Amazon
Día sin compras para frenar al monstruo

El enorme crecimiento de Amazon, aprovechando las difíciles circunstancias impuestas por la pandemia, está acabando con el pequeño comercio de proximidad y exacerbando el hiperconsumo en una sociedad al borde del desastre.

Día sin Compras sin Amazon
Imagen de la campaña "Día sin Compras, día sin Amazon", de Ecologistas en Acción
Co-coordinador del Área de Consumo de Ecologistas en Acción
25 nov 2020 09:00

Si eres lector de este blog, es posible que tengas ya cierta disposición preventiva frente a lo que significa Amazon y otras grandes plataformas como Aliexpress. También es posible que sepas que son los grandes beneficiarios de la terrible crisis de la Covid-19, y que se están comiendo a grandes bocados el comercio de proximidad de nuestras ciudades. Pero su toxicidad social no se termina ahí. Esta entrada del blog la dedicamos a mostrarte una relación ordenada y fundamentada de todo el destrozo económico, social y medioambiental de Amazon para el día de su gran fiesta patronal, ese “Viernes negro para el Planeta” en cuya semana larga nos encontramos. Terminamos con algunas propuestas para pelear contracorriente, animándote a unirte a la jornada de lucha internacional del DÍA SIN COMPRAS para ese día.

Unas cifras mareantes

No para de crecer, ni de ampliar los sectores en los que interviene, desde la producción propia, tanto de productos básicos, como videojuegos y cine para su plataforma Prime Vídeo, servicios informáticos en la nube, alimentación, incluida la fresca, servicios sanitarios, etc., llegando hasta tener sus propias plantas de energías renovables. Su objetivo es simplemente abarcarlo todo: una terrorífica distopía. Se ha convertido así, y de momento, en la tercera empresa más valiosa del mundo por capitalización bursátil.

No es de extrañar que según Forbes, Jeff Bezos sea la persona más rica del mundo desde que se tienen datos, con una riqueza en noviembre de 2020 de 181.000 millones de dólares, habiendo llegado a la friolera de 200.000 millones en el mes de agosto, impulsada por un aumento vertiginoso de las acciones con la llegada de la pandemia.

Sin embargo, y esto es lo terrible, en proporción paga infinitamente menos impuestos que el lector o lectora de estas líneas.

Y la cosa va a más, a mucho más, a costa del pequeño comercio: Según el índice de compras de Salesforce, desde el estado de alarma y hasta el final de la desescalada, las compras online aumentaron un 67 % en España (un 71 % a escala global).

La facturación del Amazon Prime Day 2020 (12 de julio) registró un incremento de casi el 60% respecto al año pasado. Con el Black Friday de esta semana, que en España y otros países se ha ampliado a una semana de 10 días, pasará seguramente lo mismo. De ahí este artículo y que sea nuestra diana.

Unas prácticas monopolísticas

Monopolio es 'tener la capacidad de controlar las reglas según las cuales otros actores pueden acceder al mercado'; significa que una empresa tiene el poder de decidir qué es lo que pasa. Y Amazon tiene este poder a manos llenas.

La conclusión del último informe del Congreso estadounidense al respecto es contundente con Amazon y el resto de las incluidas en el acrónimo GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon): MONOPOLIO. Esto supone que con su inmenso poder impone barreras a la competencia, esclaviza a proveedores y extrae datos valiosos de personas y empresas que degradan la privacidad e incrementan aún más su control, llegando a prácticas ilegales para acabar con la competencia.

La UE no se queda tampoco para atrás, acusando a Amazon de vulnerar las leyes antimonopolio en su uso ilegal de los datos privados de los clientes y de las empresas independientes que comercializan sus productos a través de la plataforma.

Precios a costa de trabajadores esclavizados

El éxito de Amazon y sus precios se basa en un modelo empresarial que ofrece bajos salarios, condiciones de trabajo brutales y miserables.

Datos del Gobierno norteamericano confirman que los ingresos de los trabajadores de almacén de Amazon están un 10% por debajo de la media de los trabajadores de la misma industria en otras zonas. Se puede decir que sueldos bajos y puestos precarios son ya una de las señas de identidad de Amazon.

Uno de los factores que le han posibilitado tirar tanto los precios ha sido utilizar justamente el hecho de optar por falsos autónomos para hacer repartos. En el caso de España los recluta a través de la web repartidorautonomo.com, lo que ha provocado que, denunciada por UGT, haya sido condenada el pasado mes de octubre a dar de alta a casi 3.000 repartidores que la empresa tenía como falsos autónomos.

Con la base de datos más grande del mundo, Amazon es capaz de monitorizar de cerca los cuerpos, los movimientos y otras conductas de sus trabajadores, convirtiéndose en unos adelantados en la innovación de la robótica y otras tecnologías en el control del trabajo y los trabajadores, una nueva versión del taylorismo más deshumanizante.

Precios a costa de evasión fiscal en todo el mundo

La institución de investigación Politifact ha verificado que Amazon no solo no pagó ni un céntimo en el equivalente al impuesto de sociedades estadounidense, sino que además cobró 137 millones de dólares como devolución. Cuando en 2019 empezó a pagarlos, el porcentaje fue alrededor del 1,2%, muy por debajo del 21% establecido por la ley de su país.

Por su parte, la Comisión Europea reclamó en 2018 a Amazon 250 millones de euros por ayudas fiscales en Luxemburgo.

En el caso de España, Amazon tiene una estructura formada por cinco compañías y una sucursal. Estas filiales actúan de proveedores de la propia compañía, que es el cliente único de las mismas. Esto favorece que la facturación se realice en Luxemburgo, donde se encuentra la sede de la compañía, beneficiándose así de una legislación fiscal más favorable.

El volumen de negocio de las filiales de Amazon en nuestro país fue de casi 500 millones de euros en 2018. Los impuestos ese año sobre los beneficios no llegaron a 4 millones de euros, menos del 1% (compara con lo que pagas tú). En 2019 tan solo tributó 864.000 euros.

Todo esto es tan escandaloso que organizaciones como OXFAM han propuesto que se dé un paso más y se grave con un impuesto especial a empresas como Amazon que se han beneficiado enormemente con la pandemia.

Modelo de compra muy contaminante y muy poco sostenible

Según el último Monthly Energy Review (principal informe de estadísticas energéticas de la Administración en EEUU), en 2016 el transporte de mercancías superó en emisiones de dióxido de carbono a las plantas energéticas por primera vez desde 1979.

El impacto ambiental del comercio electrónico se focaliza en cuatro fuentes: transporte, almacenamiento, empaquetado y los servidores empleados para hacer y recibir pedidos. El impacto diferencial mayor del comercio online se produce en la llamada última milla. Frente al caso de que sea un individuo quien va caminando a comprar los productos que necesita, el modelo de reparto puerta a puerta usando camiones genera más emisiones y aumenta la congestión urbana. A este impacto, debemos sumar además las entregas fallidas y las devoluciones que hacen repetir el círculo de emisiones y congestión. De forma aproximada, la compra física tiene una huella de carbono un 7% menor al de la compra por internet.

A todo esto habría que añadir el hecho mismo de promover el consumismo desenfrenado a golpe de un clic.

Por todo esto podemos decir que el comercio online, de forma contraria a lo que muchos pueden pensar, contribuye de forma enorme a la crisis climática. La enorme huella de carbono que genera Amazon alcanzó en 2018 casi 45 millones de toneladas de dióxido de carbono, similar a las que emiten países como Suecia, Ecuador o Bulgaria.

Greenwashing para vestirse de verde y desculpabilizar a los clientes

Sin duda Amazon es consciente de que cada vez es objeto de mayores críticas, sin embargo, sería de ingenuos pensar que esto va a cambiar su forma de actuar, la forma que le hace crecer día a día y que va arrinconando a su competencia. Las formas de actuar frente a estas críticas están más relacionadas con campañas publicitarias para mejorar su imagen, en las que muestran historias de superación en sus trabajadores, o se presentan como un apoyo a las PYMES por vender sus productos, o distintas formas de greenwashing o socialwashing. Al final, no sólo mejora la imagen de la empresa, sino que se desculpabiliza a los clientes.

Un ejemplo de greenwashing de la compañía, ante la progresiva toma de conciencia medioambiental de la población, ha sido la puesta en marcha de un sistema de donaciones contra el cambio climático, que en nada cambia el gran impacto ambiental de su actividad. Y que por supuesto, presenta unas donaciones que están muy por debajo de lo que la compañía pagaría si no utilizara su perversa ingeniería fiscal.

Como ejemplo de socialwashing, la actual campaña de donaciones “Un clic para el cole”, con la que la compañía dona parte del beneficio que obtiene de la venta de libros escolares a centros educativos adscritos, a la vez se hace con ese mercado frente a las pequeñas papelerías de barrio. Así, Amazon aprovecha la falta de financiación de la educación, entre otras cosas, consecuencia de la baja tributación de grandes empresas como la compañía de Jeff Bezos.

Al final, con toda esta estrategia, Amazon consigue otro “negocio” redondo: dar cobertura moral a actuaciones socialmente reprobables, sin que nada cambie.

Alternativas ciudadanas online frente al monstruo

¿Debemos rechazar toda la compra online? Se puede hacer un paralelismo entre lo que ocurre con Internet y la telefonía móvil con la compra online. Ambas son realidades que han venido para quedarse, al menos hasta que la crisis climática y el descenso energético se adueñe de nuestras vidas. Pero una cosa es exigir un Internet básico y estable que llegue a toda la población, y otra apostar por esa loca huida hacia adelante que representa la insostenible y costosa 5G. De igual manera, una cosa es arrojarse a los brazos de oso del monopolio que representa Amazon, y otra utilizar estos servicios como alternativa para situaciones especiales (pequeñas poblaciones, personas con problemas de movilidad, etc.). De hecho, estamos asistiendo a saludables alternativas como la de más de 800 librerías que han creado todostuslibros.com, una plataforma online con el fin de dar cobertura digital a las librerías de toda la vida, y ofrecer una verdadera alternativa al monopolio de Amazon y de otros grandes del libro.

Están también las plataformas de compraventa de segunda mano, que permiten dar una segunda utilización a todo tipo de productos.

Y, claro, también se pueden encontrar plataformas “éticas” centradas en marcas comprometidas con su impacto social y ambiental, pero muchas de ellas despiertan la sospecha del oportunismo pijo de una pretendida sostenibilidad. Y aun así, enseguida llega el monstruo y se cubre las espaldas con una alternativa similar. Siempre acechando oportunidades, incluso “sostenibles”, para un único fin: hacer caja a costa de lo que sea.

Aun así no es nada fácil desprenderse de las garras del monstruo, encontrándonos con difíciles dilemas morales de autores a los que admiramos por su lucha por la sostenibilidad.

Y mientras tanto “cada clic en Amazon apaga una luz en tu barrio”

No es una novedad decir que Amazon está acabando con muchos sectores comerciales y con el comercio minorista, pero la situación de shock al que la pandemia de la Covid-19 ha llevado al pequeño comercio de proximidad, ha desatado estos meses todas las alarmas.

Afortunadamente, cada vez más se van levantando voces alertando de todo esto y llamando a la acción ciudadana. Primero fue la alcaldesa de París, Anne Hidalgo y el manifiesto de numerosas personalidades de aquel país pidiendo no comprar en Amazon en navidad. Aquí ha sido Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, quien ha pedido directamente a sus vecinos que no compren de Amazon y lo hagan en el comercio de proximidad para ayudarle ante la crisis provocada por la pandemia. Collboni, su teniente de alcalde, ha pedido a la ciudadanía que sea consciente de que cada vez que se compra en una plataforma se quita una oportunidad al comercio de proximidad y ha alertado de que comprar en estas plataformas refuerza “un modelo de transformación que hace trampas porque no pagan los impuestos que deberían pagar”.

Ni que decir que un ataque tan directo ha puesto en pie a Amazon y medios serviles con datos y cifras que no desmienten en ningún caso la corrosiva destrucción por la multinacional del pequeño comercio de proximidad.

La verdad sin anteojeras: un hiperconsumismo que nos lleva directo al desastre

Detrás de todo esto late la pulsión de una sociedad de hiperconsumo suicida, construida por un capitalismo que solo puede mantenerse sobre un crecimiento constante a costa de lo que sea, incluido el desastre civilizador en un planeta finito. El cáncer hace lo mismo en los organismos.

El capitalismo, con la ayuda de una publicidad ubicua, siempre presente como una radiación de fondo en nuestras vidas, ha conseguido adueñarse de ese espacio recóndito donde acumulamos nuestros sueños, deseos y expectativas, y lo ha enfocado a todo lo que tiene que ver con consumir, gastar, tener, usar y tirar. Nos hacen creer que todo en la vida es mercado, competencia, individualismo, beneficio económico. Y para hacer sitio a esto necesitan expulsar de nuestro horizonte de deseo todo lo que no pase por el filtro del mercado y la mercancía: tiempo y desaceleración para la propia autoconstrucción, para la amistad auténtica, el amor sin condiciones, la compasión con los que sufren, el sueño de un mundo mejor con los otros, la preocupación por el desastre medioambiental que provoca el hiperconsumo, ...

Un DÍA SIN COMPRAS focalizado en Amazon

Con todo lo dicho hasta aquí se comprenderá que el área de Consumo de Ecologistas en Acción haya centrado este año la campaña del DÍA SIN COMPRAS en cuestionar lo que supone a todos los niveles Amazon para el clima, para el comercio local, para las pequeñas empresas, para los trabajadores, para el planeta.

El DÍA SIN COMPRAS o Día de No Comprar Nada (BND Buy Nothing Day) es una alternativa internacional al Black Friday, una fecha de exacerbación del hiperconsumo. Si en años anteriores se ha centrado en el cuestionamiento del frustrante modelo de felicidad de escaparate, o en la emergencia climática, este año de especial crecimiento de las plataformas online, se hace cuestionando lo que supone Amazon para nuestras vidas, para el empleo, para el entramado económico de proximidad, para el fomento del hiperconsumo, para la sostenibilidad de un planeta al borde del desastre. Merece dedicar el tiempo de compras de este día a reflexionar sobre estos temas y las alternativas que necesitamos.

Referencias:

Sobre o blog
Consumo que Suma es un espacio, coordinado por el área de Consumo de Ecologistas en Acción, en el que reflexionar sobre el consumo en un sentido amplio y plural, pero siempre desde un punto de vista político, incluyendo análisis en torno a la sociedad de consumo que tanto condiciona nuestra forma de vivir, la denuncia de sus impactos sociales y ambientales o la propuesta de alternativas que sirvan para sumar en el avance hacia un mundo mejor. En este blog se quiere dar voz a aquellos colectivos y personas que trabajan estos temas. Para hacernos llegar tus artículos nos puedes escribir a consumoquesuma@elsaltodiario.com
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