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Análisis
Del ‘Ayusismo’ se sale, también en el sur de la Comunidad de Madrid
Hace unas semanas, Federico Jiménez Losantos entrevistó en su programa a Isabel Díaz Ayuso, quién, preguntada por uno de los oyentes —un vecino de Leganés— sobre el papel que le iba a otorgar a los municipios del sur de Madrid en las próximas elecciones municipales, ironizó con una suerte de eslogan que, posteriormente, serviría para tratar de viralizar el fragmento de la entrevista en Twitter y en otras redes sociales. “Del socialismo se sale, también en el sur de la Comunidad de Madrid”, afirmó Isabel Díaz Ayuso.
Un eslogan que esconde un objetivo político: acabar con las alcaldías del PSOE en las ciudades del ‘cinturón rojo’, último bastión de la izquierda en la Comunidad de Madrid, extendiendo así la influencia del Partido Popular más allá de la M-30; y que esconde también un hecho amargo: la izquierda está dejando, cada vez más, de ser una amenaza para la hegemonía del Partido Popular en la ciudad de Madrid —y, por lo tanto, en el conjunto de la región—, por lo que este se encuentra en condiciones de dar un paso más y poner el foco en los municipios del área metropolitana de Madrid.
¿Quiénes serán los candidatos de Podemos, Izquierda Unida o Más Madrid en Fuenlabrada, Leganés o, por ejemplo, Alcorcón? ¿Cuál es el proyecto político que plantean para las ciudades del ‘cinturón rojo’?
Ahora bien, las formaciones de izquierdas no parecen haberse dado cuenta de la tesitura en la que se encuentran. Mientras que durante los últimos meses el Partido Popular de la Comunidad de Madrid ya ha comenzado a preparar las próximas elecciones, hasta el punto de haber presentado ya —de la mano de Ayuso, cómo no— a quiénes serán sus candidatos en la mayoría de las grandes ciudades de la Comunidad de Madrid, la izquierda sigue enfrascada en su batalla por las siglas, olvidando que hay vida más allá de la ciudad de Madrid.
En este sentido, la presentación de Roberto Sotomayor como candidato de Podemos al Ayuntamiento de Madrid parece ser, en gran medida, una jugada que está planteada de cara a la disputa que mantienen con el resto de las formaciones de la izquierda madrileña por un espacio político cada vez más reducido. Ahora bien, también plantea una serie de interrogantes: ¿Quiénes serán los candidatos de Podemos, Izquierda Unida o Más Madrid en Fuenlabrada, Leganés o, por ejemplo, Alcorcón? ¿Cuál es el proyecto político que plantean para las ciudades del ‘cinturón rojo’? ¿Repetirán, ya no sólo quiénes estuvieron en 2019, sino las uniones que, en algunos casos, se alcanzaron hace unos años? ¿Habrá otras nuevas?
No son preguntas menores, puesto que, más allá del simbolismo que rodea al ‘cinturón rojo’ de la Comunidad de Madrid, estamos hablando de una serie de municipios que concentran algo más de un millón de habitantes, por lo que su peso político y electoral, tanto para la izquierda como para la derecha, es incuestionable. En este sentido, una victoria de la derecha en el ‘cinturón rojo’ —al igual que ocurrió en 2011, como se explica en este artículo— supondría acabar, definitivamente, con la percepción generalizada, aunque cada vez más débil, según la cual votar a la derecha no sirve para nada estos municipios, puesto que la izquierda es hegemónica en el ‘cinturón rojo’. De ocurrir esto, y motivados por la posibilidad de arrebatarle la supremacía a la izquierda en cada una de sus ciudades, se reducirían los costes a la hora de salir a votar para el electorado de derechas, lo que aumentaría una participación diferencial, como ya ocurrió en el 4-M, convirtiendo así el sur de Madrid en una zona de disputa ideológica o, quién sabe, en una zona donde la derecha se haga hegemónica.
Ahora bien, ante esta situación, el verdadero desafío al que se enfrenta la izquierda madrileña en las próximas elecciones no se encuentra en la fortaleza o el carisma de los candidatos de Ayuso, sino en la barrera electoral, según la cual las diferentes candidaturas deben superar el 5% de los votos válidos para poder optar al reparto de concejalías. Un hecho que es ya muy conocido por los diferentes partidos de izquierdas, pero que algunos parece que se niegan a asumir, como si por no hacerle frente a las circunstancias estas fueran a desaparecer.
En las últimas elecciones, inmersos de lleno en la política de bloques, que lleva impregnando el panorama político en España durante los últimos años, donde la pregunta fundamental es qué bloque acumulará un mayor porcentaje de voto y, con ello, obtendrá la victoria, hubo más de una alcaldía que se ganó por la mínima, con apenas un concejal de ventaja frente a los partidos de derechas. Es decir, por apenas un puñado de miles de votos.
Mientras tanto, una parte de la izquierda que, conociendo el funcionamiento de la barrera electoral y sabiendo que sus expectativas electorales no serían muy superiores a la cifra del 5% de los votos, decidió concurrir por separado a las urnas, asumiendo la posibilidad de caer en la irrelevancia, al no poder optar al reparto de concejalías.
Por ejemplo, en Alcorcón hubo más de 4.000 votos, un 4,71%, que no se tradujo en ninguna concejalía. En Móstoles, con tres candidaturas de izquierdas –Más Madrid Ganar Móstoles, Podemos e Izquierda Unida Madrid en Pie– fueron 1.400 votos. En Getafe, de nuevo con tres candidaturas, hubo más de 2.000 votos que se perdieron. En Parla, fueron también más de 2.000 votos, que, al ser el municipio menos poblado, podrían haber llegado a ser una o dos concejalías. Por último, en Fuenlabrada hubo más de 3.000 votos que tampoco lograron superar la barrera electoral. Únicamente en Leganés no se produjo esta situación.
Ahora bien, no se trata de señalar a quienes, legítimamente, concluyeron que concurrir por separado en cada uno de estos municipios era la mejor opción. Por supuesto, tampoco sería adecuado hacer un llamamiento acrítico a la unión por la unión de las izquierdas, como si esta se tratase de una receta mágica o un atajo para lograr la victoria, como ya ocurrió en el 4-M.
A pesar de todo, es fundamental comprender cuál es el contexto en el que se encuentra la izquierda madrileña, así como ser capaz de identificar las reglas del juego, la propia fuerza y la de los rivales a la hora de establecer cuál será la estrategia con la que hacer frente a las próximas elecciones. De lo contrario, podría llegar a repetirse una situación como la que tuvo lugar en las últimas elecciones, ahogando, esta vez sí, las expectativas de victoria de la izquierda en el ‘cinturón rojo’ y en la Comunidad de Madrid en un mar de siglas y de proyectos que, ni mucho menos, son antagónicos, sino complementarios.
En las próximas elecciones municipales, donde la política se vuelve cada vez más cotidiana y las diferencias entre unos y otros se vuelven, para una amplia mayoría de la población, cada vez más difusas, es importante tener amplitud de miras, entendiendo la relevancia del momento actual y la necesidad de establecer estrategias donde lo fundamental no sea establecer quién estará al frente o con qué nombre, sino para lograr qué. Una vez más, la izquierda debería empezar a tomarse en serio ya no sólo lo que ocurre en Madrid, sino también en su área metropolitana, especialmente en el ‘cinturón rojo’, y en todos y cada uno de los municipios de la Comunidad de Madrid, con lo que ello implica.