Coronavirus
El Marruecos que aprende a vivir confinado
Encerrados en sus casas los marroquíes ven como cada día aumenta el número de personas contagiadas por coronavirus. A 7 de abril son ya 1.120 casos detectados y 80 personas muertas. Unas cifras que han sido suficientes para que las autoridades impulsen restrictivas medidas.

Los días previos a que el Gobierno de Marruecos anunciara el estado de emergencia, en los supermercados, muchos cargaban el carro de la compra con azúcar, producto esencial para el té, la gasolina de los marroquíes. Dos semanas después de esa imagen, el país está aprendiendo a vivir encerrado en casa. Un esfuerzo importante para una sociedad acostumbrada a vivir en la calle.
En la medina de Rabat solo permanecen tímidamente abiertas algunas tiendas de alimentos, el corazón de la ciudad vive al ralentí. En sus puertas de acceso la policía pide la autorización que todo marroquí necesita para salir de su casa, incluso para hacer la compra o ir a la farmacia.
En la medina de Rabat solo permanecen tímidamente abiertas algunas tiendas de alimentos. En las puertas de acceso la policía pide la autorización que todo marroquí necesita para salir de su casa
Las mezquitas siguen llamando al rezo, aunque sus puertas están cerradas. La voz del almuecín llena el vacío que han dejado los coches y sus cláxones. Alguna sirena también irrumpe la tranquilidad que vive la ciudad. La ausencia de viandantes la suplen los centenares de policías y fuerzas auxiliares que han tomado las calles.
Encerrados en sus casas los marroquíes ven como cada día aumenta el número de personas contagiadas por coronavirus. A 7 de abril son ya 1.120 casos detectados y 80 personas muertas. Unas cifras que quedan lejos de los recuentos de los países de la otra orilla del Mediterráneo, pero que han sido suficientes para que las autoridades impulsen restrictivas medidas para intentar frenar la pandemia antes de que los hospitales no puedan afrontar el aumento de enfermos.
Más de 500 detenciones y fuertes restricciones
Las fuertes restricciones han ido acompañadas de 8.500 detenciones por incumplir las medidas sanitarias y el confinamiento, según ha informado la Dirección General de la Seguridad Nacional. Además, las autoridades también han aplicado mano dura contra las noticias falsas: desde el inicio de la pandemia la policía ha detenido a 82 personas por difundir fake news en las redes, según las autoridades. Unas cifras que aumentan cada día.
La presencia policial se ha incrementado en las calles, también del ejército, que los últimos días ha salido a patrullar por Rabat y otras ciudades del país con vehículos blindados. Las restricciones no solo han congelado la vida en la calle, también las comunicaciones entre poblaciones: la principal compañía aérea del país ha suspendido todos los vuelos internos, también se ha paralizado el transporte público por carretera.
Salir o entrar al país también se ha vuelto prácticamente imposible tras la suspensión de todas las conexiones por tierra, mar o aire con otros países, excepto algunos vuelos que han salido con cuentagotas para repatriar turistas. Este viernes, precisamente, ha despegado de Casablanca destino a Madrid un vuelo con 160 residentes en España, según la embajada española en Rabat.
Los migrantes en una situación frágil
Las medidas para frenar la expansión del coronavirus no afectan a todos por igual. El confinamiento en Marruecos deja en una frágil situación a muchas personas que se ganan la vida trabajando en la economía informal. Es el caso de miles de migrantes procedentes de países subsaharianos.Sobre todo se dedican a la compra de productos que revenden entre ellos, trabajan en casas limpiando, también viven de la mendicidad o se dedican a la prostitución, explica Osama Chakkor, representante de Alianza por la Solidaridad y miembro de la Plataforma Nacional para la Protección de los Migrantes. Estas “medidas drásticas les afectan directamente”, “la gente está luchando por su pan diario, muchos viven de lo que ganan ese día” explica Chakkor.
El confinamiento en Marruecos deja en una frágil situación a muchas personas que se ganan la vida trabajando en la economía informal. Es el caso de miles de migrantes
Helena Maleno, activista española y miembro de la organización Caminando Fronteras, explica desde Tánger que “el confinamiento es durísimo para los migrantes porque es una población vulnerable que vive normalmente en condiciones de hacinamiento o en zonas de bosques donde no tienen agua corriente ni kits de higiene”.
A la compleja situación de la mayoría de migrantes hay que sumar que muchos no tienen la residencia marroquí, un hecho que les imposibilita obtener la autorización que expiden las autoridades para poder salir de casa, además también les deja fuera, como mínimo por ahora, del sistema de ayudas que han impulsado las autoridades. Para muchos Marruecos es un país de tránsito en el que ahora se han quedado varados y en una frágil situación al no poder trabajar.
Ingeniería y solidaridad para combatir la pandemia
Según informó el Gobierno, el país contará con 3.000 camas preparadas para atender a los enfermos, casi el doble que las anunciadas en un principio. Para ayudar al personal sanitario, estos últimos días también ha nacido la iniciativa: Ingeniería Vs Covid-19. Uno de los impulsores es Khalid Ezzemani, ingeniero especializado en impresión 3D, explica que 200 especialistas en este campo están fabricando equipos de protección para los trabajadores de los hospitales.“La idea pretende mostrar la solidaridad con los funcionarios sanitarios y los marroquíes en medio de la situación imprevisible que atraviesa el país”, relata Ezzemani. Según sus cálculos llegarán a miles de equipos de protección para esta semana, una cifra que puede aumentar: “recibimos cada día llamadas de profesionales e ingenieros que quieren unirse a nosotros”.
200 especialistas en impresión 3D están fabricando equipos de protección para los trabajadores de los hospitales
Otra iniciativa que también ha recibido una gran respuesta es la plataforma Maak, impulsada por estudiantes de la Universidad 1337 con el objetivo de poner en contacto a gente que ofrece ayuda con otros ciudadanos que la necesitan.
“Tengo una moto y quiero ayudar a cualquiera que necesite medicinas”, se ofrece Abdellatif en la ciudad de Fez. Imane, de Casablanca, ofrece clases de informática y Mohamed pide ayuda económica para una mujer anciana y su esposo con discapacidad que viven en una población del centro del país. Son algunos de los muchos mensajes que se pueden leer en esta página web y que van acompañados de un número de teléfono.
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