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Contigo empezó todo
Salvador y el MIL: agitación armada hacia el comunismo
A las 9.40 horas del 2 de marzo de 1974 se certificaba la última muerte por garrote vil en España. Salvador Puig Antich, de 25 años de edad, era la víctima. Había sido condenado “por la muerte de un funcionario público por razones políticas”, al perder la vida un policía durante el operativo de detención del joven barcelonés en septiembre de 1973. Puig Antich, conocido por el gran público, era militante del Movimiento Ibérico de Liberación-Grupos Autónomos de Combate (MIL), no tan conocido.
El MIL, de corta duración (1971-1973), fue un grupo de jóvenes revolucionarios, en su mayor parte barceloneses, dedicado a las publicaciones clandestinas y atracos a sucursales bancarias. Influenciados fundamentalmente por el marxismo no vinculado a los partidos políticos, su labor se encuadra en el auge del movimiento obrero independiente durante el tardofranquismo. A continuación hacemos un breve repaso de sus ideas a través de fragmentos de sus textos.
“Con la guerra mundial, el proletariado internacional vio cerrados sus horizontes revolucionarios quedando todas sus energías supeditadas a los intereses del llamado ‘bloque aliado’ que reunía en su seno a las democracias burguesas y a la Unión Soviética, que asumía definitivamente el papel de potencia imperialista. La posguerra solo sirvió para que la clase obrera fuera sometida a un proceso de explotación creciente, de reconstrucción ampliada del aparato productivo, de intensificación de los ritmos de productividad, de aumento de la tasa de plusvalía, y, en definitiva, de integración moral y física al programa político del Capital. Esta integración al programa del Capital corre a cargo no solo del dominio directo de la burguesía y su Estado, sino también de las organizaciones obreras (sindicatos, partidos socialistas y comunistas), dedicadas a encuadrar al proletariado mediante unas estructuras rígidamente jerarquizadas y burocratizadas para negociar en nombre del proletariado pactos con la burguesía. Pero, a medida que el nuevo proceso de expansión del Capital ve cubiertos ya sus objetivos y que el desarrollo de las fuerzas productivas deja atrás las condiciones propias de la fase de reconstrucción de la posguerra, las contradicciones del sistema aparecen de nuevo a plena luz perfilándose claramente la alternativa revolucionaria al programa político del Capital”. (Guerra de clases en España, 1936-1937, Camilo Berneri)
“Los conflictos esenciales corresponden a los sectores ‘en punta’, a los del gran capital. Tienen por eje principal la rebelión contra la racionalización del capitalismo moderno, contra el sistema de la fábrica tecnológicamente desarrollada, se enfrentan a unos sindicatos que planifican la política de rentas en contra de un proletariado que lucha contra la agravación de la esclavitud en el trabajo. En la primera fase, la clase obrera miró hacia el pasado, defendió aún lo que creía podían ser las conquistas sociales de posguerra. Hoy, perdidas sus ilusiones, pone nuevamente en discusión la planificación de la guerra social, se encara al porvenir”. (“La Europa Salvaje”, extracto del Livre-Journal. París-Londres, 1970).
“La sociedad es violenta en razón del carácter contradictorio del capital. Incluso en periodo próspero y pacífico destruye bienes y personas, deja las fuerzas productivas en barbecho, crea el hambre. Se sabe que el automóvil mató más franceses desde 1945 que la Segunda Guerra Mundial. La violencia es también ideológica: se constriñe a hablar una lengua, se borra un pasado regional, etc. Se imponen prácticas sexuales. El capital realiza hasta el homicidio de los muertos, es decir, del trabajo pasado, acumulado por las generaciones fallecidas, cuando neglige[sic] o destruye la infraestructura material que no puede o no quiere mantener. El capital destroza cuerpos y espíritus mediante su propio funcionamiento. El garrotazo es la excepción. El Estado policiaco no es sino la parte y el producto de un fenómeno más amplio”.(Violencia y movimiento social en España: 1973, Francia, ed. Le mouvement communiste, 1974)
“Es a partir del horizonte de la sociedad comunista —esa sociedad que aún no existe en ningún país del mundo— que puede plantearse el sentido de las luchas cotidianas en la fábrica y el barrio; es a partir de la perspectiva de la autogestión de la sociedad que puede exigirse la autogestión de las propias luchas; es a partir de las características de la sociedad por la que luchamos (antiautoritarismo, antiburocratismo, sentido democrático, radicalidad, etc.) que debe regir sus pasos la Organización de Clase, emprendiendo así con plena autenticidad el combate revolucionario aquí y ahora”. (“Sobre la organización de clase: Barcelona 1973”, El fons MIL. Entre el record i la història, 2006).
“La Organización de Clase lucha por la dictadura del proletariado pero entendiendo bajo esta denominación la primera fase de la sociedad comunista y no como suele hacerse una fase de transición destinada a prolongarse indefinidamente. La Organización de Clase ha de respetar escrupulosamente la democracia obrera pero sin jamás sacrificar bajo ese pretexto los objetivos reales del proletariado. En tanto que anticapitalista y antiintegradora, la Organización de Clase se declara al mismo tiempo por idénticas razones antidirigista y antisindicalista”. (“Sobre la organización de clase: Barcelona 1973”, El fons MIL. Entre el record i la història, 2006).
“La historia del movimiento enseña que los grupos de combate organizados al exterior del proletariado acaban, cualesquiera que sean sus méritos iniciales, por autonomizarse de la lucha de clases, reclutando además a individuos muy diferentes de los proletarios revolucionarios, actuando por su cuenta: por dinero, por una imagen o para sobrevivir”.
(Violencia y movimiento social en España: 1973)
“Queremos distinguir el concepto de agitación armada del de lucha armada o militar. Un núcleo de lucha militar no busca planteamientos políticos de lucha de clases sino que se considera a sí mismo como la vanguardia o punta de lanza de la lucha y halla así en sí mismo toda su justificación. En cambio, un núcleo de agitación armada no puede admitir que se mistifique su actividad considerándose autosuficientes sino que se define por su relación con la lucha de clases. Es decir, un grupo de agitación armada es un grupo de apoyo que sitúa su propia actividad en el seno del conjunto de la lucha de clases del proletariado, que forma parte de dicha lucha de clases”.
(Movimiento Ibérico de Liberación, sobre la agitación armada)
“El revolucionario no expropia para devolver a los pobres […] expropia para satisfacer una necesidad social- revolucionaria. En la medida que explica su acto al ejecutarlo, lo cual era en general el caso, dirigiéndose a las personas presentes para exponer las razones de la expropiación, la acción adquiere una nueva dimensión. Revela en el seno de la sociedad otro movimiento social, una dinámica diferente. Tal revelación es subversiva. No es sino efecto secundario: quienes recurren a la violencia armada esencialmente para ganar a los espíritus o los corazones, pretendiendo presionar para que se les reconozca, fracasan o se imponen como nuevo poder”.
(Violencia y movimiento social en España: 1973)