Arte
Nuestro cuerpo es un campo de batalla

Desde hace años, el arte feminista ha intentado dar voz a esos cuerpos mutilados que permanecían a menudo como objetos meramente decorativos en la representación del arte.

El cuadro de Waterhouse objeto de la performance de Sonia Boyce
El cuadro de Waterhouse objeto de la performance de Sonia Boyce

Después de la polémica por la campaña en internet que pretendía censurar el cuadro Thérese Dreaming de Balthus por ser considerado una incitación a la pedofilia surge otra nueva acción “provocadora”: la retirada temporal de un cuadro de Waterhouse en la Galería de arte de Manchester.

Si bien no comparables, ambas acciones se han igualado en la prensa siendo calificadas por igual de censura del arte. Todo esto, sin duda, favorecido por la propia maniobra de marketing de la Galería de Arte de Manchester.

La retirada temporal del cuadro forma parte de una obra experimental de la artista Sonia Boyce, en la que la retirada de este tuvo lugar la tarde del 26 de enero de cara al público y fue grabado para la posterior exposición de Boyce.

La pintura de Waterhouse, que estaba situada dentro de una galería denominada “La persecución de la belleza”, forma parte de una colección más amplia en la que, según la propia galería, hay bastante más “carne”.

Así, el proyecto de Sonia Boyce propone “un desafío” a las fantasías victorianas de la representación del cuerpo de la mujer como un simple adorno o bien como una “femme fatale”.

En este sentido, las imágenes de Waterhouse, llenas de pálidas y lánguidas mujeres pertenecen a un imaginario que patenta unos ideales completamente distintos a los feministas actuales. Sin embargo, estas imágenes tienen una razón de ser, y tiene que ver con explicar las ideas de esa época: identificarlos, conocerlos y en última instancia cuestionarlos manteniendo siempre el rigor histórico, ya que, sin él, es imposible no solo orientarse mínimamente en las capas del tiempo, sino que sería imposible llegar a conocer la evolución de las propias ideas que nos rodean.

Aun así, y pese a quizá lo grueso o burdo de la polémica —por evidente—, el debate que Sonia Boyce y la directora del museo están sugiriendo con esta propuesta se está obviando, intentando crear una polémica (la mayoría por parte de la prensa) que nos retrotraiga a la cuestión de si esta retirada temporal con fines performáticos es una censura feminista o no. Desviando la atención, en vez de poner el punto de mira en la cuestión que realmente
atañe: la de la utilización de los cuerpos de las mujeres y su encajonamiento en una serie de roles marcados por una visión patriarcal.

Desde hace años, el arte feminista ha intentado dar voz a esos cuerpos mutilados que permanecían a menudo como objetos meramente decorativos en la representación del arte, y este tema aún permanece como problemática principal, alcanzando no solo el ámbito social sino también el personal con el surgimiento de movimientos como #MeToo.

La importancia de la imagen siempre ha de tenerse en cuenta desde que esta ofrece una representación que puede ser tomada como ejemplo para la vida real. Sobre todo cuando una parte de los cuerpos son, a menudo, representados como un objeto de consumo masculino y no como un cuerpo perteneciente a una persona.

Estos son expuestos como fantasías, como ilusiones o “embrujos” que tratan de conectar la parte material con la parte mística del hombre (de ahí también esa conexión musa-autor) y no como seres de carne y hueso. Algo que obviamente queda resaltado en el ambiente onírico y fantástico de los lienzos de Waterhouse (y quizá por esto haya sido retirado precisamente su cuadro).

Si bien aún no se saben las consecuencias de este proyecto artístico por simple que parezca, ya era conveniente que también en los museos hubiera una cierta interacción con la crítica del arte feminista y el planteamiento de debates en torno a estas nuevas visiones dentro de la historia del arte.

Como decía Barbara Kruger en su famosa obra de 1989, Your Body Is a Battleground, actualmente el campo de batalla sigue siendo la utilización de la imagen y del cuerpo de las mujeres.

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#7814
2/2/2018 0:58

Un muy necesario artículo, felicito a quien lo ha escrito. Me pregunto si la persona del comentario anterior lo ha leído siquiera...

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0
#7813
2/2/2018 0:39

El feminismo ha secuestrado a la izquierda, y hoy lo revolucionario es ser feminista, no luchar contra la precariedad laboral, el paro, la corrupción, etcétera... Y así fue como volvió la extrema derecha al poder, gracias a abandonar lo social

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Anónimo-h
1/2/2018 23:30

Valiente sintaxis podrida para defender valiente estupidez censorar, diría yo.

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#7807
1/2/2018 22:39

Valiente mierda de decisión, ¿cómo un comentario como el suyo va a engendrar debate? Por no entrar en lo limitada que hay que tener la mente para no entender que ni el museo ni el artículo hablan de una agresión a la mujer sino de la belleza, natural, del arte. Como el de la artista que ha propuesto esta performance.

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1
#7794
1/2/2018 19:50

Valiente mierda de decisión, ¿cómo la censura va a engendrar debate? Por no entrar en lo sucia que hay que tener la mente para ver agresión a la mujer en este cuadro que precisamente se centra en la belleza, natural, masculina y sí femenina.

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