empezaron los nervios, las cosas feas, y también las cosas bonitas. Zomia no quería recordar mucho esa década, baste decir que la complejidad cambió: ya no había sólo una megamáquina ultra compleja, ahora había una compleja maraña de sociedades y adaptaciones. Algo como lo que pasaba en su huerto. De un estado capitalista omnipotente habíamos pasado a: un estado capitalista impotente, varios otros estados independizados, algunas ciudades-estado, decenas de aldeas feudales con señores de la guerra o fundamentalistas religiosos, y cientos de enclaves anarco-comunistas, eco-feministas, o qué sé yo. La complejidad había aumentado a la vez que se había reducido. El ser humano había vuelto a imaginarse los mil y un modos de vivir en sociedad.

Ya había pasado en Siria en 2014, donde un dictador se arrastraba en un estado fallido, mientras otras porciones del país permanecían en manos de estados extranjeros, rebeldes, fundamentalistas islámicos y una suerte de ecotopía kurda[3]. Sequía → falta de petróleo → hambre → guerra → las mil cosas.

Las mil cosas no fueron guays en Europa, como no lo habían sido en ningún otro sitio del mundo. Zomia prefería no recordar mucho ese periodo: todo se fue de madre. Todo menos las madres.

Su madre. Ella vivió previamente al crac en el estado mental por defecto: mirar para otro lado. Mirar de frente al abismo resultaba terrorífico. Su padre vivió el otro estado mental, minoritario: ansiedad ante la realidad que veía y la disonancia cognitiva con la fantasía social en la que vivía. Don’t pretend you can’t hear[4]. Sin embargo, cuanto todo hizo crac, su padre, teóricamente más preparado, se vino abajo, mientras que su madre tomó las riendas con firmeza. No fue algo inmediato. En la vorágine inicial, la adrenalina movió a todos a repensar todo. Pero la resaca fue peor para su padre. Los hombres en general recurrieron a menudo al suicidio, a la guerra (otra forma de suicidio), a la violencia generalizada[5], o a la depresión. Las mujeres, como suele pasar, se pusieron a tirar del carro. “La historia no acaba aquí”, decía su madre, y salía con la azada al hombro. Y efectivamente, la historia empezaba allí.

Se dice que se desplegó una guerra civil a cuatro bandos. Siguiendo las viejas etiquetas: socialistas por un lado, fascistas por otro. Independentistas por otro. Y la Naturaleza por otro. En una gran batalla cerca de Madrid, una tromba de agua salvaje arrasó a todos los contendientes. En Barcelona, la ciudad se rindió tras la hambruna provocada por la sequía persistente. Los invasores, victoriosos, entraron en la ciudad para morir poco después de hambre también.

Mucha gente evitó la guerra, por omisión o por evasión. En el Norte y en el Sur ocurrió una especie de revolución silenciosa. Lo que se dio en conocer como la ‘C’ o la ‘celtibérica’, una región que comprendía la cornisa cantábrica más León, Zamora, Salamanca, Extremadura. Zonas del Portugal interior y Andalucía irían uniéndose. Se trataba de una zona vacía, con pocos recursos estratégicos, así que esquivó lo peor de la guerra. Además, el cambio climático fue ligeramente más benévolo con esta parte de la península. No es que no hubiera expolio y destrozo, sobre todo el arrase de árboles cuando todavía hacía un poco de frío en invierno, y la gente aún creía que estar en camiseta en su casa significaba algo. Pero cuando la complejidad de la máquina cayó, mucho del expolio se volvió inútil o ruinoso. Otro tema eran las masas de desplazados climáticos. Los primeros en llegar habían sido los más concienciados, como el padre de Zomia, y fueron logrando mantener una especie de orden, o federación, o red de aldeas, de un corte ecologista que lograron prosperar con poblaciones modestas pero crecientes. Por prosperar me refiero a lograr sobrevivir, con poco, y con todos los esfuerzos puestos en reparar los ecosistemas, no en volver a pisar el acelerador.

Se sabía que en el Neolítico hubo un nivel de complejidad muy alto, que la agricultura era conocida pero no una obligación, al igual que las jerarquías[6]. Algo parecido es lo que se estaba desplegando. Una red amplia de pueblos y ciudades pequeños, conectados a pie o en bicicleta, donde la tecnología se usaba, pero no mucho; la agricultura se usaba, pero no mucho; la jerarquía se usaba, pero no mucho. Esta red no se parecía a un estado, nadie podía imponer su criterio a distancia, y apenas lo podía hacer en casa. El aspecto más valorado de la libertad era la libertad de no obedecer. Se consideraba a toda persona única, así que era imposible compararse con nadie, no había modo de considerar a nadie superior.

Por supuesto, ni la red ni estas ideas eran homogéneas, se parecía más a un queso gruyer salpicado por ciudades-estado alejadas de estos conceptos. Algunas de corte comunista, otras de corte capitalista, otras nacionalcatólicas. Todas las opciones bregaban como podían con unos niveles de complejidad decrecientes. La madre de Zomia decía que, eventualmente, serían todas como la ‘C’, porque allí ya habían aceptado tocar fondo. “Pierde, pierde, pierde, hasta que no tengas nada que perder, entonces lo habrás ganado todo”. Al parecer era una antigua regla en el arte del TaiChi, que practicaba su padre, y que más allá de una interpretación derrotista cristiana, era una forma de entender el equilibrio en el mundo y aprovechar sus fluctuaciones.

Zomia se estaba acostumbrando a estas ideas, a mirar el huerto y no tratar de clasificarlo, no tratar de entenderlo como un conjunto de partes, sino como una parte del conjunto. Zomia continuó observando las matas de patatas.

NOTAS

[1] Zomia es el nombre que recibe el área del sudeste asiático continental, un área montañosa de difícil acceso que resistió (resiste) los envites de los imperios indios y chinos desde hace siglos. Scott, James C. The Art of Not Being Governed. Yale University Press. 2009.

[2] Masanobu Fukuoka. La Revolución de una Brizna de Paja. EcoHabitar. 2011.

[3] Mapa del conflicto en Siria:  https://syria.liveuamap.com/es 

[4] Estribillo de la canción Manifest, de Andrew Bird. 2019. https://www.youtube.com/watch?v=Pv68Kivrl5g 

[5] “Sé el verdugo, sé la rata, y será el tuyo un dulce desangrar”. Big Crunch. Canción de Nacho Vegas. 2022.

[6] Hay pruebas arqueológicas de ciudades y sociedades complejas que no necesariamente recurrían a la agricultura, ni a las jerarquías o al esclavismo: los mega-yacimientos de Ucrania, la ciudad de Catalhoyuk en Turquía, el primer Uruk en Oriente Medio. Para más información, leer David Graeber y David Wengrow. El amanecer de todo. Ariel, 2022.

Arquivado en: Ecologismo
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Huelva
Doñana Impunidad judicial y pozos sin cerrar: los regadíos ilegales siguen amenazando Doñana
Más de 1.800 hectáreas se siguen regando de forma ilegal en el entorno del Parque Nacional ubicado en la provincia de Huelva, destinados a regar 30.000 toneladas de fresas y frutos rojos.
Ecologismo
Impactos y características del Lyocell. Lyocell y Altri.
Lyocell, ¿fibra eco o nuevo giro de greenwashing de la industria textil?
Infraestructuras
Infraestructuras El Gobierno español ordena iniciar los sondeos del TAV en Otxobi (Navarra) sin notificarlo al ayuntamiento
Alegan estar en terrenos de ADIF, aunque técnicos municipales defienden que deben pedir permiso o informar a los consistorios por el uso de maquinaria pesada en pistas municipales
Genocidio
Genocidio El TPI emite la orden de detención contra Netanyahu y Gallant por crímenes de guerra
La Sala de Cuestiones Preliminares del TPI rechaza las impugnaciones de competencia formuladas por el Estado de Israel y emite órdenes de arresto contra Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Los sindicatos denuncian a la Comunidad de Madrid por exponer a sus sanitarios a “gravísimos” riesgos
Solicitan la mayor indemnización económica pedida contra una administración por no contar con un verdadero plan de prevención de riesgos laborales para atención primaria.
COP29
Cumbre del clima La COP29 encara su última jornada con un final agónico sin acuerdo en los temas clave
Los borradores de los textos de negociación sobre la mesa quedan muy lejos de un acuerdo sobre financiación climática en línea con las necesidades para que el planeta no rebase los 1,5ºC de calentamiento medio.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Estados Unidos aprueba la “ley más peligrosa para las libertades” desde la Patriot Act
En Gaza, Cisjordania y Líbano, nuevos ataques israelíes dejan más de un centenar de muertos. En Washington, el Congreso aprueba una ley que permite quitar fondos a ONG, universidades y colectivos sin pruebas ni un proceso transparente.
Barcelona
Derecho a la vivienda El hartazgo por la vivienda impagable se da cita este 23 de noviembre en Barcelona
El amplio movimiento por la vivienda catalán, sindicatos y organizaciones vecinales, sociales y soberanistas demandan soluciones urgentes ante una crisis de vivienda sin solución a la vista

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Opinión
Opinión Non sempre ter moitas luces é sinónimo de intelixencia
Que impacto ecolóxico e social produce a iluminación do Nadal de Vigo? A cidade sofre máis aló da masificación, o caos de tráfico, as molestias á veciñanza, o malgasto ou os recortes en orzamentos de emerxencia social.
Más noticias
Crisis climática
Informe de Unicef El cambio climático multiplicará por tres la exposición de los niños y niñas a las inundaciones para 2050
Es la proyección que hace Unicef en su informe 'El Estado Mundial de la Infancia 2024'. La exposición a olas de calor extremas será ocho veces mayor para 2050 respecto a la década del 2000. “El futuro de todos los niños y las niñas está en peligro”, advierte la agencia de la ONU.
Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.
Unión Europea
Unión Europea La ultraderecha europea, ante la victoria de Trump
El triunfo de Donald Trump da alas a todas las formaciones ultraderechistas de Europa y del resto del mundo, que han visto cómo el millonario republicano ha conseguido volver a ganar las elecciones sin moderar un ápice su discurso.
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.

Recomendadas

València
Exclusiva El Gobierno de València contrata 12,9 millones en obras de la dana a una constructora investigada por pagos al cuñado de Barberá
La Generalitat Valenciana ha hecho el encargo a Ocide, una empresa cuya matriz está siendo investigada en el caso Azud por pagos “de naturaleza ilícita” al abogado José María Corbín a cambio de contratos adjudicados por el Ayuntamiento de València.
Galego
Dereitos lingüísticos Miles de persoas desbordan a praza da Quintana para mudar o rumbo da lingua galega
A Plataforma Queremos Galego, que convocou esta mobilización, sinala unha nova data para outro acto protesta: o vindeiro 23 de febreiro na praza do Obradoiro, en Santiago de Compostela.