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Crisis climática
La calima, un riesgo para la salud que aumenta por el cambio climático
Cielos blanquecinos, ambiente turbio, atardeceres muy anaranjados y un aire más seco de lo habitual. Desde el pasado mes de febrero, España y parte del centro de Europa vienen sufriendo diferentes episodios de polvo sahariano en suspensión. Este fenómeno es muy habitual en esta época del año en Canarias, pero en el continente se suele dar más en primavera u otoño, cuando la situación atmosférica es más inestable.
Además de una mayor suciedad en la calle, el polvo en suspensión tiene consecuencias directas para la salud. En febrero de 2020 se produjo el que, hasta la fecha, ha sido el episodio más severo de calima para las Islas Canarias. Provocó suspensiones de diferentes actos de los carnavales, desvíos de vuelos y el aumento de ingresos hospitalarios por afecciones neumológicas, sobre todo en pacientes con patologías previas. “Los problemas respiratorios que provocó la calima se alargaron durante todo el mes”, explica la doctora María del Carmen Hernández Gracia, neumóloga del Gabinete Neumológico Respican, en Santa Cruz de Tenerife.
Según el estudio Brote de polvo del desierto en las Islas Canarias (Febrero, 2020) de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y la Organización Mundial de Meteorología, un 0,71% de los ingresos hospitalarios registrados en Gran Canaria están directamente relacionados con la exposición a episodios de alta contaminación provocados por el polvo del desierto. En el fenómeno de la calima del año pasado, ese porcentaje se situó en el 6,7%.
Los más perjudicados fueron aquellos que ya tenían afecciones respiratorias como la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) o asma, según la doctora Hernández. “La calima reagudiza el proceso respiratorio en los pacientes con enfermedades pulmonares, pero no las genera por sí sola”. Asimismo, un estudio liderado por Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de Canarias concluye que el riesgo de muerte cardiovascular aumenta en un 2% en el mismo día de la exposición a fenómenos de polvo en suspensión.
“La calima no genera asma por sí sola, pero la exposición continuada a agentes contaminantes en el ambiente puede tener consecuencias parecidas a las del consumo de tabaco”, indica la neumóloga Hernández
Arena con sulfatos y nitratos
La arena del desierto en el ambiente es peligrosa por tener un tamaño menor a las 10 micras (partículas PM10), como añade David Suárez, delegado de la Aemet en Canarias. “Todo el material particulado tiene efectos sobre la salud, también el que es inferior a 2,5 micras (PM2,5)”. Es por ello que el problema está en el aumento de la contaminación ambiental que acarrean estos episodios ya que el polvo sahariano viene acompañado de diferentes sustancias tóxicas como sulfatos y nitratos, entre otros. La doctora Hernández sostiene que “la calima no genera asma por sí sola, pero la exposición continuada a agentes contaminantes en el ambiente puede tener consecuencias parecidas a las del consumo de tabaco”.
En este sentido, la neumóloga aconseja que en días con una mayor concentración polvo se evite hacer deporte al aire libre, tener las ventanas abiertas o salir a la calle. “En caso de que sea estrictamente necesario, lo mejor es llevar boca y nariz tapadas, además de no ir corriendo a los sitios para evitar respiraciones profundas e intensas que alojen elementos tóxicos en nuestros pulmones”, señala.
La presencia de polvo en el ambiente se mide a través de las estaciones de monitoreo de calidad del aire con los parámetros PM10 y PM2,5 que registran la cantidad de partículas inferiores a ese tamaño. A lo largo de esta semana, gran parte de la península ha superado los límites considerados peligrosos que marca la Organización Mundial de la Salud, que se sitúan en una concentración de 50 µg/m³ en PM10.
Los expertos ya tienen evidencias de la relación directa entre estos fenómenos con el cambio climático; la clave para Jorge Olcina está en el debilitamiento del Vórtice Polar Ártico
Más episodios de ‘gota fría’, lluvias de barro y calimas intensas
“Estamos ante un episodio muy singular”, sostiene Jorge Olcina, director del Laboratorio Climático de la Universidad de Alicante (UA). En España, sobre todo en el este peninsular, son habituales las lluvias de barro que se generan cuando la precipitación arrastra la arena en suspensión. “Esto se da gracias al fenómeno de la ‘gota fría’, que suele aparecer en la primavera”, explica. Las corrientes de viento que forman estas borrascas en las capas medias levantan la arena y la arrastran hacia el norte, afectando a Europa. Solo en lo que llevamos de 2021, la UA ha contabilizado cinco episodios de este tipo. Aunque matiza que “el verdadero problema para la salud es cuando ese polvo queda en suspensión”.
Los expertos ya tienen evidencias de la relación directa entre estos fenómenos con el cambio climático. La clave para Olcina está en el debilitamiento del Vórtice Polar Ártico: “La corriente de vientos que sostiene el aire frío en el Ártico ya no es tan consistente por el calentamiento global. Esto provoca que las masas de aire frío se descuelguen hasta nuestra latitud generando estas configuraciones atmosféricas conocidas como DANA”. Diferentes estudios corroboran que el aumento de la temperatura media en los polos favorece la mayor frecuencia de este tipo de fenómenos.
En Canarias, el origen de la calima está en lo que llaman ‘tiempo sur’, que genera corrientes de aire para desplazar el polvo del desierto del Sáhara hacia el oeste y que en algunos casos puede llegar hasta el continente americano. Aun así, la gota fría también influye. “Estos eventos climáticos ayudan a que el polvo en suspensión se retenga sobre las islas provocando unas calimas mucho más intensas cada dos o tres años”, según David Suárez. Desde la delegación de Aemet en Canarias no se ha registrado un incremento de episodios de esta magnitud por culpa del cambio climático aunque admiten que los vividos tanto en 2020 como el del pasado febrero han tenido una alta incidencia.
Por lo que respecta a la previsión a corto plazo, desde el Laboratorio Climatológico de la UA advierten que el polvo en suspensión y las lluvias de barro seguirán siendo la tónica habitual: “En los próximos 15 días tenemos la llegada de vaguadas, situaciones de inestabilidad y subida de vientos desde el norte de África”. Por lo que, atendiendo a las recomendaciones de la neumóloga María del Carmen Hernández, habrá que consultar los niveles de contaminación en nuestra ciudad antes de salir a la calle si tenemos alguna afección pulmonar o si vamos a hacer deporte.