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México
Enrique Barón, encomendero mayor de don Juan Carlos I de Borbón
En la FIL Guadalajara llegan invitados especiales, conferenciantes VIP, políticos de alta alcurnia o de reconocido prestigio, eminencias de un discurso íntegro y, por supuesto, democrático y conciliador. Especialmente dotados de un curriculum vitae intachable en el cual se resaltan sus excelsas virtudes de ciudadanos honorables y respetables.
En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara el dominio de las editoriales españolas (más de cien sellos editoriales encabezados por el FGEE) es indiscutible, un monopolio del Grupo PRISA y demás multinacionales tanto de la comunicación, la industria o la banca que son el ariete de la armada invencible del siglo XXI. Entonces ya no tenemos que hablar de México sino de Nueva España y más concretamente de Nueva Galicia con capital en un principio en Santiago de Compostela, pero que ahora la detenta Guadalajara, Jalisco. Jalisco es uno de los estados más españolistas de Latinoamérica, eso se comprueba en su bandera (con los colores de la antigua bandera de Nueva Galicia) y su escudo de armas (simboliza la nobleza y el señorío -virtudes de la corona española). Para la inmensa mayoría de las élites tapatías el Imperio Español sigue vigente y con nostalgia alaban a sus hijos más preclaros: los conquistadores, los capitanes generales, los clérigos y misioneros, virreyes, visitadores, oidores, encomenderos y, cómo no, al emperador de las Españas Felipe VI y a la serenísima reina doña Letizia, una de las musas de Guadalajara en la época en que estuvo cursando una beca de la Agencia Española de Cooperación para estudiar una maestría en la Universidad de Guadalajara. La novel periodista para sacar un dinero extra trabajaba en sus ratos libres como vendedora ambulante de cigarros Boots. Los tapatíos la subliman y la han elevado a la categoría de leyenda inmortal como Cristóbal de Olid, Francisco Cortés, Nuño de Guzmán, Cristóbal de Oñate, la heroína doña Beatriz Hernández que pronunció la célebre frase «el rey es mi gallo» arengando a los colonos españoles que enfrentaban a las tribus rebeldes de los Chichimecas. En la región de Guadalajara se libraron célebres batallas (como la Guerra del Mixtón) en la que los invasores de la espada y la cruz fueron ayudados por «Santiago Mataindios» para imponerse victoriosos. Los españoles alucinados buscaban el reino mitológico de Las Amazonas; ansiaban el oro, plata, piedras preciosas, señoríos y blasones de nobleza y para conseguirlo no dudaron en aplicar métodos monstruosos como el aperramiento o incendiar poblados, o sea, la táctica de tierra quemada con la que lograron pacificar a las tribus indómitas. Y a fe que se consagraron como los amos y señores.
Y toda esta historia sacrosanta nos conduce, quién sabe por qué extraño sortilegio, a la encomienda de la FIL Guadalajara 2021. En el programa de la FIL se resalta en letras doradas la presentación del libro «El Poder y la República: una transición secuestrada» del autor Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega.
Porque para quienes no lo saben en Nueva España (México) estamos inmersos en una transición tras el largo período de gobiernos neoliberales del PRIAN (PRI y el PAN). Este discurso falso y manipulado del régimen del 78 se lo cree el establishment político ingenuo e ignorante. La transición española es el espejito mágico en el que deben contemplarse los mexicanos y también los latinoamericanos porque es la mejor fórmula para resolver los conflictos y cicatrizar las heridas del pasado. Que prevalezca el diálogo para llegar a consensos. En este metaverso me encuentro al encomendero socialista Enrique Barón con escudo, armadura y morrión que, según los presentadores, es uno de protagonistas de la transición «democrática» española. El excelentísimo señor, el licenciado en Administración de Empresas y diputado socialista en la legislatura constituyente, ministro de Transporte, Turismo y Comunicaciones de Felipe González, expresidente de la CEE y ahora brillante novelista de vanguardia, condecorado con la gran Cruz de Carlos III y la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. El público presente no puede reprimir un ¡ohhhhhhh! de asombro. El malinchismo mexicano es tan estúpido que solo falta que se arrodillen para adorar a la reencarnación del virrey Mendoza o el capitán general don Pedro Montesinos de Lara. Necesitamos mentes superiores que nos guíen y adoctrinen, seres engendrados y no creados cuya palabra sea infalible. Los súbditos novohispanos siempre tan sumisos y leales asienten con su cabeza a cada una de sus «brillantes» postulados: que si la democracia representativa, que los ideales de unidad, igualdad y consenso constitucional. Con su sonrisa de «Inquisidor de Anáhuac» (título de su primera novela que va a presentar en la FIL y corregida por el Premio Nobel de Literatura Saramago) sostiene que América Latina debe planificar su futuro al mejor estilo de la «transición española» y seguir la senda de integración de la Unión Europea. Porque España a estas alturas de la historia se ha comprometido con la integración latinoamericana o, mejor dicho, iberoamericana. El sueño de Bolívar se hará realidad si se copia el modelo europeo sin fronteras, de libre circulación, moneda única, parlamento único, un banco iberoamericano y presidencia rotativa.
Al lado del brillante encomendero dotado de una personalidad irrefutable e incontestable se encuentra su valedor mexicano o novohispano, el político priista y ahora morenista Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, quien un día en el Congreso de la Unión aplaudió a rabiar a su führer Díaz Ordaz por la «gloriosa» represión militar llevada a cabo contra los estudiantes en la infausta «matanza de Tlatelolco» en el año 1968. Muñoz Ledo y Lazo de la Vega calificó a los estudiantes inmolados de «enemigos del cambio social». En la actualidad es un diputado de la izquierda radical de MORENA y defensor de los derechos humanos. Desde luego un humanista ejemplar al que constantemente se le rinde honores.
Paradójicamente hoy México se parece cada vez más a una monarquía centralista en manos del partido gobernante de MORENA
Resulta que el encomendero mayor de don Juan Carlos I es el encargado de presentar un libro sobre la república ¿la república? Sí, a la que él mismo renunció para convertirse en un vasallo de la corona española. Sus magistrales observaciones obtuvieron grandes aplausos entre la concurrencia: «las revoluciones como la mexicana dan fuerza a la transición». «La emancipación de la mujer es el momento revolucionario más importante del momento». «La transición en sociedades educadas es un camino a la libertad y a la solidaridad». Pero es que nos han educado a base de represión, garrote y balaceras. Solo las élites pueden disfrutar de ese mundo feliz que nos pinta el encomendero mayor del reino. Paradójicamente hoy México se parece cada vez más a una monarquía centralista en manos del partido gobernante de MORENA. Cuando le dije a Enrique Barón que en España no ha habido una «Transición Democrática» sino una «Restauración Borbónica» se arrebató: ¡cómo osas contradecirme! Porque el muy vivo no reconoce que España es un reino y que ese reino lo ha ayudado a edificar el PSOE. A lo que respondió muy molesto: -eso es falso, la Constitución del 78 fue votada mayoritariamente por todos los españoles-. Claro, bajo la tutela del estamento militar franquista que fue el encargado de imponer las reglas del juego como, por ejemplo, la Jefatura del Estado en Juan Carlos I, los símbolos patrios de la bandera y el himno nacional y especialmente impedir que hubiera un referéndum entre monarquía o república. Anacronismos reaccionarios apoyados por el PSOE, AP, el CDS, Minoría Catalana e igualmente con la anuencia del Partido Comunista y el PSUC. -No conoces, no tienes ni idea de lo que estás hablando. Había que reconciliarnos entre los españoles pues la guerra civil nos envileció-. El PSOE ha traicionado sus principios republicanos encarnados por sus ideólogos Pablo Iglesias, Juan Negrín o Indalecio Prieto (exiliado al final de la cruzada nacional franquista precisamente en México). «Nosotros siempre hemos sido republicanos» -respondió soberbio. Pero hoy son los máximos defensores de la monarquía y encima protectores del rey emérito Juan Carlos I que ha estafado al pueblo español. El PSOE es cómplice de esta aberración. Esta afirmación lo enrabietó aún más y con un gesto agrio trató de apartarme. Ya no era el encomendero mayor sonriente y campechano sino que se transformó en el capitán general Pedro de Alvarado. Pero yo insistía: verdaderamente sí estamos ante una transición, pero una transición hacia una República, una larga transición que ya dura más de 40 años y que se extenderá en el tiempo hasta derrocar al sistema monárquico medieval. ¿Acaso el PSOE no vota junto con el PP y VOX la legitimidad de la dinastía borbónica heredera del nazi-franquismo? Enrique Barón, enardecido porque me había comportado como todo un provocador, como una oveja negra que trasgredía ese ambiente de venias y adulaciones, movía la cabeza en gesto negativo. El encomendero socialista cerró nuestro diálogo con una cínica frase: -el PSOE trajo la democracia y por eso hoy en España hay una «Monarquía Republicana»-.
Por último, el diputado Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, off de record, le preguntaba al «prócer» socialista a qué restaurante iban a cenar: ¿en el Bruna (cinco tenedores) o en el Alcalde (One to Watch the Latin American's 50 Best Restaurants)?