Alemania
Los socialdemócratas acarician la presidencia del Bundestag

“Va a ser una noche electoral larga, pero muchos han marcado la casilla socialdemocrata”, se aventuró a afirmar Olaf Sholz una hora después de cerrar los colegios electorales. A última hora de la noche del domingo, su partido (SPD) aventajaba en más de cinco puntos a su contrincante, la Unión Cristianodemócrata (CDU).
Olaf Scholz
Olaf Scholz, líder del SPD, lidera los sondeos. Foto: BMF/Photothek

A las siete de la tarde, una hora después de que se cerraran los colegios electorales, el candidato socialdemocrata (SPD) Olaf Sholz se autoproclamó ganador de las elecciones alemanas. “Va a ser una noche electoral larga, pero muchos han marcado la casilla socialdemocrata”, se aventuró a decir en una actitud que rompe con los tópicos del alemán precavido y cuadriculado. Es cierto que su partido ha ganado alrededor de cinco puntos respecto a los comicios de 2017, situándose entorno al 25,7% de los votos, según los datos oficiales. A esta certeza, había que añadirle otra: el partido de la Unión Cristianodemócrata (CDU), que ha presidido Angela Merkel, bajó casi 8 puntos, quedándose alrededor del 18,9% de los votos. Una cosa por la otra, siete puntos separan a ambas formaciones. Si esto no es un volantazo, se parece bastante a un cambio de dirección en la política alemana. 

La clave radica en los pactos de Gobierno, que más que coaliciones bilaterales, se prevén tripartitos. Ahí entran Los Verdes (Grüne) por la puerta grande. Han aumentado casi seis puntos respecto a 2017, logrando el 14,8% de los votos. Así SPD (26%) más Los Verdes (15%) suman el 41% de las papeletas depositadas en la jornada electoral más emocionantes de la última década en el territorio germano, después de que Merkel se coronara como la reina de la austeridad, tras marcar a Grecia quién manda en la UE.

El tercer partido al que tanto CDU como SPD ponen ojitos es el Partido Democrático Liberal (FDP), con alrededor del 11,5% de los votos. No se espera que los socialista alemanes le ofrezcan la tercera silla a Linke, la coalición de izquierdas popular sobre todo en el Este, que deberá arañar cada voto del escrutinio para conseguir el 5% de votos, el mínimo para entrar en el Parlamento. Anoche se quedaba en un 4,9%, frente al 9,7% de 2017. 

La sorpresa de la noche llegó no tanto en el casi empate entre los dos grandes partidos, sino en la caída de dos puntos del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Obtuvo entorno a un 10,3% de los votos, dos puntos por debajo de 2017. Tertulianos de diferente procedencia ideológica pronosticaban un aumento de su representación, sobre todo en el Este, y ponían en duda el cordón sanitario político y mediático practicado contra la derecha nazi. Se equivocaban, el cordón funciona. Han pasado de ser la tercera a la quinta fuerza política parlamentaria.

Coalición semáforo

Durante la campaña electoral, Olaf Sholz aseguró que quería mandar a la CDU a la oposición, descartando así lo que los alemanes llaman como la “gran coalición”. El socialdemócrata era partidario de la coalición “semáforo”: rojo socialista, verde de los ecologistas y amarillo liberal. En sus primeras declaraciones de ayer, volvió a mandar una señal de que así lo deseaba: mencionó que los “dos grandes cambios” a los que debe enfrentarse Alemania en los próximos años son “modernizar” el país (guiño a los liberales) y “parar el cambio climático antropogénico” (guiño a los verdes). La dificultad de esta coalición se halla en la dificultad para que liberales y verdes lleguen a un acuerdo, un pacto que no pudieron alcanzar en 2017. Si Die Linke sigue en el Bundestag (ha caído 4 puntos), quizá ese acuerdo tenga menos alforjas.

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