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Laboral
La organización sindical comienza por el respeto
Secretos de un Organizador Exitoso 10. Viene de la novena parte. Enlace al primer artículo de la serie aquí.
Cuando uno se respeta a sí mismo, no tolera ni el acoso ni la explotación. Cuando uno respeta a sus compañeras de trabajo, valora sus experiencias y sabe que tienen algo importante que aportar a la estrategia de lucha sindical.
No basta con decir al resto que les respetas. El respeto se construye cuando creamos relaciones personales, cuando nos cubrimos las espaldas unos a otros; así como lo hizo Bess Watts para conocer a los obreros sindicalizados en Rochester, tomándose una caña juntos y participando en sus manifestaciones.
Esto no sucede de la noche a la mañana. ¿Por qué tenemos que acercarnos personalmente? Porque organizarse es aterrador para la mayoría de la gente, a veces incluso para nosotras mismas. Nadie quiere meterse en problemas por liarla. La manera más eficaz para hacer frente a ese miedo es unir a la gente: cuando las relaciones son fuertes, todas nos sentimos más seguras y es más fácil tomar riesgos.
Los vínculos superficiales no resisten las tácticas de presión de los jefes. Kay Eisenhower fue una de las “madres fundadoras” de una sección del sindicato de empleados de servicios (SEIU) en el condado de Alameda, California. Ella recuerda: “Uno de mis ejemplos favoritos en el hospital fue cuando las empleadas se reunieron para crear un espacio de descanso en una estación de enfermeras vacía. Limpiamos la basura, trajimos plantas y utensilios de cocina de nuestras casas: creamos nuestro propio pequeño espacio”. Fue un espacio donde cada día se fortalecían las conexiones entre ellas, sobre todo porque lo habían diseñado ellas mismas.
Conversaciones profundas
Cuando llegaron nuevos líderes al sindicato de maestros de Chicago (CTU) en 2010, heredaron la tradición de hacer llamadas por teléfono a los candidatos políticos, pero al mismo tiempo decidieron convertir este tiempo de llamadas en una manera de tener conversaciones en profundidad con las afiliadas del sindicato.
“Lo central en nuestras formaciones –cuenta el organizador Matt Luskin– era evitar que la gente tratara estas llamadas como llamadas para persuadir a la gente a que asistiera a un evento. En cambio, se trataba de indagar sobre las preocupaciones de las afiliadas y de discutir estrategias para ganar.”
“Queríamos asegurarnos de que las afiliadas más jóvenes tuvieran conversaciones con las activistas sindicales, que estábamos escuchando qué temas eran importantes para ellas, por cuáles estaban dispuestas a luchar y cuáles eran sus miedos”.
Las nuevas afiliadas eran a menudo las menos involucradas en el sindicato y las que tenían más miedo de actuar. Así que, durante el año previo a la finalización del contrato sindical, las llamadas telefónicas se centraron en contactar a afiliadas que llevaban menos de 3 años en el sindicato.
La profesora de educación especial Margo Murray cuenta que el departamento de organización del sindicato la formó para describir los objetivos de la junta escolar, escuchar las ideas de las afiliadas y proyectar una visión de cómo el sindicato podía ganar.
Se pidió a las afiliadas que participaran de una forma concreta: yendo a una manifestación, asistiendo a una formación, uniéndose al comité para negociar el contrato en su escuela, comunicándose con las familias o llenando los autobuses de gente para ir a la capital del estado. Las personas que hacían las llamadas telefónicas también aconsejaban a las afiliadas que ahorraran dinero en sus fondos personales de huelga, por si fuese necesaria una huelga.
“Al principio la respuesta era: ‘No voy a irme a la huelga, tengo préstamos de la carrera, no puedo darme el lujo de parar de trabajar ni un solo momento’ –dijo Murray– y yo les decía, ‘¿Puedes darte el lujo de pasar tu tiempo en el trabajo si los jefes deciden destruir nuestro contrato?’
“Les hablé de las cosas que nos querían quitar y una de las más importantes eran los bonos salariales que se otorgan por nivel de estudios y antigüedad. Y les decía: ‘Si nos quitan eso, no recibirás ninguna subida salarial por haberte sacado un título universitario tan caro’.
“Comencé a hablar sobre de la historia: ¿Qué ocurre cuando los sindicatos tienen que enfrentarse a los jefes y terminamos divididos en vez de unidos? La conversación generalmente duraba de 20 a 30 minutos. Al final, las personas eran mucho más receptivas”.
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