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La vida y ya
Vuestro dolor nos moviliza
No voy a hablar de los y las que se quedan durmiendo en casa cuando hay huelga de estudiantes. Voy a hablar de las otras. Y de los otros. De las que se movilizan. De las que piensan que hacer algo es importante. De las que opinan que, aunque las probabilidades de conseguirlo sean bajas, nunca son cero si se intenta. La jornada de huelga era por Gaza.
Aunque el lugar que habían acordado para encontrarse a primera hora de la mañana era el patio, justo ese día comenzó con más frío, así que movieron la convocatoria a la biblioteca. Sillas en círculo para hacer la asamblea.
Algunas profesoras, algunos profesores, el secretario del centro, mezclados como anécdotas entre un montón de alumnas y alumnos (sobre todo alumnas) con ganas de hablar y hacer cosas.
Hay un grupo que llevaba reuniéndose en los recreos desde que comenzó el genocidio en Gaza. Hablan de lo que está pasando. Comparten cómo se sienten
En la pizarra, en letras blancas sobre fondo verde, comienzan a aparecer las propuestas. Se anotan todas. Es una lluvia de ideas donde cabe todo. “Hacer pasaclases para explicar lo que sigue ocurriendo en Gaza”. “Hacer pancartas para llevar a la concentración”. “Hacer carteles para colocar por las paredes de los pasillos con datos y testimonios”. “Hacer pulseras con los colores de la bandera de Palestina”. “Poner en un papel continuo datos y los motivos para movilizarnos”. “Hacer una reflexión sobre el enfoque que tienen los distintos medios de comunicación sobre este tema”. “Debatir sobre por qué Netanyahu puede hablar en la ONU”. “Hacer un comunicado”. “Imprimir copias para repartirlo en el recreo”. “Mandarlo por el móvil a todos los grupos”.
No hay mucho tiempo antes de tener que marcharse a la concentración que está convocada esa misma mañana frente al Ministerio de Asuntos Exteriores. Deciden dividirse en grupos. Las personas que van a hacer las pancartas al taller de tecnología. Las del comunicado y las del seguimiento en los medios se quedan en la biblioteca. Hay que buscar tijeras y rotuladores, cartones que puedan reutilizarse para las pancartas. Acuerdan verse de nuevo en hora y media para hacer otra asamblea de puesta en común.
Se quieren dirigir a ellas, a las personas que están en Gaza, a las que siguen vivas, para que sepan que un grupo de adolescentes que cursan secundaria no se conforma y por eso se mueven
Hay un grupo que llevaba reuniéndose en los recreos desde que comenzó el genocidio en Gaza. Hablan de lo que está pasando. Comparten cómo se sienten. Piensan acciones para realizar e implicar a más personas de la comunidad educativa. Algunas de esas chicas son las que escriben el comunicado. Deciden comenzarlo diciendo: “Usamos nuestras voces para gritar por los que no pueden, por aquellos a los que la prensa no quiere mostrar y por los que sobreviven a hoy sin saber si habrá un mañana. Por este motivo, personas como nosotras, que ven absurdo el silencio que hay respecto a este genocidio, se reúnen de manera voluntaria…”.
En letras grandes lo encabezan poniendo la frase: “Vuestro dolor nos moviliza”, preguntan y consiguen a alguien que les ayuda a traducir esas palabras al árabe.
Se quieren dirigir a ellas, a las personas que están en Gaza, a las que siguen vivas, para que sepan que un grupo de adolescentes que cursan secundaria no se conforma y por eso se mueven.
Después, juntas y juntos, se meten en el metro para ir a la concentración. Allí se unen a mucha otra gente.