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Racismo
“Poder abrir un espacio cultural afro es un regalo que la comunidad le da a la ciudad”
Los activistas antirracistas del movimiento afro, Esther (Mayoko) Ortega y Rubén H. Bermúdez, llevan años implicados en un vibrante espacio de encuentro y creación: Conciencia Afro. Un lustro de intercambio y articulación en el seno de una comunidad negra cada vez más visible en una sociedad que ha negado históricamente su existencia. Terminada la etapa en el Matadero de Madrid, espacio que sirvió de semillero para que germinara un proyecto que no ha hecho más que ampliarse en los últimos años, las y los activistas que han nutrido este espacio cuentan con trasladar trabajo y expectativas a un lugar solo suyo, un Centro Cultural de Conciencia Afro donde poder continuar el camino. Para ello se han puesto manos a la obra con un crowdfunding que va bastante bien —hace tiempo que han pasado el mínimo— pero que puede ir mejor. Pues todo apoyo suma cuando se trata de convertir el local en el barrio de Embajadores que ya han alquilado “en un espacio para el encuentro, la afectividad y el pensamiento, un lugar en el que alzar las voces, las resistencias, los sueños y las realidades de las personas africanas y afrodescendientes”.
¿Cómo empieza Conciencia Afro?
Rubén H. Bermúdez: Fue en el 2015, yo estaba metido en mi proyecto, ¿Y tú por qué eres negro?. Me llegó una convocatoria sobre algo que ocurría en el Matadero y que lo estaba montando Ana Cebrián. Animaba a la gente a participar con proyectos. Yo llego ahí y me encuentro un espacio público lleno de gente afro, muy diversa cada una con su proyecto, en una mesa explicando lo que estábamos haciendo. Para mi era muy emocionante, era la primera vez que veía a tanta gente afro en un espacio público y fue muy bonito.
El caso es que funcionó bien. Y acabó. Ana Cebrián nos mandó un mail y nos dijo que si queríamos ampliar el equipo ella no se veía como líder de todo eso. Entonces nos pusimos Yeison (F. García), Débora (Ekoka) de United Minds y yo. Dijimos que sí, nos juntamos en Matadero y empezamos a pensar en la idea de hacer alguna cosa, Matadero vio que funcionaba bien el encuentro y nos propone un espacio todo el año. Pensamos un nombre, llegamos a la idea de Afroconciencia, tenemos el espacio y un pequeño presupuesto, convocamos a la gente y empiezan a venir personas afro y preguntamos qué quieren hacer.
Matadero al final del año nos propone hacer un festival y lo hacemos, el primero, que es un poco amateur pero funciona muy bien. Nos dicen que vienen como 15.000 personas y yo lo recuerdo como catártico, con gente cogiendo el micrófono y diciendo que es negra y llorando, una cosa muy emotiva y muy especial.
Al siguiente año, 2016, Matadero nos da más presupuesto y una residencia ya no solo puntual —cuando hacemos un taller— sino de manera permanente en el Centro de Residencias Artísticas. Ese año ya ponemos en marcha diferentes proyectos que nacen de Conciencia Afro: se monta la revista digital, que es la revista Negres, se monta una biblioteca que nunca llega a ponerse en marcha pero sí es un armario donde guardamos un montón de libros que sí vamos dejando a gente que va viniendo, también se monta el espacio afrofeminista. Contactamos con un grupo de abogados y de juristas afro que ya tenían su propio recorrido, que deciden colaborar con nosotros y nosotras y hacen un encuentro semanal gratuito. Así, si la gente si tiene algún problema jurídico, o de esa índole, les dan servicio en el espacio afro. Vamos montando un festival cada año, creo que cada vez lo hacemos mejor y viene gente más importante y más diversa, cumplimos este año cinco años en el Matadero y se acaba la residencia. Este es un poco el histórico.
Y en el histórico más amplio del movimiento afro, ¿qué trae Conciencia Afro?, ¿qué supone para las comunidades negras y afrodescendientes del estado español?
Esther (Mayoko) Ortega: A mí me parece que el movimiento afro en el estado tiene un larguísimo recorrido y una larguísima trayectoria, nosotros siempre estamos ahí diciendo: “no hemos inventado nada”. Sin embargo, sí que es verdad que en los últimos cinco o seis años, al mismo tiempo que se empieza a impulsar Conciencia Afro hay un impulso más generalizado, también en otros lugares del estado, y de ese impulso más generalizado yo creo que Conciencia Afro juega un papel muy importante. Catalizador junto con otros espacios. Obviamente no es el único, pero sí que es de alguna forma catalizador de —pongámoslo entre comillas— un nuevo activismo afro, de gente bastante más joven que a su vez también es muy diversa. Hay algo que a mi me fascina muchísimo: un sentimiento de comunidad muy muy fuerte, un sentimiento identitario, eso que decía Rubén de gente que llega por ejemplo a los festivales u otros espacios que hemos ido abriendo. Esa sensación, ese sentido de comunidad fuerte, a mí me parece un puntazo.
Conciencia Afro juega un papel muy importante. Obviamente no es el único espacio, pero sí que es de alguna forma catalizador de —pongámoslo entre comillas— un nuevo activismo afro, de gente bastante más joven que a su vez también es muy diversa
Luego por otro lado, tenemos ese mismo sentimiento de comunidad canalizado a través de experiencias culturales muy diversas. De hecho, Conciencia Afro puede ser un poco un contenedor de ese tránsito, de esas ideas, de eso que se está moviendo en el activismo afro y en el antirracismo.
Conciencia Afro nace bajo el amparo institucional, pero en este marco consigue activar una comunidad propia. ¿Cómo emanciparse de este contexto y pensar en formas de reproducir el espacio desde la autogestión?
R. Pues no lo sé, para nosotros y nosotras todo era nuevo, digamos que balón para adelante y correr detrás a ver qué pasaba, y miramos atrás y estamos orgullosos de lo que hemos hecho. Pero ahora, lo que nos encontramos es un escenario de incertidumbre. No sabemos muy bien qué va a pasar, hemos montado un crowdfunding también para ver si conseguimos dinero para asegurar los primeros meses, pero sabemos que Madrid es una ciudad complicada y a ver qué somos capaces de sacar adelante.
E. No hemos pillado a Rubén con el día positivo (bromea), por supuesto que vamos a ser capaces de sacarlo adelante, lo que pasa es que efectivamente nos hace falta una buena ayuda, un buen empujón. Yo creo que es un proyecto hermoso que de alguna forma marca la continuidad pero también ese crecimiento durante todo ese tiempo. Además, es hermoso poder pensar en un proyecto así, y no solo hermoso sino muy empoderante, las posibilidades que te da tener tu propio espacio, la posibilidad de independencia con respecto a las instituciones. Eso no significa que dejemos de hablar con instituciones, pero sí que efectivamente la relación cambia y las relaciones de poder empiezan a funcionar de otra manera en un espacio propio.
Estos años de creación y ampliación de Conciencia Afro han coincidido con un ciclo de movilizaciones antirracista, a nivel internacional. ¿De qué manera la comunidad construida en torno a este espacio se ha insertado en esta lucha común?
E. Yo creo que es un poco al contrario, no es que nosotros nos insertemos a partir de, sino que la creación de un montón de espacios alrededor del mundo hacen que ante hechos diversos que llevan produciéndose durante muchísimo tiempo reaccionemos de una forma diferente. Creo que la lectura debe ser esa, porque si no vuelve a parecer como si hubiésemos nacido ayer. Creo que lo que es un poco nuevo es la forma de interconectarnos, que tiene mucho que ver con el mundo más globalizado en el que vivimos. Creo que es al revés, el poder dar respuesta a las cosas que están pasando a nivel global y aquí, con el mundo que es antinegro: podemos dar un salto cualitativo y podemos enfrentarlo de maneras muy diferentes. Por lo menos aquí en el estado no había habido una respuesta tan fuerte o tan articulada desde los movimientos y los activistas afro.
R. Supongo que tiene que ver internet y las redes sociales, que ahora si eres una persona negra en un pueblo de Zaragoza te sientes mucho menos solo o sola que antes, enseguida conectas con otras personas. Creo que eso tiene que ver con lo que ha pasado: esa interconexión entre personas afro que antes no teníamos. Los movimientos alrededor de lo afro, en el estado, o como se quiera llamar, están más presentes en la conversación.
¿Y qué expectativas tenéis frente a este espacio cultural?
R. Muchas. Antes estaba un poco negativo quizás, pero creo que si conseguimos hacerlo viable va a ser un sitio mágico para muchísima gente, un sitio memorable, un poco como ocurre en el festival, que de pronto te encuentras con un grupo de personas afro: todas con el micrófono, todas protagonistas. Creo que eso nos hace mucha falta. Yo recuerdo una imagen de hace un par de años o tres, una niña afro como mirando al horizonte, subida al escenario, y me resultó muy significativa, algo así. Para mi ese espacio es algo así, una casa donde generar cultura y seguir haciendo.
Recuerdo una imagen de hace un par de años en el festival de Conciencia Afro: una niña afro como mirando al horizonte, subida al escenario. Me resultó muy significativa. Para mí el Centro Cultural Conciencia Afro es algo así, una casa donde generar cultura y seguir haciendo
E. Necesitamos que la gente nos apoye con el crowdfunding, obviamente no solo gente afro. Me parece que algo así, un espacio cultural de una dimensión diferente, uno que no había habido hasta ahora en la ciudad de Madrid, creo que es bien importante, bien interesante y que abre un mundo de posibilidad, y sobre todo un espacio desde el que confrontar la realidad tan jodida de una ciudad como esta en este norte global. Y ya sabemos un poco a lo que nos estamos enfrentando. Para mí, poder abrir un espacio cultural afro es un regalo que la comunidad le da a la ciudad y a estos territorios.
¿De qué manera lo expuesto, hablado y compartido desde Conciencia Afro pero también en otras iniciativas en el estado, está calando en la sociedad?
E. Pienso en los diferentes lugares del estado y lo que están haciendo las hermanas y los hermanos y para mí es emocionante, en Bilbo, por ejemplo, en Euskalerria o en Catalunya o en diferentes lugares de Andalucía. En cómo están trabajando en unas condiciones extremadamente difíciles, por ejemplo con el tema de los asentamientos, como está trabajando la propia comunidad afro con todo este tipo de cuestiones.
Todo esto cala a diferentes niveles y a diferentes escalas, creo que hay una cuestión política urgente y hay otra cuestión más de fondo, de largo recorrido. Esta cuestión más de largo recorrido es que, de alguna forma, espacios como Conciencia Afro sí que plantean un mirarse al espejo de este estado español que niega su relación con la negritud, niega su pasado esclavista, niega su pasado colonial. Y hay otra parte, que la podemos hacer desde Conciencia Afro, pero que también se hace desde otras partes del estado, que enfrenta precisamente al Reino de España con su propio presente, que no es algo diferenciado precisamente de cómo se comportó en el pasado, sino que es la continuación de otra forma, con otros términos, con otras dinámicas no tan diferentes de todas esas líneas de continuidad, de negación de lo afro, pero también de situarlo desde una posición muy concreta, la posición de los márgenes.