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Palestina
El muro de la educación también separa a Israel de Palestina
En los libros de texto israelíes no se menciona la palabra Palestina y en los palestinos la meta principal es la construcción de una identidad nacional.
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En los libros de texto israelíes no se menciona en absoluto la Nakba ni ningún hecho de la historia del otro bando. Ni si quiera aparece la palabra Palestina“Del lado palestino hay un único libro de texto que financia el Banco Mundial y la Unión Europea y que está escrito con un control total sobre el conocimiento y con censura directa”, afirma Samira. Según ella, la meta principal de la educación palestina es la de construir una identidad nacional sin presentar en profundidad el lado israelí ni hablar de lo que realmente significa la ocupación.Omar Hmidat nació en una pequeña aldea cerca de Hebrón pero vivió gran parte de su vida en el campo de personas refugiadas de Dheisheh, en Belén. Allí estudió en una escuela de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo—UNRWA— y ahora está terminando la carrera de comunicación. “No creo que la educación palestina nos prepare para ser conscientes de lo que realmente supone la ocupación israelí. Yo, cuando terminé el instituto, estaba vacío. Recuerdo que en el colegio nos hablaban de la Declaración de Balfour, la Nakba, los Acuerdos de Oslo… pero los presentaban como temas aislados, en ningún momento fomentaban el pensamiento crítico”, relata.
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El 15 de mayo, día de la Nakba, es festivo en Palestina, los niños y niñas no tienen que ir al colegio y se alegran por ello. “En la escuela nadie les explica que la Nakba no es un día de celebración”, lamenta OmarA Amaya tampoco nadie le ha contado durante sus años de estudiante lo que fue la Nakba. De hecho, ni siquiera sabía lo que significaba esta palabra: “En Israel solo se habla de las batallas con los árabes y las muertes en el bando judío”. Amaya, a raíz de su entrada en la universidad, comenzó a indagar más sobre la historia Palestina y en ese momento se dio cuenta de todo lo que le habían ocultado durante sus años de instituto y asegura que fue “un shock muy grande”. Nurid concuerda con ella: “Para mi este proceso comenzó cuando me mudé al extranjero, es muy duro darte cuenta de que has estado viviendo en una mentira durante toda tu vida”. Esta profesora explica que en Israel los libros de texto los hacen empresas privadas pero que antes de su publicación tienen que pasar el filtro del Ministerio y, para eso, deben promover ideas sionistas.“En el colegio fomentan la idea de que los árabes son primitivos, pobres y que viven en casas de barro. Cuando me enteré de que hace décadas en una aldea cerca de Tiberíades los palestinos habían inventado un sistema de división equitativa de agua entre ellos me quedé sorprendida, tenía la imagen de que no sabían hacer nada”, cuenta Amaya.
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“En la educación israelí se hace hincapié en que los palestinos son nómadas para fomentar la idea de que no tienen ningún tipo de conexión con esta tierra, que están aquí de paso”, asegura NuridOmar, desde el otro lado del muro, también cree que en su sistema educativo no se les enseña a los niños nada sobre Israel ni los israelíes: “No sabemos quiénes son, ni si quiera estudiamos hebreo, lo que yo considero fundamental”. Con respecto a este tema, Samira afirma que la ocupación se presenta de forma muy limitada en los libros de texto palestinos: “Se habla del apartheid en Sudáfrica y en la página siguiente aparece una imagen del muro de separación entre Cisjordania e Israel, pero en ningún momento se hace el vínculo directo entre ambas ideas”. Las fotografías de los libros son un claro ejemplo del control del conocimiento en ambos lados. Samira tan solo ha encontrado en su estudio una foto de un soldado israelí y Nurid una de un checkpoint que, además, estaba vacío.Para Nurid, lo que se pretende conseguir con este control es que los israelíes dejen de ver a los palestinos como personas y justificar, de esta forma, los asesinatos y el colonialismo. Según ella, todo lo que les cuentan a los estudiantes en el colegio los prepara para enfrentarse a los 18 años al servicio militar obligatorio. Amaya opina lo mismo: “Es imposible ir al ejército siendo tan joven sin tener muchas razones y sin creer profundamente que esta es la única manera que tenemos los judíos de sobrevivir”. En Israel, la educación en el miedo funciona como una justificación a la ocupación. “Los israelíes viven en un estado de terror profundo, los niños respiran holocausto desde los tres años y el sistema les mete en la cabeza que la única manera de sobrevivir a otro exterminio es acabando nosotros primero con los árabes, que son nuestra principal amenaza en el momento”, explica Nurid. Amaya cree que una de las mejores formas de combatir esta censura en la educación es la educación en sí misma. Actualmente trabaja en Zochrot—“recordando” en hebreo—una organización israelí-palestina cuya misión es hacer llegar a los israelíes la historia del otro lado. “A veces cogemos las herramientas que el sionismo utiliza para extender sus ideas y les damos la vuelta”, narra. Amaya explica que, por ejemplo, una de las estrategias que tiene el sionismo para justificar que esta es su tierra consiste en promover que la ciudadanía israelí conozca cada rincón del país a través de excursiones y tours. “Nosotros hacemos lo mismo pero, en vez de dar a conocer Israel, organizamos salidas a las aldeas palestinas destruidas durante la Nakba y las marcamos con su nombre original en árabe, hebreo e inglés. A veces incluso vamos más allá y escribimos en las paredes de las casas a qué familia palestina pertenecía esa vivienda”, cuenta.
En Zochrot también trabajan con los colegios israelíes. De hecho, han escrito un programa educativo desde cero explicando toda la historia palestina, pero son muy pocos los profesores que lo aceptan
En Zochrot también trabajan con los colegios israelíes. De hecho, han escrito un programa educativo desde cero explicando toda la historia palestina, pero son muy pocos los profesores que lo aceptan y, los que lo hacen, no tienen tiempo para impartirlo porque se deben ceñir al currículum oficial. Amaya cuenta la solución que han encontrado para solventar este problema: “Cuando nos dimos cuenta de esta dificultad, decidimos trabajar con el material escolar oficial e intentar buscar grietas a través de las cuales encajar parte de la historia palestina”.
Para Omar también es fundamental que exista información alternativa a la que se promueve en las escuelas para los jóvenes palestinos: “A mí la educación popular me enseñó todo lo que sé. Cuando salí del colegio tan solo conocía como partido político a Fatah, supe que había más variedad por las pintadas en las paredes de los campos y por lo que me contaron en algunas organizaciones locales”. Él es voluntario en Laylac, una asociación del campo de refugiados de Dheisheh que tiene como finalidad el desarrollo de la comunidad a través del trabajo voluntario y la concienciación sobre la situación palestina.
“Las cosas se complican mucho cuando eres consciente de lo que supone vivir bajo un régimen colonial y es mucho más difícil ser feliz”, confiesa Omar
“La existencia de entidades como Laylac me parece maravillosa y terrible a la vez: por una parte creo que su trabajo es increíble, pero por la otra sé que existen porque tienen que cubrir el vacío que deja la educación formal y eso no debería ser así”, narra. Para él también fue duro el momento en el que se dio cuenta de la realidad que lo rodeaba: “Racionalmente me alegro de haber descubierto la educación popular e involucrarme en ella, siento que existe una responsabilidad política por parte de los palestinos hacia nuestro país. Sin embargo, emocionalmente me destruyó, las cosas se complican mucho cuando eres consciente de lo que supone vivir bajo un régimen colonial y es mucho más difícil ser feliz”.
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