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Unión Europea
La nueva batalla contra la extrema derecha se llama Eslovaquia
Las elecciones del 29 de febrero al Consejo Nacional eslovaco se celebran con la amenaza de un buen resultado para Nueva Eslovaquia, el partido de extrema derecha que reivindica el pasado nazi del país, y en el segundo aniversario del asesinato del periodista Ján Kuciak, que investigaba la corrupción del actual Gobierno socialdemócrata.
Un anuncio interrumpe la reproducción de un vídeo de YouTube en eslovaco. Michal Truban, candidato de la coalición de centro izquierda Eslovaquia Progresista/Juntos (Progresivne Slovensko/SPOLU), aparece con una chaqueta militar y sosteniendo amenazadoramente un bate de béisbol, y pregunta a los posibles votantes si están pensando en eso —en neonazis, se entiende—. El anuncio siguiente es del partido de centro derecha Libertad y Solidaridad (Sloboda Solidarita) y muestra al actual primer ministro, Peter Pellegrini, entre rejas.
Los dos anuncios resumen los grandes temas de la campaña de las elecciones eslovacas de este 29 de febrero, que además apuntan a una coalición de todos los partidos que tengan cabida en el Consejo Nacional —cámara única de Eslovaquia— excepto los socialdemócratas del SMER, que gobiernan actualmente, y el Partido Popular -Nuestra Eslovaquia (L’SNS por sus siglas en eslovaco), el temido partido de extrema derecha que lidera Martin Kotleba. En enero, las encuestas daban a estos últimos un resultado extraordinario que les habría permitido formar gobierno con el SMER, un pacto que suena loco y antinatural en esta zona de Europa pero no tanto en el Grupo de Visegrado.
“No creo que vaya a existir un pacto entre la ultraderecha de Kotleba y el SMER, pero por una cuestión matemática”, explica a El Salto Tomas Koziak, analista eslovaco y rector de la Facultad de Ciencias Políticas de Kutna Hora, en Chequia. “Se ha hablado de un pacto parecido al que existía en Austria hasta el año pasado, pero el L’SNS lleva desinflándose en las encuestas toda la campaña y es probable que entre los dos no sumen para formar Gobierno”, dice. Sin embargo, sí ve probable “una victoria del SMER, en el sentido de ser la fuerza más votada. Pero ningún otro partido querrá pactar con ellos, porque está demasiado asociado a la corrupción”.
Un periodista asesinado
La denuncia de la corrupción en Eslovaquia tiene nombre y apellidos, además de numerosos memoriales repartidos por la capital, Bratislava, y el resto del país: Ján Kuciak. El periodista del diario digital Aktuality.sk, investigaba las conexiones del ya ex primer ministro Robert Fico, de SMER, con una trama de evasión fiscal liderada por el empresario Martin Kočner y que tenía ramificaciones que llegaban hasta la mafia italiana. El 21 de febrero de 2018 varios hombres irrumpieron en casa de Martina Kušnírová, pareja de Kuciak, y los asesinaron a ambos a tiros. El escándalo que siguió provocó la dimisión de Fico y la mayor crisis de la democracia eslovaca desde el nacimiento del país en 1993. Este enero se celebró el juicio por las muertes, con Kočner entre los acusados, pendiente de sentencia y en el que el exmilitar Miroslav Marček confesó ser autor material de los hechos.
“Llevo viniendo dos años a manifestarme porque no es aceptable que en Eslovaquia se mate a periodista por hacer su trabajo. Nuestra democracia está en peligro”, dice Oľga Gyárfášova
Este 21 de febrero de 2020, en plena campaña electoral, algo menos de mil personas se dieron cita en la Plaza de la Libertad de Bratislava para un acto en memoria de la pareja bajo el lema Spojili nás (nos unió). Marc, estudiante a punto de graduarse, es uno de los voluntarios que colabora con la plataforma Por una Eslovaquia decente (Za slušné Slovensko) y atiende a El Salto en un aparte de los discursos para mostrarse algo decepcionado: “El año pasado había mucha más personas, pero la gente se cansa. Este no es un acto partidista, pero personalmente sí creo que tiene que ver con las elecciones. Llevo viniendo dos años a manifestarme porque no es aceptable que en Eslovaquia se mate a periodista por hacer su trabajo. La gente tiene que votar, al partido que sea, pero votar, porque nuestra democracia está en peligro”. Si se le pregunta si ese peligro tiene nombre, lo tiene claro: “Martin Kotleba y el L’SNS”.
Una de las declaraciones más polémicas de Kotleba, presente en el Consejo Nacional desde 2016 y conocido desde los primeros 2000 por organizar desfiles de estética neonazi con sus seguidores, fue defender el Gobierno de Jozef Tiso, considerado el primer Estado propio eslovaco. Tiso fue colaborador de los nazis en la invasión de la antigua Checoslovaquia, fundando un Estado propio en el territorio de la actual república que actuaba como gobierno títere. Precisamente uno de los memoriales dedicados actualmente a Kuciak se encuentra en la Plaza de la Insurrección Nacional Eslovaca, que conmemora el levantamiento en 1944 de una parte del ejército contra Tiso y la lucha de los partisanos eslovacos contra la ocupación nazi.
Peligrosos aunque no gobiernen
La analista Oľga Gyárfášova, directora del Instituto de Estudios Europeos y Relaciones Internacionales de la Universidad Comenia de Bratislava, explica a El Salto que “el verdadero peligro del L’SNS es que consiga introducir sus mensajes de extrema derecha en la agenda” y de llegar al gobierno, cosa que ve “poco probable”, el “deterioro de la imagen eslovaca, y de todo el Grupo de Visegrado” en un momento post-Brexit en el que se decide el futuro de la UE.
Según Gyárfášova la alternativa está en partidos nuevos como los mencionados Eslovaquia Progresista y Libertad y Solidaridad. El primero es el de la actual Jefa de Estado, la presidenta de la República, Zuzana Čaputová, elegida en junio de 2019 y que representó aires de cambio en el Visegrado de Orban y el PiS polaco. Tomas Koziak coincide pero nos recuerda que “no es posible comparar la situación entre los diferentes países”, apuntando a que “una gran coalición de los partidos democráticos renovaría la confianza de los ciudadanos en la democracia eslovaca”.
“El verdadero peligro del L’SNS es que consiga introducir sus mensajes de extrema derecha en la agenda”
Al mismo tiempo que la plataforma Por una Eslovaquia decente protestaba por el asesinato de Kuciak y Kušnírová, en la vecina Chequia los jóvenes se echaban a la calle por las acusaciones contra el primer ministro Andrej Babis de desviar fondos europeos a sus propias empresas. Poco después de la victoria de Čaputová, era en Hungría donde la oposición conseguía arrebatarle el Gobierno de Budapest al Fidesz de Víktor Orban. Este otoño, de hecho, los alcaldes de las cuatro capitales de Visegrado, incluyendo al independiente Matus Vallo de Bratislava, firmaron el llamado Pacto de las Ciudades Libres por una oposición democrática a sus actuales gobiernos populistas.
En opinión de Koziak el gran reto de una coalición de la oposición democrática será “triunfar sobre la agenda de la extrema derecha”, por lo que deberá atajar “los problemas que alimentan al populismo en Eslovaquia”. Cada país tiene sus problemas, pero en el caso de Eslovaquia se trata de tres: “La corrupción, la percepción de que la Ley no funciona y solo protege a los cercanos a la política y la percepción de criminalidad del pueblo gitano en algunas zonas del país junto con la idea de desprotección frente a ella que tiene la ciudadanía”.