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Las Kellys
Vuelta al turismo de los años 70 bajo la precariedad laboral del siglo XXI
El sector de la hostelería enfrenta una crisis económica sin precedentes en las últimas décadas. España, el segundo país del mundo que más turistas recibe, es uno de los más afectados por la crisis sanitaria. Si la situación de las camareras de piso ya era precaria, ahora miles de mujeres temen todavía más los efectos del coronavirus en sus vidas, pero también coinciden en que el panorama se presenta como una oportunidad para transformar el turismo.
Vania Arana ocupa estos días parte de su jornada en hacer cosas de la casa, algo de ejercicio o aprender nuevas recetas pero, probablemente, de no haber logrado aquella victoria hace dos años ahora no podría estar permitiéndose una mínima estabilidad económica y emocional. Arana es una de las camareras de piso incluidas en el expediente de regulación temporal del empleo (ERTE) de su empresa, pero lo es porque en septiembre de 2018 las entonces externalizadas empleadas del Hotel Hilton Diagonal del Mar (Barcelona) lograron que la multinacional que gestionaba el complejo las incorporara a su plantilla. De no haber ejercido presión colectiva entonces, ahora se encontraría en la misma situación de incertidumbre que azota a las camareras de piso en España que han quedado fuera de los ERTE y en la desprotección más absoluta.
No son pocas. En todo el Estado, el sector turístico emplea, de manera directa o indirecta, a 1,4 millones de personas de las cuales casi 400.000 trabajan en los hoteles, según un informe de Comisiones Obreras. El mismo estudio destaca que, entre ellas, casi cuatro de cada diez son personal de piso, la mayoría mujeres. Hay unas 140.000 kellys afectadas, de manera más o menos dramática, por la pandemia, pero la precariedad laboral de estas mujeres —cuyos ingresos suponen, a menudo, un sustento fundamental en las economías familiares— era denunciada mucho antes de la irrupción del covid-19. El virus ha dado la razón a sus argumentos.
los erte no llegan a todas
Dentro de las camareras de piso, es especialmente grave la situación en la que han quedado decenas de miles de kellys que no han entrado en los ERTE por ser empleadas externalizadas, eventuales o, en algunos casos, fijas discontinuas. Aunque no existen datos a nivel estatal de cuántas camareras de piso están externalizadas —las kellys aseguran que es una realidad muy frecuente en el colectivo, especialmente en las grandes capitales de la península— o a cuánto asciende la cifra de fijas discontinuas, sí hay algunos sondeos oficiales que pueden acercar la realidad del sector.
Por ejemplo, la encuesta de ocupación hotelera del INE revela que, en 2018 por estas fechas, un total 60.000 personas empleadas —de 200.000— en establecimientos hoteleros eran personal eventual, y un informe del INVASSAT de la Generalitat Valenciana en el mismo año concluía que dos de cada diez empresas no tienen a todas las camareras de piso en plantilla, a pesar de que es un servicio estructural que no debería poder externalizarse, tal y como ha confirmado el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) en varias sentencias, recuerda Ángela Muñoz, portavoz de las kellys en Madrid.
La encuesta de ocupación hotelera del INE revela que, en 2018 por estas fechas, 60.000 de las 200.000 personas empleadas en establecimientos hoteleros eran personal eventual
Esta camarera de piso se remonta al momento en el que los convenios de empresa pasaron a tener prioridad sobre los del sector. “Empezamos a sufrir bajadas de salarios de un 40%”, rememora Muñoz. Vania Arana sitúa en el año 2012 como origen del problema: “Antes todos los hoteles tenían en plantilla a las camareras, pero a un empresario se le ocurrió contratar a una empresa externa y vio que era estrategia ideal para sus beneficios”. La portavoz de las kellys de Barcelona explica que antes, cuando trabajadoras de este tipo de empresa eran llamadas puntualmente a trabajar en los hoteles, ganaban entre cuatro a seis euros por habitación, pero que con la reforma laboral este importe se redujo a más de la mitad y el número de habitaciones se duplicaron.
Así que muchos empresarios, cuenta Arana, adoptaron este sistema de externalización y empezaron a enriquecerse “mucho más rápido y de manera fraudulenta”. Las empresas multiservicio o de empleo temporal proliferaron y los hoteles empezaron a redactar sus propios convenios. “No estamos en contra de las empresas externalizadas, porque entendemos que puedan cumplir su función para, por ejemplo, el servicio de socorrista en los hoteles. Estamos en contra de que se externalice sectores estructurales como es el de camareras de piso, imprescindibles para que funcione el hotel”, puntualiza Esther Salinas, portavoz de las kellys de Sevilla.
Arana apunta, también, otra cuestión: “No es solo un problema de sobrecarga o precariedad laboral, es también el trato vejatorio que te dan como externalizada. A veces hasta tus compañeros de hotel te tratan como si fueras una trabajadora de segunda categoría”, rememora la camarera de piso de Barcelona. “Que no se nos olvide que en este país, en el que los hoteleros tienen unas ganancias desorbitadas, nosotras tenemos que luchar porque nos dejen beber agua en el trabajo”, advierte.
Las Kellys
Las kellys le plantan cara a la precariedad
Esta camarera de piso hace referencia en este punto a la reclamada —“durante años y con mucha insistencia”— modificación del artículo 42.1 del Estatuto de Trabajadores para prohibir la externalización de las camareras de piso, una de las medidas que proponen en la “Ley Kelly” que consiguieron llevar a Bruselas. “Ha estado guardada durante años en un cajón y Yolanda Díaz prometió este año que se modificaría ese apartado, que tenían que llegar a un acuerdo con la patronal”, contextualiza Arana, “pero, ¿qué es lo que tienen que negociar? Esto no es un acuerdo, es una ley que ya estaba pero que los empresarios han degradado, y cuya modificación urge. Fíjate lo que se hubiera ganado: al menos unas 60.000 trabajadoras eventuales y externalizadas, sin contar aquellas a las que las empresas ponen como les da la gana aunque sean camareras de piso (auxiliares de limpieza, ayudantes…), no estarían ahora tan desprotegidas”.
Ángela Muñoz explica que en Madrid la externalización es una práctica muy extendida. Muñoz asegura que ha recorrido con sus compañeras los hoteles que van de Plaza de España a Cibeles y, en esos dos kilómetros llenos de alojamientos, solo han encontrado dos que no funcionen con externalizaciones. El colectivo calcula que, en la capital, aproximadamente un 60% de los contratos ofrecidos a camareras de piso están externalizados. Opuestamente, las islas Canarias y las Baleares prohíben por convenio la externalización del sector de piso en los hoteles, aunque la excepción presenta matices.
“Yolanda Díaz prometió este año que se modificaría el artículo 42.1 del Estatuto de Trabajadores, pero que tenían que llegar a un acuerdo con la patronal, ¿pero qué es lo que tienen que negociar si lo que pedimos es que la ley se cumpla?”, afirma Arana
Cómo será el futuro inmediato del sector hotelero cuando se levante el estado de alarma es todavía una incógnita y previsiblemente presentará particularidades según el territorio —ciudades costeras ya empiezan a recibir reservas para el mes de agosto, principalmente de turistas nacionales—, pero en general no se vaticina nada esperanzador. Ya no solo para los empresarios si no, sobre todo, para las miles de personas que se están viendo obligadas a acudir a los servicios sociales con independencia de dónde residan.
Parar sin derecho a paro
La cancelación, el pasado 12 de febrero, del World Mobile Congress, un evento que preveía reunir a millones de visitantes en Barcelona, dejó en la calle a miles de trabajadoras que iban a responder a esa ocupación hotelera, pero los establecimientos de Benidorm fueron pioneros en echar el cierre. “Sucedió en tiempo récord. De un día para otro, un lugar como Benidorm pasó a ser una ciudad fantasma”, narra Yolanda García, portavoz de las kellys Benidorm-Marina Baixa. García explica que, en el caso de esta comarca alicantina, muchos ocupantes de los hoteles acostumbran a ser participantes en viajes del Imserso, que al inicio de la pandemia vaciaron sus habitaciones. “Ante la baja ocupación, las empresas empezaron dando vacaciones a las trabajadoras fijas, y también a hacer despidos improcedentes a eventuales y externalizadas”, asegura.
Coronavirus
La incertidumbre laboral por el coronavirus se ensaña con las kellys
La crisis del coronavirus está teniendo un efecto devastador en el sector de las camareras de piso: a las prácticas de algunas empresas, que evitan aplicar ERTEs a las empleadas más desprotegidas, se suma la incertidumbre sobre una ocupación hotelera de la que dependen miles de puestos de trabajo.
“Marzo y abril es aquí el agosto”, ilustra Salinas sobre Sevilla. La Semana Santa y la multitudinaria Feria de Abril incrementa considerablemente los niveles de ocupación hotelera en Andalucía. “Aquí venimos de la temporada baja, así que muchas compañeras eventuales han estado consumiendo su desempleo estos meses esperando volver a trabajar ahora”, explica la portavoz de las kellys sevillanas. “El problema es que en este sector, ante 365 días de alta inseguridad social, te corresponde una prestación contributiva de cuatro meses”. Se refiere a los contratos encadenados y a lo que las camareras de piso han bautizado como “eventualidad fraudulenta”, ya que pueden trabajar durante muchos años en la misma empresa con ese tipo de condiciones. “Se abusa mucho de la eventualidad entre las camareras de piso. No es una eventualidad real, porque normalmente trabajan diez meses al año”, explica Yolanda García.
“Conozco a muchas eventuales o discontinuas que ahora están pidiendo las subvenciones familiares”, explica Salinas. “Y no es justo que se tengan que acoger a una renta básica, porque deberían estar en el ERTE ya que son trabajadoras de la empresa y si no fuera por el coronavirus estarían trabajando”, insiste Salinas. En el caso de Benidorm, el Ayuntamiento está dando unas ayudas de 200 euros durante tres meses. “Muchísima gente las está solicitando. En un pueblo que depende tanto del turismo y donde los empleos son tan precarios, son muchas las personas que las necesitan”, explica la portavoz de la asociación alicantina.
“Se abusa mucho de la eventualidad entre las camareras de piso. No es una eventualidad real, porque aquí normalmente trabajan diez meses al año”, explica la portavoz de las kellys de Benidorm
Las kellys recuerdan que algunas camareras de piso, incluso las afectadas por ERTE, han estado semanas sin ingresar absolutamente nada. Pero en Madrid y Barcelona, donde la externalización es una práctica muy común, la situación de desamparo es sencillamente “dramática”: “Una compañera está recibiendo una ayuda familiar de 300 euros, en Madrid, no le da ni para comer”, apunta Ángela Muñoz. En Barcelona, Arana refiere a “compañeras que intentan acudir a servicios sociales pero, ante la dificultad de los trámites online, acaban acudiendo a la Cruz Roja o a redes de apoyo. E ingresar no ingresamos, pero los gastos siguen viniendo”.
Milagros Carreño, presidenta de las kellys de Ibiza, también lamenta el exceso de burocracia para acceder a las ayudas institucionales. Aunque esta camarera de piso sí percibe que en la isla la mayoría de empleadas han entrado en ERTE y recuerda que la externalización es una práctica prohibida en Baleares, no omite la realidad que afrontan otras tantas empleadas: “Sentimos rabia por las trabajadoras contratadas como eventuales, porque no hay derecho a que hagan eso. Las empresas cuentan con nosotras para lo que les conviene”. Carreño intuye que en la isla, y dentro de las eventuales, las trabajadoras más afectadas van a ser las que se desplazan desde la península cuando llega la temporada alta.
Situación parecida a la de Baleares se produce en el otro archipiélago, donde el covid-19 no ha sido el único batacazo que han sufrido las kellys últimamente: la quiebra del gigante turístico Thomas Cook arrasó, a finales del año pasado, con tantos otros empleos en la isla. Por esas fechas, muchas trabajadoras que perdieron sus empleos tuvieron que solicitar paro, así que el problema de la prestación se repite en el caso canario. Porque aunque la externalización también está prohibida en las Islas Canarias, Amparo Pacheco, portavoz de las kellys de Fuerteventura, recuerda que las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) aboca a muchas camareras de piso a idéntica situación que las contratadas por empresas multiservicios: “Las contratadas por ETT tampoco respetan convenio. Tienen una buena nómina pero lo pierden en salud y derechos laborales”. En el caso de Tenerife, matiza Pacheco, las ETT están prohibidas, pero la portavoz asegura que las contrataciones de este tipo persisten.
Laboral
Empresa multiservicios parece, ¿ETT es?
¿al rescate de quién?
Las kellys de Benidorm compartían, en sus redes sociales, un recorte de prensa que despertó indignación: “El rescate de los hoteles tiene que ser tan ambicioso como lo fue el de la banca”, titulaba un medio local una entrevista a Javier Jiménez, director de la escuela de negocios turísticos Forst. “¿Para los empresarios o para los empleados…? El rescate tiene que ser a las personas”, comentaba una camarera de piso en el muro.
Arana cuenta que, de hecho, está sucediendo lo contrario: “Lo primero que ha hecho el Gobierno es salir en socorro de los empresarios, pero a los trabajadores los ha dejado a merced de los hoteles”, resume la portavoz de las kellys catalanas. Esta camarera de piso apunta que entiende la respuesta del Gobierno —no en vano el turismo supone el 12% del PIB— de salvaguardar los gastos de las hostelería, pero dice que “no le entra en el cerebro” que puedan plantear “proteger las ganancias millonarias” —algo parecido a los rescates que están negociando las aerolíneas, que prevén pedir hasta 200.000 millones de euros—. “Como siempre, vamos a ser las trabajadoras las primeras en pagar la crisis”, lamenta Arana.
En esta línea, Comisiones Obreras, UGT y la Confederación Española de Hoteles y Apartamentos Turísticos (CEHAT) emitieron a mediados de abril un comunicado en el que establecían una serie de propuestas al Gobierno para “proteger al sector del alojamiento turístico”, al que las kellys han respondido tachando de insuficiente. Entre otras cuestiones, los sindicatos apuntaban que “la actividad tardará más tiempo aún en recuperarse” y pedían, por ello, que los ERTE se alarguen, mínimo, medio año más en el sector hotelero.
“No es verdad que no se pueda despedir a la gente, porque Aznar dejó la puerta abierta a los despidos improcedentes”, defiende Yolanda García
Yolanda García ya advertía hace más de un mes en este medio que, una vez concluido el estado de alarma y finalizados los ERTE, los hoteles empezarán a hacer ERE por baja ocupación. “Cuando tiene que ver con la producción, te despiden sin más. Eso que dice la ministra de que la trabajadora va a estar protegida seis meses cuando concluya el ERTE es mentira, porque el hotelero va a hacer lo que le dé la gana”, apunta Arana. “No es verdad que no se pueda despedir a la gente, porque Aznar dejó la puerta abierta a los despidos improcedentes”, añade Yolanda García. “Por eso urge blindar los contratos”, insiste la portavoz de Barcelona.
Las kellys se remiten a los hechos recientes para probar que sus miedos no están poco fundamentados. En Benidorm, las camareras de piso consiguieron hace poco que los hoteles tuvieran que meter obligatoriamente a las empleadas fijas discontinuas —que hasta entonces se estaban incluyendo en los expedientes o no según la empresa—tras una resolución de la Generalitat Valenciana que lo regulaba. Pero García asegura que a menos de una semana de que se publicara el texto oficial, ya conocía casos en los que empleadores habían evadido la responsabilidad de acatarla. Muñoz pone otro ejemplo: en Madrid consiguieron que se aprobara, a través del Ayuntamiento, la realización de un estudio para conocer la calidad de los contratos ofrecidos por las empresas. Nunca se han presentado resultados y, lamenta, continúan siendo las propias kellys las que tienen que presionar para acabar con estas prácticas. Y otro problema en el sector, también previo al covid-19, es el miedo a denunciar.
Coronavirus
Las kellys de Benidorm consiguen que las fijas discontinuas entren en los ERTE
Las camareras de piso de Benidorm-Marina Baixa celebran la resolución del Diari Oficial de la Generalitat Valencia (DOGV) que obliga a incluir a las trabajadoras fijas discontinuas en los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).
Reapertura de hoteles y sellos “covid-free”
El asociacionismo ha sido fundamental para las camareras de piso, que en muchas ocasiones aseguran haberse sentido abandonadas por los grandes sindicatos. El miedo a no volver a ser contratadas si alzaban la voz y la necesidad de que la ciudadanía conociera sus circunstancias llevaron a que, desde 2016, fueran surgiendo diferentes grupos territoriales que hacían labores de asesoramiento, apoyo mutuo y denuncia pública, pero que también llevaban a Inspección de Trabajo o a los tribunales las malas praxis de las empresas. En el caso de Fuerteventura, Amparo Pachecho afirma que la asociación ha interpuesto 29 denuncias, un par de ellas por el uso de ETT para contratar al sector de piso, pero la mayoría por sobrecarga laboral.
Amparo Pachecho afirma que la asociación de las kellys de Fuerteventura ha interpuesto 29 denuncias, la mayoría por sobrecarga laboral
Precisamente sobre el exceso de trabajo, Salinas denuncia el programa por puntos que se ha empezado a implantar en muchos hoteles, y que “aunque se vende como una opción favorable a las camareras de piso, en realidad deriva en más sobrecarga laboral”, tal y como resume la camarera sevillana. Por eso, dice, las kellys exigen evaluaciones de riesgo “de verdad”, ya que las variables de la limpieza de habitaciones —cuántas camas tienen, si hay alguna plegable, si tienen bañera o jacuzzi...— deben tenerse en cuenta. La preocupación por la sobrecarga se justifica por la realidad de miles de camareras de piso, que tienen que abandonar su puesto de trabajo antes de tiempo, por sus dolencias físicas o que sufren depresiones y se medican en exceso. “Yo me quiero jubilar en condiciones, no tengo por qué irme a los 57 años hecha una porquería como están muchas de mis compañeras, para las que ha llegado un punto en el que no pueden más”, denuncia la camarera de piso. “Y hablo de mujeres que han luchado mucho por su familia, y que están con depresión en su casa con una paga de 800 euros, jóvenes y destrozadas. Yo a eso le llamo ceguera moral”.
El anuncio de Pedro Sánchez de la previsible apertura de hoteles a partir del 11 de mayo genera inquietud en este aspecto. Arana vaticina que las empleadas más mayores o que se están medicando serán las últimas en ser llamadas para reincorporarse, y las que más riesgo tendrán de perder sus empleos. No solo eso: hay una desinformación absoluta en el sector sobre cómo va a ser esta reincorporación. “Dicen que sin zonas comunes, ¿pero cómo lo van a hacer? Porque las barandillas, los ascensores, requerirán una desinfección constante”, plantea García, que añade la negativa de las kellys a convertirse en empleadas “polivalentes” a raíz del comunicado de CC OO, UGT y CEHAT que propone “optimizar el tejido productivo”.
Camareras de piso
Las kellys exigen que se garantice su salud laboral cuando los hoteles vuelvan a abrir
Asociaciones de camareras de piso de diferentes partes del Estado constituyen la Plataforma de Camareras de Piso para exigir al Gobierno protección laboral y de la salud, cumplimiento de los convenios y una normativa de prevención de riesgos laborales específica para el covid-19. Las kellys anuncian que llevarán al Defensor del Pueblo la desprotección de las trabajadoras eventuales.
Si en algo coinciden todas las kellys sobre el regreso a la actividad es en que no va a ser posible continuar con el mismo número de habitaciones teniendo que realizar una limpieza mucho más a fondo para la que, por otra parte, nadie las está formando —salvo, que conozcan, la excepción de las Islas Baleares, donde algunas camareras de piso si están recibiendo formación online en este sentido—. “Tendrían que estar aprovechando este momento para formarnos a distancia”, apoya Pacheco.
Esta camarera de piso de Fuerteventura también hace referencia a la falta de protección sanitaria que tuvieron que afrontar las kellys al inicio de la pandemia. “Hubo mucha incertidumbre en Canarias, porque el covid-19 saltó en un hotel de Tenerife y las trabajadoras teníamos que seguir entrando y saliendo. No teníamos información”, recuerda. Yolanda García anuncia que si bien el cierre de hoteles fue una reacción rápida en el caso valenciano, no todas las empresas protegían a sus empleadas. “Nos encontramos con casos en los que, al inicio de la pandemia, se pedía a las empleadas que no utilizaran mascarillas porque daba mala imagen”, asegura.
“Si nos contratan con esos ratios y externalizaciones que funcionan desde la reforma laboral, se están pasando la ley de prevención por el forro y vamos a llegar a lo mismo”, asegura la portavoz de las kellys de Madrid sobre el regreso paulatino de la actividad hostelera
Por estos motivos, diferentes asociaciones de kellys se han unido para constituir una Plataforma a través de la cual exigir una ley específica de prevención de riesgos laborales que sea de obligado cumplimiento para las empresas. “Soy yo la que se va a exponer, y no el director que está en su despacho”, apunta García antes de profundizar en la demanda de protocolos rigurosos que establezca medidas de seguridad para las empleadas que eviten contagios y, también, regulen la actividad. “Si nos contratan con esos ratios y externalizaciones que funcionan desde la reforma laboral, se están pasando la ley de prevención por el forro y vamos a llegar a lo mismo”, añade Muñoz. Es sencillamente imposible, dicen, limpiar y desinfectar 25 habitaciones en sus jornadas.
En este punto, Arana se muestra sorprendida con el sello “covid free” que empieza a proponerse desde los hoteles para recuperar la confianza de los turistas garantizando con un distintivo que se cumplen las medidas de seguridad. Es una iniciativa similar a la que ya impulsaron ellas mismas hace tiempo, explica Arana. Habla del Sello de Trabajo Justo y de Calidad que propusieron las kellys catalanas para combatir su precariedad, y que lleva casi dos años desde su aprobación sin ponerse en marcha.
Arana cree que es el momento de retomarlo: “¿Quién mejor que las propias trabajadoras para garantizar que las habitaciones están limpias y desinfectadas porque han tenido tiempo para hacerlo?”, reflexiona Arana. La camarera de piso insiste en existe una imperiosa necesidad de que se vincule el paralizado sello de calidad de las kellys —“que el conseller de la Generalitat Chakir El Homrani tiene secuestrado”— a las campañas que se inicien por parte de las patronales hoteleras como las de free covid. Ángela Muñoz lo apoya: para ella es imprescindible que se vincule la categoría de los establecimientos a las condiciones laborales, ya que “hay hoteles de cinco estrellas en situaciones denigrantes... las estrellas que brillan en la puerta no son ninguna garantía: no dicen nada de la calidad del trabajo”, afirma la portavoz de la capital.
Hemeroteca Diagonal
Gran Hotel España: especulación y burbuja turística
La inversión hotelera en España alcanzó su récord histórico con 2.614 millones de euros. Los hoteles de lujo se hacen una constante en las grandes operaciones urbanísticas como las del grupo Wanda o Distrito Castellana Norte, que cuenta con la oposición de la mayor parte de las asociaciones de vecinos afectadas.
La ocupación hotelera de Madrid —mucha condicionada por la celebración de eventos o reuniones— difiere de la de Fuerteventura —que reciben mayormente visitantes internacionales cuyos países de origen están prohibiendo los desplazamientos— o la de Benidorm —donde destacan los viajes del Imserso—, pero todas coinciden en que dan el año por perdido y que el panorama no es nada esperanzador. A pesar de todo, las camareras de piso creen que dignificar la profesión es ahora o nunca.
“Si parte de las trabajadoras nos tenemos que ir a trabajar al campo porque no hay puestos para todas en los hoteles, nos iremos. Pero que se cumplan los convenios”, sentencia Salinas. A ella le encanta su profesión, pero no en lo que ha derivado. “La oportunidad de cambio es ahora, y es obligatorio hacerlo. No podemos consentir que esto siga así”, concluye Carreño.
Sobre el previsible auge del turismo nacional, Vania Arana sostiene que “es un turismo bueno para las camareras de piso y muy bonito para los visitantes, pero la mayoría de españoles somos mileuristas y una habitación nos supone medio sueldo”. Milagros Carreño apoya la teoría y asegura que al menos en el caso de Ibiza, va a ser difícil promover un turismo nacional teniendo en cuenta los precios de las habitaciones. Amparo Pacheco suma la necesidad de cuidar el entorno: “Fuerteventura ha crecido en población en el último año, y habilitar más camas en insostenible para una isla. Necesitamos que el sector cuide al cliente, a sus trabajadores y al entorno: poner en marcha un turismo sostenible que revierta un poco en la población, y eso sería más fácil volviendo al turismo previo a la aparición de touroperadores”, sostiene. Para ella, sería un logro que, tras la pandemia, las empresas empezaran simplemente respetando los convenios.
En ese aspecto es en el que incide Yolanda García, portavoz de las kellys en Benidorm. “A Hosbec le molestaron las declaraciones de Mónica Oltra y se refugia en la cantidad de empleos que genera el turismo en la costa. Pero si tú consultas datos oficiales, las comarcas valencianas con la tasa de riesgo de pobreza más altas son, solo por detrás de la Vega Baja, las de Marina Baixa y Marina Alta: Benidorm, Dénia, Calpe...”. En definitiva, resume, territorios que basan gran parte de su economía en el turismo.
Por eso, las kellys insisten en la necesidad de un turismo respetuoso: con las personas que conviven en ese entorno (evitando masificaciones), con las trabajadoras a las que emplea (que termine con la explotación laboral) y cuidando el medio ambiente. “Que garantice que dejemos de perder en derechos y en ecosistema, porque no estamos como para perder más”, concluye Arana.
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Es una lástima que se confunda a la gente con la historia de una plataforma estatal, cuando no existe registro alguno.
En cambio existen las Kellys Federadas que se han inscrito como Federación y son serias y ayudan a las mujeres.
Eso de crear una plataforma para haceros ver y luego ir por libre no se llama Unión. Dejad la tele y comenzar a ayudarnos.
La cruda realidad,es que esto pasa no solo con las kelys,camareros aydtes de cocina cocineros,animadores,tecnicos de tv,editores.aydt producción,y podría seguir,hasta cubrir un casi 70 % de la población,ya que desde 2008 han precarizado todos los empleos,que en el mejor de los casos pueden rondar los 1000€.la diferencia es que las kelys,le han echado un par,para denuncia una situación que es insoportable e insostenible,una esclavitud constante,donde los gobiernos no entran a poner remedio.un ejemplo del que deberíamos aprender todos.bravo por las kelys!
Sin turismo los hoteles lo tienen crudo y por extensión sus trabajadores. Una buena parte de la izquierda tenemos fobia al turismo y aunque sea el precio a pagar al menos en Barcelona estaremos mejor. Siento la perdida de puestos de trabajo pero quiero una ciudad donde no me sienta yo el extranjero
Tratar como deshechos a la clase trabajadora no significa estar mejor.
Perdona pero no es tratar como desechos a la clase trabajadora, es el daño colateral que salgan perjudicados por la bajada de turismo. Ese del que nos quejamos cuando viene y da trabajo pero molesta y ese que cuando no viene destruye empleo pero es lo que queremos muchas. Manifestaciones y todo se hacia contra el turismo. Y no me vengas con turismo de “calidad” que eso ya es racismo pijo. Si no queremos turismo no queremos de ningún tipo y punto