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Cine
La memoria de las víctimas en la gran pantalla: el caso de ETA, los GAL y el terrorismo de Estado
Aquella fue la primera vez que se encontraron frente a frente: en un lado, Merçona Puig Antich, hermana de Salvador, el último asesinado mediante garrote vil por la dictadura franquista; en el otro lado, el carcelero que trabó amistad con él mientras los días se sucedían en prisión. Ese encuentro, tan inesperado como clarificador, fue solo una de las consecuencias de la realización de Salvador, la película que inmortalizó su historia. Como en tantas otras ocasiones, las piezas audiovisuales ejercen gran poder en este tipo de casos en los que se recuerdan acontecimientos históricos fundamentales en la historia de España ligados al terrorismo. Aquí, tanto Merçona como Maixabel Lasa y Pili Zabala repasan qué significó para ellas ver representadas en la gran pantalla su historia y la de sus familiares asesinados y qué consecuencias produjeron en su proceso reparador.
“No nos dijimos nada, pero nos dimos un abrazo”. Esas son las palabras que enuncia la misma Merçona al recordar el estreno de la película. “El final no lo he visto nunca, siempre que llega, me levanto y me voy. El momento de soledad, de miedo, de rabia, de impotencia ya me lo imagino, no hace falta verlo” añade la hermana de Salvador, militante anarquista en el Movimiento Ibérico de Liberación.
El cine, las películas y los documentales son herramientas audiovisuales fundamentales para el comprometido ejercicio de la memoria, necesaria para no olvidar lo ocurrido y ser capaces de mirar al futuro desde el aprendizaje y no desde la repetición del mismo error, pero ¿todas las narrativas audiovisuales sobre estos conflictos son restauradoras para las víctimas? A pesar de que a priori, la justicia restaurativa se encuentre enmarcada dentro del mundo jurídico, pueden ser exploradas nuevas vías que supongan un beneficio restaurativo tanto para las víctimas como para la sociedad en la que conviven víctimas y victimarios. La responsabilidad social es de tal magnitud que el cuidado y la conciencia con la que se deben realizar estas narrativas deben ser cuestiones prioritarias.
Contar el sufrimiento familiar para restaurar
“Me siento identificada y reparada porque para mí es muy importante conocer la verdad”, afirma Maixabel Lasa, mujer de Juan Maria Jauregui, asesinado por ETA, respecto a la película basada en su historia estrenada en 2021. Cuando se le pregunta por otras películas, Maixabel afirma que existen diversas piezas audiovisuales que cuentan los conflictos de manera parcial: “En la que se hizo con el tema de Lasa y Zabala hay una cosa que no me gustó porque no se mencionó a Juan Mari en la película, una de las personas clave para esclarecer el caso”.
Pili Zabala, hermana de José Ignacio Zabala Artano, desaparecido, torturado y asesinado por los GAL, afirma: “No existe ninguna película con la que me sienta cómoda o representada”. Ni siquiera, dice, respecto a la película dirigida por Pablo Malo, a la que también hace referencia Maixabel Lasa. Tal y como la hermana de Zabala explica, fue una película basada en la sentencia de los hechos probados en el juicio en la que no se representa el dolor y sufrimiento de las familias que estuvieron doce años sin ningún apoyo institucional: “Me habría gustado que apareciera la angustia a la que es sometida una familia cuando tiene un miembro que ha sido hecho desaparecer por los Cuerpos y las Fuerzas de Seguridad del Estado”, añade.
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El documental estrenado en Movistar ETA el final del silencio recoge el testimonio de diferentes protagonistas del conflicto vasco. Pili Zabala, que también participó en esta cinta, considera que se recortaron parte de sus intervenciones de manera intencionada y añade: “Me hubiera gustado que aparecieran aquellas declaraciones respecto a la presunción de inocencia de mi hermano. Al final, el relato más extendido es el que se impuso, que mi hermano era un etarra, cuando en realidad nunca nadie podrá saberlo. Les es más fácil pensar eso, porque pensar lo contrario sería demasiado incómodo como para que la sociedad lo pudiera digerir”.
Las víctimas: entre lo público y lo privado
Salvador, dirigida por Manuel Huerga, Lasa y Zabala de Pablo Malo, Maixabel de Iciar Bollaín, ETA el final del silencio de Jon Sistiaga y la serie Patria de Félix Viscarret y Óscar Pedraza, basada en el libro homónimo de Fernando Aramburu, son narraciones audiovisuales que representan la crueldad de estos hechos. Unos hechos que, por otra parte, trascienden a sus víctimas directas y cuyas narraciones pertenecen al conjunto de la sociedad con el fin de generar un relato común.
Cine
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En un primer momento, Merçona Puig Antich no quería que se grabara la película sobre su hermano. Las cuatro hermanas tenían división de opiniones en cuanto a su realización. Así lo relata con cierta contundencia en sus palabras: “A mis hermanas y a mí nos aseguraron que tratarían la historia con la sensibilidad que se merece pero que en cualquier caso no necesitaban nuestro permiso”. Así, comprender que la historia de Salvador como víctima del franquismo pertenecía a toda una sociedad que podía sentirse representada en la represión narrada fue uno de los pasos más difíciles para su hermana: “Sí que Salvador forma parte de la historia de este país, pero era como mi Salvador y me costaba dar este paso”.
Todas las entrevistadas tienen alguna objeción con las representaciones audiovisuales de estos conflictos. Si tuvieran que hacer alguna aportación, Maixabel Lasa recomendaría a los guionistas, productores y directores “que se documenten y hablen con todas las partes”. Tanto ella como su hija, María Jauregui, al igual que Ibon Etxezarreta y Luis Carrasco, autores del crimen cometido, se entrevistaron con las personas que les representarían en la película. “Lo importante es no falsear, y se falsea la historia desde que dejas de contar algo que ha sucedido”, añade.
Pili Zabala coincide: “A aquellas personas que no cuenten la totalidad de la historia les diría que están siendo cómplices de un negacionismo y que no están haciendo un favor a la verdad, que no están contribuyendo de manera positiva a una memoria crítica del pasado, que no están siendo rigurosos ni estrictos con la historia”. Ella no se olvida del primer cartel sobre la serie Patria, en el que se reflejaban dos realidades diferentes del mismo conflicto: a la izquierda aparecía una mujer llorando mientras sujetaba el cadáver de su marido tras haber sido asesinado por ETA y a la derecha una persona encogida en una sala de interrogatorios después de haber sido torturada por las Fuerzas de Seguridad del Estado. La plataforma HBO, que produjo la serie, recibió muchas críticas por ello y finalmente optó por retirar este cartel. La nueva imagen de la serie solo reflejaba la violencia ejercida por ETA. Ante esto, Pili Zabala es contundente: “Lo que no se cuenta, no existe”.
Cómo saber si una película es restaurativa
¿Qué es necesario para que una narrativa audiovisual pueda resultar restaurativa para la sociedad? En los últimos años se ha puesto de moda el conocido como test de Bechdel que utiliza criterios fáciles de reconocer para saber si en una película existe infrarrepresentación femenina. Para ello, es necesario que la narración cuente con más de un personaje femenino, que se relacionen entre sí y que el tema de conversación no sea sobre un hombre. Con inspiración en dicho test, una investigación reciente ha generado una serie de variables que marcan las pautas a seguir de un test de justicia restaurativa para el mundo audiovisual. Este test tiene como objetivo conocer si las obras que representan un conflicto de amplio espectro, es decir, aquellas en las que los daños causados trascienden a las víctimas directas, son restaurativas para las víctimas y para la sociedad en sí misma.
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Para que una pieza audiovisual supere este test debe, en primer lugar, mencionar a las diferentes víctimas existentes con el fin de evitar un olvido parcial y provocar una revictimización. “Al no mencionar a las víctimas del GAL, no solo nos revictimizan, sino que nos lo recuerdan constantemente”, señala Pili Zabala. Asimismo, en el test debe aparecer al menos una necesidad restaurativa de las víctimas, entre las que destacan la necesidad de justicia, de conocer la verdad, de obtener el reconocimiento de víctima, de poder desvictimizarse, así como de recordar lo ocurrido, su derecho a la memoria. “Solo por el hecho de hacer memoria y de intentar ser sinceros, ya es un reconocimiento hacia lo que pasó”, comenta Merçona Puig Antich.
Consecuentemente, se deben visibilizar los diferentes prismas del conflicto para conseguir una narración completa en la que todas las partes puedan sentirse representadas. De esta manera, se pretende evitar la invisibilización de parte de la narración, así como la posibilidad de contar la historia desde el punto de vista hegemónico. “Se han realizado numerosas narraciones en torno al conflicto vasco y sabemos que algunas explican el conflicto de manera parcial”, señala Maixabel Lasa como un ejemplo de lo que se debe prevenir.
Entre aquellas cuestiones que se deben evitar en la producción de piezas audiovisuales destacan la justificación de la violencia ejercida y la estigmatización de víctimas y victimarios. Se podría caer en la primera de ellas si se da voz y visibilidad a aquellas personas que no se hayan arrepentido de haber formado parte del grupo de victimarios o haberlos apoyado. La estigmatización, por su parte, puede suceder cuando la construcción de los personajes de ficción parte desde el estereotipo con objeto de deconstruirlo. Reproducir un estigma en torno a las víctimas puede impedir su desvictimización. Asimismo, reproducir una imagen estigmatizada en el imaginario colectivo de los espectadores puede suponer una dificultad de reinserción en el caso del victimario.
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Entiendo el posicionamiento humano de la hermana de Salvador Puig Antich, pero para nada comparto el guion de la pelicula, el la que la mayor parte del minutado se centra en los atracos del MIL. Para nada se analiza el surgimiento del MIL y sus motivaciones ideologicas, no se analiza los robos para financiar libros y solidaridad con trabajadores en huelga, presentandolos solo como terroristas y se manipula el final de la pelicula con carcelero bueno aunque su actuacion en la huelga de la COPEL años despues no fue tan bueno cuando torturaba a presos de esta carcel, tampoco la pelicula cuestiona a los jueces franquistas que ascendieron en la carrera judicial con la llegada de la democracia. .