Música
Xenia Rubinos: “Necesitas espacio para ti, no puedes estar sonriendo y haciendo el show todo el tiempo”

Pensó en dejar la música y un curandero le diagnosticó “pérdida de espíritu” aunque lo que afligía a Xenia Rubinos era, en realidad, la sobrecarga de trabajo. Superado el bache, regresa con un nuevo disco en el que se acerca a su infancia, la violencia policial y los dolores causados por la obligación de producir.
Xenia Rubinos
‘Una rosa’ es el nuevo disco de Xenia Rubinos. Foto: Michelle Arcila.
15 oct 2021 06:00

Xenia Rubinos (Hartford, Connecticut, 1985) no tiene prisa en colgar la videollamada y pregunta cómo está siendo el otoño en España, donde ha estado pero no en esta estación. Su curiosidad encaja con la calma con la que se ha tomado el proceso de composición y producción de su nuevo disco, Una Rosa (Anti, 2021). No solo porque haya pasado más de un lustro desde su predecesor, Black Terry Cat, sino porque la gestación tranquila del último álbum ha sido una decisión consciente.

En él se agolpan recuerdos de la infancia de Rubinos —como la lámpara de flores de colores que tenía su bisabuela que da portada y nombre al disco—, pues en ella sonaba el danzón “Una rosa” del puertorriqueño José Enrique Pedreira. También están presentes los ecos del confinamiento, las protestas a raíz de las muertes por violencia policial de Breonna Taylor y George Floyd y una visita de la artista a un curandero durante una crisis anímica.

Una Rosa mira de frente cuando se trata de criticar la productividad capitalista, de reconocer la propia vulnerabilidad o de buscar las fuentes en los versos de José Martí, las pinturas de Wilfredo Lam y el “hacha y machete” de Héctor Lavoe, referenciado de manera cómplice en un disco que marca la mayor presencia hasta la fecha del idioma español en la música de Rubinos.

¿Por qué cantas más en español en los nuevos temas?
Porque me dio la gana (sonríe). El español es el idioma que aprendí de niña aunque nací en Estados Unidos y fui en inglés a la escuela. Mi papá era cubano, mi mamá puertorriqueña y en casa, hasta los cinco años, hablé solo español. Una parte muy importante de mi mente y mi imaginación quedó en ese idioma, es como otro color para escribir. Fue algo natural, en el disco anterior quizá estaba pensando mucho en el sampleo y en este estaba escuchando más música en español. Me han inspirado los personajes de las cantantes trágicas que escuchaba mi abuela, como Lucha Villa. Me interesaba hacerles mi homenaje, que está en la canción “Ay, hombre”. Estaba también muy obsesionada con el ritmo de clave, durante un tiempo no me salía otra cosa.


También has estado escuchando grupos antiguos de rumba cubana como Muñequitos de Matanzas. ¿Cómo se completa este universo de influencias?
He estado escuchando muchos boleros y creé un personaje llamado Xenia2020 de versiones y performances, más que de compositora. Ese proceso de hacer personajes me inspiró y se ve en el disco, que estoy como jugando con distintas voces, usando más efectos que en los anteriores, donde me gustaba presentar una voz pura. Eso viene del periodo de aprender boleros y ponerme más en una onda de personaje que interpreta una canción.

Soy súper fan de El Guincho y su último disco Hiperasia también me inspiró mucho en temas como “Si llego”. También vi el documental Las cuatro joyas del ballet cubano y ahí encontré una sección de música electrónica clásica. Fui hasta La Habana a buscar en los archivos del ballet pero nunca encontré qué era. Sentía que esa música clásica con sintetizadores era muy el álbum mío que venía. Me di cuenta solo después de terminar el disco que la música era de Switched-on Bach de Wendy Carlos y no tenía nada que ver con Cuba.

Me encontré en situaciones en las que me ponían la etiqueta de música latina aunque no cantase en español ni lo que hacía tuviera ningún ritmo latino. Me parecía racista

En alguna ocasión has hablado sobre el encasillamiento artístico que promueve el hecho de usar términos como “latino” o “urbano” según el color de la piel u origen de quien haga la música.
Desde que empecé a sacar música hace casi diez años, la escena musical llamada “latina” ha cambiado muchísimo. En aquel momento no había muchos medios que hablasen de personas que tienen raíces latinas pero que no hacen música tradicional. Yo me encontré en situaciones en las que me ponían la etiqueta de música latina aunque no cantase en español ni lo que hacía tuviera ningún ritmo latino. Me parecía racista. Me daba rabia porque sentía que no te estaban escuchando, solo ven el nombre y de dónde vienes y te ponen en un nicho, te dan un espacio más pequeño. Y, además, como ese espacio no se corresponde con lo que haces, la gente que espera esa latin music te oye y dice “qué mierda es esa música tan rara”. Como que era muy latina para los no latinos y no latina para los latinos, como siempre.

Sin embargo, en el presente es totalmente distinto, no considero un problema que me pongan la etiqueta de latina porque creo que ya no significa lo mismo. En las portadas de revistas se ven muchas caras que no son blancas, algo que antes no era así. Gente como mi amigo Helado Negro, Lido Pimienta o yo misma llevamos tiempo haciendo esto pero antes había menos medios y estábamos todos más desconectados.

Cuando escribí “Who shot ya?” venía de estar en una manifestación donde además fue la primera vez que me reencontré con amigos y amigas tras el confinamiento, pasé de no ver a nadie durante meses a estar en la calle con miles de personas. Fue una experiencia triste y linda, fuerte

“Who shot ya?” es una denuncia contra el racismo y la violencia policial en los Estados Unidos, cuestión que ha estado de actualidad en los últimos meses.
El verano en que grabamos este disco, en plena pandemia, era periodo de protestas aquí en Nueva York. Todas mis amistades estaban en la calle. Habían matado a Breonna Taylor, habían matado a George Floyd. No se podía escapar de lo que estaba pasando, aunque no me considero una artista que hace canciones protesta. Cuando escribí “Who shot ya?” venía de estar en una manifestación donde además fue la primera vez que me reencontré con amigos y amigas tras el confinamiento, pasé de no ver a nadie durante meses a estar en la calle con miles de personas. Fue una experiencia triste y linda, fuerte.

En “Working all the time” apuntas a un ritmo laboral que cada vez rivaliza más con nuestras vidas. ¿Cómo lo vives en la música?
Me estoy recuperando de ese ritmo, precisamente. Pasé mucho tiempo después de Black Terry Cat sin parar y sin cuidarme. En este disco me he concentrado mucho en la artesanía y la idea del mismo y no tanto en la parte de negocio o redes sociales. He conseguido dedicarle más tiempo a cada canción, más atención a la parte visual. Aunque he trabajado muchísimo, ha sido más artístico todo. El sello me ha apoyado mucho en este proceso y ha sido todo muy orgánico. Estoy apreciando mucho más el descanso y mi tiempo libre.


¿Es un disco que habla sobre autoprotección?
Puede ser. Una canción íntima como la última, “What is this voice”, se puede relacionar con escuchar la propia voz. Ahí estaba intentando cantar con ella tal y como es tras todo un disco de personajes y efectos.

Consultaste un curandero hacia 2019 y te diagnosticó “pérdida de espíritu”. ¿Qué hay aquí de ese proceso?
Después de mucho tiempo de guardar cosas en una cajita y no enfrentarlas te van a salir de una manera que no quieres. Fue algo así. El proceso de hacer este disco fue como encontrarme de nuevo, he vuelto a sentir de nuevo una conexión con mi voz, también con cantar y componer, una conexión que había perdido. Estuve muy lejos de poder hacer música y pensaba que nunca iba a volver a poder hacerla. Por primera vez en mi vida pensé “¿esto es para ti, quieres hacer esto?”. Ser música lo era todo, pero ahora veo que tampoco está bien porque soy una persona. Siempre tenía una idea muy romántica de lo que es ser artista, pero necesitas espacio para ti misma, no puedes estar sonriendo y haciendo el show todo el tiempo.

¿Pensaste en dejar la música?
Sí. Y fue como una muerte espiritual. También fue necesario que me pasara. Era un vacío grande, imagínate no saber quién eres. Ahora también veo que tengo otros intereses, es una etapa en la que estoy más abierta que nunca. No quiero planear cosas ni tener expectativas.

Vaya, pues sin presión pero quiero saber sobre esos otros intereses.
Me gusta mucho todo lo visual, me he comprado una cámara y quiero seguir aprendiendo sobre eso. Empecé en 2019 a hacer una película y no sé si volverá a la vida. También me gustaría hacer algo con baile, ojalá podamos crear un show en vivo con una onda más visual y de movimiento.

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