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Hay varias formas de volver de un permiso de nacimiento. Se puede volver con tristeza, por empezar a alejarse tantas horas de la criatura dependiente que se tuvo durante semanas cerca. Se puede volver con muchas ganas, el ansia de retomar la vida fuera del ámbito cerrado de la crianza. O se puede volver como Pablo Iglesias, avisando con dos semanas de antelación para que la gente se vaya preparando.
El cartel. Ese cartel, viajando por las redes sociales dejando una estela de sonrisas irónicas y chascarrillos alucinados. Aparece de espaldas, la gente en frente, recibiendo la presencia anhelada después de tantas semanas sin guía. Ha tenido tiempo para prepararse el pueblo, antes de que el líder volviese hecho millones. Millones de votantes se espera, dada la cercanía a las elecciones del retorno.
Es una mierda estar escribiendo esto. En este momento Pablo Iglesias ya se ha dado cuenta del error. Es solo un padre con dos hijos pequeños que está pasando un mal rato, porque el personaje se le ha ido de las manos a él, o el peronismo se le ha ido de las manos a su equipo de comunicación.
Es una mierda acabar sumándose al coro de quienes señalan los pliegues de la caricatura, de quienes aligeramos nuestro estrés cotidiano haciendo chistes sobre el populismo kitsch, el machoalfismo morado, y otra vez, sí, el peronismo torpemente deslocalizado de este cartel. Y es una mierda porque puede ser que esta sea la única actividad política que vayamos a desempeñar esta tarde o esta semana. Para eso hemos quedado.
Claro que sería más difícil venir a hacer leña del árbol caído si hubiese elegido pertrecharse en un horizontal bosque, y no presentarse desde el minuto uno como el sólido tronco que desde la secretaría general nos permitiría auparnos hasta la ventana de oportunidad, esa que cayó en el olvido mientras las puertas se abrían de par en par para otros actores. Sería más fácil evitar caer en lo personal, si los liderazgos de Podemos no se hubiesen basado en el personalismo.
Menos tentador sería recurrir al paralelismo del “volveré y seré millones” si Pablo e Irene no cerrasen tan bien esa cadena de asociaciones lógicas que arranca con Evita y Perón, y pasa por Néstor y Cristina, saltando el océano hasta Galapagar. Y hubiese sido más fácil que el equipo de comunicación no hiciese el ridículo si no hubiese contado con todo un archivo de imágenes del líder dirigiéndose al entregado público. De los vistalegres a la marcha del cambio. Tenían de dónde sacar.
Faltan pocas semanas para un montón de elecciones donde nos jugamos que la extrema derecha llegue al Parlamento, a los ayuntamientos. Ellos que dan tanto miedo, son un puñado más de truenos para una tormenta perfecta que ya nos empapa de precariedad, que ya nos ahoga desde hace años. Ningún líder va a descender de lo más alto o retornar desde su exilio doméstico para asaltar los cielos.
Da igual que sea más o menos macho alfa, o que venga con un cargamento de magdalenas. Que tenga una grandilocuente campaña de comunicación o sensatos asesores prestos a impedir desaguisados. Quisimos huir de las trampas de la representación y caímos en el simplismo del personalismo. Nos hemos echado unas risas con un desafortunado cartel. Pero hay otros desaguisados que hoy estamos mucho más lejos de poder resolver que hace cinco años.
Y es esa derrota, esa prederrota electoral, el elefante en la habitación que nadie se atreve a señalar mientras nos echamos la tarde con la última de Casado, el #feminismoliberal o el más reciente resbalón de la comunicación política podemita. Es ese el desasosiego que me entra mientras Podemos borra su cartel y los equipos de comunicación de la competencia diseñan su próxima ocurrencia para mantenernos entretenidas.
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Lo que es una mierda es haber olvidado y haber abandonado las reivindicaciones del 15M. No diré más, Marcos Morral en el anterior comentario lo explica claramente. Mañana, ya casi hoy (8M) tiene que darse un pulso al poder que nos recuerde para que sirven la calle, la protesta y la acción directa del pueblo, con vosotras a la cabeza esta vez, ásta y todas las veces. El trinomio feminismo-anticapitalismo-ecologismo/decrecentismo deberían ser la guía. La continuidad del sistema de partidos es la continuación del Régimen que tanto criticó Podemos en su origen. Nos falla la memoria, no ha pasado tanto tiempo desde el 15M.
Podemos sirvió al "Sistema" para frenar el movimiento del 15-M y la autogestión que estabamos consiguiendo muchas personas de los pueblos y barrios de todo este país pero que posiblemente nuestro ejemplo podia contagiar al resto del mundo, por eso se auto-proclamo (como si fuese un Guaido de pandereta) macho alfa del movimiento 15M, un tal Pablo Iglesia que con su grupo de apóstoles espabilados, pretendian guiar el nuevo rebaño. Pues que sepa el profeta y sus apóstoles que con el pueblo no se juega y que no piense que no somos un rebaño de borregos (ex-votantes del pp-psoe-ciudadanos-podemos o vox),somos el pueblo solidario que siente y padece, somos los lobos esteparios que luchamos por nuestros derechos, somos personas adultas, somos libres e internacionalistas, somos ante todo anti-fascistas y anti-capitalistas.
Salud y Libertad.
Encumbrarse en lo vertical hace más dura la caida.
Repeinar la imagen no borra las incongruencias.
Votar con los dedos pinzando la nariz es muy triste.
Seguramente Él vendrá atizando (quería decir agitando) el monstruo voxeneta al que hay que detener.
Esperemos que Él se muestre autocrítico con su sombra. Y tenga un gabinete de cuidados paliativos que le asesore.
Esperemos, más bien, que los pueblos del Estado español sepan lo que se juegan y dejemos de entretenernos con estupideces y sentirnos resarcidos viendo a Pablo Iglesias caer, como si por muy en el pozo que se encontrase, eso fuera a parar desahucios. Parece que nuestro malestar encuentra una salida en una especie de patético sadismo contra Podemos. "Ja! caisteis, os lo merecéis".
La caida del verticalismo y el marketing siempre es una buena noticia. La pena es que hayais tardado 5 años en daros cuenta. Bueno, no tengo tan claro que os hayais dado cuenta la verdad... De hecho la "política del re-cambio" vive en la inopia.