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València
¿Qué ha pasado con las mujeres que ejercían la prostitución en la Pista de Silla?
La entrada sur a la ciudad de València se convirtió el 29 de octubre, la noche de la dana, en la autovía del terror. La mediana que separa los carriles de la V31, la conocida como Pista de Silla, frenó durante unos instantes la progresión de la lengua de lodo hacia la Albufera, pero el agua llegó a más de medio metro, chocó con la mediana provocando una gran ola y los coches y camiones flotaron sin control. Decenas de personas pasaron la noche con el agua al cuello, muchas murieron en esa carretera, la mayoría abandonaron los coches y como zombis caminaron hacia la ciudad al amanecer.
Esta misma carretera es desde hace décadas un enclave muy visible y conocido de prostitución tanto callejera como en prostíbulos. De hecho, en 2022 varios ayuntamientos lanzaron una campaña municipal para, según anunciaban, “cerrar filas contra los puteros” con medidas policiales en esa zona.
Ahora una gran campa de coches amontonados, basuras y enseres llenos de lodos recuerda la dana. La campa es un continuo entrar y salir de camiones a descargar lodos, dejar enseres o llevarse basuras a plantas especializadas. Huele a humedad y podrido y una nube de polvo rojo flota en el aire. En la acera contigua dos chicas comparten una silla, cien metros más arriba hay un gran prostíbulo del que entran y salen hombres, más adelante otra mujer en otra silla y si seguimos por la misma vía de servicio llegamos a un nuevo motel, reluciente, que acaba de ser inaugurado.
“Soy superviviente de la dana y ejerzo la prostitución”, así comienza el audio de una mujer anónima. “Vivíamos en una planta baja y tuvimos que refugiarnos en un tercero. Durante días no quise salir de casa, solo pude llorar. Han pasado los meses y no sé qué va a pasar, me siento sola en este proceso, no puedo acceder a ayudas. Hay noches que no puedo conciliar el sueño, solo me queda tirar para adelante”, concluye.
¿Qué pasó con estas mujeres en la zona afectada por la dana? ¿Alguien se ha preocupado por ellas? Teresa Meana, de la Asamblea Feminista de València, alertó a los medios antes del inicio de la manifestación del 25-N: “Hay trabajadoras sexuales en los polígonos arrasados por la dana, de las que no se sabe nada porque no están ni identificadas, ni denunciadas, porque a lo mejor ni su gente sabía que estaban allí”.
El trabajo de Médicos del Mundo
Andrea Sixto es la presidenta de la delegación autonómica de Médicos del Mundo, una organización que se declara abolicionista de la prostitución y que lleva más de dos décadas dando apoyo y asistencia a “mujeres en situación de prostitución y explotación sexual”, tanto con una unidad móvil para el trabajo de calle, con salidas a pisos y clubs, como con un centro específico donde dan asistencia psicosocial y sanitaria. De las 873 mujeres que atendieron el año 2023, calculan que unas 30 son de la zona dana.
En un primer momento los esfuerzos de MDM se centraron en intentar localizar a estas mujeres y “comprobar si estaban bien o si por lo menos estaban enteras”, aunque reconoce que esta tarea no resultó fácil porque “se desplazan a otras zonas y perdimos el contacto con muchas de ellas”, de las 30 apenas tres continúan en la zona, comenta.
Sixto remarca que hay un cúmulo de circunstancias a las que hay que añadir las de la barrancada, y que cada una de estas mujeres es un caso diferente con muchas especificidades: la falta de red social de muchas de ellas, la situación administrativa irregular de algunas (migrantes sin papeles), la falta de recursos o la carencia de empadronamiento para poder solicitar ayudas. “Para las mujeres que estaban saliendo de la prostitución y tenían concedida la renta valenciana de inclusión era más fácil poder parar”, nos cuenta, “teniendo un ingreso puedes plantearte intentar sobrevivir, pero las que no tenían concedido ningún tipo de ingreso tienen que sacar dinero de algún sitio”.
Andrea Sixto (Médicos del Mundo): “Es un colectivo al que desde el principio de la dana no se tuvo en consideración por parte de las administraciones, ni a nivel de alojamiento, ni de articulación de ayudas, ni de nada”
Además, agrega Sixto, “es un colectivo al que desde el principio de la dana no se tuvo en consideración por parte de las administraciones, ni a nivel de alojamiento, ni de articulación de ayudas, ni de nada”. Y pone como ejemplo los polideportivos que se habilitaron para dar cobijo a las víctimas. “Ni siquiera estaban separados por sexos, una mujer en situación de prostitución podría ir a buscar refugio y encontrarse allí con sus prostituidores, terrorífico”, se lamenta.
“Incluso hay mujeres que no querían ir al centro de salud o hacer las colas para coger agua o comida por miedo. Son mujeres que en muchos casos están en situación administrativa irregular, además de la situación añadida de prostitución. La dana es un agravante para una situación que ya es de continua emergencia" señala. “Es necesario crear protocolos de actuación para estos colectivos vulnerables ante emergencias y catástrofes”, afirma la profesional. Al preguntarle a Andrea Sixto si servicios sociales de algún Ayuntamiento o de la Generalitat se pusieron en contacto con ellas, “no ninguno”, nos responde. Únicamente el Ministerio de Igualdad facilitó una partida económica de urgencia que ha servido para poder entregar 300 euros y apoyo psicológico a las mujeres afectadas que están en alguno de los programas integrales de acompañamiento de MDM, especifica.
María: “Perdí todo”
Para María el día 29 de octubre fue una pesadilla. De hecho, esta mujer que ejerce el trabajo sexual por su cuenta repite esta palabra varias veces en nuestra conversación. “Estaba trabajando, me cogió atendiendo un servicio. Las niñas con mi madre y yo, obvio, no sabía nada. Quedé incomunicada con el cliente, un señor al que no conocía de nada, no hubo tiempo de reacción y fue angustioso”. La mujer explica que estuvo dos días incomunicada. “Intenté salir por la mañana a la calle ¡imposible! Me recordó mucho cuando ejercía en pandemia. Intenté calmarme, pero no había teléfono ni luz. Y el señor quería su servicio; inaudito. Me da vergüenza ajena contarlo. Es surrealista. Reconozco que no podía salir, no podía hacer nada, pero lo que menos me apetecía era eso. Muy a mi pesar lo hice, no había calefacción, a oscuras ... digo joder ¿qué hago? Follé por miedo, llorando como una Magdalena. Uf , es que de verdad que es para verse en situación”, cuenta la mujer con la que pudimos contactar por un chat de Telegram.
A sus 35 años, esta mujer vivía y ejercía la prostitución en uno de los pueblos más castigados por las inundaciones. “Perdí todo. Tuve que salir de València, con una mano delante y otra detrás, e irme a otra ciudad, estoy con los trámites de las ayudas Dana solicitados. La verdad es que voy como las nómadas, he sido muy feliz allí y añoro mi tierra, mi trabajo y mi vida”. Comenzó a ejercer la prostitución con 18 años, estuvo casada y se divorció víctima de violencia de género. “Tengo cinco niñas, lo hago por ellas”, nos dice María”.
Empecé a ejercer por necesidad, pero al final, cuenta, encontró en ese trabajo una forma digna de ganarse la vida. "Me gusta, amo mi trabajo, aunque no lo parezca; eso sí, no a la trata ni a la explotación, una cosa no quita la otra”, aclara. Cuando la dana se llevó por delante su vida, no tuvo tiempo de descansar: “A los tres o cuatro días, me equipé y me lancé a la calle. No tengo vacaciones no tengo derecho a nada y si no trabajo no puedo pagar ni comer".
María, que sigue ejerciendo la prostitución en la ciudad a la que se ha mudado con su familia. Ahora, cuenta va a terapia y también reza. “Perdí mis recuerdos, mi ropa, mi coche, toda mi vida: unas tristes fotos del nacimiento de mis hijas, mi vestido de novia. Acabé harta de fregar y de limpiar y no queda nada más que barro y lodo hasta el techo”