Personas refugiadas
Enfermedades a las que se enfrentan los refugiados

Una situación de desplazamiento forzado supone una ruptura en muchos sentidos. Sus efectos generan perjuicios tanto físicos como psicológicos. Las complicaciones físicas son sin duda las más visibles, sobre todo en las primeras fases del desplazamiento. La salud de los refugiados suele verse afectada desde el momento en que comienzan a buscar lugares más seguros y también durante la etapa del asentamiento en el lugar de acogida.
Los problemas de salud que presentan son similares a los que podríamos padecer cualquier persona; sin embargo, las condiciones del desplazamiento aumentan los riesgos de padecerlas.
Trastornos psiquiátricos como depresión o estrés postraumático, tuberculosis y enfermedades infecciosas como el VIH u otras prevenibles mediante vacunación como hepatitis o varicela son los problemas de salud más frecuentes a los que se enfrentan los refugiados o solicitantes de asilo.
La exposición de los migrantes a los riesgos derivados de los desplazamientos de población como trastornos psicosociales, problemas de salud reproductiva, mayor mortalidad neonatal, trastornos nutricionales… aumenta su vulnerabilidad a las enfermedades no transmisibles.
El Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional (HEGOA) elaboró una lista de las más comunes: déficit alimentario, sarampión, infecciones respiratorias, cólera, enfermedades diarreicas…
Las situaciones en las que las víctimas no han accedido a planes de cobertura de prevención ni vacunación las enfermedades proliferan. Las precarias condiciones en que los refugiados emprenden los trayectos hacia zonas más seguras son el caldo de cultivo para todo este tipo de dolencias que se derivan de las condiciones inadecuadas de vivienda, el hacinamiento, la falta de abrigo y vestimenta, así como la calidad y cantidad insuficiente de agua necesaria para garantizar la salud y la higiene.
Uno de los grupos más vulnerables, los niños, son propensos a infecciones agudas, como las infecciones respiratorias y la diarrea y necesitan acceso a la atención pertinente. Además, la falta de higiene puede provocar infecciones cutáneas.
A pesar de la percepción extendida de que hay algún tipo de conexión entre la migración y la importación de enfermedades infecciosas, no existe relación sistemática alguna. Los refugiados y los migrantes están expuestos principalmente a las enfermedades infecciosas que son comunes en Europa, sin relación alguna con la migración.
La Organización Internacional para las Migraciones prevé que la migración internacional (personas que buscan una nueva vida en otro país) se duplicará de los 215 millones actuales a unos 400 millones en 2050. Para que se garantice la salud de todas estas personas es necesario formular políticas sanitarias que tengan en cuenta a los migrantes y fortalecer los sistemas sanitarios para ofrecer un acceso equitativo a los servicios sanitarios.
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