Renta básica
Miedo, de mujer a mujer

En Euskadi nos encontramos en un proceso de Iniciativa Legislativa Popular para crear una Renta Básica Incondicional y a menudo participamos en debates en torno a la conveniencia o no de la propuesta. No tanto por su demostrada viabilidad económica, sino por cuestiones más filosóficas, o maneras de afrontar los cambios.
Quiero destacar en estas líneas los reparos que ponen algunas feministas a la alternativa de la Renta Básica, por las posibles consecuencias que pueda tener en las mujeres. Las preguntas que se hacen podrían ser del estilo de: ¿Acaso no puede ser que las mujeres al tener una renta básica, decidan quedarse en casa? ¿Con la tendencia que hay, a que ellas asuman los trabajos de cuidados, la renta no fomentará esto aún más? ¿Con la precariedad en los trabajos de cuidados, mal pagados y mal valorados, no preferirán las mujeres alejarse o abandonar el empleo asalariado?
Estamos pidiendo que sea reconocido un derecho universal: el derecho a una vida digna, el derecho a poder sobrevivir con una renta básica que vaya más allá del umbral de la pobreza
No estamos pidiendo 900 euros, no pedimos una cantidad de dinero, no pedimos una limosna. Los euros son un medio no un fin. Estamos pidiendo que sea reconocido un derecho universal: el derecho a una vida digna, el derecho a poder sobrevivir con una renta básica que vaya más allá del umbral de la pobreza.
¿Existe algún inconveniente en que las mujeres tengamos más autonomía para decidir, decidamos lo que decidamos? ¿O es que acaso no estamos preparadas?
Si no es AHORA ¿Cuando?
¿Cuándo el paro siga subiendo hasta el 20%, el 30%, o el 40% que augura la robotización?
Se va a cumplir en diez años, el centenario del sufragio universal. En Octubre de 1931 conseguimos las mujeres el derecho a poder votar. Tan solo logrado por cuarenta votos de diferencia. Hubo tanto mujeres como hombres que se opusieron al voto femenino, pero lo conseguimos. El derecho a votar, a votar lo que quisiéramos, no el derecho a votar “bien”, no el derecho a votar a la “izquierda”, simplemente conseguimos un derecho universal a votar. Y hubo debate, mucho debate, al igual que hoy día con el derecho a una vida digna, una Renta Básica Incondicional.
La oposición no vino de alguien sin formación, o de mujeres activistas, sino de Victoria Kent (1898-1987), primera mujer abogada de España del Partido Republicano Radical-Socialista. Su discurso se basaba en la falta de preparación de las mujeres para ejercer el derecho de voto. Mejor aplazarlo decía, no vaya a ser que voten a la derecha con lo influenciadas que están por el clero.
“Si las mujeres españolas fueran todas obreras, si las mujeres españolas hubiesen atravesado ya un periodo universitario y estuvieran liberadas en su conciencia, yo me levantaría hoy frente a toda la Cámara para pedir el voto femenino. Pero en estas horas yo me levanto justamente para decir lo contrario y decirlo con toda la valentía de mi espíritu”, son palabras de Victoria Kent, apoyadas también por Margarita Nelken o Hildegart Rodríguez. Fue Nelken quien se manifestó en contra del voto femenino “por creer que la mujer necesitaba prepararse para tal responsabilidad”.
Hubo un hombre, Miguel de Unamuno que en un artículo publicado en el diario El Sol el 4 de octubre de 1931, denunciaba que “ese antojo histórico masculino de que la mujer española está manejada, desde el confesionario, por el clero regular o secular” es un “antojo histérico de la masculinidad aquella a que se refirió un día el dictador Primo de Rivera”.
Ahora se ha presentado en el Parlamento Vasco una solicitud del derecho a una vida digna para todas las personas, a través de una Renta Básica Incondicional. Y es ahora que queremos que sea aprobada, no podemos esperar. No podemos tener miedo a que las mujeres decidan “mal”.
¿Quiénes somos nosotras para decidir cuando están preparadas las mujeres para ejercer un derecho a una vida digna y recibir una Renta básica Incondicional? ¿Cuándo estarán todas preparadas para utilizar “bien” una RBI?
¿A qué tendríamos que esperar? ¿A qué las mujeres estén todas formadas y sean universitarias? ¿Eso nos aseguraría un empoderamiento a todos los niveles? ¿A que estén todas emancipadas?
¿Quiénes somos nosotras para decidir cuando están preparadas las mujeres para ejercer un derecho a una vida digna y recibir una Renta básica Incondicional? ¿Cuándo estarán todas preparadas para utilizar “bien” una RBI, para utilizarla con responsabilidad, y en aras a una buena emancipación de la mujer?
Al igual que argumenta Amelia Valcárcel en el documental de RTVE, Mujeres en la historia-Clara Campoamor: “su defensa del voto de las mujeres estaba basada en principios y no en consecuencias”, nosotras ahora podemos decir lo mismo. La defensa de la Renta Básica Incondicional es una necesidad, está basada en principios universales, y las mujeres feministas no podemos rechazarla en base a sus posibles consecuencias para las mujeres.
Renta básica
Renta básica incondicional, un remedio efectivo contra la pobreza
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