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Humor
Menudas Pájaras, humor feminista para disfrutar del sexo: “Seguimos estando muy vendidas en la cama”
La cuarta edición del festival de humor feminista Coñumor llega este fin de semana al municipio de Rivas Vaciamadrid. Un feudo izquierdista al que las organizadoras fueron hace tres años, después de una primera edición en el Ayuntamiento de Madrid. Los cambios políticos, la presión de la extrema derecha y el delicado uso de fondos públicos han hecho que no solo Coñumor tuviera que buscar otros lugares para celebrarse, sino que están dejando visible que la política de la cancelación funciona en un sentido y no en otro. Sobre el veto al show de Pamela Palenciano, las polémicas de las ‘chocitas’ machistas del humor y otros asuntos hablamos con Menudas Pájaras. Se trata de una compañía recientemente creada por Nuria Cano y María Garvía, dos patas de las tres —junto a la actriz y directora Marta Sitjà— que hacen posible que Coñumor exista.
“Desde Coñumor tenemos claro que las reivindicaciones feministas no solo nos harán más libres; nos harán también echarnos unas risas”. Con este planteamiento llegan el 15 y 16 de octubre espectáculos que ya tienen algunos el cartel de ‘entradas agotadas’. Como cabeza de cartel destaca la cómica argentina Charo López, también la compañía teatral A Panadaría —con la adaptación de la historia de Elisa y Marcela—, música gracias a La Chica Charcos and The Katiuskas Band o Virginia Rodrigo, clown de Roxy Katcheroff, poesía y monólogos con Sobria, Serena y Pura y las propias Menudas Pájaras, con María Garvía en la producción y Nuria Cano en el escenario. Un estreno de su obra Lo normal, que trae las inquietudes de las personas en una consulta de sexología para que aquello que le gusta o le sucede, es normal. Sesenta minutos de risas y también de curación colectiva.
¿Qué podemos esperar de Lo normal?
Nuria Cano: Antes que nada: es un preestreno. Y como todas las primeras veces, se recuerdan aunque no son las mejores.
Es decir, es el estreno tanto del espectáculo como de la compañía.
María Garvía: Eso es. Menudas Pájaras surge hace muchos años, estuvo guardado en la recámara once años y ahora aparece en modo de compañía teatral. Nuria es la payasa sexóloga y la mía es la producción. Ahora veíamos que este tándem iba a funcionar y surge desde la labor. Yo le doy la tierra y ella es la artista.
N.C.: Creo que hacemos muy buen equipo por eso, somos complementarias. María es muy gansa también pero no le gusta tener el foco y me lo presta enterito. Esta compañía surge de la idea de ‘quiero que la gente venga a un espectáculo, se ría y se lleve algo’. Que haya una pequeña transformación desde lo colectivo.
Una idea que surge de tu experiencia, Nuria, como sexóloga, en la consulta, aunque lo hayáis escrito juntas.
N.C.: Surge de años en consulta, de acompañar a la gente y de poder saber que lo suyo es ‘lo normal’. Parte de ese miedo a no ser normal, a no encajar. Aunque no te quieras comparar con ese modelo de sexo existe. Esa heteronormal, el coito sobre todas las cosas, lo cis por encima de los trans, la moralidad cristiana por ahí… todo un cóctel que es muy dificil de reflexionar. El humor lo facilita y sirve para dar ciertos ‘zascas’, una forma de decir ‘me estoy riendo, pero madre mía de lo que me estoy riendo’.
Sois un tándem, pero estás tú sola en el escenario, como payasa, como clown.
N.C.: Sí, por eso, lo siento, pero la gente se va a joder y el público tiene que participar. Además, cuando interpelamos a la gente directamente, es fuerte pero consigues esa transformación. Como hago con mi taller, que primero pase por el cuerpo y luego la cabeza: ejemplificar con posturas, hábitos y demás que tenemos que tienen un significado que va más allá.
El humor sirve, sobre todo, para entender que hay una estructura, destripar ese sistema que te hace vivir ciertas situaciones incluso de violencia, pero porque hay una estructura que nos está aplastando y no nos deja vivir en el sexo de manera feliz, como debería ser
El humor sirve para hablar de cosas tabúes, pero qué pasa con temas dolorosos relacionados con el sexo, como las agresiones. ¿También funciona en este sentido?
N.C.: Yo creo que sí que puede funcionar para tratar también, en este formato sí porque te puedes reír porque no es un ‘me ha pasado a mí sola’. Sirve, sobre todo, para entender que hay una estructura, destripar ese sistema que te hace vivir ciertas situaciones incluso de violencia, pero porque hay una estructura que nos está aplastando y no nos deja vivir en el sexo de manera feliz, como debería ser.
La sexualidad tiene esa parte dolorosa, pero el humor te puede dar luz para superarlo. Eso lo veo mucho en la consulta, que piensan que les pasa a ellos o ellas solas y yo doy datos y contexto. Muchas veces son dificultades que no se comparten con otras personas, ni con las amigas. Eso sale en el espectáculo, que fuera de lo normal, hay cosas que no salen, que aíslan y que no ayudan a romper el tabú.
Como sexóloga, trabajas con personas con discapacidad. ¿Qué diferencias hay entre usar el humor en ese contexto o con la población en general?
N.C.: En ese caso, ellos y ellas también han tenido que pasar por un proceso de recuperación y eso me pasa con personas con y sin discapacidad, que cuando te sientes en confianza es el momento de hablar. Pero también es verdad que me sorprende que en grupos de discapacidad hay un porcentaje muy alto de mujeres que han sufrido violencia y lo pueden compartir.
¿Crees que está habiendo una apertura del tema sexo, que hay menos tabú ahora?
N.C.: Bueno, yo tengo una visión muy sesgada porque a mí me llega solo el problema. Muchas veces soy la primera persona a la que le cuentan la dificultad o lo que les ha hecho sentir mal. Pero de cara al feminismo, sí que está habiendo un avance en cuanto a las herramientas que hay para empoderarse y la capacidad para poder reflexionar en colectivo. Aun así, seguimos estando muy vendidas en la cama. Sigue habiendo muchas agresiones, viendo el sexo como un poder.
Como sexóloga, ¿por qué eliges el humor y en concreto el clown como canal de comunicación con el público?
N.C.: Me ayuda para poder ponerme en situación. Porque no es solamente que la gente se ría de sí misma, porque yo también estoy ahí, en la mierda. La payasa me ayuda también a eso, a decir no estoy haciendo humor para que lo pases mal, sino porque yo estoy intentando ayudar pero también tengo lo mío. Para poderme mostrar también vulnerable y poder sostener eso, ser payasa es muy bonito y más con el humor feminista.
Como compañía, os definís como teatrosexualidad y como una “apropiación peyorativa manchega”.
M.G.: Tiene explicación. Nuria nació en Cataluña pero sus padres son de La Mancha, del pueblo de Camuñas, la España profunda. Y Nuria se siente más manchega que nada, así que al ver las connotaciones que tiene tanto ‘menudas’ como ‘pájaras’ nos lo apropiamos.
N.C.: Ese ‘menuda’ es muy de pueblo y es un complemento sancionador cuando es a una chica, ‘qué suelta esta’. Y ‘pájara’ en lugar de significar ‘lista’ se lee como algo negativo para las mujeres. Por eso, es verdad que somos ‘menudas’ y ‘pájaras’, y a muchas honra”.
Nos preguntan mucho si las mujeres somos graciosas, y, a ver, lo han sido siempre. Nuestras abuelas eran graciosas aunque no estuvieran en festivales de humor, estaban tomando el fresco
Además de la compañía, sois impulsoras de la asociación Coñumor que hace posible el festival. Con la persecución a Pamela Palenciano, la falsa polémica de si las mujeres tienen gracia y el acoso a muchas cómicas en redes. ¿Qué ánimo organizar un festival así, no?
N.C.: La cosa está revuelta porque lo estamos haciendo bien. Estamos empezando a ocupar espacios más mainstream y espacios que nos pertenecen como mujeres y artistas y eso les está molestando a los señores, al patriarcado. Son como un gato que se revuelve y ataca. Nos preguntan mucho si las mujeres somos graciosas, y, a ver, lo han sido siempre. Nuestras abuelas eran graciosas aunque no estuvieran en festivales de humor, estaban tomando el fresco. No nos han dejado coger un micro y por eso el humor siempre ha partido de lo masculino.
Nos dicen desde el Ayuntamiento de Rivas que las entradas están agotadas para muchos espectáculos y para otros solo quedan algunas. Parece un síntoma, pese a que el Ayuntamiento de Madrid no se ha vuelto a ofrecer a hacerlo.
M.G.: En ese sentido, hay que señalar que está el tema de encontrar aliadas. En su momento estuvo Celia Mayer —exresponsable de Cultura del consistorio y responsable de Políticas de Género y Diversidad—, que apostó por llevar a lo público estas propuestas. Hay mucha gente que no tiene acceso a la cultura y esta es una forma. Aunque siempre esa ayuda viene de Igualdad, no de Cultura, pero este es un dolor diferente… El tema es que los cargos políticos, pese a las presiones —Coñumor ha recibido la atención de Vox que envió una carta o un artículo de OkDiario—, como el ayuntamiento de Rivas, sigan apostando por el festival. Es de agradecer.
N.C.: Nosotras no estamos muy expuestas pero cada vez que etiquetamos a compañeras como Izaskun Varela o Pamela Palenciano se nos llega de menciones y comentarios. Es horrible que ellas tengan que soportar a diario esta violencia.
Y frente a esa violencia, ¿qué se hace? ¿Un circuito de humor feminista, espacios seguros?
M.G.: Es difícil esta pregunta. Hay una parte de cuando produces un espectáculo que piensas a dónde quieres ir. Yo quiero ir al Teatro del Barrio, a la Nave 77, a la Galileo, a la Mirador, que son espacios que su programación está alineada con lo que sentimos y pensamos. ¿Hay un circuito feminista? Pues puede que lo haya, pero también muchas están en salas grandes en pleno Callao, como Estirando el Chicle por ejemplo. Sé que hay también muchas cómicas, como Ana Morgade, que hace humor feminista pero muchas veces hace otras cosas. Por eso debemos hablar de humor y mujeres y humor feminista o humores feministas.
N.C.: A mí con la experiencia previa de Degustando placeres hace que me guste ir a sitios donde igual no se rían tanto pero que funcione. Que no solo haya mujeres de 25 a 45 años, que es nuestro público, que haya hombres cis heterosexuales que deberían escucharlo. Porque hablamos de ese sistema que más privilegios les da, pero que deja fuera a mucha gente, por eso si pudieramos con el show que hiciera click en sus cabezas y hacer más felices a las personas con las que se acuestan pues sería genial. Igual sería más hostil el público, pero más satisfactorio. Eso sí que sería un avance.