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Argentina
Adiós a Macri: Argentina tumba la ‘CEOcracia’ neoliberal y vuelve al peronismo
El opositor Frente de Todos del presidenciable Alberto Ángel Fernández, un peronista de 60 años que lidera esa coalición opositora conformada por 18 partidos, venció en las elecciones generales a Macri y su alianza gobernante, Juntos por el Cambio, con el 48,03% de los votos contra el 40,44%, respectivamente.
Argentina se sumó ayer a la ola antineoliberal que recorre Latinoamérica. A diferencia de las insurrecciones populares ocurridas en Ecuador y Chile, reprimidas con toques de queda y asesinatos de manifestantes en las calles, lo ha concretado en elecciones generales, pacíficamente y sin traumas. La mayoría del electorado ha sepultado al tercer experimento neoliberal que ha padecido el país en el último medio siglo: la CEOcracia del magnate y presidente centroderechista Mauricio Macri.
El opositor Frente de Todos del presidenciable Alberto Ángel Fernández, un peronista de 60 años que lidera esa coalición opositora conformada por 18 partidos, venció en las elecciones generales a Macri y su alianza gobernante, Juntos por el Cambio, con el 48,03% de los votos contra el 40,44%, respectivamente.
Fernández resultó presidente electo aunque la figura preponderante, llamada popularmente ‘la dueña de los votos’, ha sido la expresidenta Cristina Fernández, viuda de Kirchner, 66 años, que resultó vicepresidenta electa.
“El gobierno volvió a manos de la gente, volvió a manos de las argentinas y los argentinos”, se enfervorizó anoche el presidente electo en el mitin de la victoria. Y anticipó que “de aquí en adelante solo nos queda cumplir con lo prometido: volver a la Argentina igualitaria y solidaria que todos soñamos”.
“Ojalá que nuestros opositores (macristas) sean conscientes de las cenizas que nos han dejado y sean capaces de entender que es necesario el esfuerzo de todos”, disparó. Y presagió nubes negras: “Los tiempos que vienen no son fáciles”.
Los comicios polarizaron al país en dos extremos. El peronismo, que sigue postulando una suerte de estado de bienestar y keynesianismo “a la Latinoamericana” y dijo “basta” a la apropiación alocada de plusvalía a los trabajadores, vía hundimiento de salarios y disparada de tarifas y precios. Versus su rival, el antiperonismo de Macri, que planteó continuar por la senda neoliberal y terminar de desguazar lo que queda de un Estado que en el siglo XX había convertido al país en destino de millones de españoles.
Argentina ya padeció tres experiencias de neoliberalismo. La primera arrancó con los llamados ‘Chicago boys’ —seguidores del monetarista estadounidense Milton Friedman— durante la dictadura cívico-militar de 1976 a 1983.
En la década de los años 90, con el gobierno del peronista Carlos Menem, la segunda. Y la tercera empezó en 2015 con Macri, respaldada por Estados Unidos, la Unión Europea, y el poder económico: la banca, fondos de inversión, terratenientes, transnacionales, industria concentrada, compañías extractivistas, etc.
Abanderado del establishment y el antiperonismo, Macri soñaba con la reelección por un nuevo mandato presidencial hasta 2023. Según confió al Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, proyectaba hacer “lo mismo, pero más rápido” que lo realizado hasta ahora. O sea, según todos los indicadores socioeconómicos, ahondar el colapso socioeconómico y una nueva cesación de pagos de la deuda pública, novena de su historia (aunque de momento sólo tocó a algunos bonos estatales).
Ese sueño de perpetuidad del presidente conservador empezó a trastabillar en mayo pasado cuando la jefa de la oposición, senadora y expresidenta Cristina Fernández, descolocó a todos y movió pieza apeándose de la precandidatura a presidenta que hasta entonces muchos daban por descontada. Entronizó a su exjefe de gabinete, que también se había desempeñado como jefe de gabinete del presidente fallecido Néstor Kirchner, de 2003 a 2007.
—“Pero Cristina ¿por qué yo de presidenciable? Los votos son tuyos. Si te presentas, ganas seguro”.
—“Sí, Alberto, yo podría ganar las elecciones. Pero no podré gobernar”.
La admisión de impotencia de la viuda de Kirchner constituyó un acto fuerte de ‘real politik’. Pues apartándose de la primera posición en la carrera presidencial —aunque reservó para sí la vicepresidencia— facilitó la unificación del peronismo que llevaba más de dos décadas fragmentado. Y, así, los peronistas unidos atrajeron al Frente de Todos a otros 17 partidos pequeños de centroizquierda, más las centrales sindicales CGT y CTA, y las organizaciones sociales.
Alberto Fernández había renunciado en 2007 al gobierno de la viuda de Kirchner por disconformidad con algunas medidas y hasta criticó varias políticas calificándolas de “deplorables”. Por ello recientemente confesó que jamás se imaginó que iba a competir por la presidencia. Abogado egresado de la pública Universidad de Buenos Aires (UBA) y profesor de Teoría del Delito en la facultad del Derecho, a la vez, lleva toda una vida de funcionario político en el Estado.
Por ejemplo, desempeñó altos cargos en varios gobiernos desde la restauración de la democracia en 1983: el del socialdemócrata Raúl Alfonsín, de 1983 a 1989, y del peronista neoliberal Menem, de 1989 a 1995. Cristina lo escogió por su condición de peronista ‘pata negra’, perfil moderado, talante dialoguista —imprescindible para que sectores medios vuelvan al peronismo—, y, sobre todo, por tratarse de un “armador político”, es decir alguien dotado para alcanzar consensos y entendimientos.
Su único hijo, Estanislao Fernández, 24 años, es famoso en las redes sociales por interpretar como cosplayer a personajes de videojuegos, series y novelas gráficas, con el nombre artístico de El Dyhzy (@dyhzy). Participa activamente en ese mundillo y sube sus producciones a Youtube.
La viuda de Kirchner se reservó, no obstante, el cargo de vicepresidenta de la República, que en los hechos actúa como presidenta del Senado. Se retiró a un papel de segundo nivel acaso para seguir viajando frecuentemente a Cuba, en donde su hija Florencia, 29 años, recibe tratamiento médico por diversos problemas de salud, entre otros, linfedemas en las extremidades, crisis nerviosas y ataques de pánico. Y, a la vez, para afrontar las ocho causas penales por supuesta corrupción en sus gobiernos.
Los macristas vaticinaron que la sociedad electoral de los Fernández no durará demasiado y que terminarán tirándose los trastos a la cabeza. Sin embargo, Alberto, que aprendió velozmente su papel y en sólo cuatro meses se erigió en presidenciable, aseguró que ese ‘matrimonio político’ se encuentra consolidado: “Una vez que logramos la unidad, Cristina y yo somos lo mismo. Buscan que nos enfrentemos, pero nunca vamos a dividirnos porque si lo hacemos ganan ellos y padecen los que menos tienen. Vamos a ser ‘frentetodistas’”.
EL LEGADO DE MACRI
Los Fernández deberán lidiar con la crisis socioeconómica que deja Macri tras cuatro años de desregulaciones, endeudamiento y fuga de capitales. Argentina duplicó su deuda pública y volvió al FMI que le dio el mayor préstamo en su historia, 57.000 millones de dólares. La economía, en caída libre de 10% del PIB en cuatro años. Inflación récord prevista en 57,9% a fines de año, que convierte a Argentina en el tercer país con peor índice nivel mundial detrás de Venezuela y Zimbabwe. El desempleó se duplicó y el propio Macri admitió que, con el derrumbe del poder adquisitivo, “llegar a fin de mes se ha transformado en una pesadilla”.
El presidente electo prometió en la campaña un “capitalismo donde la gente consuma, porque ese es el único capitalismo que sirve. Si no, el capitalismo se muere por inanición”. Por ello propuso “volver a encender la economía”, “poner dinero en el bolsillo de la gente” y “re impulsar el consumo”. Su prioridad total, dijo, será la extrema pobreza y convocó a una política de Estado "para terminar con la mayor vergüenza, que es el hambre". “En este país que se jacta de fabricar alimentos para 400 millones de personas no somos capaces de alimentar a 15 millones de pobres”, denunció.
“No podemos vivir en paz con semejante flagelo. Hagamos la batalla más sensata que podemos hacer —arengó— que es hacer que los argentinos dejen de padecer el hambre”. Y acusó de ello a Macri: “Entérese, presidente, —inquirió—, cuando usted termine el mandato va a dejar cinco millones de nuevos pobres y la pobreza alcanzará al 40% de la población”. En 2015, al final de los gobiernos kirchneristas, los pobres representaban el 28% de argentinos.
“Nosotros, entre los jubilados y los bancos elegimos a los jubilados. Entre la salud pública y los bancos elegimos la salud pública. Entre los que trabajan y los que especulan, elegimos a los que trabajan”, ha sido otros de los eslóganes de campaña.
En los temas de género y diversidad, el presidente electo se mueve con familiaridad. Siempre confesó su admiración por “el colectivo feminista que irrumpió ante nosotros de un modo increíble”, así como a “las nuevas demandas que existen en la sociedad”. En ese sentido, prometió que creará un Ministerio de la Mujer, Igualdad y Diversidad “para que de una vez y para siempre los argentinos entremos en el siglo XXI”. También aseguró que volverá a los Ministerios de Salud y Trabajo, devaluados en secretarias por Macri.
Elevará al Parlamento un proyecto de ley de despenalización del aborto, para desarmar la rémora legal que lo castiga y causa cada la muerte a 50 mujeres que intentan interrumpir el embarazo, introduciéndose agujas de tejer, tallos de apio y otros inventos. En 2018, el movimiento femenino casi lo consigue: el proyecto de ley fue aprobado en Diputados pero resultó derrotado por apenas siete votos en el Senado. “Los abortos ocurren y seguir castigándolos lo único que hace es criminalizar la conducta y hacer que todo se vuelva clandestino. Hay que tender a la legalización, porque así les vamos a dar oportunidades a las mujeres pobres. Terminemos con la hipocresía”, sostuvo.
LA REGIÓN LATINOAMERICANA
Este regreso de Argentina al peronismo forma parte del reformateo geoestratégico que parece perfilarse en América Latina. De la ‘marea rosa’ de los gobiernos populares en la primera década de este siglo —Chávez en Venezuela, Lugo en Paraguay, Zelaya en Honduras, Lula en Brasil, Morales en Bolivia, Múgica en Uruguay, Kirchner en Argentina—, el subcontinente pasó a un ciclo neoliberal. Pero este viene crujiendo a partir de la furia social expresada por los pueblos en Ecuador y Chile, más la confirmación del presidente Evo Morales en Bolivia y la continuidad o no del Frente Amplio en Uruguay, donde habrá segunda vuelta el 24 de noviembre.
“Debemos volver a unir a Latinoamérica y volver a unir el Mercosur”, anunció Fernández, que de todos modos sí o sí se verá obligado a negociar con los Estados Unidos y con la Unión Europea para que apoyen un ‘favor’ del FMI y, así, conseguir una reestructuración de los pagos de devolución del préstamo al organismo. También avisó el presidente electo su pretensión de que “volvamos a reivindicar nuestra soberanía sobre las islas Malvinas”, que el Reino Unido se apropió en el siglo XIX y, según la ONU, constituye una colonia británica.
El veredicto de estas elecciones ha ratificado que, 70 años después de su irrupción, el peronismo resulta imbatible si se une, a falta de nuevos partidos e identidades que representen a los trabajadores. Resta por ver si tras la paliza electoral Macri plantea consolidarse como líder de la derecha. Dado que algunos medios de prensa argentinos aseguraban que tiraría la toalla y se marcharía a vivir a Roma. Pero anoche el presidente saliente se comprometió a “seguir trabajando por el futuro de los argentinos ejerciendo una oposición sana, constructiva y responsable”.
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Respondo aquí porque se acabo el hilo. El chavismo es un nacionalismo de corte militar... no tiene nada de socialismo. Es cierto que dentro del movimiento nacieron las comunas, pero lo que domina es el régimen burocrático militar, y los resultados están a la vista... no hace falta que se invente la CIA absolutamente nada, ni se puede culpar al bloqueo de todos los males del país.
Un estado no es neutro... es un molde, donde lo que entra sale diferente. Un estado es un órgano de represión de clase, y no puede ser otra cosa, por mucho que los "marxistas" ganen las elecciones. Ni Allende, ni Peron, ni Chavez eran aliados de la clase obrera, solo eran la opción de "izquierdas" de la burguesía y pequeña burguesía.
https://rolandoastarita.blog/2017/08/03/socialismo-de-burocratas-o-conciencia-de-clase/
Les pregunto si saben cuántos puntos sacó la "izquierda"?
Tan solo 2.2 míseros puntos. Hago esta pregunta para cuestionar quienes serian los agentes del "cambio radical post burgues". Una fuerza que saca 2 puntos podrá tener la mejor plataforma ideológica pero carece de total fuerza y legitimidad ante la poblacion para gestionar algo más que algunas fotocopiadoras y centros de algunas facultades. Esa es la triste realidad que asumió la "izquierda" en Argentina, la de ser la expresión marginal de sectores "pequeñoburgueses" intelectuales. En ese contexto el peronismo hace 70 años supo ofrecer el símbolo para el significante de las demandas populares. quizás para la visión europeizante se torne incomprensible el resto de las dimensiones que conforman la identidad peronista, del sentir popular, que junto a la lucha eficaz por el reparto progresivo del ingreso están el la base del apoyo a este movimiento "imbatible". Por último digo imbatible entre comillas porque la batalla electoral a penas es un capítulo de la batalla cultural que debemos ganarle al neoliberalismo que en Latinoamérica enraizo de manera capilar en el sentido común de la población
Desbaratar la farsa cultural del individualismo, emprendimiento y competitividad neoliberales es una tarea simplemente obligatoria. Y pienso, tristemente, que no le estamos dando la importancia suficiente.
Como decís Thomas Sankara, la descolonización de la mente de los hombres, es imprescindible para la descolonización en todos los sentidos
Y os pensareis que eso es un cambio progresista o algo así. Es el recambio de siempre en todos los gobiernos burgueses.
Esta claro que no son ni revolucionarios, ni populares, ni mucho menos plantean una transformación real de la sociedad y el poder. Pero no se puede negar que la derrota de Macri supone un alivio para la clase trabajadora argentina y la soberanía latinoamericana, tan lastimada por el FMI, BM y los Estados Unidos.
El estado social y las políticas públicas ayudarán a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, al igual que la reducción de la deuda odiosa.
Evidentemente, el peronismo nació como un movimiento anticomunista, y jamás lo será, pero que podemos esperar de la democracia liberal??
Claro, un estado va a dejar de lado su carácter de clase (burgués), para hacer políticas socialistas... El chavismo es un movimiento nacionalista y cívico militar, de socialismo tiene poco, y no hay sino que ver como han destrozado el país. No sé en que momento nefasto de la historia los socialistas comenzaron a creer que militares y burócratas estaban de su lado...
Ese es el problema, decirle a la gente que un gobierno de "izquierdas" va a aliviar su situación, la mayoría de las veces es falso, y lleva a los trabajadores a la desilusión constante. En este sistema las crisis son inherentes, y cada vez que llegan hay recortes y caídas salariales, gobierne quien gobierne.
La lucha en la calle, la organización obrera, sindical, y las huelgas, son la mejor arma que tenemos contra cualquier gobierno de cualquier color, y la prueba es lo que ha pasado en estos meses en toda la región latinoamericana, independientemente del gobierno que tuviesen en cada país.
Puede haber gobiernos más favorables o menos, en determinadas coyunturas, pero en el fondo todos suben ahí para defender al capital, e incluso se verán obligados a menudo aunque no lo quieran hacer.
Por tanto sin la lucha antes dicha, no se puede lograr absolutamente nada, y además lo que puede lograrse está siempre muy limitado por la propia acumulación capitalista y por el ciclo económico.
Te doy toda la razón en cuanto a que la lucha en las calles, la asociación popular y la conciencia de clase se trabaja y se gana en mayor medida por la acción dirécta de los trabajadores.
Por otro lado, eso no puede hacernos negar el potencial que posee la vía electoral, y como marxistas, debemos de participar en la democracia liberal pero haciendo uso de ella como altavoz del movimiento obrero y sus intereses de clase. De la contrario, dejaremos todo el poder político a una burguesía ya de por sí poderosísima.
Por otro lado, tenemos más de un ejemplo de que gobiernos populares han surgido electoralmente, véase el Frente Popular republicano del 36, la Unidad Popular de Allende en el 70 o el socialismo chavista de Hugo Chávez la pasada década.
Lo que está claro, esque dichos gobiernos necesitan de mucha conciencia de clase, sino, la derecha puede volver al poder engañando (denuevo) a los trabajadores, véase en Ecuador con Moreno
Creo que justamente esa idea de que es posible llegar al Socialismo marxista mediante la vía electoral quedó totalmente descalificada con el golpe de Estado de las fuerzas armadas chilenas al Gobierno de Allende. Es absurdo creer que lxs grandes propietarixs dejarán su propiedad al Estado sin plantar batalla, como lo es también creer que un Estado -de apellido "proletario"- velará por el bienestar de su pueblo.
Sí al socialismo, pero sin Estado.
Creo que el marxismo puede llegar al poder desde la participación en la democracia liberal, que eso sí, se verá amenazado, como tú dices por las fuerzas burgesas, como ya pasó en España o Chile. Pero acaso no harán lo mismo dichas fuerzas, si logramos llegar al poder mediante una revolución?? No sufríamos una invasión de la OTAN, por ejemplo?? Para ello, la revolución debe de ser, mínimamente, de carácter continental, para cambiar la correlación de fuerzas contundentemente.
En cuanto al socialismo sin estado, ese debe de ser el objetivo final, la autogestión popular (consejos y comunas), pero al principio alguien deberá de crear dichas instituciones populares no??
Con ello, estoy poniendo como ejemplo el proceso comunal en Venezuela, frente a la burocratización del modelo soviético
Esas instituciones asamblearias las debe crear el pueblo mismo. Y punto. Sin delegar responsabilidades en partidos ni politicxs.
Como decías justamente al hablar de la burocratización de las URSS: esa sociedad sin clases que proponía Marx no la vieron los soviéticos en los 70 años que duró el modelo socialista marxista!. Sólo tuvieron dictadura. Y tampoco parece que vaya a verla ningún país de los socialistas marxistas que siguen en pie. ¿Por qué? porque la clase dirigente del Partido Comunista de la URSS -pero es aplicable a cualquier Gobierno-, luego de deshacerse de la oligarquía capitalista, la reemplazó para acabar convirtiendose en una nueva oligarquía. La diferencia es que esa nueva oligarquía pasó a llamarse Partido Comunista y juró velar por la clase trabajadora pero -al igual que la capitalista- no vivía, no cobraba, ni trabajaba como la clase trabajadora.
Lxs anarquistas creen que esos problemas son cuestiones inherentes a la existencia de una clase dirigente, de un Estado.
Para garantizar que la sociedad sin clases que mencionas sea posible, el poder debe organizarse horizontalmente, en asambleas y sin liderazgos ni partidos. Sin cupulas dirigentes de transición -que, debido al monopolio del poder, harán lo posible para eternizarse en sus butacas-, ni dictaduras de cualquier tipo -una aberración a las libertades civiles bajo ningun concepto justificable-.
Un pueblo instruido en sus capacidades, consciente de su valía y de sus valores, es cuanto más capaz que ese mismo pueblo adoctrinado, subordinado y mermado en sus capacidades en pos de cualquier partido o lider.
En el caso argentino en particular, ese dinero del Estado, que debería favorecer las susodichas políticas públicas, se malversa en pos de aumentar el número de funcionarixs o en engrosar los bolsillos de politicastrxs amigxs de lo ajeno. Baste pensar que el Estado Argentino, teniendo una población similar a la del Estado Español supera con creces el nivel de funcionarixs de este, y que lxs diputadxs de la Cámara argentina cobran más que sus pares de por aquí. Nada justifica tal aberración.
Y digo más, alguno de los males del sistema público de aquel país son crónicos desde hace décadas: problemas edilicios en escuelas públicas, viejas y maltrechas, huelga de profesorxs, falta de insumos en hospitales, jubilaciones precarias, falta de inversión en el transporte público, eternización de la obra pública con el único propósito de engrosar el bolsillo de quien la lleva adelante. Se equivoca quien cree que "Estado" o "público" son sinónimos de "redistribución" o "corrupción cero". Lamentablemente no es así, y no puede ser así cuando no hay control sobre esa clase dirigente ni responsabilidad cívica de lxs politicastrxs para con el pueblo.
Coincido con el análisis que se ha hecho en los comentarios: al final el problema se resume en pensar soluciones dentro del modelo económico, cuando el problema es el modelo económico en sí mismo.