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Música
“¡Buena suerte, cariño!”, el largo camino del pop sáfico hasta su edad de oro
El pop sáfico irrumpe en nuestras pantallas y en nuestras playlists como un subgénero de la música pop que celebra y explora las experiencias, identidades y relaciones sexoafectivas entre mujeres, incluyendo lesbianas, bisexuales y personas no binarias que se identifican dentro del espectro sáfico. Este estilo no solo representa una expresión artística, sino también una forma de visibilidad cultural y política, donde las historias de amor, deseo y empoderamiento entre mujeres son protagonistas. El pop sáfico se ha convertido en una herramienta cultural al tiempo que ofrece narrativas que se han ido ocultando y dejando al margen para darles espacio y conectar a muchas mujeres con experiencias similares. Siempre ha habido mujeres artistas, lesbianas y bisexuales, pero ¿tenían realmente libertad para hablar de su vida sexual y sus historias amor?
Chappell Roan está en boca de todo el mundo. La artista ha abierto en las últimas semanas innumerables titulares para abarcar temas como la salud mental, la importancia para las artistas de trazar límites con el público masculino, o el apoyo a candidaturas presidenciales.
Tras lanzar su álbum The Rise and Fall of a Midwest Princess en septiembre de 2023, una espiral de música sáfica se extendió por todos los rincones del planeta. Según Spotify, la artista se ha ganado un lugar entre los 500 mejores artistas del mundo en cuestión de meses gracias al single “Good Luck, Babe!”, que ha mantenido su lugar en el Top 100 de la lista oficial de singles hasta hoy.
Roan, sin embargo, no es ni muchísimo menos la primera en adentrarse en este terreno, de hecho, la música pop abiertamente sáfica se ha ido abriendo camino hacia el mainstream desde hace décadas. ¿Pero qué ocurría incluso antes de que escucháramos música como lo hacemos ahora? Las artistas LTB han existido siempre, y en la década de los años 20 del siglo pasado fue cuando el lirismo queer comenzó a asomar la cabecita en Estados Unidos. Las mujeres negras fueron pioneras en la escena, con el teatro de vodevil a finales del siglo XIX y la escena musical del Chitlin’ Circuit en los años 20, proporcionando un espacio en el que las mujeres lesbianas y bisexuales podían hacer un sutil guiño a sus identidades en su música.
En la época, algunas eran reservadas sobre sus identidades, pero otras —incluidas la estrella del Renaissance de Harlem Gladys Bentley, Billie Holiday y Ma Rainey— eran abiertamente queer. El tema “B.D. Women's Blues” de Lucille Bogan, grabado en 1935, es la primera canción de blues lésbico grabada. “B.D” significa “bull dagger” o “bull dyke”, una expresión que se utilizaba como insulto y que todavía hoy se mantiene como argot dentro del colectivo para las lesbianas de expresión más masculina.
Los años 40 marcaron el comienzo de una época de conservadurismo en Estados Unidos que obligó a muchas personas LGBTQA+ a ocultarse de nuevo, siendo los clubs clandestinos casi los únicos espacios que contribuyeron a conservar la cultura del colectivo en las principales ciudades hasta la llegada de la llamada “revolución sexual” en la década de los 60.
La agitación social y el movimiento por los derechos civiles permitieron que la música lésbica comenzase a despegar. Lesley Gore lanzó “You Don't Own Me” en 1963 y pegó el pistoletazo de salida para un movimiento musical que se estableció desde finales de los años 60 y principios de los 70 definido por el lema “música hecha por mujeres, para mujeres y sobre mujeres”.
Los inicios de la música abiertamente lésbica se dieron a conocer durante este periodo con artistas como Maxine Feldman publicando el álbum Angry Atthis, uno de los primeros discos explícitamente lésbicos, en 1972. La banda Lavender Jane lanzó el álbum Lavender Jane Loves Women, que pretendía ser el primer LP hecho por y para lesbianas, mientras la escena seguía creciendo gracias a más compositoras como Cris Williamson, Meg Christian y Holly Near. En 1973 se funda el sello Olivia Records, de la mano de Cris Williamson, Meg Christian, Ginny Berson, Judy Dlugacz, Kate Winter y Jennifer Woodul, dedicado exclusivamente a la música compuesta por lesbianas con un marcado componente político feminista.
Lo que introdujo definitivamente la música de componente sáfico dentro del mainstream en los años 2000 fue el videoclip de T.aT.u “All The Things She Said”
La escena finalmente iba tomando forma y a lo largo de los años 80 y 90 artistas y bandas como Indigo Girls, K.D. Lang o Tracy Chapman fueron dándole recorrido. Pero lo que introdujo definitivamente la música de componente sáfico dentro del mainstream en los años 2000 fue el videoclip de T.aT.u “All The Things She Said”, donde Lena Katina y Yulia Volkova se besaban bajo la lluvia. A pesar de que se tratase de puro marketing para generar controversia alrededor del dúo, la realidad es que esa imagen y los consiguientes videos que trajo ese álbum sirvieron para crear un referente pop en las personas queer de esa generación. Es llamativo observar ahora cómo un proyecto como las T.a.T.u no podría salir de la Rusia actual de Putin con leyes antiLGTBIQ+, que persiguen, castigan la cultura queer e incluso ilegalizan la existencia del mismo colectivo.
Sin embargo, la influencia de toda la cultura pop alrededor de las mujeres sáficas permitió que más artistas se abrieran paso, especialmente en Canadá y Estados Unidos. En la segunda década del siglo XXI, bandas como Tegan & Sara eran para muchas la forma de conectar con lo que sentíamos hacia otras chicas, o más bien encontrar banda sonora para empezar a entender quiénes éramos y quién nos gustaba. A pesar de que estas dos hermanas canadienses pegaran el petardazo gracias a la aparición de un tema suyo en Anatomía de Grey, sus canciones ya eran parte del mp3 de cualquier adolescente enamorada de una chica (especialmente si esta no le hacía caso).
Uh Huh Her es el título del sexto disco de PJ Harvey pero también el nombre de la banda que componían Camila Grey y Leisha Hailey, Alice en The L Word. Solo con la presencia de Hailey en la ecuación la banda se posicionó dentro del pop lésbico dosmilero junto con el resto de bandas que sonaron en la serie.
Pero también otros grupos como The Organ, mucho menos pop, más indie, que tiraban de sintes increíbles para construir temas como “The City” o “Brother”. Este caldo de cultivo dosmilero comienza a sentar las bases culturales visibles gracias a la presencia también en televisión y hace que incluso artistas de la industria Disney produzcan canciones abiertamente sáficas.
Es el caso de Hayley Kiyoko, bautizada también con el título de Lesbian Jesus, que gracias a temas como “Girls Like Girls” o “Curious”, que exploran abiertamente su identidad como mujer queer y su atracción por otras mujeres, sirvió como referente para muchas adolescentes.
En esa misma línea, la artista noruega Girl in Red se ha convertido en uno de los perfiles más destacados por medio de su canción “We fell in love in october”, que ha despertado gran interés en redes sociales como TikTok, ofreciendo a la comunidad queer un himno de amor entre mujeres a la vez que permitía identificarse a lesbianas y bisexuales para generar conversaciones y crear vínculos. Vamos, que al final utilizar ciertas canciones permitía situarse en el lado correcto del algoritmo a las sáficas.
¿Se podría decir que el sexo lésbico está presente en la cultura pop en un grado que no tiene precedentes? Pudiera ser, tanto que a menudo provoca latigazos cervicales para muchas
¿Se podría decir que el sexo lésbico está presente en la cultura pop en un grado que no tiene precedentes? Pudiera ser, tanto que a menudo provoca latigazos cervicales para muchas. Billie Eilish puso todo patas arriba cuando en una entrevista con Rolling Stone dijo “quería mi cara en una vagina” hablando sobre su canción “LUNCH”, donde literalmente dice: “I could eat that girl for lunch / she dances on my tongue/ tastes like she might be the one”.
Es una realidad que las artistas sáficas se sienten ahora más libres para expresar su sexualidad y deseo. Algo que tantos hombres heterosexuales llevan haciendo sin pedir permiso y de manera extremadamente básica y violenta desde siempre. Este momento ha tardado demasiado en llegar pero nos está trayendo bandas y artistas increíbles que, por fin, narran historias de amor y sexo que nos representan: MUNA, Phoebe Bridgers, Reneé Rapp, Kehlani, Julien Baker, Ashnikko, Towa Bird, Arlo Parks… Porque, a pesar de lo que se han empeñado en decir, sobre que “no hace falta explicitar a quién le cantas cuando hablas de amor”, no es cierto. Pasa con las películas, los libros, las series… La representación importa y los referentes son importantes. Las lesbianas y las bisexuales tenemos la misma necesidad de sentir que nuestras historias se conocen y atraviesan a más mujeres, queremos poder hacer una playlist con canciones donde escuchemos “esa chica”, “la quiero”, “la echo de menos”, “ella es la buena” y, por supuesto, “ella me rompió el corazón”.
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Es curioso que un artículo que habla de pòp sáfico, unicamente haya referencias anglosajonas y no haya ninguna referencia al reciente disco de Cristina Rosenvinge dedicado en exclusiva a la poeta, titulado "Los versos sáficos"
"Devolverle la música a los versos de Safo. Ese era el propósito con el que empezó este proyecto. Su poesía nació cantada, no escrita. Sabemos que Safo fue toda una estrella del pop en el mundo grecolatino y que su estela brilló mucho después de su muerte. Dio nombre a un tipo de métrica poética y a una forma de amor. Posteriormente se transformó en una figura mitológica que habita cuadros, textos y óperas, y en el siglo XX en un referente para las vanguardias que vieron en sus versos fragmentados una forma de escritura sabiamente editada por el paso del tiempo. Safo es un enigma vivo. Una invitación para imaginar. En las canciones que incluye este álbum, he jugado a mi antojo con sus versos y con su espíritu." - Christina Rosenvinge
Y de Jimena Amarillo ni una palabra, la tachan de pop lésbico, pero luego se habla de ello, y ni así....