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Fronteras
Antes del Mediterráneo: un informe de Acnur documenta el horror en la travesía de migrantes hacia Europa
Los trayectos desde África occidental y oriental hacia las costas del Mediterráneo son conocidos por su dureza, por la presencia de traficantes y por la criminalidad. Una encuesta hecha a 16.000 supervivientes aporta testimonios sobre este fracaso de los derechos humanos.
La iniciativa de monitorización sobre migraciones 4Mi y Acnur, agencia de la ONU para los refugiados, han hecho público un informe basado en 16.000 entrevistas que pretende arrojar luz sobre uno de los aspectos menos documentado del proceso de migraciones desde África hacia Europa: el paso por terceros países en dirección a las costas de Libia. El informe concluye que la reducción del número de personas que cruzan el mar desde Libia a Europa desde mediados de 2017 “ha enmascarado el hecho de que los refugiados y migrantes que viajan hacia y a través de Libia y otras partes del norte de África siguen siendo objeto de abusos horribles en múltiples puntos durante sus viajes”.
El documento, titulado “En este viaje a nadie le importa si vives o mueres” proporciona la cifra de 2.204 muertes documentadas por esas 16.000 personas supervivientes al trayecto, más de la mitad de las cuales tuvieron lugar en los años 2018 y 2019. Ese viaje, por tanto se ha cobrado 70 vidas cada día de los últimos dos años, estima el informe. Un 14% de las personas encuestadas refirieron haber presenciado muertes en más de una ocasión. El informe se presentó ayer en la víspera del Día Mundial contra la Trata de Seres Humanos, que tiene lugar hoy, 30 de julio.
“Forzaron a un amigo mío a que matara a su amigo con un cuchillo porque no tenía dinero para darles. Si las mujeres no tienen suficiente dinero, las violan delante de todo el mundo”
El informe incluye testimonios como el de un hombre que cruzó el desierto de Níger a Argelia: “Si pinchas un neumático en el desierto, es difícil cambiarlo en la arena; el gato se hunde. Por lo tanto, usaron un migrante que no tenía suficiente dinero para pagar el paso. Este hombre fue utilizado como apoyo para el gato para proteger que el auto no se hundiera en la arena. Este hombre no soportó el esfuerzo y fue abandonado allí para morir. Forzaron a un amigo mío a que matara a su amigo con un cuchillo porque no tenía dinero para darles. Si las mujeres no tienen suficiente dinero, las violan delante de todo el mundo”.
La zona más letal en ese camino es el área norteafricana, que incluye territorios del norte de Níger, Chad, el sur de Argelia, Libia y Egipto. Casi seis de cada diez muertes tuvieron lugar en las aproximadamente 20 rutas que transcurren por esa zona. Otro 38% de las muertes documentadas tuvieron lugar en la ruta oeste. Esta incluye a Nigeria, primer punto de partida de migrantes, Burkina Faso, Mali y todos los países de la costa occidental.
El 92% de las muertes referidas en la ruta del norte están relacionadas con el crimen. Las cifras son muy similares en la zona del oriente y el cuerno de África. Por el contrario, el crimen “solo” es la motivación del 27% en los puntos de origen de las migraciones, en la zona occidental. La falta de acceso a medicinas o a una cura es el principal motivo de muerte (43%), muy a menudo en combinación con condiciones de deshidratación o inanición. En un 13% de los casos las muertes fueron consecuencia de disparos o apuñalamientos en un contexto de tortura y abuso físico. Entre quienes han llegado a Libia, ocho de cada diez personas denuncia haber sufrido torturas y trato inhumano o degradante.
El desierto del Sáhara, en el paso desde Níger a Libia, ha sido el escenario del 28% de las muertes referidas por las personas encuestadas por 4Mi. Otros puntos geográficos críticos son las regiones de Sabha, en el suroeste de Libia, Trípoli y Bani Walid (Libia), Agadez (Níger), Tamanrasset (Argelia) y Bamako (Mali). “Los hombres, mujeres, niñas y niños que sobreviven, quedan a menudo afectados con trastornos de salud mental, que pueden durar mucho tiempo como consecuencia de los traumas vividos” dice Acnur en la presentación de su informe. Las entrevistas se han realizado exclusivamente a mayores de 18 años, aunque la agencia de la ONU refiere que la situación de niños y niñas es similar a lo largo de todas estas rutas.
Abusos sexuales
Las entrevistas detallan igualmente el uso de la violación, el abuso y la discriminación sexual de manera sistemática a lo largo de las rutas. Una de cada diez personas entrevistadas han reportado más de 6.000 casos de violencia sexual durante su trayecto, si bien se considera que las cifras infrarrepresentan la frecuencia de los casos. El 65% de las personas que refirieron haber visto estos casos son mujeres.
En el 45% de las ocasiones, los perpetradores de esa violencia sexual eran traficantes de personas, en un 19% policías y fuerzas armadas de los países de tránsito. Individuos desconocidos, grupos violentos o mafias locales y otros migrantes (10%) son los otros grupos que aparecen en los testimonios. El mayor número de casos se da en Libia.
La encuesta también refiere más de 4.400 casos de violencia física presenciados por 2.883 personas y 291 casos de secuestro referidos por 171.
Las entrevistas detallan igualmente el uso de la violación, el abuso y la discriminación sexual de manera sistemática a lo largo de las rutas.
Otro testimonio, de una mujer eritreana muestra las condiciones extremas en el viaje que sufren las mujeres: “Dejamos Eritrea a principios de marzo y hubo tres jóvenes que viajaron con nosotros pero no sabíamos quiénes eran. Cuando llegamos a la frontera, el contrabandista llamó a alguien y les dijo que vinieran con un coche. Vinieron tres hombres y nos pidieron que subiéramos e inmediatamente nuestro contrabandista desapareció. Nos vendaron los ojos y nos nos llevaron a una casa donde comenzaron a golpearnos. Nos pidieron que llamásemos a nuestras familias, exigiendo más de 6.000 dólares. Nuestras familias dijeron que no podían pagar el dinero. Mi amiga y yo estábamos atadas y fuimos violadas delante de los jóvenes. Continuaron haciendo eso durante cinco días. Una noche mi amiga y yo pedimos salir a responder una llamada de la naturaleza y saltamos rápidamente un muro. Los traficantes nos persiguieron pero encontramos un gran árbol donde nos escondimos durante varias horas. Caminamos descalzas porque los traficantes nos habían quitado los zapatos. Estuvimos muy asustadas. Caminamos un día entero antes de llegar a un granja donde una pareja salió de la casa y nos acogió. Nos dieron comida y también agua y jabón para bañarnos”.
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