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Ecologismo
La contraofensiva ecológica de Vettese y Garzón, entre la utopía, la ilusión y la impotencia
“Para un marxista, a diferencia de un liberal, lo verdaderamente importante no es la información disponible, sino el interés”. El pasado martes 4 de julio, el historiador medioambiental y voz autorizada en la acción climática Troy Vettese acudió al Círculo de Bellas Artes de Madrid para presentar Socialismo de medio planeta, obra firmada junto al investigador Drew Pendergrass y recientemente traducida al español por Levanta Fuego. Un libro radicalmente utópico, pero en el sentido menos fantasioso de la palabra; tenemos las herramientas y los conocimientos para llevar a cabo sus propuestas, no así las fuerzas. Todavía.
El autor charló con el aún ministro de Consumo y líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, que dejó claro que saborea la libertad de no estar en precampaña y cuya presencia sirvió para poner negro sobre blanco que una de las tensiones que atraviesa el ecologismo es, cada vez con más fuerza, la relación entre lo que debemos hacer y lo que podemos hacer. El “mientras tanto”, en palabras del político. La batalla cultural que genere y alimente ese interés marxista, en vez de conformarnos con bombardear datos sobre la emergencia.
Vettese optó, en vez de por la muy hispánica tradición de hablar de su libro, por dibujar de manera simple cómo se adaptaría a la Península Ibérica su propuesta para combatir el cambio climático, ganar en justicia social y vivir mejor. Para el historiador se trata, fundamentalmente, de una cuestión de espacio: el espacio que está exageradamente destinado a la ganadería que calienta el planeta y destruye a la biodiversidad, el espacio que necesitan las renovables que sí o sí tendremos que levantar, el espacio que necesitan los árboles y la cubierta vegetal que absorbe mejor que cualquier invento el carbono que nos sobra.
En su libro, Vettese y Pendergrass proponen devolver la mitad del planeta, literalmente, a la naturaleza; reforestando, recuperando especies extinguidas y dándole oxígeno a la biodiversidad, haciendo uso de la muy socialista herramienta de la planificación económica.
Exportamos mucho porcino e importamos el vacuno que nos falta para saciar nuestra dieta hipertrofiada; un déficit de 6.000 hectáreas
A los autores se les nota, eso sí, su fijación -legítima y argumentada- con la ganadería. Los pastos y cultivos destinados a alimentar reses, cerdos y pollos ocupan un 26% de la superficie de la Tierra habitable; no para la alimentación y la supervivencia de la especie humana, sino para mantener un negocio que esquilma el agua, contamina la tierra y contribuye al cambio climático. “Cuatro Canadás se liberarían” para vivir si desmanteláramos la industria cárnica, expuso Vettese, que proyectó en la sala imágenes de uros, los antepasados de las vacas, y del lince ibérico, como símbolos del rewilding con el que podríamos empezar la tarea en el Estado español.
Biodiversidad
‘Rewilding’, el planeta reclama lo suyo
La defensa del medio ambiente se ha centrado en conservar lo que tenemos, pero cada vez hay más voces que plantean la necesidad de renaturalizar grandes áreas que han perdido su biodiversidad vegetal y animal. En España aún no se ha hecho, aunque tenemos amplias zonas potenciales.
Nuestro país, explicó el autor, tiene una densidad agrícola baja en comparación con países de su entorno, pero es uno de los Estados europeos donde más carne se come. Exportamos mucho porcino e importamos el vacuno que nos falta para saciar nuestra dieta hipertrofiada; un déficit de 6.000 hectáreas.
Garzón, tras celebrar la tradición utópica del libro “pero no en el sentido tradicional, sino como una forma de despertar nuevos imaginarios sociopolíticos”, se hizo la pregunta que simbolizaba el uro en la habitación: “¿cómo abordamos el mientras tanto? ¿Es legítimo que esté ausente?” ¿Puede una obra utópica lavarse las manos acerca del proyecto político que convierta sus deseos en realidad? El ministro cree que sí, que los políticos tienen su tarea y los escritores otra, pero avisa: “Tenemos que evaluar cómo este tipo de consecuencias ecológicas”, como los procesos inflacionarios que serán cada vez más recurrentes cuando la crisis climática apriete a los recursos naturales, “están afectando de manera asimétrica a la sociedad. Sin un mapa para construir alianzas que nos ayude a generar mayorías, ese mientras tanto está cojo y podemos acabar debatiendo en torres de marfil”.
El líder de Izquierda Unida es plenamente consciente, y lo ha vivido en sus propias carnes, de cómo una ligera crítica al modelo ganadero español, cada vez más concentrado en macrogranjas que dejan a los pueblos sin agua y sin tierras, es capaz de desatar una auténtica tormenta en la que hasta el presidente de tu propio Gobierno te dé la espalda. La idea que recorre el rural de las cuestiones ecologistas como barrabasadas urbanitas en contra del trabajo agrícola, cuando se trata de supervivencia básica ante un presente insostenible, es cada vez más popular. Vettese defiende un “comunismo vegano”, explicó con una media sonrisa, que le ha generado no pocas antipatías entre los marxistas anquilosados: una dieta vegetal sabrosa, rica en nutrientes, que sea para todos y no para unos pocos.
Cómo derrotar las enormes resistencias y el sentido común que vincula el chuletón -y el coche, y el avión, y el consumo desmedido- al bienestar
El problema, y la pregunta que quedó sin respuesta en la sala, es cómo se llega. Cómo derrotar las enormes resistencias y el sentido común que vincula el chuletón -y el coche, y el avión, y el consumo desmedido- al bienestar. Y cómo construir otro bienestar. “Antaño la reformas solo podían ayudarnos a llegar hasta cierto punto”, relata Edith, un personaje ficticio de Socialismo de medio planeta, en un capítulo que relata de manera novelada cómo sería la vida en el nuevo mundo que proponen Troy y Drew. “Los llamamientos a que la gente viva de forma más ecológica o a que la sociedad se vuelva más democrática nunca se han sostenido cuando entran en conflicto con las realidades concretas relacionadas con cómo viven las personas y con los intereses del capital”.
En cualquier caso, defienden Vettese y los utópicos, imaginar, por sí solo, ya tiene un valor; para ir más allá, para no contentarse con las migajas; para construir cuando llegue el momento de construir. “Si no actuamos, habrá grandes soluciones capitalistas”, advierte el autor, como la que describe en el primer capítulo del libro. “Una gestión de la radiación solar” que puede que baje la temperatura en algunas partes del mundo, a cambio de destruir para siempre el equilibrio en el planeta y de agrandar, aún más, la herida de la desigualdad en el mundo en el que estamos entrando: el mundo de la defensa ante el caos climático.
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Me parece ingenuo pensar que denunciar el consumo excesivo de carne no va a generar una reacción del poder económico y sus brazos mediáticos, incluso en el presidente de gobierno. Callar ante esta reacción y convertirse en el hombre invisible no creo que ayude a solucionar el problema, sería mas útil que Garzón diera un paso atrás y fuera sustituido por alguien con la valentía necesaria.