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Barcelona
Amenazas de violencia extrema y una paliza a los habitantes de un bloque okupado de Barcelona

El vecindario del bloque número 74 de la calle Llenguadoc, en Barcelona, lleva más de dos semanas viviendo bajo amenaza constante. Este edificio okupado, que adoptó el nombre de la calle que le acoge, ha sido testigo de una larga trayectoria de resistencia a las intimidaciones de la propiedad.
Sin embargo, a raíz del reciente cambio de propietario, la violencia ha escalado intensamente: de visitas al edificio para intentar grabar a las vecinas, amenazas verbales y hasta una paliza por parte de un grupo de encapuchados. La última semana, las llamadas se han incrementado. Este medio ha tenido acceso a algunas de las conversaciones telefónicas que un “matón” ha tenido con uno de los vecinos. Desde el grupo de apoyo al bloque Llenguadoc temen que haya nuevos enfrentamientos y episodios violentos.
La violencia ha escalado intensamente: de visitas al edificio para intentar grabar a las vecinas, amenazas verbales y hasta una paliza por parte de un grupo de encapuchados
En abril de 2025, Reale Seguros, la antigua propiedad, vendió el bloque a Thunder Optical Minur SL, una empresa dedicada a la venta al por menor de artículos médicos. Su administrador único es G.C.A., un empresario vinculado a, por lo menos, siete empresas del sector de las residencias y centros de día. A raíz del cambio en la propiedad, aumentó la tensión en el bloque Llenguadoc. El vecindario considera que el punto de inflexión fue el aplazamiento hasta, por lo menos, enero de 2026, la fecha de desalojo de la vivienda del sobreático, la que más años lleva okupada. Un mes más tarde se produjo la agresión.
Eran las 11h de la noche del 8 de junio cuando seis encapuchados consiguieron entrar en el edificio. Llevaban porras extensibles y herramientas para forzar cerraduras. Subiendo las escaleras se encontraron a uno de los vecinos que, según explicaba, habían confundido con el vecino del sobreático, con el que comparten nombre y aspecto físico. Le hicieron arañazos, le dieron golpes en la cabeza y le partieron el labio. La víctima, que por motivos de seguridad ha preferido mantener el anonimato, recuerda que uno de los agresores le preguntó si vivía en el bloque, el nombre y el teléfono. “No me pareció como alguien de gimnasio”, llevaba una mascarilla azul y “no debía tener más de 32 años”, afirma. También identificó a uno de los “matones”, el más alto, como el que daba las órdenes: “No se metió en ningún momento, pero estuvo todo el rato controlando la situación”. Los otros cuatro eran más jóvenes: “Me empezaron a golpear muy rápido y sin tener muy claro si yo era la persona que buscaban. En un momento dado, uno de ellos les dijo a los demás que pararan. Intentaron robarme el móvil, pero al final no se lo llevaron”. Le dejaron una nota escrita a mano que instaba a ponerse en contacto con la propiedad para pactar el abandono de la finca.
“Me empezaron a golpear muy rápido y sin tener muy claro si yo era la persona que buscaban. En un momento dado, uno de ellos les dijo a los demás que pararan”
Tres días después, el 11 de junio, G.C.A. llamó al vecino del sobreático. Según una vecina del bloque que estuvo presente en la conversación, “se presentó como el propietario del edificio y empezó diciendo ‘queréis sentaros a hablar o tendremos que volver?’”. Aún así, en el transcurso de la llamada, negó haber enviado a “matones” al bloque y se mostró abierto a negociar un desalojo del edificio a cambio de una “indemnización”. Posteriormente, el vecino del sobreático recibió otra llamada, esta vez del número que constaba en la nota dejada por los asaltantes tres días antes.
El individuo se presentó como Alex, “el chaval de lo del piso”. En el inicio de la conversación Alex reconoce estar vinculado con la agresión del domingo anterior: “Fuimos el domingo a verte, ¿no?”. Alex le explicó que llevaba meses detrás suyo e insistió en que pactara con la propiedad, que cogiera el dinero que les ofrecían y abandonara el bloque. “Yo no soy una empresa de desokupación de estas de ‘pastel’ que salen por la tele (...) esto es Barcelona y aquí en Barcelona ya se sabe quien manda (...) nosotros somos delincuentes, nosotros no vamos a llamar a la policía”.
Estos audios corresponden a los mensajes de voz y llamadas grabadas de uno de los matones, “Alex”, con un vecino del bloque Llenguadoc, al que dirige amenazas contundentes.
En la llamada, Alex admite la relación con el propietario: “¿Cómo lo tienes con G.?”. Y al acabar amenaza: “Yo no tengo ningún problema en hacer las cosas bien. A malas no hace falta ni que llames a la Policía porque yo me lío a tiros y me entrego, me da exactamente igual. Y los chavales más de lo mismo“. Los días siguientes, el vecino del sobreático ha estado recibiendo mensajes de audio y llamadas de Alex en los que insiste en que abandonen el edificio manteniendo el tono amenazador: “Hay dos opciones, te vas bien incluso con algo de guita o bien tenemos que ir 50 otro día, cien o 120 tíos con palos, bengalas, martillos y os vamos a dar una juga que te cagas y os vamos a echar a las malas”. Y añade: “Yo te voy a decir tal día que vamos a entrar, para que estéis preparados, porque si hay suerte a lo mejor puedo encontrarme con gente que quiero ver, si vienen los de Sant Andreu que también quiero verlos, gente así, así nos divertimos más”. Alex se refiere a los Desperdicis, el grupo de animación antifascista de la Unió Esportiva Sant Andreu.
“Yo no soy una empresa de desokupación de estas de ‘pastel’ que salen por la tele (...) esto es Barcelona y aquí en Barcelona ya se sabe quien manda (...) nosotros somos delincuentes, nosotros no vamos a llamar a la policía”
En la fotografía de perfil de Whatsapp de Alex aparece un grupo de hombres vestidos de negro que corresponde al Frente Bokerón, ultras del Málaga Club de Fútbol, de tendencia ultraderechista. Esta misma foto fue publicada en X por un perfil relacionado con este grupo de hooligans, eso sí, con las caras pixeladas. El Frente Bokerón es conocido por tener miembros pertenecientes a la filial malagueña de la empresa Desokupa y por su vinculación con grupos neonazis que operan en la ciudad, como la Asociación Cultural Málaga 1487. Sin embargo, Alex recientemente cambió la fotografía por un escudo de los Boixos Nois, grupo ultra del Fútbol Club Barcelona también de tendencia neonazi.
El bloque Llenguadoc se ocupó en marzo de 2017, cuando la propiedad vertical del inmueble era de Reale Seguros. Esta empresa aseguradora estaba dejando de renovar los contratos de las inquilinas del bloque, y este se estaba vaciando. Desde que se okuparon tres de los veinte pisos del bloque, la propiedad utilizó diferentes técnicas para recuperar el control del edificio. Primero estableció un servicio de seguridad 24h en la entrada, después, en 2019, contrató la empresa Desokupa y City Lock, una filial de la primera que adoptó un perfil más bajo. También optaron por tapiar los pisos que quedaban vacíos, destrozar los interiores para hacerlos inhabitables, sellar las puertas con planchas metálicas y poner alarmas. Aún así, los pisos se reokuparon y actualmente viven en ellos jóvenes del movimiento okupa, personas migradas, familias con bebés, niños y gente mayor. También vive una personas realojadas tras ser desahuciada y que actualmente se encuentra a la espera de un piso de emergencia.
El bloque Llenguadoc se ocupó en marzo de 2017, cuando la propiedad vertical del inmueble era de Reale Seguros. Esta empresa aseguradora estaba dejando de renovar los contratos de las inquilinas del bloque, y este se estaba vaciando
La portavoz del grupo de apoyo articulado alrededor del bloque Llenguadoc declara que “este bloque se okupó para resistir la gentrificación y para dar casa a gente no que no la tenía” y que por tanto “no cederemos ante amenazas”. Y añade: "defendemos la okupación como una herramienta política, como una herramienta legítima, práctica y eficiente para disputar la propiedad privada y la especulación”. Desde el bloque Llenguadoc consideran que esta estrategia es especialmente relevante en el barrio de Sant Andreu, “se vende como un barrio “auténtico”, donde se hace “vida de pueblo”, pero donde la gentrificación es cada vez más visible”. En relación a este hecho, denuncian la construcción de una nueva estación de AVE en el distrito de Sant Andreu, que se convertirá en la estación más grande de Catalunya y que prevé mover 100 millones de personas al año.