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Salud laboral
Dignidad Rúa Mar
Ante una emergencia en la mar, rescatar a las personas debe ser la prioridad. Si no es posible, la preferencia es encontrar los cuerpos de las personas y entregárselos a sus familiares para que puedan comenzar el proceso del duelo. Luego debería recuperarse la embarcación, o sus restos. Si no fuese posible tampoco, lo correcto sería utilizar los medios existentes –que los hay- para obtener todos los datos sobre el siniestro, saber las circunstancias que causaron los problemas, y por último encontrar las explicaciones convenientes para garantizar que no vuelvan a repetirse accidentes donde la gente pierda la vida mientras se la gana. Y todo lo demás sobra
Noam Chomsky afirmaba que una de las estrategias de manipulación de masas, utilizada por los grandes medios, era la de la “distracción”, consistente en desviar la atención de lo verdaderamente importante. A través de la distracción se logra que la opinión pública se centre en banalidades, en debates que no llevan a ningún lado.
Los grandes medios de comunicación, en su inmensa mayoría, están en manos de grandes organizaciones empresariales que son las que realmente marcan el paso a los Gobiernos. Y los Gobiernos, evidentemente, intentan contentar al “1er Poder”, el poder económico, poniendo en marcha estas “habilidades” de manipulación masiva identificadas por el lingüista norteamericano. Por eso, y enlazando con el tratamiento informativo que ha tenido, llama poderosamente la atención cómo nos han intentado posicionar y convencer sobre los hechos que han rodeado a la desaparición y posterior búsqueda del pesquero gaditano ‘Rúa Mar’.
La expectación que despertó durante los primeros días (sobre todo), y las semanas posteriores a las primeras noticias con las que se cumplían los peores presagios sobre la suerte de los seis tripulantes, dieron paso al mayor de los silencios cuando desde el Estado se ha confirmado que supuestamente el pesquero estaba dedicándose a otras actividades, además de la pesca de palangre.
La gestión de la emergencia
El ‘Rúa Mar’ desaparece durante la madrugada del 23 de enero de 2020. La radiobaliza del pesquero se activa sobre las 2’00 a.m. en aguas de Marruecos y una vez que se le comunica lo ocurrido, este país acepta la gestión de la emergencia afrontándola con sus propios medios. Aun así, desde la torre de control de Tarifa (Cádiz) se activan medios aéreos de Salvamento Marítimo, despegando un avión y un helicóptero. Quienes conocen muy bien estas tareas aseguran que la búsqueda de un náufrago desde un avión es muy complicada y tiene muchísimos inconvenientes. Por eso no se entienden las razones por las que otros medios, como embarcaciones más ligeras y rápidas, no fueran activados.
La espera, los primeros resultados de la búsqueda y las reacciones de compañeros y trabajadores del mar
Que las cosas se hubieran realizado de otra forma en lo concerniente a la búsqueda del ‘Rúa Mar’ no significa en absoluto que hoy estuviésemos ante otro escenario, y hablando de otros resultados. Ni mucho menos, y esto es algo que trabajadores de Salvamento Marítimo, con largos años de experiencia en el medio, aseguran. No obstante, sí se podían haber tomado otras decisiones que por sentido común eran las que tocaban. Por eso desde la Confederación General del Trabajo (CGT) se emitió un comunicado de prensa en el que se exigía a la dirección de Salvamento Marítimo un mayor despliegue de medios para atender estas labores de búsqueda. Sobre todo durante las primeras horas tras conocerse la señal de emergencia emitida por la radiobaliza del pesquero siniestrado. En este comunicado, explicado en infinidad de ocasiones, no se cuestionaba a las personas trabajadoras de las torres de control, que ante una emergencia en la mar se limitan a poner en marcha paso a paso los protocolos de actuación establecidos previamente para gestionarla. Nunca se dudó de la profesionalidad de estas personas, pero sí de la forma de proceder de quienes ostentan la verdadera capacidad de decisión en un ente que presta un servicio tan importante como el de salvaguardar la vida humana en la mar. Por eso, desde CGT se insistió en dos ideas. La primera es que se debió hablar con el Estado de Marruecos para pedirles entrar con nuestros medios en sus aguas y buscar a los pescadores desaparecidos. La segunda es que embarcaciones mucho más ligeras y rápidas, como la salvamar Arcturus (Tarifa), debieron ser activadas también para llegar en menos tiempo hasta el punto donde se había producido la emergencia, y realizar una primera búsqueda hasta la llegada del relevo con otros medios más grandes y preparados para estas tareas. Lo urgente era no perder ni un solo minuto más del necesario en la búsqueda de estas personas.
La crítica de la organización anarcosindicalista tuvo más peso cuando a los dos o tres días de la desaparición del barco se hallaron dos cuerpos de los seis tripulantes del ‘Rúa Mar’. La autopsia descartó que uno de ellos, el patrón del barco, hubiera muerto ahogado. Su muerte se produjo por hipotermia. Además, desde las mismas cofradías de pescadores, los propios compañeros de los marineros desaparecidos, señalaron esta cuestión en algunos medios de comunicación. “Se tardó demasiado tiempo en salir a buscarles”, por eso muchos de ellos también se unieron con sus propios barcos a las tareas de búsqueda.
Las reacciones del Gobierno y de sus responsables: la estrategia de la distracción
El Estado nunca se equivoca, los Gobiernos siempre tienen la razón, y si los fallos son más que evidentes, se buscan culpables o se justifican los hechos, incluso se orquestan montajes policiales, y en “democracia” ya llevamos unos cuantos. En el caso de la tripulación del ‘Rúa Mar’, se siembra la duda con informaciones, que aunque sabemos que son datos filtrados y poco contrastados, caen como un jarro de agua fría sobre sus familias y amistades. Algunas de ellas todavía no han podido dar un entierro digno a cuatro de los seis tripulantes del pesquero. Sus cuerpos siguen desaparecidos y las investigaciones sobre las causas que llevaron a perderle la pista al barco, continúan sin esclarecerse. Se crea un debate paralelo (desviar la atención poniendo en marcha la estrategia de la distracción) para que la opinión pública mire el dedo cuando en realidad se señala a la luna, y los medios de comunicación se hacen eco de la supuesta actividad delictiva del pesquero gaditano en aguas de Marruecos. Literalmente se titula en algunas cabeceras que la embarcación, de tan solo 14 metros de eslora, se hundió debido al peso de la droga que transportaba. ¿Cómo se conocía este hecho entonces? Indican en estos medios que desde el Ministerio del Interior se “vigilaba” la embarcación desde hacía ya algún tiempo y que prácticamente, en esta ocasión, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado estaban esperando a que llegara a puerto, para proceder a la detención de sus tripulantes.
El comunicado de prensa de los compañeros de CGT Mar y Puertos consiguió lo que pretendía, que no era más que ampliar (con más medios) el dispositivo de búsqueda de la tripulación del ‘Rúa Mar’. Se dieron todas las explicaciones que hasta el momento no se habían dado, y la prensa de nuevo hizo su trabajo demostrando que desde el Gobierno, el Ejecutivo de Sánchez e Iglesias estaban haciendo todo lo posible para dar con el paradero del barco y de sus trabajadores. Para rebajar la presión, desde la dirección de Sasemar se echa mano de una estrategia muy antigua: la de enfrentar a los propios trabajadores del ente.
¿Un caso de terrorismo patronal?
La realidad de quienes tienen que sobrevivir cada día viviendo de la mar es muy dura. Pero es muy fácil, cuando se puede además influir en determinados medios de comunicación, tapar una situación con determinadas informaciones, aunque con ello estemos haciendo un daño inmenso a personas que poco o nada importan. Al fin y al cabo solo eran trabajadores, y lo que les ha ocurrido, por desgracia, un “accidente laboral” más. Uno de los muchos que tienen lugar todos los años en el Estado español, y en el mundo. Solo a lo largo del pasado año perdieron la vida mientras trabajaban casi 700 personas.
Con el Rúa Mar han logrado desplegar una cortina de humo que ha servido para desviar la atención de la posible responsabilidad de una mala gestión en las labores de rescate del barco y sus tripulantes.
También sobre la cuestión que compañeros y trabajadores del mar ponían hace unos días encima de la mesa… las condiciones de vida y de trabajo de esta gente. Lo han conseguido y por eso desde hace semanas no se ha vuelto a dar ni una sola rueda de prensa, no se han emitido comunicados o simplemente alguna mención en las redes sociales sobre cómo marchan estas labores y qué se está haciendo desde los entes encargados de estas emergencias a día de hoy por rescatar lo que quede de la embarcación siniestrada. Lo han conseguido gracias a la difusión de mensajes (veraces o no) sobre la reputación de personas trabajadoras y familias muy humildes de una de las zonas más empobrecidas de Europa, que es Andalucía.
Pero los interrogantes siguen estando ahí. ¿Por qué el Rúa Mar estaba faenando con balsas que no se dispararon cuando tuvo lugar la emergencia? ¿Cuáles eran las condiciones laborales (y de vida) de las personas trabajadoras que desaparecieron con el Rúa Mar? ¿Qué medidas se toman desde los Gobiernos (estatal y regional) para paliar las condiciones de trabajo de los pescadores? ¿Alguna vez algún político, algún partido, se interesó por la persona de origen peruano, cuyo cuerpo apareció tras la desaparición de la embarcación, que malvivía a bordo del que era su espacio de trabajo?
La dignidad de las personas trabajadoras, independientemente de las circunstancias que rodeen a veces determinadas situaciones en la que la vida nos pueda poner, es incuestionable. Es innegociable. Y habría que recordárselo más veces a quienes deben sus nóminas a la precariedad, a la explotación y a la miseria de gente como la que trabajaba en el Rúa Mar.