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Colombia
En Arauca (Colombia) líderes sociales siguen siendo asesinados por paramilitares
Arauca es un departamento ubicado al oriente de Colombia, limitando con Venezuela. La historia de su poblamiento está atravesada por la migración de campesinos desde otros departamentos como Norte de Santander, Santander y Boyacá, quienes llegaron a mediados del siglo pasado para refugiarse de la violencia e iniciar una vida nueva.
Así, desde cero, iniciaron muchas de las comunidades que hoy son un referente de organización para el resto del país.
Por ejemplo, en el municipio de Saravena, uno de los seis que tiene el departamento, la Empresa Comunitaria de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Saravena (Ecaaas) inició a partir de la necesidad de distribuir agua en un caserío que se estaba formando en medio de la selva. Hoy, esa misma empresa, dirigida por las organizaciones sociales de la región, está a cargo del servicio de acueducto de todo el municipio.
La gestión del agua es solo una expresión del nivel de organización que han logrado quienes hoy integran el Movimiento Político de Masas Social y Popular del Centro Oriente de Colombia, una plataforma social que agrupa distintos sectores y que ha sobresalido en la región por la proyección de un Plan de Vida que es también una ruta de acción para el departamento.
Algunas de estas apuestas se han encaminado hacia la recuperación de tierras en manos de las empresas petroleras con el objetivo de cultivar alimentos; la erradicación voluntaria de los cultivos de coca; la gestión comunitaria y justa de servicios básicos como el agua y el gas; la reivindicación de derechos fundamentales que faciliten la permanencia digna en el territorio.
Desde 2022 las sedes de los proyectos de las organizaciones sociales han recibido ocho ataques con granada y la estigmatización ha sido detonante para el asesinato de varios liderazgos
Por eso mismo, el Movimiento ha sido objeto de estigmatización y persecución; “esta plataforma fue declarada objetivo militar”, aseguró uno de los líderes en la reunión inicial que tuvo la Caravana Humanitaria con ellos. Con esta afirmación se refiere al último periodo del conflicto, como lo han llamado, el cual inició en enero de 2022 con un carrobomba que fue detonado al frente del Edificio Héctor Alirio Martínez, sede central del Movimiento Político de Masas.
“Nosotros somos sobrevivientes de ese carrobomba”, cuentan, mientras recuerdan que ese día había unos setenta líderes en el edificio y que, por fortuna, ninguno falleció. Con esta acción las disidencias de las extintas Farc, originalmente desmovilizadas con el Acuerdo de Paz en 2016, declararon la guerra a las organizaciones sociales porque, según ellos, son grupos de apoyo o financiamiento del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Desde entonces, las sedes de los proyectos de las organizaciones sociales han recibido ocho ataques con granada y la estigmatización ha sido detonante para el asesinato de varios liderazgos.
¿Quiénes los están matando?
En Arauca la violencia contra las comunidades llegó antes de los grupos paramilitares. Las familias campesinas asentadas hoy en el Territorio Campesino Agroalimentario Laguna de Lipa, Soberanía y Lucha Popular, ubicado en medio del complejo petrolero Caño Limón, recuerdan que en los años noventa la empresa, custodiada por integrantes del Ejército, los desplazó violentamente de sus tierras.
Luego, entre el 2000 y 2005 incursionó el Bloque Vencedores de Arauca. Luego de su desmovilización en 2005, según Sonia López, presidenta de la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra, quedaron Los Rastrojos y bandas criminales ligadas al Clan del Golfo.
Actualmente hacen presencia en la región la insurgencia del ELN, el Tren de Aragua y las disidencias de las Farc. Sobre estas últimas, José Murillo, dirigente del Movimiento Político de Masas, asegura que “nosotros decimos que hay la refinación de muchos métodos de aniquilación del movimiento social porque hay un plan de unos sectores armados, que se hacen llamar “disidencias”, que prácticamente son paramilitares porque su actuar es de paramilitarismo”.
Además, como Movimiento han recalcado que, en muchos casos, las disidencias actúan en connivencia con actores del Estado como el Ejército.
Así, más allá de las suposiciones, han sido las disidencias de las Farc quienes públicamente han señalado y amenazado a las organizaciones sociales de base de Arauca.
Colombia
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Los líderes no son solo personas, son proyectos
El sábado 10 de agosto la Caravana Humanitaria por la Vida, la Paz y la Permanencia en el Territorio había salido de este departamento. En cabeza de observadores internacionales y organizaciones nacionales, registró durante una semana el contexto actual de persecución, así como la resistencia de las comunidades organizadas. En cada lugar donde estuvo se insistió en el “plan de exterminio” y el riesgo en el cual se encontraban los liderazgos. Cuatro días después el plan de exterminio de nuevo se materializó.
El miércoles 14 de agosto asesinaron a Manuel Salvador Sánchez, líder comunal de Arauca. Según el Movimiento Político de Masas, “fue amenazado por paramilitares que se hacen llamar ‘Disidencias de las Farc’ en reiteradas ocasiones, pero este se negó a abandonar el territorio”.
“Si un compañero muere la forma de mejor rendirle tributo, de mejor recordarlo, es precisamente impulsar con más berraquera las banderas que venía empuñando”
La historia de Manuel es como la de otros líderes que, antes de su muerte, dirigían procesos, proyectos, conducían sueños. Cada cooperativa, colectivo, territorio campesino o empresa comunitaria está direccionada por líderes que las mantienen como banderas de lucha caminando.
Unos meses atrás, en marzo, asesinaron a Josué Castellanos, líder del proyecto de agroindustrialización de los cultivos de plátano en el municipio de Tame. Esto ocurrió días después de que una periodista de un medio nacional aseguró que los integrantes del Movimiento Político de Masas Social y Popular del Centro Oriente tenían nexos con el ELN. “Sicarios de Micrófono”, los nombró José Murillo en su momento.
“Si un compañero muere la forma de mejor rendirle tributo, de mejor recordarlo, es precisamente impulsar con más berraquera las banderas que venía empuñando. Por eso, la planta de plátano tendrá que ser una realidad para nosotros”, aseguró Murillo.
El Centro Oriente, un duelo permanente
“No hay psicólogo que aguante tantas cosas”, dijo Sonia López a los integrantes de la Caravana. “Aquí cuando se tiene que llorar se llora y si se tiene que tomar cerveza, se toma cerveza por el compañero”, afirmó haciendo referencia al trámite que se le da al duelo cuando ocurre una tragedia como esta.
A la distancia, en las ciudades, pocas veces se dimensiona el dolor que trae consigo la pérdida de alguien con quien se comparte el territorio, los afectos y un proyecto político, que en últimas es también un proyecto de sueños. A la distancia, en las ciudades, se les llama “líder” y a veces esa palabra se queda corta.
Para Sonia “uno de los retos que tenemos como movimiento social es poder mantenernos vivos y en libertad para continuar con este proyecto que todos tenemos”. Un reto que no es nada sencillo si se tiene en cuenta que las disidencias de las Farc mantienen sus amenazas y que la fuerza pública, según denuncian las organizaciones, en muchos casos, actúan de la mano.
El último día de la Caravana, una de las lideresas lloró por Josué, su compañero. Hoy es inevitable pensar que su duelo se renueva y que las lágrimas llevan el nombre de otro compañero cuyo legado, a partir de hoy, solo es mantener la lucha por la que fue asesinado.