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Partido Popular
Viaje al centro político con Cuca Gamarra
Pablo Casado ha elegido a Cuca Gamarra como guía en su nueva singladura hacia el centro. Tras perder la lucha interna entre las familias populares de La Rioja salta ahora al plano nacional. ¿Ha elegido Casado a la persona más indicada para esa tarea?
Prácticamente desconocida para el gran público, Cuca será junto con otra mujer, Isabel García Tejerina, la encargada de manejar el timón que permita al PP enderezar su rumbo de cara la próxima cita con las urnas del 26 de mayo. Una situación anómala con la que el partido de Casado trata a la desesperada de añadir algún atractivo a un proyecto que ahora parece muy marchitado.
La nueva imagen del centro-derecha español. Gracias al dedazo de Pablo Casado, quien ha hecho su particular autocrítica por el descalabro electoral del 28-A en la cabeza del responsable de su campaña, Cuca Gamarra emerge en medios y redes como la cara moderada de un Partido Popular a la búsqueda urgente de aquellos valores que, supuestamente –y subrayo lo de supuestamente, porque a veces las palabras casan mal con la realidad–, habrían marcado la singladura de la que todavía es la principal formación derechista durante tanto tiempo: moderación, pragmatismo y un conservadurismo que confunde la sensatez con la parquedad de miras.
En 2017 el PP riojano, partido en dos almas, ofrecía a Génova 13 un pequeño aviso del futuro que se le avecinaba
Pero que el rostro de Cuca no sea reconocible no significa que no tenga una dilatada trayectoria en esto de vivir de y para la política. Ha pasado por distintos cargos autonómicos y locales antes de dar su salto a las instituciones, siendo elegida alcaldesa de Logroño en 2011. Si bien es correcto decir que se ha fajado, habría que añadir a renglón seguido que durante mucho tiempo lo ha hecho a la sombra del otrora todopoderoso Pedro Sanz, presidente de la Comunidad Autónoma de La Rioja durante unos interminables veinte años. De hecho, una vez acabada la vida política de aquel –previo paso por ese cementerio de elefantes llamado Senado–, la carrera de Cuca ha sufrido algunas zozobras. La más conocida es su fallido asalto a la dirección del PP riojano en 2017, dos años después de que su mentor adquiriese la sinecura senatorial.
Me detendré en este último episodio no por regodearme en uno de sus mayores fracasos, sino porque es indicativo de lo mal informada que puede estar cierta opinión con respecto a las posiciones de la nueva estratega popular para las elecciones autonómicas y locales. En 2017 el PP riojano, partido en dos almas, ofrecía a Génova 13 un pequeño aviso del futuro que se le avecinaba. El sector dirigido por Cuca, que contaba con el aval de dirigentes nacionales tan destacados como Soraya Sáenz de Santamaría, perdió su apuesta por liderar el PP riojano.
Alumna aplicada de la escuela Nuevas Generaciones –donde coincidió con otros jóvenes con proyección como Pablo Casado o Santiago Abascal–, Cuca es una militante imbuida de ideología reaccionaria
Pero el derrotado no fue, pese a lo que pudiera creerse, el elemento moderado. Como alumna aplicada de la escuela Nuevas Generaciones –donde coincidió con otros jóvenes con proyección como Pablo Casado o Santiago Abascal–, Cuca es una militante imbuida de ideología reaccionaria, a tal punto que no tiene empacho en justificar que las mujeres en situación irregular den a sus hijos en adopción, evitando con ello su expulsión, basándose en que de esta forma “muchos” bebés no aparecerán en “contenedores”. Nunca ha representado tendencia moderada alguna. Ha sido “sorayista”; y “sorayismo” y moderación no son necesariamente sinónimos.
Cuca no abandonó a su valedora –gracias a la cual había alcanzado la vicepresidencia de la Federación Española de Municipios–, hasta que fue inevitable. Nombrada por Casado vicesecretaria de Política Social, decidió abandonar la política local –podría maliciarse que como fruto de un pacto secreto con sus rivales internos en el PP riojano– para apoyar ciegamente el asalto al poder de su nuevo jefe. De su empeño, que le ha llevado a que la Junta Electoral la sancione con 300 euros por ofrecer abonos en instalaciones deportivas a cambio de votos, no cabe duda.
Con todo ello Cuca ha demostrado un talante flexible, pero me cuesta ver asomo alguno de moderación. Habiendo seguido fielmente el dictado neoaznarista de Casado hasta que no ha dado más de sí, ¿qué aconsejará ahora al PP que haga como acto contricción? Y, sobre todo, ¿cómo lo hará creíble?
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Concepción Gamarra cree que puede exportar a la política nacional el desdén y prepotencia despótica con que nos tiene acostumbrados a gobernar en La Rioja lo de todos para beneficio de la red clientelar que la aúpó bajo la tutuela del histórico cacique local Pedro Sanz, y en cuyo beneficio gestionan la cosa publica en una comunidad que tratan como su particular cortijo. Huyendo de la guerra fraticida por la sucesión en el peperío local, toda vez que las no-tan-solo-sospechas de corrupción desvergonzada con sedes, sobres y chalets, permitieron al partido muleta del PP e instrumental de la banca (C´$) realizar su operación de sustitución gatopardiana al frente del gobierno autonómico, Gamarra trepa a Madrid alineándose indistintamente primero con los Sorayos que luego con la ultraderecha de Casado, como ahora con el inverosímil viraje pepero al extremo centro-derecha nacionalista español. Que nadie se llame a engaño: los habituales tics y el sempiterno rictus de desprecio en el rostro de la recién autoproclamada "feminista liberal" (el año pasado se paseó por todos los medios mostrando su oposición a lo igualitario en ese primer apelativo) apenas revelan lo poco que tiene de centrista. Su nombramiento a dedo del jefe de antidisturbios del NO-Caso 14N, premiado por el PP por sus maniobras con la jefatura de la Policía Local de Logroño, según Gamarra "para dar respuesta a las nuevas protestas sociales" (sic) aun sigue fresco en la memoria antirepresiva de sus ciudadanos, más aún en la de aquellos condenados ejemplarizantemente por luchar contra sus injusticias. ¿Por qué será que, en el caciquismo decimonónico de ciertas derechas provincianas (y no solo en ellas, lamentablemente) a menudo los que más medran son justamente los más envilecidos y con menos escrúpulos?