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Residuos
La guerra contra la “ciudad de la basura” de Loeches se reactiva con el comienzo de las obras
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Ha sido bautizado como Complejo Medioambiental de Reciclaje de la Mancomunidad del Este, pero los vecinos de la zona lo llaman de otra forma: macrovertedero de Loeches. Teniendo en cuenta que el proyecto, de 105.000 m2, nace por la colmatación del basurero a cielo abierto de Alcalá de Henares —algo que sucederá en marzo de 2019— y que las instalaciones darán servicio a una población en torno a 750.000 personas —lo que supone 229.000 toneladas de residuos al año—, repartidas en 31 municipios del este de la Comunidad de Madrid, los habitantes de la zona no andan desencaminados.
Estamos el año trece de esta complicada guerra, desde que en en 2007 naciese la Mancomunidad del Este, el organismo responsable de la gestión y el tratamiento de los residuos sólidos urbanos (RSU) en estas localidades. En todo este tiempo se han sucedido juicios varios —algunos aún en curso en el Supremo y el Tribunal Superior de Justicia de Madrid—, cambios de ubicación —Alcalá de Henares, Corpa y Daganzo fueron en su día los puntos elegidos— cambios de parecer de ayuntamientos y políticos, y protestas vecinales. Sin embargo, esta semana se ha llegado a un punto de inflexión: las máquinas han comenzado a trabajar.
El 5 de octubre el alcalde de Loeches, Antonio Notario, del PP, otorgaba finalmente a Ecomesa —filial de FCC— la licencia de obras para la primera parte del proyecto, que engloba el movimiento de tierras inicial del complejo de la discordia.
Este está situado a 3 kilómetros del núcleo urbano del municipio y a 3,5 de zonas residenciales de Torrejón de Ardoz, Torres de la Alameda y Villalbilla. Aunque la palma se la llevan las urbanizaciones Aldovea, en San Fernando de Henares, y El Balcón de Mejorada, en Mejorada del Campo: como señala Rosa Domínguez, de la plataforma No Macrovertedero Sí Residuo Cero, “están a 1.750 metros del macrovertedero”. Se da la circunstancia de que el Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas (RAMINP) de la Comunidad señala que este tipo de instalaciones debían instalarse a no menos de 2 kilómetros “del núcleo más próximo de población agrupada”. Como apunta Domínguez, “hoy el RAMINP está derogado, pero no hay nada que lo sustituya: sería la Ley del Suelo, pero no pone nada al respecto”.
Construcción inminente
La licencia otorgada supone el paso previo a la construcción del complejo, aunque aún hace falta que el Ayuntamiento de Loeches otorgue la licencia de obras que permita la su edificación, algo que está previsto que ocurra a finales de noviembre, y que los tribunales fallen varios recursos contra el Plan Especial de Infraestructuras de la Comunidad de Madrid en el que se engloba el proyecto. Sin embargo, el comienzo de los trabajos ha reactivado la movilización vecinal.
Las organizaciones contrarias al vertedero de Loeches están integradas en la plataforma No Macrovertedero Sí Residuo Cero. Este colectivo realizaba el pasado viernes 26 una concurrida asamblea extraordinaria en el la plaza de la Villa del municipio, con la asistencia de un centenar de personas. “Fue un chorro de energía”, expone Domíguez, quien explica que los tres grupos de trabajo del colectivo —uno encargado de movilizaciones, otro de información y comunicación, y un tercero para “llevar a ayuntamientos propuestas para que se posicionen y hagan acciones”— ya están manos a la obra para sacar adelante un calendario para frenar las obras.
“Se está trabajando en movilizaciones y campañas informativas, y también estamos moviendo la campaña de firmas en Change”. La recogida de rúbricas digital, dirigida a los ministerios de Transición Ecológica y Fomento y a la Comunidad de Madrid, y abierta por un particular a título personal, Francisco Martínez, ya ha conseguido 7.000 firmas desde que se abrió el pasado 20 de octubre.
Respecto a las movilizaciones, ya está convocada una primera protesta para el día 22 de noviembre, jornada en que hay programada un pleno del Ayuntamiento de la localidad en el que la oposición sacará una moción de reprobación al alcalde por haber otorgado la licencia para el movimiento de tierras. Además, la plataforma plantea una marcha a los terrenos donde la Mancomunidad del Este quiere construir el vertedero para finales de noviembre y concentraciones en cada pleno municipal que se realice en la comarca, así como mesas informativas un día a la semana en cada una de las localidades.
Preguntada sobre si las acciones podrían tomar un cariz de desobediencia civil y buscar parar los trabajos, Domínguez señala que sería algo que la plataforma debería valorar. Aunque resalta: “Si hay que ir, se va”.
complejo peligroso
Desde el colectivo de afectados denuncian que, si la construcción finalmente se lleva a cabo, los efectos sobre la salud, la economía, el medioambiente y la vida de la zona serán graves. “Cualquier tratamiento de basura es perjudicial”, afirma Domínguez, quien remarca que no solo se trata de un tema de unos obvios malos olores, sino que además podría producirse contaminación por “filtraciones por el subsuelo a los acuíferos”, sin olvidar “las partículas que llegarán a través del aire”. Enfermedades que podrían derivarse de la quema de residuos —cáncer incluido— y sustancias derivadas de su tratamiento transportadas por el viento son otros de los problemas que aducen los vecinos.
El factor económico tampoco se salva de críticas. “Perjudicaría el porvenir de la economía de nuestra comarca, ya que un complejo así disuadirá a posibles inversores con proyectos empresariales de otros sectores como por ejemplo, del turismo (que no se ve muy compatible con cientos de camiones de la basura circulando por nuestras carreteras hacia su destino)”, señala la petición en Change.
Residuo cero
Frente a un complejo de 60 hectáreas con cinco líneas de tratamiento diferenciado de residuos —fracciones resto, envases, comerciales, voluminosos y vegetales— para el cual la Comunidad de Madrid ya ha avanzado que destinará 58 millones de euros para su financiación, la plataforma y los grupos ecologistas plantean una alternativa. Recordando que el marco legislativo europeo impone un 50% del reciclaje de RSU para el año 2020, algo que desde Amigos de la Tierra o Ecologistas en Acción ven difícilmente asumible con los procesos planteados en el macrovertedero y sus plantas, los grupos contrarios al complejo lo tienen claro: “Alternativa residuo cero”, como afirma tajante Domínguez.
“Puedes poner muchos sistemas, pero el que funciona es el puerta a puerta”. Este método, que se aplica en decenas de localidades del Estado y tienen operativo ciudades como Milán, consigue tasas de separado y reciclaje de en torno al 80% , muy superiores al 30% que se consigue actualmente con el contenedor amarillo y el sistema de gestión integrado que en el Estado español realiza Ecoembes.“Con ello solo un 15% podría ir a vertedero, y se podría reducir incluso más con sistemas para residuos como las compresas, pañales, etcétera”, añade Domínguez.
Las reivindicaciones de la plataforma son además compartidas por grupos políticos locales como Juntos por Loeches o los círculos de Podemos en la zona, que recientemente han lanzado un comunicado contra la “auténtica ciudad del residuo de más de un millón de metros cuadrados”. Todos ellos apuestan por invertir el dinero que costará el macrocomplejo en un sistema más eficiente y sostenible, además de por dividir la Mancomunidad del Este en entidades menores que puedan gestionar los residuos sin la necesidad de crear un agujero negro en la comarca.
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Esta fracción orgánica tiene un gran potencial para convertirse en abono para el campo gracias al compostaje.
Una planta compostadora sería prioritaria al mismo tiempo que se estimula la separación de residuos por parte de las personas apoyando su trabajo por la salud y el medioambiente con una bonificación en la tasa de basura.
Al mismo tiempo, el contenedor de basura mezclada o rechazo debería tener limitado su uso a dos días a la semana.
Todas esas medidas son las que consiguen un cambio de hábitos y conciencia de un día para otro.
Hay soluciones si se quieren hacer bién las cosas. Pero si hay refractarios comodones que paguen más: Quien contamina paga más.
Ánimo es una labor gratificante que consigue mantener un entorno agradable.