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Afrodescendientes
Criando un nuevo mundo
Ukuaji significa crecimiento en suajili. Esta palabra da nombre a la asociación de madres de afrodescendientes.
Los elefantes de circo desde pequeños están atados a una cadena. Crecen adiestrados y saben que no pueden romperla. Cuando son grandes y tienen fuerza siguen pensando que no pueden romper la cadena. Pero un elefante que crece en libertad va a intentar luchar siempre. Yo no quiero que mi hijo crezca pensado que no puede”. Lua Nkogo tiene claro que no se va a quedar de brazos cruzados ante el racismo en la educación de su hijo Nathan, de cuatro años.
Esta española, de padres guineanos, creció en Alcalá de Henares (Madrid) entre insultos y agresiones. “En el colegio me pegaban y no sabía por qué. Crecí con dudas, con preguntas. ¿Por qué se meten conmigo si a mí todo el mundo me cae bien? Yo quiero que mi hijo sepa responder ante esas actitudes ignorantes”, asegura. Por esto ha decidido hacer piña con otras madres de afrodescendientes. Juntas buscan herramientas para afrontar estas situaciones y para reforzar la identidad de sus pequeños.
Surge así la Asociación Antirracista de Madres de Afrodescendientes Ukuaji, un término que en suajili significa crecimiento. Y es que su foco es ese, intervenir en el crecimiento de su descendencia para que no esté condicionado por las agresiones externas. “Hasta los 16 años crecí con odio, rabia y a la defensiva. A mí me hubiera encantado tener una asociación así cuando era pequeña porque habría crecido de otra manera”, continúa Nkogo.
El Centro Hispano Africano de Madrid, el barrio de Lavapiés y el CSA La Tabacalera funcionaron de escenarios. Las protagonistas de esta idea se fueron encontrando de manera escalonada en estos espacios y acabaron confluyendo en un grupo de WhatsApp que hoy aglutina a más de 50 madres de afrodescendientes. Algunas de ellas decidieron ponerse manos a la obra. “La asociación es para poner en práctica nuestras preocupaciones, para hacer algo más efectivo”, explica Mayte Alonso, miembro de la organización y mamá de Isis, de tres años y medio. Alonso pone el acento en otro de sus objetivos. “No somos solo una asociación antirracista, también queremos reforzar la crianza de nuestros pequeños a partir de unos valores de una cultura ajena a mí misma, que es la de mi marido. Quiero que mi hija sienta su identidad también”.
Identidad, autoestima y sororidad
Para Helena Grande, socióloga e integrante de Ukuaji, la motivación para formar parte de esta asociación está a dos niveles. “A nivel externo quiero encontrar herramientas para enfrentarme a situaciones de racismo y a nivel interno trabajar la autoestima y la identidad de mi hijo”. Grande, que tiene un hijo de cuatro años, explica que lo primero es “plantearme mis privilegios”. “Como persona no racializada no he vivido racismo en mis carnes, aunque he sido testigo de ello en muchas ocasiones. El cuestionar mis privilegios como blanca supone un trabajo extra que yo me autoexijo. Como no vivo en un entorno afrodescendiente habitual, tengo que buscarlo para que mi hijo pueda tener unos referentes, ya sean compañeros de juego, adultos, dibujos animados o cuentos”, sentencia.
Nuria Amores, también integrante de la organización y madre de Naiara, añade otro ingrediente en la lucha: “Luchamos contra la negrofobia pero también queremos crear un grupo de sororidad entre mujeres”, asegura. Esta mamá considera que es necesario compartir temas de educación y tener espacios de reflexión colectiva. “También somos feministas y queremos un espacio donde podamos hablar. Nos hemos encontrado un grupo de madres en circunstancias parecidas. Muchas estamos divorciadas, no tenemos cargas compartidas y batallamos contra el machismo también”, explica Almudena Fernández, mamá de Umaima, de 14 años, que, como adolescente racializada, “sufre una doble discriminación y ha soportado vejaciones como que le digan que si lleva silicona en el culo”.
El pasado 20 de octubre, el CSA La Tabacalera se vistió con un evento familiar poblado de talleres, documentales, bailes y conciertos para dar la bienvenida a esta asociación que las mamás consideran pionera en España. Solo han documentado un precedente, la Asociación Antirracista de Madres Blancas con Hijos Negros, creada en Catalunya. Pero Ukuaji va más allá y lo demuestra la presencia de mujeres como Becha Situ Kumbu. Esta congoleña, que llegó a España desde Sudáfrica, lleva 11 años aquí y una mochila de supervivencia que quiere compartir con su hija Sofía. “A mí el racismo me afectó en el principio, ya no tanto, y mi hija ya lo sufre la pobre, en el colegio. Yo ya soy fuerte, ya es tu día a día, es la normalidad. Cuando hay que responder, respondes. A mi hija quiero enseñarle que ella no es menos que nadie, intento llevarla a sitios multiculturales para que vea la diversidad como algo normal”.
Ukuaji cuenta además con un colchón de madres que apoyan el proyecto desde el grupo de WhatsApp. Raquel Gómez-Limón y Ana Vázquez, con dos peques de cuatro y dos años y medio, son dos de ellas. “Creemos que esta asociación puede ser el inicio de un movimiento de lucha por los derechos de nuestros hijos”, asegura Raquel quien observa cómo su hija está cansada ya de “que la gente no respete su cuerpo y le toquen el pelo todo el rato”. También de constantes preguntas y afirmaciones como “¿de dónde es?” o, “a pesar de ser tan oscura, es guapa”. Ana comparte esta visión y es consciente de que el lenguaje es muy difícil de cambiar. “Desde que son bebés. En el momento del parto las matronas ya te dicen un montón de expresiones inocentes comentando su aspecto. Luego hay gente más indiscreta que llega a preguntarte si es adoptado”. Cuando estas expresiones ‘bienintencionadas’ se convierten en ataques racistas, Lua Nkogo lo tiene claro. “Yo interiorizo, canalizo, enfrío y les invito a una merendola, y eso es lo que le enseño a mi hijo”.
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Me encanto el post. Apoyo su lucha que también es la mía. Soy blanca y tengo dos hijos afrodescendientes. A diario me ha tocado convivir con el racismo que sufren mi compañero de mi vida y mis hijos. Estoy aprendiendo a de-construirme gracias a ello. En Argentina la sociedad realmente es muy racista y lo peor de todo es q casi nadie quiere asumirlo.
Desde el colectivo afro-feminista Afrofeminas, se ha fabricado muñecas negras para:
- ayudar al empoderamiento de las niñas y niños negros
- normalizar la negritud
- fomentar la tolerancia entre los pueblos.
Una buena idea de regalo para Navidad:
https://latiendacomprometida.com/infantil/1341-muneca-negra-artesanal.html
me encanta no solo tendriamos que difundirlo en esta web sino en todos los medios.
Me encanta esta iniciativa, sin duda es un espacio de diálogo, colectividad, resistencia, amor y transformación; como bien lo dice su nombre de CRECIMIENTO, a nivel colectivo para brindar herramientas a estas nuevas generaciones y que puedan salir adelante a pesar de ese racismo tan dañino y naturalizado. Que bien que se busque propender por transformar esas relaciones sociales lejos del racismo... Saludos y las felicito como mujer Afrocolombiana ✊🏾❤️