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Racismo
¿Qué es la lucha de las razas sociales?
Como escribe, esencialmente, Sadri Khiari en “Malcom X: Estratega de la dignidad negra” (Ámsterdam, 2013), el sistema es una abstracción, y en la lucha no nos oponemos a algo abstracto, sino a la forma concreta que asume inmediatamente el sistema. Es en esta forma concreta en la que nos vamos a interesar, con el fin de no debatir solo de forma abstracta, sobre el sistema racista.
[Nota introductoria de 1492:
Dado el momento de efervescencia creciente que en los territorios del Estado español comienza a hacerse más y más presente -en espacios muy reducidos de la militancia anti-racista, es cierto- consideramos que este texto de Selim Nadi viene a aportar reflexiones teóricas y políticas imprescindibles para el desarrollo del anti-racismo político. Términos como "racialización" o "racismo", así como batallas superfluas y teledirigidas por los actores sociales tradicionales en torno a tópicos como el de la "identidad", la "lucha política" o el "multiculturalismo" tienden a diluirse cuando los términos importantes de la discusión en torno a la lucha anti-racista hacen su aparición. Por eso y por otras razones creemos esencial la lectura y discusión de este texto.
Selim Nadi es miembro del PIR (Partido de los Indígenas de la República]. El término "indígena", usado por los miembros del PIR en Francia puede, al ser traducido al contexto del Estado español, llevar a equívocos. "Indígena" es la palabra a través de la cual, en tiempos de la colonización francesa -también la española en muchos casos-, las administraciones coloniales denominaban a los sujetos no blancos en la colonia. Con este uso, el PIR no hace mención entonces a los pueblos originarios de Abya Yala sino a los sujetos supervivientes de la colonización moderna que se llaman así mismos de esta manera para exponer una realidad constatable: siguen ocupando el lugar social de los subhumanos y esto responde a la herencia del legado colonial. Pensamos que el uso del término "post-colonial" es más adecuado para el contexto del Estado español y se presta a menos malentendidos. Es por ello que, al menos en este texto, hemos decidido usar dicha palabra.]
Intervención de Selim Nadi durante la mesa redonda “Condiciones negras y política: de la necesidad de la violencia”, organizado en Sciences Po [Instituto de Estudios Políticos] el 13 de abril del 2017.
En primer lugar, deseo agradecer a la asociación Sciences Po para África por haber invitado al Partido de los Indígenas de la República (PIR) a participar en esta mesa redonda. Voy a intentar esbozar aquí algunas hipótesis estratégicas que derivan del pensamiento político del PIR y notablemente del concepto de "luchas de razas sociales"
I.
En primer lugar, me parece importante volver rápidamente sobre los riesgos políticos que plantea la popularización creciente del término “raza” en ciertas esferas del entorno militante francés estos últimos años (aunque esté muy lejos de ser aceptado a nivel nacional). Mientras que el concepto de “raza” comienza, poco a poco, a imponerse en algunos círculos militantes y/o académicos de izquierda, nos podemos alegrar y pensar que el trabajo de análisis político llevado a cabo por los intelectuales orgánicos del indígenado francés trae (por fin) sus frutos. Lejos de ello. Aún queriendo aceptar la existencia de la raza, de manera bastante abstracta, se resisten a preguntarse sobre los efectos reales, y sobre el interés político para los no-blancos de usar este concepto. Para nosotros, hablar de “la raza” en singular no tiene sentido, ya que esto vuelve a ocultar la existencia de dos polos raciales que se enfrentan. El uno no existe evidentemente sin el otro.
Una relación social racial ligada a las estructuras del Estado y a las condiciones objetivas de existencia de colonizados dentro de Francia. Por lo tanto, también de relaciones de clase. Esta relación se hace notable por los antagonismos sociales entre estos dos polos raciales. Aunque esta relación racial sea constante, alcanza algunas veces puntos culminantes, como fue el caso de las revueltas de 2005 en los barrios populares franceses. Es, en parte, a partir del análisis de las condiciones objetivas en las cuales viven los no-blancos, que es posible elaborar una estrategia capaz de llevar al indígena a la segunda fase de la lucha de razas. - La organización de polos raciales en fuerzas políticas (y no solamente en fuerzas sociales). Dicho de otro modo, el grado de conciencia política independiente de cada grupo social. La conciencia de pertenecer a una raza social, teniendo intereses convergentes, plantea la cuestión de la organización política. Aquí es donde, por si misma, se impone la lucha en términos de poder. Con este propósito, los años 2004 y 2005 han sido relativamente interesantes desde este punto de vista, con la creación de CCIF [Colectivo Contra la Islamofobia de Francia], de la BAN [Brigada Antinegrofobia], de la Voix des Rroms [La voz de los Rrom] y del MIR (PIR a partir de 2010).
Así, contrariamente a la lucha de clases, que en su forma primaria, trabaja a nivel de lugares de explotación (alrededor de las relaciones obreros/patrón, condiciones de explotación de los trabajadores, etc.), la lucha de razas, bajo su forma elemental, se dirige directamente contra el Estado (por ejemplo: las revueltas indígenas de 2005, las Marchas silenciosas tras crímenes policiales, etc). Conlleva, entonces, desde el inicio, un aspecto político, aunque este no se exprese como tal. Aquí separamos artificialmente las relaciones raciales de las relaciones de clase para simplificar, pero es evidente que estos son co-constitutivos y profundamente imbricados.
Es el hecho que el poder blanco está institucionalizado, lo que lo convierte en el polo dominante de la lucha de razas sociales. Lo que no quiere decir que haya que ocultar las resistencias que el poder blanco siempre se ha encontrado en su camino, a menudo más espontáneas que realmente estructuradas, es cierto.
La pasividad de los sujetos post-coloniales es un mito (el “mito del negro dócil es un mito” escribía CLR James en 1938). Sin embargo, hay que admitir nuestra debilidad principal: la cuasi ausencia de una organización política capaz de luchar en el mismo plano que el polo blanco.
La repolitización del concepto de “dominación” constituye, entonces, un reto central para los sujetos post-coloniales. El hecho de que utilicemos el término “racializados” para designar únicamente a los sujetos sujetos post-coloniales demuestra que la raza es a menudo concebida fuera de cualquier relación social. Por lo que, si los sujetos post-coloniales son racializados, los blancos lo son igualmente. Ellos representan una raza social, dotada de privilegios sociales. En consecuencia, no hay racializados, sino más bien un proceso de racialización que constituye a los sujetos post-coloniales y a los blancos.
Así, nuestra condición racial es inseparable de la cuestión del poder, la del Estado que determina políticamente la existencia de privilegios raciales. Dicho esto, para nosotros, el estado no es un bloque homogéneo que sería una “simple” herramienta de la raza social dominante. Él es un campo estratégico, el organizador del polo racial blanco. Es un espacio conflictivo, donde se organizan, se recomponen y se elaboran las estrategias del bloque en el poder.
II.
El Estado es la instancia opresora principal de los sujetos post-coloniales y, por eso, ocupa un lugar tan importante para nosotros. La estratificación racial es constitutiva del Estado-nación. La historia de la formación de los estados-nación está íntimamente ligada a la aparición y evolución de la lucha de razas sociales. Según David Theo Goldberg “los estados modernos son raciales en su modernidad y modernos en su racialidad” (The racial state, Blackwell Publishing, Oxford, 2002). Con la expansión europea que se inicia en el siglo XV, asistimos a la producción de las razas. No solamente de etnias o de pueblos, sino que de razas sociales.
III.
El estado no se limita a su papel represivo. La ideología es otro aspecto que organiza la lucha de las razas sociales. Por "ideología" no nos referimos a meras ideas abstractas, sino a prácticas materiales que, a través de los dispositivos ideológicos del estado, interpelan a los individuos como sujetos. De hecho, para establecer los privilegios raciales que disfrutan los blancos, el Estado no puede contentarse con apelar únicamente a las fuerzas represivas, sino que también debe movilizar una ideología. Esta última, al convertirse en hegemónica, participa plenamente en la exclusión de los sujetos post-coloniales del campo político blanco, del acceso al empleo, la deslegitimación de cualquier discurso indígena contrario a la adoración del Estado-nación francés, etc.
La ideología y la represión trabajan mano a mano. La lucha de las razas sociales no puede reducirse a una lucha abstracta contra el estado. Éste último organiza los privilegios raciales y es un papel que asume completamente. El estado explica abiertamente que tiene la intención de reprimir a las mujeres con hijab, los agitadores, etc. ganando un gran apoyo de la población blanca. El estado es un creador de poder, un organizador ideológico, no solo a nivel institucional, sino más ampliamente a nivel de la población blanca. Como Sadri Khiari escribe: "La violencia, incluso cuando no tiene el sabor de la porra, también es inherente a las relaciones post-coloniales” (La contre-révolution coloniale en France, La Fabrique, 2009).
Para resumir: el poder se materializa a través del aparato estatal, pero no se reduce a él. Sin embargo, dado que la base de este poder racial parece estar claramente incorporado en las instituciones estatales, parece importante insistir en la toma del poder estatal como un horizonte estratégico necesario, independientemente de su significado concreto, sobre el cual parece prematuro proponer cualquier formulación en el estado actual de las relaciones de poder. Sin embargo, aunque muchos antirracistas hoy reconocen que la lucha por el poder es necesaria, es importante recordar que esta lucha es parte de un marco más amplio, tal y como teorizó ya Sadri Khiari en 2009: la lucha de las razas sociales, cuya relevancia es más actual que nunca.
Analizar y denunciar el racismo de Estado desde una perspectiva decolonial.
Revisar la construcción ideológica del Imperio español, su historia colonial y sus pervivencias, rastreando el origen de las relaciones de dominación y opresión que enfrentan las comunidades racializadas y/o provenientes de la migración postcolonial.
Desvelar las heterarquías del poder moderno en torno a la raza, la clase, el género, la sexualidad, la espiritualidad…
Afianzar las condiciones de posibilidad para el desarrollo de un antirracismo político en el Estado español.
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