Evasión fiscal
Elusión fiscal: el "sandwich" euskaldun

Tener beneficios y decir que la situación económica es mala no es algo contradictorio.... si se utilizan las herramientas precisas. Las “causa económicas” que muchas empresas argumentan en despidos, EREs o descuelgues de convenios son influidos por los mecanismos que ofrece la legislación local.

Endika Alabort Amundarain
Artículo original publicado en Argia
28 feb 2018 11:41

En el ámbito de la recaudación de impuestos, bastantes voces confirman que se recauda poco y mal. En realidad, la legislación deja bastantes resquicios para la elusión fiscal —no confundir con fraude fiscal, aunque la mayoría de las veces la línea que las divide sea muy fina—, en el que las grandes multinacionales tienen la ventaja de los grupos empresariales. El “doble irlandés” y el “sandwich holandés” son dos estrategias frecuentemente utilizadas para pagar menos impuestos. Por ejemplo, se puede crear una empresa en los Países Bajos con el único objetivo de cobrar por la propiedad intelectual a una empresa radicada en Irlanda. Después, la sociedad holandesa puede redirigir el 99% de lo recibido a un paraíso fiscal. La compañía irlandesa estaría creada para facturar con el único objetivo de captar los beneficios logrados en el resto de Europa. Lo descrito es legal, pero no está disponible para cualquier empresa. Por ejemplo, IKEA funciona así, ya que su sede fiscal está en los Países Bajos, no en Suecia.

Aún así, la legislación local ofrece otras herramientas a las empresas más pequeñas, ya que para hacer el “doble irlandés" y "el sandwich holandés” hace falta dinero y una estructura importante. No es una cuestión meramente fiscal, ya que las herramientas que ofrece la legislación local influye en las “causa económicas” que muchas empresas argumentan en despidos, EREs, descuelgues de convenios, etc. Por lo que tener beneficios y decir que la situación económica es mala no es algo contradictorio.... si se utilizan las herramientas precisas.

Durante los últimos años, como economista, muchas veces he visto casos como el siguiente ejemplo. Supongamos que una pequeña empresa del sector del comercio, A, tiene 25 personas empleadas. El local, que es del propietario, la pone a nombre de otra empresa, B, creada expresamente para ello. También crea la empresa C, cuyo objetivo es proveer de productos a la empresa A. El propietario tiene tres sociedades, pero casi todos los costes se concentran en A.

¿Cuál es el objetivo de las empresas B y C? En el caso de B, el propietario se cobra a sí mismo el alquiler del local. Lo puede subir o bajar, para disminuir los beneficios en A. En el caso de C, puede jugar con los precios para obtener los beneficios de la empresa A. Esta última se puede endeudar con los bancos, consiguiendo B y C financiación de A sin coste alguno. En resumidas cuentas, los gastos y costes siempre van a estar en A. Esto no es un “doble irlandés” ni un “sandwich holandés”, pero en la Euskal Herria peninsular es algo que da mucho juego. Y sobre todo, es legal.

¿Quiénes son las perdedoras con este tipo de comportamientos? Las trabajadoras, por supuesto, a las que les afectan las consecuencias de esas “causas económicas” tan maleables. En nuestro territorio hay un crecimiento económico, pero está yendo a los bolsillos de los empresarios. Es otra manera de explicar el crecimiento en estos tiempos.

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