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La vida y ya
Sacar de raíz
Ayer fui a ver “Arrancamiento”, una obra de teatro. El título, que ya suena fuerte al pronunciarlo, no avisa de lo que se ve y escucha una vez que estás adentro. Lleva un año en la cartelera del Teatro del Barrio, en Madrid.
Al principio, Pamela Palenciano, la actriz que interpreta la obra, habló un poco del proceso. Del profundo respeto a todas las personas de las que se escuchan los testimonios. Habló también de que, en ese proceso de trabajo, el equipo que trabaja en la obra había hecho consultas a abogadas. Parece que, para hablar de arrancamientos, es necesario preguntarse si las leyes lo permiten. Hablar de arrancamientos es, por tanto, hablar de lo que no se habla, salirse de la norma, rebelarse contra un sistema que exige silencio.
En el diccionario, las tres primeras definiciones de “arrancar” dicen: Sacar de raíz (como cuando se arranca un árbol o una planta). Sacar con violencia algo del lugar a que está adherido o sujeto, o de que forma parte. Quitar con violencia.
Las tres acepciones se ajustan con una perfección que eriza la piel al contenido de la obra.
También aparecen sinónimos de arrancamiento: extirpación, extracción, eliminación, separación, erradicación, desarraigo o ablación.
¿Sabéis lo que es un arrancamiento? Pregunta la actriz al público.
“Dura apenas un instante, pero hasta llegar a él, las madres pasan por un largo proceso de denuncias, descrédito, pérdida de la custodia y criminalización".
Y en la obra lo explica, sin dejar lugar a las dudas. “Dura apenas un instante, pero hasta llegar a él, las madres pasan por un largo proceso de denuncias, descrédito, pérdida de la custodia y criminalización. El sistema dictamina que las denuncias de violencia son falsas, que la madre es malvada y que la criatura debe ser apartada de quien la protege y condenada a vivir con su abusador. Sin preparación ni acompañamiento, cuerpos de policía armados arrancan a un niño o niña de corta edad de los brazos de su madre por orden judicial”.
La obra trata de eso, de la violencia institucional que sufren las madres que denuncian abusos sexuales contra sus hijos e hijas.
¿Por qué? ¿Qué hay detrás de todo esto? Vuelve a preguntar la actriz.
Y habla, entre otras cosas, del falso Síndrome de Alienación Parental. Richard Gardner fue quien acuñó este término. Un síndrome que no tiene base científica, que no está catalogado síndrome en ninguno de los libros de diagnóstico de psicología. Pero que, a pesar de eso, se sigue utilizando para arrancar a los hijos e hijas de sus madres.
¿A que parece mentira? vuelve a preguntar en otro momento la actriz.
Porque los datos dicen que 1 de cada 5 menores sufre violencia sexual antes de cumplir 18 años.
Y sí, parece mentira. Porque los datos dicen que 1 de cada 5 menores sufre violencia sexual antes de cumplir 18 años. En España no hay estadísticas oficiales, pero un estudio reciente supera dicha estimación. Dice que 2 de cada 5 niños y niñas lo han padecido.
Sí, parece mentira. Y más si trabajas en educación. Y miras los datos. Y miras sus caras. Y no sabes quiénes. Pero sabes que hay nombres con los que compartes aula todos los días que forman parte de esas cifras. Y piensas en la correlación que tienen en algunos casos con las autolesiones en la adolescencia. Y piensas en las madres también, en los arrancamientos. Pero, sobre todo, piensas en los silencios. No en los de las niñas y niños y adolescentes. No en los de las madres. Piensas en los silencios de todas las demás personas. En el tuyo.
La actriz termina diciendo que ir a ver esa obra es un acto profundamente político. Yo estoy de acuerdo con ella.
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